lunes, 31 de diciembre de 2012

2012-2013

Artículo publicado en La República, domingo 30 de diciembre de 2012

Llega nuevamente el momento de evaluar el 2012 y de especular sobre el año que empieza. Recordemos cómo veíamos al inicio el año que se va: el Consejo de Ministros presidido por Oscar Valdés se veía muy frágil, después de la rápida caída del de Salomón Lerner; se temía un giro “autoritario” del gobierno, y la implantación “a sangre y fuego” del proyecto minero Conga. A mediados de año se presentó una situación de polarización exacerbada e innecesaria, alimentada tanto por sectores de una izquierda que se radicalizaban y denunciaban la derechización y militarización del gobierno, y sectores del gobierno recelosos de los antiguos aliados de izquierda y que proponían precisamente un endurecimiento. Paradójicamente, estas visiones se complementaban y reforzaban entre sí, y llevaron a un callejón sin salida.

El gobierno empezó su segundo año con el Consejo de Ministros presidido por Juan Jiménez, que retomó el camino del diálogo, confirmándose la naturaleza esencialmente pragmática de aquél, y su apuesta por mantener la dinámica de crecimiento (para lo cual se ve como esencial la continuidad de la política económica), para así generar recursos que se puedan destinar a la política social. Se trata por lo tanto de un gobierno similar al de otros gobiernos progresistas de la región, pero con la gran diferencia de que no cuenta con un partido o una coalición política que lo sostenga; descansa sobre la gestión de técnicos independientes, que son al mismo tiempo su fortaleza (eficiencia, agenda sectorial), y debilidad (falta de orientación estratégica clara, de capacidades de operación política). Con todo, terminamos el año con la percepción de contar con un presidente y un gobierno que han logrado consolidar condiciones mínimas de operación política y de gestión, lo que se expresa en el aumento de la aprobación ciudadana a la actuación del presidente.

El presupuesto del 2013 trae algunas novedades que pueden ayudar a preveer el curso del próximo año. Este presupuesto es casi el triple del de hace diez años, el doble del de 2006, 13.5% más grande que el del 2012. Los programas de inclusión social tendrán un 67% más de recursos, 20% más en defensa e interior, se quintuplicará el presupuesto para atención de desastres, entre otros cambios importantes, y se calcula un crecimiento del 6%. En otras palabras, a finales de 2013, cuando lleguemos a la mitad de la gestión del presidente Humala, podríamos tener un gobierno con niveles de popularidad inéditos si los comparamos con las gestiones anteriores.

Por supuesto, todo esto debe ser puesto en condicional. Las debilidades en cuanto a capacidad de operación política siguen siendo las mismas, a pesar de los aprendizajes resultantes de los errores cometidos en el pasado. Con todo, el hecho de que 2013 se presente sin nubarrones significativos en el horizonte podría y debería hacer que el gobierno se plantee la posibilidad de implementar iniciativas y planteamientos de reformas más ambiciosas.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Gustavo Gutiérrez

Artículo publicado en La República, domingo 23 de diciembre de 2012

Si bien me considero agnóstico, he tenido una formación católica y siempre me ha conmovido el mensaje de su religiosidad. Este mensaje se simboliza por supuesto en dos grandes imágenes: primero, la de un dios que se hace hombre, que nace en una cuna humilde en medio de una historia de persecusión política; y segundo, la de un dios crucificado, un dios incomprendido que termina siendo víctima de aquellos a quienes pretende salvar, sacrificado, inmolándose por todos. Este dios, Jesús, predica un mensaje desde la humildad, desde una identificación con los marginados, con los que sufren.

Vistas las cosas desde este ángulo, la obra de Gustavo Gutiérrez siempre me pareció una de las maneras más cuerdas y razonables de entender el catolicismo, y de pensar en su vigencia en los tiempos actuales. Existe en el mundo un amplio debate sobre el sentido y el futuro de la religión, y hay quienes han defendido la necesidad de abandonarla, porque la consideran una fuente de consolación basada en ideas artificiosas, para adoptar una ética enteramente laica (Ronald Dworkin o Christopher Hitchens, por ejemplo). Hay otros que han buscado un nuevo sentido a la religiosidad, pero distanciándose de las religiones oficiales y encontrándoles un sentido secular y humanista (Richard Rorty, Gianni Vattimo, por ejemplo).

