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Artículo publicado en Perú21, martes 26 de febrero de 2008
Al ver a los países vecinos, en todos encontramos líderes fuertes que han construido su legitimidad en contraposición con la "política tradicional", y se presentan a sí mismos como los fundadores de una nueva era. Los casos de Chávez, Morales y Correa encajan fácilmente en este cuadro, pero también el presidente Uribe, pese a las diferencias ideológicas que lo separan de los primeros. A pesar de que Colombia no ha pasado por una nueva asamblea constituyente como en los otros casos, Uribe ha intentado también cerrar o achicar el tamaño del Congreso, modificar aspectos sustanciales de la Constitución de 1991, recurrió a la convocatoria de un referéndum para aprobar cambios legales por encima del Poder Legislativo y, reiteradamente, se ha visto envuelto en agudas controversias con la Corte de Justicia y con la Corte Constitucional (nuestro Tribunal Constitucional).
La diferencia con Venezuela, Ecuador o Bolivia es que en Colombia la construcción de un fuerte liderazgo personalista, basado en retóricas antisistema, no se ha visto acompañada por un colapso del sistema de partidos. En los primeros casos, el desplome de los partidos implicó el desplome de la oposición, la desaparición de contrapesos efectivos a la acción de los gobernantes, lo que les permitió embarcarse en procesos de refundación institucional.
En realidad, este camino avanza hasta donde la oposición sea capaz de armar una barricada efectiva: en Venezuela, ello ha ocurrido recién hace poco con el referéndum de reforma constitucional ("por ahora", como le gusta recordar al presidente Chávez); en Bolivia, Morales avanza, pero enfrenta una dura oposición regional, no partidaria; y Correa, hasta el momento, avanza en su Asamblea Constituyente, donde el límite por el momento parece estar más en su capacidad de armar un movimiento que se construye sobre la marcha, antes que en la acción de la oposición. Por el contrario, en el caso de Colombia, los partidos tradicionales pesan mucho todavía, pese a su debilitamiento y al avance de nuevas fuerzas. Pesan también las instituciones, pese al cuestionamiento que sufren, y una importante capacidad de actuar de manera independiente y defender efectivamente sus espacios.
Sin embargo, en las últimas semanas empiezan a aparecer señales inquietantes en el horizonte. Después de la multitudinaria marcha en contra de las FARC de hace unas semanas, que el Gobierno logró capitalizar políticamente a su favor (en medio de la indefinición de sus opositores), se está planteando ahora una segunda reelección para el presidente Uribe, que podría terminar con la tradicional lógica política colombiana que, según el colega de la Universidad de Los Andes, Gary Hoskin, hace que todo ocurra de manera "lenta, conservadora e institucional".
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1 comentario:
Estimado Señor
Con mucho gusto quiero complementar a la información de su artículo: Colombia en el contexto regional:
- en el momento hay 65 congresistas colombianos en prisión, a ser juzgados por haber colaborado o ser representativos de los grupos paramilitares
- la mayoría de esos congresistas son integrantes de la alianza de gobierno de Uribe
- el gobernador de Antioquia (departamento de origen de Uribe) actual está en controversia por su vinculación con paramilitares
- el 6 de marzo se desarrollarán en Colombia marchas de protesta antiparamilitares
- el presidente de republiqueta AGP recibió a la marcha del 4 de febrero en su palacio
- existe un grupo corresponsal de los paramilitares colombianos en nuestro país?
- los paramilitares colombianos al igual que las FARC financian sus actividades con el narcotráfico, tienen influencia con la violencia en nuestro país?
saludos
Carlos Nieva
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