lunes, 31 de agosto de 2015

Ideas e intereses

Artículo publicado en La República, domingo 30 de agosto de 2015

Uno de los defectos más arraigados en la discusión pública en nuestro país, a mi juicio, es explicar la conducta de los personajes públicos desde sus intereses crematísticos. Es decir, si alguien apoya o está en contra de alguna causa, su conducta sería consecuencia de algún interés material. En los últimos días y semanas he leído o escuchado decir que si Rosana Cueva presenta el reportaje de las supuestas agendas de Nadine Heredia, es porque es asalariada del prófugo Ernesto Schutz; que si Rosa María Palacios cuestiona la veracidad de las mismas es porque es una asalariada del gobierno. En otros ámbitos, si Gonzalo Portocarrero cuestiona los plagios del Cardenal Cirpriani en El Comercio, lo hace para defender el salario que recibe de la universidad en la que trabaja. Más allá, si el Ministro de Economía promueve políticas favorables a la inversión privada, es porque la CONFIEP y los grandes empresarios “dictan” la política económica y busca una recompensa futura, gracias a la “puerta giratoria” que va del sector público al privado. En la otra orilla, si activistas u ONGs cuestionan proyectos mineros o denuncian violaciones a los derechos humanos, es porque han hecho de esas causas un medio de vida, una forma de enriquecimiento fácil. Cada uno puede pensar en más y más ejemplos de este tipo.

Por supuesto, en muchas ocasiones es cierto que las personas se mueven en función al puro interés, al cálculo crematístico. Y es cierto que en el mundo político y público hay extorsión, soborno, presión, de formas abiertas o sutiles y preocupaciones por la estabilidad laboral y los ingresos. Pero en general se subestima enormemente la importancia de lo que a mi juicio debería ser puesto por delante, que son las ideas. Por lo general, las personas actúan motivadas por lo que les parece correcto, conveniente, justo. El problema más bien es que en nuestro precario espacio público estamos tan divididos, existe tan poca comunicación, intercambio, conocimiento mutuo, que priman los estereotipos, los prejuicios, las incomprensiones. El otro nos resulta tan lejano y sus motivaciones tan incomprensibles, que su conducta solo puede explicarse por el más burdo interés. Pensar distinto a uno resulta así no solo incomprensible, sino inaceptable. Esto ayuda a entender el nivel de acrimonia y polarización que se encuentra en nuestro espacio público, cuando no existen grandes controversias o desacuerdos de fondo sobre el rumbo que debería seguir el país, a diferencia de lo que ocurre en otros países cercanos.

Deberíamos más bien esforzarnos en entender cómo se forman los sentidos comunes y las ideas de las personas que piensan distinto a uno. Algunos parámetros: del lado derecho, pesa mucho un “aprendizaje por trauma” formado a finales de la década de los ochenta e inicios de la de los noventa, que exagera el temor al Estado y las virtudes del mercado; del lado izquierdo, la vigencia de una arraigada “tradición radical”, explorada por José Luis Rénique.

sábado, 29 de agosto de 2015

A ocho meses de las elecciones

Artículo publicado en La República, domingo 23 de agosto de 2015

En la última encuesta de IPSOS, la gestión del presidente Humala es aprobada por el 17% de los ciudadanos. En agosto de 2010, la aprobación del presidente García llegaba al 31% (llegó a 42% en julio de 2011, al final de su mandato). En julio pasado, según IPSOS, Keiko Fujimori lideraba la intención de voto de cara a las elecciones del próximo año (con 36%), seguida por Pedro Pablo Kuczynski (17%) y Alan García (12%). Se registra además una suerte de empate triple en el tercer lugar, entre Alejandro Toledo (8%), César Acuña (6%) y Daniel Urresti (4%). La suma de las categorías “otro”, “blanco o viciado” y “no precisa”, llegaba al 16%. En julio de 2010, el primer lugar de la encuesta de intención de voto se veía empatado entre Keiko Fujimori y Luis Castañeda (22 y 20%, respectivamente), y por debajo de ellos había otro empate en el tercer lugar entre Alejandro Toledo y Ollanta Humala (14 y 12%, respectivamente). Por debajo de ellos, con porcentajes mínimos, aparecían Mercedes Araoz, Jaime Bayly (ambos con 4%) y Pedro Pablo Kuczynski (con 2%). La suma de las categorías “otro”, “blanco o viciado” y “no precisa”, llegaba al 18%. Recordemos que al final ganó Humala con el 28%, seguido por Fujimori con el 21%; en tercer lugar quedó Kuczynski, con el 16%, en cuarto Toledo con 13%, quinto Castañeda con 9%, mientras que los demás candidatos sacaron porcentajes menores al 0.3% de los votos emitidos. Y que en la elección de 2006 la votación también se concentró en cinco candidatos, que lograron sacar más del 5% de los votos (Humala con 26%, García y Flores con 20%, Martha Chávez con 6% y Valentín Paniagua con 5% de los votos emitidos).

