domingo, 23 de diciembre de 2007

Barrantes: vicios privados, vicios públicos

El 5 de diciembre pasado se realizó un homenaje a Alfonso Barrantes en la Casona de San Marcos, al conmemorarse el séptimo aniversario de su fallecimiento (ocurrido el 2 de diciembre de 2000). No tuve tiempo para hacer un comentario al respecto, lo hago ahora, más vale tarde que nunca.

Es evidente que Barrantes es la figura política más importante de la izquierda durante la década de los años ochenta, la década “de oro” de la izquierda peruana, cuando se convirtió en la segunda fuerza política del país. Este logro hubiera sido imposible sin él; la política en general, y la nuestra en particular, es muy personalista. Barrantes logró cambiarle la cara a la izquierda peruana de la década de los setenta, marcada hasta entonces por el estilo de líderes como Hugo Blanco, Genaro Ledesma o Jorge del Prado. La izquierda aparecía rabiosa, sin propuesta, agitadora, violenta, marxista-leninista, dogmática, atea, insurreccional. Barrantes apareció y sacó de cuadro a todos; tenía un estilo de tranquilo y cortés profesor provinciano, era católico, tenía chispa, sentido del humor, una gran capacidad de comunicación, hablaba sencillo, sin grandes rollos ideológicos, se presentaba como un hombre amable, accesible. Este personaje se convirtió en el gran referente político de la izquierda para la gente común (el “tío frejolito”), de allí su arrastre electoral y popularidad. Barrantes amplió la convocatoria de la izquierda más allá de sus bases organizadas tradicionales, llegó a otros sectores populares y a sectores medios. También fue una persona honesta y modesta, cuestión importante que se debe resaltar. Muchos recuerdan al final de sus días a Barrantes haciendo su cola en el seguro social. No se enriqueció haciendo política.

Para mí lo más importante, visto retrospectivamente, es que desde inicios de la década de los años ochenta Barrantes tuvo el acierto y el coraje de marcar una línea clara de deslinde con Sendero Luminoso (cuando el conjunto de la izquierda era tremendamente ambigua), y de proponer el diálogo con otras fuerzas y el acuerdo nacional para enfrentar los problemas y como medio de “acumulación de fuerzas” para la izquierda, en vez de una lógica de pura agitación y confrontación.

Yo tenía 15 años cuando Barrantes se convirtió en presidente de IU en 1980, y su figura fue decisiva para que desarrollara una identidad de izquierda, a pesar de que todo mi entorno familiar fuera contrario a ese camino. Tenía 18 cuando ganó la alcaldía, y estaba en el primer año de estudios universitarios. Al entrar a la facultad de ciencias sociales, en 1985, una de las primeras cosas que hice fue enrolarme como practicante en la Oficina de Participación Vecinal de la Municipalidad de Lima, en el proyecto especial Huaycán, con el que la facultad tenía algún tipo de convenio, a través de Isabel Yepes. Recuerdo que también estaba involucrado el Centro Ideas, a través de Marina Irigoyen.

En Huaycán los practicantes éramos pinches típicos, mi chamba era básicamente pegar afiches y publicitar las distintas campañas del municipio (de salud, básicamente), y ser mensajero de convocatorias de reuniones y comunicaciones entre la oficina de participación vecinal y los dirigentes de las distintas zonas. Nada muy emocionante, aparentemente, pero en realidad sí lo era para quienes lo hacíamos (especialmente para mí y mi pata Ricardo Caro), y hoy lo recuerdo como una experiencia fundamental en mi formación. En Huaycán trabajábamos con la arquitecta Silvia de los Ríos, quien hoy trabaja en CIDAP, y con Linda Zilbert, a quien le he perdido la pista.

