Artículo publicado en Perú21, martes 22 de julio de 2008
http://peru21.pe/impresa/edicion/2008-07-22/1585
La subida de los precios de los productos primarios de exportación de nuestros países ha generado rentas extraordinarias y, consecuentemente, pugnas distributivas. Estas disputas ponen de un lado a los gobiernos que quieren aumentar los recursos fiscales para poder utilizarlos con fines redistributivos y de integración social; y del otro, a los productores y empresarios que no quieren ver reducida su rentabilidad o competitividad internacional, y que temen que el gobierno utilice los recursos con fines clientelísticos, o para consolidar proyectos políticos que puedan limitar la competencia y el pluralismo político.
Argentina y Bolivia, que son diferentes en casi todo, se parecen por la forma que asume el conflicto político: en un contexto de instituciones débiles, de un poder presidencial sin suficientes contrapesos, sin un sistema de partidos representativo y competitivo, el conflicto se expresa con la movilización directa de los intereses sociales en pugna ante el gobierno central. En ambos casos tenemos productores agrarios exportadores enfrentándose a sus gobiernos, con el apoyo de políticos provinciales. En Argentina los productores agrarios han recurrido a variadas formas de protesta y también han bloqueado carreteras, pero su lucha se canalizó institucionalmente, concentrándose en la oposición al proyecto de ley de “retenciones móviles”.
Cristina Fernández pretendió imponer una importante subida a los impuestos a las exportaciones de soya y girasol; frente a la oposición de los productores agrarios, siguió una estrategia de confrontación total, recreando la vieja polaridad entre peronismo y oligarquía. Se estableció así una suerte de “juego del gallina” en el que ambas partes radicalizaron sus posiciones buscando torcerle el brazo al adversario. El problema para el gobierno es que su estrategia unificó a una oposición dispersa, dividió a su propio campo, y al final terminó perdiendo; el senado rechazó el proyecto de ley. El saldo es que el gobierno de Cristina Fernández tiene ahora una aprobación a su gestión cercana al 20%, menor que la de Alan García, con el agravante de que ella cumple recién el séptimo mes de su gestión.
En El arte de la guerra, hace unos 2,500 años, el chino Sun Tzu decía que “triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no”; también que “si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”. El problema con Cristina Fernández es que sobreestimó la disciplina de los peronistas kirchneristas, y subestimó la capacidad de movilización y convocatoria de sus adversarios.
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Hace 5 horas.
2 comentarios:
Estimado Martin
Tu lectura sobre la crisis política-institucional que atraviesa Argentina, merece, desde acá, algunas precisiones.
1. El desenlace del conflicto gobierno-agroexportador no se dio necesariamente por “un contexto de instituciones débiles, de un poder presidencial sin suficientes contrapesos”, sino principalmente, por un mal manejo del escenario político y social en que intentó implementar su política impositiva. Es más: la decisión de respetar el resultado adverso de la votación en el Congreso, me parece, una muestra clara del contrapeso institucional que ejerce el congreso frente al gobierno argentino, así como la voluntad del gobierno de respetar dicho equilibrio de poderes.
2. Tampoco es exacto que la lucha de los "productores" agrarios “se canalizó institucionalmente, concentrándose en la oposición al proyecto de ley de retenciones móviles”. La decisión de llevar el debate al Congreso nacional fue un acto voluntarista del Gobierno, innecesario en la medida en que las retenciones forman parte de las atribuciones constitucionales del Estado argentino para definir las políticas públicas. Por el contrario, la acción de los grupos de poder vinculados a las exportaciones agrícolas (básicamente pools agrícolas y fondos de inversión) se dio, en sus aspectos más visibles, por fuera de la institucionalidad; esto es, a través del corte de rutas y el lock out (huelga patronal) que significó el desabastecimiento de mercados y el incremento de la inflación, etc. Inclusive existió una fuerte presión a través de medios electrónicos convocando a la disidencia civil, la crisis institucional y, en algunos casos extremos, a intentonas golpistas contra el gobierno del “montonero” y “su esposa terrorista”.