Si estos antecedentes resultan relevantes, podría afirmarse entonces que los protagonistas de las elecciones del próximo año ya deberían estar definidos a estas alturas; algunos se elevarán, otros se desinflarán y otros desaparecerán. Como señaló bien Alfredo Torres hace unas semanas en el diario El Comercio (“Definiendo al próximo presidente”), entre agosto y diciembre estamos jugando algo así como los cuartos de final del campeonato, donde la verdadera disputa es quedar dentro de los cuatro o cinco primeros lugares, para desde allí intentar ya sea entrar a la segunda vuelta, o por lo menos evitar la desaparición política. Concuerdo con Torres en que los tres primeros parecen ya definidos, y el verdadero interés de acá a final de año será la definición del cuarto o quinto lugar. Asumiendo que Toledo y Acuña muy probablemente serán candidatos, no parece haber mucho lugar para las sorpresas. El oficialismo deberá definirse entre Daniel Urresti o Ana Jara, y la izquierda, con suerte, podría perfilar una candidatura, y evitar el desastre de 2006 (Susana Villarán, Javier Diez Canseco y Alberto Moreno apenas obtuvieron poco más del 1% sumando sus votos).

El problema para estos candidatos es que se están quedando sin tiempo. Y necesitan recursos para hacerse llamativos en las pocas semanas que quedan de acá a inicios de diciembre.

La apuesta de Matos

Artículo publicado en La República, domingo 16 de agosto de 2015

Nos dejó José Matos Mar a los 93 años de vida. Con una trayectoria tan larga y fructífera, hay mucho que comentar: su relación con la generación de Tello y Valcárcel, su relación con San Marcos, su papel en la fundación de la antropología como disciplina en el Perú, su relación con Arguedas, el núcleo político-intelectual que fundó el Movimiento Social Progresista y luego el Instituto de Estudios Peruanos, su manera de concebir y desarrollar esa institución, su alejamiento y estancia en México en el Instituto Indigenista, su terca insistencia en los temas que podríamos llamar de antropología urbana, su optimismo respecto a la “hazaña” protagonizada por la población andina migrante, clave de la democratización del país.

Pero me pregunto aquí por el futuro de la apuesta de Matos. Hace unos años reseñé aquí uno de sus últimos libros, Estado desbordado y sociedad nacional emergente. Historia corta del proceso peruano (2012). En él Matos cuenta una epopeya cuya primera etapa arranca en década de los años cuarenta del siglo pasado, en la que los pobladores migrantes andinos se convierten de “migrantes a ciudadanos”; en la segunda, que empezaría en la década de los noventa, se consolidaría la posibilidad de construir una verdadera “sociedad nacional” sobre esa base. La noción de que la población “chola” sería la base de una sociedad “verdaderamente” nacional había sido anunciada por Aníbal Quijano en la década de los sesenta, pero fue Matos quien se mantuvo fiel a esa apuesta política hasta el final. Ese optimismo se basaba en la idea de que los ciudadanos de origen migrante andino llevarían consigo antiguas prácticas culturales, formas de socialidad basadas en el trabajo colectivo, en la reciprocidad y el intercambio, que llevaban a Matos a plantear la posibilidad de un “neosocialismo andino”. Estaríamos hoy en la víspera de una etapa en la que la ciudadanía chola se expresará también en lo político, con lo que lograríamos finalmente una representación más auténtica del país, una institucionalidad reconciliada con la “sociedad nacional emergente y pluricultural”.

Podría decirse que hoy compiten dos imágenes contrapuestas de esa “sociedad emergente”: junto a la optimista que encarnó Matos, hay otra que advierte que en esa misma sociedad lo que prima en realidad es informalidad, vínculos con actividades ilegales, individualismo y pragmatismo exacerbado, resistencia a la autoridad, identidades corporativas. Hugo Neira ha insistido en caracterizar este mundo como anómico.

Podría decirse, sin pretender ser conciliador, que el magma social que tanto entusiasmó a Matos puede tener diferentes maneras de canalizarse, que ninguna está de antemano predefinida, y que el desenlace dependerá de lo que los actores y el Estado hagan en el presente y futuro. Y acaso no quepa como antes apostar por grandes actores colectivos, del sujeto de la revolución o de la historia. Acaso antes que en los sujetos, habría que apostar por las instituciones.