Huaycán era un proyecto urbano diseñado por el arquitecto Eduardo Figari, con un planteamiento que buscaba promover la organización popular y la vida comunitaria: las puertas de las casas estaban dentro de las manzanas, como en quintas, y no daban a la calle; se privilegiaban los espacios comunitarios, antes que los de propietarios individuales. Ideas quiméricas: la gente no quería eso, y construyó al final a su modo, como puede verse hoy. Figari era militante de VR, si no me acuerdo mal... sí, Figari, quien años después diseñó Larcomar y hoy está en FORSUR con Favre, vueltas que da la vida. Como todos saben, Huaycán era también “zona roja”: más de una vez nos cruzamos con gente del MRTA y de SL volanteando por ahí, alguna vez vimos la figura de la hoz y el martillo ardiendo en los cerros por la noche. Pudimos conocer a muchos esforzados dirigentes populares de varios partidos, pudimos admirar la chamba de la gente para convertir un terreno lleno de rocas y arena en una ciudad, pudimos ver cómo se hacía política en una zona altamente conflictiva, asistiendo a asambleas y conversando con todo tipo de gente, zona que ya empezaba también a militarizarse (nos tocaron también batidas y regresos a Lima apurados antes del toque de queda). Sobre todo esto ver el informe de la CVR:

http://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/TOMO%20V/SECCION%20TERCERA-Los%20Escenarios%20de%20la%20violencia%20(continuacion)/2.%20HISTORIAS%20REPRESENTATIVAS%20DE%20LA%20VIOLENCIA/2.13%20LA%20VIOLENCIA%20EN%20HUAYCAN.pdf

Bueno, pero yo estaba hablando sobre Barrantes. En Huaycán descubrí algo que mucha gente dentro de la izquierda sabe: Barrantes era un estorbo dentro de la municipalidad. Era una excelente cara pública, gracias a él se ganó la elección, pero era terrible dentro. En Huaycán y en Participación Vecinal descubrí, para mi sorpresa, que Barrantes frecuentemente boicoteaba actividades y programas del municipio por pura mezquindad política. Barrantes solía decir que él no iba a trabajar para Patria Roja o para el PUM o para cualquier otro grupo que "se aprovechaba de él", entonces saboteaba actividades de unas oficinas o el trabajo en algunos barrios, para no “beneficiar” a partidos que tenían “presencia” en esas zonas. En Huaycán me consta que no quiso estar en algunas inauguraciones de obras porque esas eran zonas “de Patria Roja”. Muchas personas que trabajaron en la Municipalidad saben que la gestión funcionó gracias al equipo encabezado por el Teniente Alcalde, Henry Pease, y a pesar de Barrantes. Las cosas funcionaban bien cuando Barrantes estaba de viaje (ocasión bastante frecuente, por lo demás), y se trababan cuando regresaba... (sigue)

Post completo en:

http://martintanaka1.blogspot.com/2007/12/barrantes-vicios-privados-vicios.html

14 comentarios:

Eduardo Villanueva Mansilla dijo...

Interesante recordar esos años. Recuerdo como Barrantes fue visto por algunos como la única oportunidad de crear un proyecto político viable por su popularidad, o por lo menos por la percepción de su popularidad, lo que mostró ser una equivocación severa porque en realidad nunca terminamos de aceptar lo que la evidencia indicaba, que la popularidad de la izquierda era apenas el reflejo del esfuerzo por sintonizar con demandas populares que no tenían necesariamente un componente político "real". La manera como el electorado de izquierda corrió hacia Belmont fue el mejor ejemplo de ese error de percepción. Confundir el entusiasmo por la movilización de una cantidad significativa de gente frente al tamaño real del electorado, la manera como las marchas hacían cree a todos que el pueblo estaba en las calles con nosotros.

Barrantes fue sin duda la primera víctima de ese "campo de distorsión de la realidad", puesto que apostó todo a él mismo ser, pero en realidad toda la izquierda sufrió lo mismo. Sin duda, si la crisis del gobierno alanista no hubiese tenido la magnitud que alcanzó, tal vez la apuesta barrantista hubiera funcionado; esa idea que circulaba por la izquierda que Barrantes había entregado la alcaldía al Apra el 86 a cambio del apoyo de Alan el 90 ya indicaba esa perspectiva.