3. Habría que relativizar, además, que el gobierno haya “radicalizado” su postura inicial. Sucedió todo lo contrario: en diversos momentos, inclusive antes de que la cámara de diputados decidiera ratificar el Decreto 125 que establecía las “retenciones móviles”, se establecieron compensaciones a los pequeños y medianos productores, entre otras concesiones que reducían el impacto de las retenciones, sin modificar, eso sí, sustantivamente su fin.
4. No concuerdo con “el problema con Cristina Fernández es que sobreestimó la disciplina de los peronistas kirchneristas” y sí con que “subestimó la capacidad de movilización y convocatoria de sus adversarios”. Sobre lo primero, el asunto resulta más anecdótico que institucional. La derrota del gobierno en el Senado argentino se dio por el voto dirimente del vicepresidente Cobos (un miembro representativo del “radicalismo K”, o sea, de la Unión Cívica Radical pro Kirchner) y no por la indisciplina de los peronistas kirchneristas. La semana anterior, los diputados oficialistas que votaron en contra de las retenciones, lo hicieron por tener intereses directos en el campo y para no defraudar a las provincias a las que representan; aún así, el Gobierno obtuvo una votación favorable a la mantención de su política impositiva. Pero no contaba con la disidencia de su vicepresidente. Una explicación posible sobre su actuación (para muchos, una traición al gobierno que lo incorporó) tiene que ver con el poco margen de maniobra que establece la constitución para el vicepresidente, una figura casi de adorno, que en un arranque de oportunismo, apostó por una salida abrupta para tentar un juego político propio en un futuro electoral no tan lejano.
5. Por último, la sociedad argentina, por lo menos la portena donde me encuentro ahora, está polarizada "mitad-mitad". Algunas encuentas le otorgan apoyo de 50% al gobierno, y el otro 50% a la gente del "campo". Esto puede variar un poco a favor, un poco en contra del gobierno, dependiendo de las encuestadoras.
Aprovecho para adjuntar un artículo de Eduardo Gruner y Leon Rozitchner sobre el desenlace de la crisis, que me parece retrata bien lo que estaba en juego estos meses.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-108169-2008-07-20.html
Saludos,
Quique,
gracias por el mensaje. Algunas aclaraciones:
El punto 1 llamaba la atención sobre el contexto general, no quiere sugerir que en Argentina las instituciones no funcionen. Lo que sí creo es que hay un presidencialismo "desbocado", por así decirlo.
Sobre el punto 2, diría que al final las distintas formas de protesta se canalizaron y concentraron en la lucha en el Congreso. Creo que el gobierno llevó el debate a ese terreno, porque sino se trataba de confrontación pura. Prueba nuevamente de que las instituciones funcionan, pese a la presión del ejecutivo. Diría también por eso es que el asunto de la votación fue tan dramático.
Sobre el punto 3, hasta donde sé, el discurso confrontacional estuvo en ambos lados. El gobierno arrancó más confrontacional, después corrigió y cedió algo, pero muy tarde; ya la moviización en contra había tomado cuerpo.
Sobre el punto 4, creo que tienes razón en que me equivoqué al hablar de "peronismo kirchnerista", debí hablar de la "coalición kirchnerista". Esa coalición es la que se desarmó, más allá de lo de Cobos. Se suponía que el gobierno tenía más fácil la votación en el senado que en diputados. Sí insistiría en que hubo problemas de sobreestimación de la fuerza de la coalición y de la magnitud de la oposición: no me suena que solamente la "oligarquía" sea capaz de armar un desafío tan grande al gobierno. Algo más está pasando.
Para adelante, espero que el acercamiento de los "blandos" de ambos bandos permitan una negociación que reduzca la polarización y permita que el gobierno avance algo en el tema impositivo; y que se aislen un poco los duros de ambos lados. También creo que el ala más "oligárquica" de los agrarios quedaría aislada si empuja el carro más allá de lo que debería.
En fin, gracias por el comentario, tú estás allá y estás obviamente más al tanto que yo de estos asuntos. Si tienes por ahí una crónica u opinión de lo sucedido, y quieres publicarla acá, bienvenida. Saludos.
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