El Perú y la caverna platónica

Artículo publicado en La República, domingo 9 de agosto de 2015

En las últimas dos semanas los peruanos hemos asistido al espectáculo de la representación del poder político: el discurso del Presidente de la República, la elección del Presidente del Congreso, la instalación de su mesa directiva, la asignación de las presidencias de la comisiones, etc.

Sin embargo, como pocas veces antes, este ceremonial ha despertado escaso interés. Y no solo por la escasa legitimidad de nuestras instituciones y la baja popularidad de los líderes que las encarnan. También porque percibimos que el poder real pasa cada vez menos por quienes lo ejercen formalmente. Precisamente, mientras el Congreso y sus comisiones concentran la atención, el ejecutivo está haciendo uso de facultades delegadas para legislar en diversas materias.

Una antigua metáfora puede ser útil para ilustrar esto: la caverna platónica. Mientras los medios nos hacen ver un espectáculo de sombras y apariencias proyectadas en la pantalla, en realidad las decisiones que afectan la vida de todos los peruanos, se están tomando en otro lugar, fuera del escrutinio público, por encima o al lado de los mecanismos de representación formales. En ese mundo los políticos intervienen solo marginalmente: deciden los ministros que no son políticos, sus asesores, los estudios de abogados, y otros grupos de interés. También organismos multilaterales, redes nacionales e internacionales de expertos y tecnócratas; ONGs y universidades, en alguna medida. Cada vez es más claro que la toma de las decisiones más importantes respecto a lo que ocurre en el país no pasa por la política: los políticos están mayormente encerrados en jugadas de muy corto plazo y alcance, asociadas a maximizar sus escasas oportunidades para desarrollar carreras políticas exitosas.

Esta manera de funcionar la política peruana tiene efectos mixtos y ambiguos: de un lado, ayuda a entender la extraordinaria continuidad de las políticas orientadas al mercado y de ciertas políticas de Estado, que han permitido el crecimiento económico y la reducción de la pobreza; pero también ayudan a explicar la escasa legitimidad de las instituciones representativas, vaciadas de contenido. Esto explica la estabilidad de los últimos años, pero también la creciente dificultad para emprender reformas más ambiciosas; la continuidad, pero también la vulnerabilidad de lo avanzado.

Esto no significa tampoco que los políticos sean absolutamente irrelevantes; mantienen un importante poder de veto, que busca evitar una mayor censura pública y que usan para negociar alguna parcela de poder. Y en tanto representación no funciona, tampoco la sociedad logra ser parte del juego político formal: esto tampoco significa que sea irrelevante, porque también mantiene cierto poder de veto a través de la movilización directa y la protesta callejera.

Entender la política en el Perú requiere dejar de ver el fondo de la caverna, y buscar la verdad allá afuera.

PS. La próxima semana comentaré sobre la partida de José Matos Mar.

martes, 11 de agosto de 2015

Sistemas de partidos en América Latina


Acaba de salir publicado un libro que me parece interesante, que contiene un capítulo de este servidor: Mariano Torcal, coord.: Sistemas de partidos en América Latina. Causas y consecuencias de su equilibrio inestable. Barcelona, Anthropos editorial, 2015, 335 p.

ÍNDICE DE CONTENIDOS

Capítulo 1. Introducción: Institucionalización de sistemas de partidos. Concepto, medición, y consecuencias de su equilibrio inestable (Mariano Torcal)
1.1 Institucionalización de sistema de partidos. Concepto y medición.
1.2 Los procesos explicativos.
1.3 Consecuencias de la falta de institucionalización de los sistemas de partidos.
1.4 Contenido del libro.

Capítulo 2. Institucionalización de sistemas de partidos: ¿por qué es necesario un nuevo concepto? (Juan Pablo Luna)
2.1. Estructura conceptual aditiva y unidimensional: ¿qué problema presenta la medición de la ISP en el espacio y el tiempo?
2.2. Relación entre la estabilidad electoral y el arraigo programático: un modelo alternativo para los casos latinoamericanos.
2.3. Relación empírica entre estabilidad y arraigo (programático): pruebas disponibles y nuevas.
2.4. Factores explicativos institucionales, estructurales y de largo y corto plazo entre la volatilidad electoral y la estructura programática.
2.5. Conclusiones.
Anexo 2.1. Medición de las conexiones programáticas

Capítulo 3. Comparación de distintos indicadores de consolidación de sistemas de partidos. (Brian F. Crisp - Santiago Olivella - Joshua D. Potter)
3.1 Indicadores de la consolidación de sistemas de partidos.
3.1.1 Indicadores no basados en resultados electorales.
3.1.2 Resultados electorales que siguen patrones previsibles.
3.2. Relaciones entre los distintos indicadores electorales de consolidación de los sistemas de partidos en América Latina.
3.3. Una medida compacta de la consolidación de sistema de partidos.
3.4. Conclusiones.