A la larga, el desastre de fines de los ochenta despedazó todo; incluso, es posible que una izquierda institucionalizada (políticamente, claro está) habría fracasado igual el 89 y el 90. Pero lo cierto es muy pocos intentaron que el proyecto existiese, ya no que funcionara; e incluso aquellos que lo intentamos no tuvimos la capacidad de percibir la escala del cambio que sufrió el país en esos años.

Anónimo dijo...

pero... si ya tenemos un gobierno con cierta tendencia socialdemócrata, para qué la izquierda? No estamos siguiendo justamente la vía de los otros países latinoamericanos con el Apra?

Ernesto dijo...

Como bien dices estos comentarios hay que hacerse.

La izquierda en general tiene su deuda con el Peru por haber caido en esos lios internos que impidieron hacer frente al crecimiento del FREDEMO, y que a la larga derivaron en el surgimiento de Fujimori.

Seria bueno, ya 20 años despues hacer un analisis de lo que significo el congreso de Huampani, pues coincide con una epoca que muestra que desde el 87 la opcion de izquierda empieza a caer en picada mientras crecia la de MVLL, es lamentable que siendo entonces una alternativa con reales opciones de llegar al poder hayan dilapidado todo ese capital humano en esas guerras intestinas.

El resultado 20 años despues lo seguimos viendo, no hay una propuesta de izquierda consistente, a lo sumo cierto caudal votante que en su momento pudo haberla visto como opcion pero que ahora mueve sus votos conforme lo que pase.

Y con respecto a lo que dice Villanueva, la izquierda fue parte de ese cambio, con su inaccion dejo que el protagonismo pasara a manos de otros, porque a efectos practicos el analisis de lo ocurrido con la caida del muro no era algo que entonces importara al votante de izquierdas de base, sino su dia a dia con la hiperinflacion el terrorismo y el temor del shock de MVLL, y contra ese escenario la izquierda se cerro en sus peleas internas.

Eddie Gelprem dijo...

Una cara dual, pero real la que muestras de Barrantes.

Me pregunto hasta que punto hasta el más pintado de nuestros líderes guarda dentro de sí el vicio de favorecer la desinstitucionalización, que le sigue restando poder a los partidos, así como crea figuras transitorias.

Anónimo dijo...

tal vez esa mezquindad y boicoteos era el afan de unificar pero a las malas

Anónimo dijo...

Tiempos aquellos no?, no lo digo porque haya vivido esa experiencia, pues hacia 1990 recién tenía 9 años de edad.

Anónimo dijo...

Lo positivo de Barrantes, al margen de sus vicios privados y/o públicas virtudes (más que a Maquiavelo o a Mandeville, el título me suena a una película porno promocionada ad infinitum por el viejo cine Le Paris) fue que, a diferencia de muchos ex-izquierdistas que hoy (sin previa solución de continuidad) se reciclan en las ONG o en la burocracia, asumió con honestidad su posición socialdemócrata, incluso antes de la caída del Muro de Berlín.

Las mismas comparaciones entre Barrantes y otros líderes de la difunta IU son odiosas. Ahí tenemos a Cucho Haya en la APCI, de cancerbero de las ONG; a Henry Pease en Perú Posible, escamoteando escandalosamente (¿por amor al arte?) el tema de la "renta básica"; a Tany Valer de asesor de Absalón Vásquez; a Genaro Ledesma suplicando al Congreso que publique sus insufribles "Pulgas del juicio final".

¿Por qué ver en Barrantes al único culpable de la debacle de la izquierda peruana? Ya vemos como han terminado sus adversarios, que en teoría eran líderes bastante más radicales. Al menos, quedará para la historia que el bueno del "tío Frejolito" no se manchó las manos con dinero sucio ni hizo quecos a los "compañeros equivocados" de Sendero Luminoso. En nuestro país, eso ya es bastante.

Anónimo dijo...

Qué interesante este post y también muy interesante el comentario de Eduardo.

