Artículo publicado en Perú21, martes 15 de julio de 2008
En Venezuela, tenemos elecciones regionales y municipales el próximo 23 de noviembre. Veremos hasta qué punto la derrota de Hugo Chávez en diciembre del año pasado, con el rechazo a su proyecto de reforma constitucional, marca una tendencia declinante o, por el contrario, se trató de un revés momentáneo. Hasta el momento, el chavismo ha tenido problemas por la controvertida formación del Partido Socialista Unido de Venezuela como "partido de la revolución", pero la oposición también tiene problemas para actuar coordinadamente. Si la oposición no es capaz de una mínima articulación, el gobierno sale ganando, a pesar de sus problemas.
En Bolivia, después de los referéndum autonómicos en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, así como de la elección del nuevo prefecto de Chuquisaca, el saldo es una clara derrota del MAS. En el último caso es algo muy elocuente, porque ganó Savina Cuéllar, líder quechua, dirigente de la Federación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, organización miembro del MAS, pero que ahora está del lado de la oposición al gobierno de Morales. Sin embargo, el partido se fondo se juega con los referéndum revocatorios del próximo 10 de agosto, tras los que Morales puede salir fortalecido y pueden terminar siendo vacados algunos prefectos de oposición, como en Cochabamba, Tarija o Pando. En medio de esto, la aprobación de la nueva Constitución en Bolivia quedó en el limbo, aparentemente, hasta el 2009.
En Ecuador, el 26 de julio se agota el plazo previsto para la elaboración de la nueva Constitución. El 23 de junio el presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, renunció, al serle denegada la ampliación del plazo de aprobación de la nueva Carta Magna. Hasta ese momento, apenas se habían aprobado 57 artículos, faltando aprobar más de 425. Con esta renuncia se corre el riesgo de aprobar lo que queda 'al caballazo', como sucedió en Bolivia, con lo que la nueva Constitución no sería fruto de un debate y de la búsqueda de acuerdos, sino de los intereses estratégicos del gobierno de Rafael Correa. La idea parece ser correr para evitar un mayor desgaste político, y así aprobar rápidamente la nueva Constitución en referéndum, y luego elegir a nuevas autoridades públicas bajo las nuevas reglas de juego (¿suena conocido?). Algunos signos de desgaste: el movimiento Pachakutik y varias de las organizaciones indígenas pasaron a la oposición...
Algunas moralejas para nosotros: si se quiere cambios, no basta el desgaste del gobierno; es necesaria la organización de la oposición. Si queremos cambios constitucionales que aseguren estabilidad y perduren en el tiempo, es necesaria la búsqueda de acuerdos entre los actores políticos, no la imposición de alguno de ellos; y necesitamos actores representativos. ¿Tenemos esto en el Perú?
Quien busca encuentra
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Tomemos en serio la coyuntura que se presenta y vinculémonos, acogiendo
cualquier forma de hacerlo y demos la bienvenida a lo que el resto quiera
brindarnos
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