Capítulo 4. Volatilidad endógena y exógena: una nueva medida de institucionalización. (Mariano Torcal e Ignacio Lago)
4.1 El argumento teórico: volatilidad endógena y exógena.
4.2 Operacionalización de la volatilidad endógena y exógena y sus distintos escenarios
4.3 Volatilidad endógena y exógena del sistema de partidos en 43 países: una evidencia empírica.
4.4 Volatilidad exógena y gobernabilidad
4.5 Conclusiones.

Capítulo 5. Estabilidad sin raíces: Institucionalización de sistemas de partidos en Brasil. (Cesar Zucco)
5.1 Institucionalización de sistemas de partidos.
5.1.1. Estabilidad en los patrones de competencia electoral.
5.1.2. Legitimidad.
5.1.3. Organización de los partidos.
5.1.4. Raíces en la sociedad: fisiología de los partidos "hidropónicos".
5.2. La funcionalidad del sistema de partidos.
5.2.1. Rechazo de candidatos externos al sistema.
5.2.2. Gobernabilidad.
5.2.3. Responsabilidad y representación.
5.3. Estabilidad no institucionalizada

Capítulo 6. Retornar a las reglas. El efecto de las instituciones: partidos y parlamentos en Brasil, Chile y Uruguay. (Daniel Chasquetti)
6.1. La consolidación del enfoque sobre la institucionalización.
6.1.1 Retornar a las reglas.
6.2. Institucionalización de los sistemas de partidos y carreras legislativas.
6.3. La institucionalización de los congresos: los casos de Brasil, Chile y Uruguay.
6.4. Institucionalización del sistema de partidos: una explicación integrada.
6.4.1. Un enfoque integrado para explicar institucionalización de sistemas de partidos.

Capítulo 7. Partidos y carreras políticas en Colombia y Chile: algunas de las consecuencias de la falta de institucionalización de los componentes del sistema de partidos. (Felipe Botero)
7.1. Reelección y duración de carreras políticas.
7.2. Reelección y éxito electoral.
7.2.1. Datos y variables.
7.2.2. Resultados de la estimación de los modelos.
7.3. Conclusiones.

Capítulo 8. El cambio político en el Cono Sur: institucionalización partidaria y alternancia en Argentina, Chile y Uruguay. (Daniel Buquet)
8.1. Democracia y sistemas partidarios en América Latina.
8.2. Sistemas de partidos en el Cono Sur.
8.2.1. Sistema de partidos argentino.
8.2.2. Sistema de partidos chileno.
8.2.3. Sistema de partidos uruguayo.
8.3. Estabilidad política y sistemas de partidos en el Cono Sur.
8.4. Conclusiones.

Capítulo 9. Agencia y estructura, y el colapso de los sistemas de partidos en los países andinos. (Martín Tanaka)
9.1. Estructura, instituciones y agencia en los colapsos de los sistemas de partidos.
9.2. Bolivia y Perú: similitudes estructurales, diferencias políticas.
9.3. Venezuela y Ecuador: conductas "suicidas" y la construcción de una legitimación plebiscitaria.
9.4. Colombia: el ejemplo del no colapso.
9.5. Conclusiones.

Capítulo 10. Nacionalización e institucionalización de partidos en la Argentina del siglo XX. (Noam Lupu)
10.1 Marco conceptual.
10.1.1 El concepto de nacionalización.
10.1.2 Nacionalización e institucionalización de partido.
10.2 Datos y métodos.
10.3 Patrones generales de nacionalización.
10.4 Explicaciones de la institucionalización de partido en Argentina.
10.5. Institucionalización de partidos e institucionalización de sistemas de partidos. 10.6. Conclusiones.

Capítulo 11. ¿Partidos hidropónicos en un sistema de partidos muy institucionalizado? El caso de Chile. (David Altman y Juan Pablo Luna)
11.1. Volatilidad electoral sistema de partidos.
11.2. Las raíces de los partidos en la sociedad.
11.3. Las organizaciones de los partidos.
11.4. Legitimidad de los partidos políticos.
11.5. Conclusiones.

Capítulo 12. Nivel de institucionalización del sistema de partidos y personalización de la política en américa latina (1990-2008). (José Enrique Molina Vega)
12.1. Nuevos liderazgos personales.
12.2. Sistema de partidos y resurgimiento del personalismo.
12.3. Volatilidad como indicador de la institucionalización.
12.4. Volatilidad, personalización e institucionalización en América Latina.
12.5. Conclusiones: consecuencias de la personalización radical de la política .