Respecto de la experiencia de IU, para mí resultó siempre esquizofrénico el discurso y la práctica de la dirección: el primero de unidad y la segunda de facción. Yo milité en dos bases (una distrital y otra en la PUC), en las que la falta de acuerdos y el sabotage a nivel dirección se sentían pero, afortunadamente, se resolvían alrededor de las necesidades de nuestra militancia de base y los problemas que queríamos atacar en nuestro distrito o en la universidad.

La experiencia en la PUC fue particularmente interesante: Tuvimos independencia como base (eramos independientes frente a la base distrital de San Miguel), nuestro comité electoral fue brutalmente imparcial, desarrollamos nuestro propio sistema de evaluación de la militancia, construimos grupos de influencia, hicimos negociacianos acertadas (así las consideré yo, al menos). Algún día a alguien se le ocurrirá escribir sobre ese "congresito" en el local de las Manuelas. Yo, por cierto, he guardado las fotos, no sé en donde pero las tengo...

Anónimo dijo...

Pregunto ¿Quien gano, quien perdiò?
Ganaron los otros bandos lógico, ganaron también los que aprovechandose del proceso sacaron su partecita: ONGs, burócratas y gente corrupta que también hubo tanto en la gestión pública como gremial de la izquierda.
Perdió el pueblo que veia como "sus líderes" se peleaban y mezquinaban entre ellos, incluyendo al tal Pease que finalmente logrò hacerse del liderazgo y seguir politicamente vigente.
Conclusión naufragó el proyecto y desde entonces la mayoría del pueblo no quiere saber de partiduchos mesiánicos que dizque los representan.
Prefiero no hablar de valores morales porque no creo eso sea posible en política. Pero la solución, para no quedarse llorando sobre hechos lamentables que ocurrieron, creo esta en ser consecuentes y más prácticos. Solo hay espacio para un partido de centroizquierda sólido y para muchas islitas radicales que precisamente por radicales siempre serán solo oposición.

Anónimo dijo...

Estimado Martín, comparto tu convencimiento respecto a la importancia que tienen las personas para dar cuenta de la política, y sobre cómo las características de las personas afectan el desempeño público, por lo que no deberíamos pasar estas cosas por alto.

Eso, por cierto, también vale para revisar y criticar el desempeño de nuestros líderes otras épocas de nuestra historia.

Los resultados en el mundo de la política, finalmente, es determinada a partir de conductas individuales.

Anónimo dijo...

leo todo el texto.
guardo silencio.
me permito un comentario: grande Pease.
ah, y que hacemos ahora con las glorias que aun viven y que nadie recuerda?

m.

Creaddor dijo...

Casi dos años después ...
Me sorporendes martín, me sorprendes co a ti te han sorprendido muchos ex ex ex militantes izquierdistas que ahora laboran y militan con el apra; o militantes que esconden la cabeza y muchas veces el cuerpo en universidades públicas y privadas; me sorprendes Martín como un ex (otro ex) premier sorprendio a Alfonso con su deslealtad.
Mirar por dentro es bueno, como tambien es bueno decir TODA la verdad, la de aquellos que callaban las mal-intencionadas de los militantes de las izquierdas.
Alfonso B. un boicoteador, has querido decir?. En algo concuerdo, los de izquierda, todos, se boicotean a sí mismos, no me digas que el bueno de la película es Henry Pease ... de verdad son una lástima.

Oe dijo...

interesante crónica.


lo que recuerdo de esos años, ademas del tio frejolito con su vaso de leche, era lo de tulio camotulio y su partido el pa pe pi po pum.

CAD 1236 - ALFONSO BARRANTES - HUAYCÁN dijo...

Hola

Les damos a conocer nuestro Taller sobre "Experiencias Pedagógicas en Educación Primaria" se coordinó y coorganizó entre el INSTITUTO DE PEDAGOGÍA POPULAR (IPP) Y EL CAD 1236 "ALFONSO BARRANTES", como parte de la implementación del Plan de Trabajo Anual.

Gracias por el apoyo y la difusión.