En este marco, destaca la obra del padre Gustavo Gutiérrez, quien recibió hace unos días merecidamente el Premio Nacional de Cultura, otorgado por el Ministerio de Cultura y Petroperú, en reconocimiento a su trayectoria. Me parece que cuando se habla de Gutiérrez se suele considerar a su libro Teología de la liberación. Perspectivas, de 1971, como el centro de su obra, cuando en realidad es apenas el inicio. Me parece que su hilo conductor está en considerar como lo esencial del mensaje cristiano la identificación de Jesús con los pobres, los humildes, los marginados, los que sufren; pero que esa identificación no debe llevar solamente a la caridad, sino a cuestionar las estructuras y contextos sociales opresivos e injustos, fuente de ese dolor.

En los años setenta la reflexión sobre estos temas asumía la forma de un examen sobre el papel de la iglesia latinoamericana y su compromiso social en un contexto de intenso cambio social y político. Más adelante, Gutiérrez extendió este razonamiento al sentido de la presencia de dios en medio del dolor y de la injusticia, en Hablar de dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job (1986). Más adelante, en En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las Casas (1992), Gutiérrez ilustra cómo el dominico dignifica a los indígenas americanos al considerarlos parte del mensaje salvador del dios hecho hombre también en ellos. Todo lo cual lleva a la necesidad de alguna forma de acción política.

Me parece que con los años, su línea argumental, lejos de envejecer, tiende a adquirir mayor relevancia. Bueno recordarlo en estas fiestas.

lunes, 17 de diciembre de 2012

El laberinto de la choledad

Artículo publicado en La República, domingo 16 de diciembre de 2012

Sigo con temas relacionados con la discriminación a propósito de la publicación de la segunda edición de El laberinto de la choledad: páginas para entender la desigualdad (Lima, UPC 2012), de Guillermo Nugent. La nueva edición cuenta con dos ensayos adicionales, un prólogo de Jorge Nieto, una introducción y un posfacio, en el que el autor reflexiona sobre la vigencia de su libro veinte años después de la primera edición.

Si bien el Perú de 2012 se muestra muy diferente al de 1992, la intención polémica del libro sigue siendo justificada por la sorprendente vigencia de las ideas que cuestiona. Esto hace que las tesis que defiende sigan sonando atrevidas, a pesar del tiempo transcurrido.

Nugent denunció en 1992 la persistencia de jerarquías discriminadoras en el Perú, expresadas en la imagen artificiosa de una “arcadia colonial”. Como respuesta a las migraciones y los cambios en las ciudades, las élites criollas buscaron recomponer un esquema de jerarquías y exclusiones en el que “cada uno tenía su sitio”, precisamente cuando lo que empezaba a hacerse más evidente era la mezcla y el encuentro entre mundos antes separados. En ese “laberinto” se forjó una jerarquización a través del “choleo”, en donde uno siempre es choleado por alguien y uno siempre cholea a otro, dependiendo de las circunstancias. En esta manera de denunciar la discriminación, Nugent reivindicaba implícitamente el espíritu democratizador proveniente desde abajo, y cuestionaba la idea según la cual ella era producto de una herencia de exclusión antigua, estática, mantenida a través de tiempo sin mayores cuestionamientos.

En la actualidad, para Nugent, el desafío de la lucha contra la discriminación sigue siendo vigente, pero en los último años se habría sustituido la tesis de la vigencia de una “tradición autoritaria de la herencia colonial” por la de considerar al racismo como la “patología central de la vida social peruana”. En esta lectura, la discriminación se fundamenta en la exclusión o subordinación de aquellos de origen indígena, perdiéndose de vista lo más importante, que es la “proliferación de formas particulares de inclusión para evitar formas generales de inclusión”. En este esquema, lo racial es un componente, pero no el más importante de la ecuación. Nugent caracteriza estas prácticas como fundadas en lo que antes se llamaría prácticas “gamonalistas” y que hoy califica como “encadenamiento jerárquico de argollas”.