Capítulo 13. ¿Es importante la institucionalización de los sistemas de partidos? Ataques especulativos y receptividad democrática en Latinoamérica. (Daniela Campello)
13.1. Ataques especulativos y cambios en las políticas económicas.
13.2. Instituciones políticas y responsabilidad democrática.
13.3. Diseño de la investigación y análisis de datos.
13.3.1. Variable dependiente "cambio".
13.3.2. Variables independientes.
13.3.3. Resultados.
13.4. Conclusiones.

Capítulo 14. Institucionalización del sistema de partidos, anclaje electoral y desacuerdo con intermediarios políticos: España, México y Uruguay en perspectiva comparada (Gerardo Maldonado Hernández)
14.1. Marco teórico y argumento
14.2. Selección de casos: España, México y Uruguay en perspectiva comparada
14.3. Datos, operacionalizaciones y modelo
14.3.1. Los datos
14.3.2. La variable dependiente
14.3.3. Operacionalización del anclaje de los votantes
14.3.4. La operacionalización de la intermediación política
14.3.5. Otras variables independientes de control
14.3.6. Especificación del modelo
14.4. Resultados
14.5. Conclusiones

Capítulo 15. Conclusiones tentativas y una futura agenda de investigación. (Mariano Torcal)
15.1 Multidimensionalidad y medida
15.2 Antecedentes de la institucionalización
15.3 Consecuencias de la institucionalización

martes, 4 de agosto de 2015

Provocaciones patrióticas

Artículo publicado en La República, domingo 2 de agosto de 2015

En estas fechas suelen proliferar ciertos tópicos o lugares comunes según los cuales el Perú tendría problemas “de origen” porque empezamos la vida republicana heredando una sociedad dividida, excluyente, por lo que la independencia no habría interesado a las elites criollas limeñas, por lo que nuestra libertad habría sido impuesta por fuerzas militares extranjeras. Así, desde entonces arrastraríamos problemas de serias divisiones entre la élite criolla y la mayoría indígena, que se expresarían hasta hoy en la persistencia del racismo y en la no existencia de una nación: no habría nada que unifique a todos los peruanos.

Creo que es muy cuestionable la base central de ese discurso, que entiende a la nación como una comunidad homogénea y unida, que debe existir desde el inicio de la vida de los Estados, y que constituiría algo así como su “alma”. En realidad, las naciones son narrativas desarrolladas por los Estados para crear una unidad donde existe diversidad, y lo que hay son narrativas más o menos exitosas, como ha insistido Hugo Neira en varios libros recientes. Ciertamente el discurso nacional criollo que apela a la unidad detrás de las banderas del mestizaje no es el más convincente. También es útil mirar más allá de nuestras fronteras. Veríamos entonces que la nación es siempre un proceso inacabado.

Así, veríamos que en toda América se discute la ambigüedad de las elites criollas respecto a la conveniencia de la independencia (incluyendo Argentina, por ejemplo). Entenderíamos que en su momento no era evidente la conveniencia de una ruptura total con el orden colonial; pensemos por ejemplo en Brasil, en donde un orden monárquico de origen colonial se extendió hasta 1889, lo que le permitió una transición más ordenada y evitar lo que el historiador argentino Tulio Halperín llamó “el largo hiato”, el periodo de guerras civiles, inestabilidad y desórdenes institucionales que se dieron en el conjunto de América desde las guerras independentistas, que recién se resuelve hacia la década de 1870. Desde entonces, en todos nuestros países se establecieron órdenes oligárquicos fuertemente excluyentes (también en Chile, por ejemplo), en los que se combinaron concepciones racistas y discriminadoras, de allí que en el siglo XX se diera en toda la región el populismo como práctica política, con precisamente la promesa de la integración de los excluidos. Nuestro problema es que esa integración se dio tardía y desordenadamente con el velasquismo, mucho después que en otros países.

Finalmente, deberíamos repensar nuestro ideal de nación: no aspirar a la homogeneidad, sino igualarnos en el respeto y valoración de nuestras diferencias. El ideal de un Perú de “todas las sangres” al que aspiraba Argüedas es quizá lo que más se acerque a esta idea. En otros países, la búsqueda de la unidad entre lo diverso ha llevado a apelar a la noción de patria antes que de nación. Quizá deberíamos en el futuro aspirar a ser más patriotas antes que nacionalistas.

VER TAMBIÉN:

Gonzalo Portocarrero: "El Perú todavía no es una nación"