Creo entender que Nugent sugiere que la denuncia del racismo como fuente de discriminación de alguna manera libera a todos de responsabilidad en la construcción de estas jerarquías excluyentes (nadie, o muy pocos, se consideran racistas, o lo son solo como “último recurso”): por el contrario, casi todos somos cotidianamente parte o víctimas de diferentes tipos de “argollas”. Otro de los puntos fuertes del libro, nos invita a una introspección, todos somos parte del problema, no es un problema de los “otros”.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La discriminación en el Perú

Artículo publicado en La República, domingo 9 de diciembre de 2012

La semana pasada comentaba sobre la persistencia de actitudes discriminadoras en nuestro país. El análisis puede complementarse con la información del Latinobarómetro 2011, en donde Perú aparece como un país en el que la discriminación es importante y se ubica por encima del promedio latinoamericano, pero no como uno de los países percibidos como más discriminadores, que serían Guatemala, Brasil, Bolivia y México. Así, cuando se pregunta por cuántos nacionales son discriminados, las respuestas en Perú (47%) se ubican ligeramente por encima del promedio de la región (45%); estos porcentajes bajan en todas partes cuando se pregunta a los entrevistados si son parte de algún grupo discriminado: el promedio de la región baja a 20% pero en Perú llega a un 28%, solo por debajo de Brasil, Bolivia y Guatemala. Cuando se pregunta por la raza como fuente de discriminación, en Perú se considera que un 39% de nacionales son discriminados por esa razón, cuando el promedio de la región es 36%. Si bien es claro que la “raza” se percibe como fuente de discriminación, en el Perú su rechazo no pasa por la reivindicación de la etnicidad como seña de identidad; por el contrario, este ha ido principalmente por la reivindicación de alguna forma de identidad mestiza. Según el Latinobarómetro, en Guatemala un 45% de los entrevistados se define como indígena; en Bolivia, un 27%; en México, un 19%; en Perú, apenas un 7% (en Brasil, un 30% se define como mulato o negro).

¿Cuál es el peso de la “raza” como fuente de discriminación? El consenso dentro de las ciencias sociales peruanas podría resumirse (groseramente, por supuesto), diciendo que somos un país que tiene una tradición histórica fuertemente jerárquica y discriminadora, en la que la etnicidad ha sido muy importante, pero que ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Así, en la actualidad las fuentes de discriminación serían variadas, y dentro de ellas lo “étnico” sería importante, pero tendería a ser subestimado y camuflado; respecto a cómo funciona la discriminación, se piensa que ella asume formas siempre cambiantes y fluidas, según el tipo de interacción social en el que las personas se encuentren, de allí que resulta tan difícil su comprensión. En este marco, resulta muy útil la lectura del libro La discriminación en el Perú. Balance y desafíos (Cynthia Sanborn, editora, Lima, Universidad del Pacífico, 2012); en general, los trabajos registran cómo interactúan en la discriminación la etnicidad, el entorno socio-económico general y el marco institucional. Así por ejemplo, Arlette Beltrán y Janice Seinfeld, y Juan Castro y Gustavo Yamada constatan la existencia de brechas étnicas en cuanto a los resultados que deja el acceso a la educación inicial, y a la culminación de estudios secundarios y matrícula en educación superior; pero esa brechas no tendrían necesariamente que ver con prácticas excluyentes y discriminatorias, sino con la escasa calidad de la oferta educativa.

VER TAMBIÉN:

Latinobarometro 2011

lunes, 3 de diciembre de 2012

Argumentos, año 6, n° 5, noviembre 2012

En este número...

COYUNTURA

Las elecciones en los Estados Unidos: actores, reglas y estrategias, 
John Polga-Hecimovich y Sofía Vera 

La reivindicación de una Cataluña independiente de España, 
Núria Sala i Vila 

La hegemonía se preserva: las elecciones presidenciales en Venezuela 2012, 
Thais Maingon 

La ley de consulta previa y las paradojas de la indigeneidad en la sierr a del Perú, 
Stéphanie Rousseau 

¿QUÉ ES SENDERO LUMINOSO HOY?

El genio y la botella: sobre Movadef y Sendero Luminoso en San Marcos, 
Pablo Sandoval 

Cada época marca a sus jóvenes: la opción armada y las motivaciones de los militantes de Sendero Luminoso,
Dynnik Asencios 

Sendero en la prisión: apuntes etnográficos sobre los senderistas del penal Miguel Castro Castro
Manuel Valenzuela 

Movadef: radicalismo político y relaciones intergeneracionales, 
Jefrey Gamarra 

CRÍTICA Y RESEÑAS

Entrevista a Elizabeth Jelin, 
Pablo Sandoval 

LAPOP 2012

Artículo publicado en La República, domingo 2 de diciembre de 2012

Acaban de aparecer los resultados de las últimas encuestas del Latin American Public Opinion Project (LAPOP), proyecto coordinado por la Universidad de Vanderbilt, que ya va en su quinta edición, que comprende 26 países de las américas y del caribe, siendo la mejor fuente de información disponible sobre la cultura política de nuestros países. La edición local aparece bajo el título Cultura política de la democracia en Perú, 2012: hacia la igualdad de oportunidades (Julio Carrión, Patricia Zárate y Mitchell Seligson, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2012).

Informes anteriores de LAPOP, así como los del Latinobarómetro, resaltaron que Perú es uno de los países con los más bajos niveles de apoyo a la democracia, al sistema político, y de confianza en las instituciones políticas, así como de confianza interpersonal. La novedad del informe de 2012 es que esos indicadores, aunque todavía bajos, muestran signos de recuperación, que parecen consecuencia del crecimiento económico, de la reducción de la pobreza y de la desigualdad ocurridas en los últimos años.

Llama la atención que Perú tenga los más altos niveles de percepción de inseguridad y de victimización de toda la región, y que Lima en particular sea percibida, junto con México D.F., como la ciudad más insegura. A diferencia de otros países, nuestra victimización pasa más por hurtos que por asaltos armados, pero igual esto hace que la violencia e inseguridad aparezcan como el principal problema del país, por encima de problemas económicos. Tenemos también los más altos niveles de participación en protestas: pero atención que en 2010 compartimos la punta con Haití, Argentina y los Estados Unidos, y en 2012 con Bolivia, Haití, Paraguay y Chile. Esta mezcla de países sugiere que las protestas solo son un problema cuando desbordan cauces institucionales y adquieren formas violentas.

Llama también la atención la persistencia de actitudes discriminadoras. LAPOP registra que en todos los países el color de la piel marca diferencias en la educación de los entrevistados; en Perú, tener la piel más clara implica dos años más de escolaridad que aquellos con piel más oscura. Bolivia y Guatemala aparecen como los países más discriminadores, y Perú integra un grupo medio junto a Brasil, México, Colombia, Ecuador y República Dominicana. De otro lado, si bien un 66% piensa que la pobreza es consecuencia de que las personas han sido tratadas de manera injusta, registramos con Guatemala, República Dominicana y Trinidad y Tobago los porcentajes más altos de quienes piensan que la pobreza es consecuencia de la cultura. Un 49.5% de nuestros encuestados piensa que los receptores de asistencia pública son “perezosos”, uno de los porcentajes más grandes de las américas. Eso ayuda a entender el atraso del Perú en cuanto a la implementación de programas de transferencia condicionada de dinero, que cuenta con el menor número de beneficiarios de toda la región, después de Honduras.

VER TAMBIÉN:

Latin American Public Opinion Project (LAPOP)
(con acceso a todos los datos de todos los países)

ACTUALIZACIÓN, 8 de diciembre

Cultura política de la democracia en Perú, 2012: hacia la igualdad de oportunidades (Julio Carrión, Patricia Zárate y Mitchell Seligson, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2012).