sábado, 31 de marzo de 2007

Un comentario más sobre los plagios y la censura (final)

Dos comentarios breves: el primero, sobre el plagio de Alonso Cueto. Creo que es importante dejar claro el punto, esto es de utilidad para los estudiantes. Ver:

http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=45306&seccion_nota=4

http://elanexodeocram.blogspot.com/2007/03/comparando-cueto-con-la-nacin.html

http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=45422&seccion_nota=4

Después de leer esto, sólo me cabe recordar que, según las normas de la PUCP,

"Plagiamos cuando:

- usamos las ideas de otro y no decimos de quién, y, especialmente cuando tomamos sus ideas textuales y no las colocamos entre comillas
- no citamos debidamente: es decir, cuando no damos a quien nos lee o escucha, la indicación suficiente como para que sepa de qué autor, libro, documento o circunstancia fue tomada la idea ajena.
(...) Basta que falte uno de ellos (las comillas o la referencia) para que se produzca el plagio.
(...) El plagio no depende de las intenciones del que toma ideas de otro, sino de un hecho objetivo: se puede plagiar aunque no se quiera hacerlo. Se puede plagiar, simplemente, por tener poca atención o poco cuidado".

[Ver: http://morenaescribe.blogspot.com/2007/03/un-regalo-para-alfredo-bryce.html]

En el caso de Cueto, creo que lo que corresponde es simplemente pedir disculpas. La idea de la referencia es que el interesado pueda llegar al texto original; y el propósito de la cita es que el lector pueda distinguir qué es escrito por uno, y qué es escrito por otro. Lo que se debe evitar es presentar, como si fuera de uno, el trabajo de otro. Leyendo lo de Cueto, la conclusión para mí es evidente: hubo plagio. Todos nos equivocamos, no se trata de lapidar a nadie: pero la cosa es aceptar la culpa, hacer propósito de enmienda, y seguir adelante. Pero si la culpa no se acepta, el error se puede cometer una y otra vez, y lo que es peor, se confunde a los demás, se da un mal ejemplo. Esto sucedió también con el caso de plagio de Rafael León.

Sobre lo de Santillana y Mariátegui, ver:

http://martintanaka.blogspot.com/2007/03/artculo-censurado-de-miguel-santillana.html

http://martintanaka.blogspot.com/2007/03/censura-en-diario-correo.html

Se suponía que el descargo de Mariátegui saldría publicado hoy sábado en la revista Somos, pero no ha salido. En fin, creo que no es, a estas alturas, estrictamente necesario para formarse un juicio.

El tema me interesó porque, como saben, yo también tengo una columna. ¿Qué pienso de todo esto? A ver: lo primero es definir la censura en un medio privado (censura estatal es otra cosa). Cada medio tiene su propia línea, y selecciona a sus colaboradores según ésta. Hace poco, por ejemplo, La República reorganizó su sección de opinión, y algunos de sus colaboradores se quedaron sin espacio. No se puede hablar de censura (sí de un error; han quedado relegados buenos articulistas de una nueva generación, como Gonzalo Gamio, Carlos Meléndez, Alberto Vergara y Eduardo Dargent, por ejemplo, pero ese es otro tema). Un director también tiene derecho a pedirle a un columnista que deje su espacio, por varias razones, referidas a su línea editorial, o la evaluación de la calidad de su trabajo. La cosa es que haya criterios claros, que no se preste a la arbitrariedad.

Creo que, cuando se impide la salida de un artículo, o se termina la relación con un columnista, por razones que no se justifican claramente por una línea editorial, se puede hablar de censura. Especialmente, cuando los textos censurados afectan a los editores de manera particular, no general. Ejemplo típico: te censuro para evitar que me critiques a mí o a un pariente cercano.

Desde este ángulo, creo que sí hubo censura. Me parece que el director mostró mucha sensibilidad cuando se atacó a una persona en particular, pero no cuando se ataca igualmente a otras (en ese caso, se suele invocar "tener más correa", o el principio de que "el que se pica pierde"). La justificación no está en la línea editorial de Correo, que se caracteriza por su permisividad extrema y por un pluralismo que es justo reconocer (que incluye habitualmente críticas y alusiones, en todos los tonos, a su director y a medio mundo). El por qué sucedió esto me parece secundario y especulativo, la cosa es que ocurrió.

Ahora bien, habiendo dicho esto, creo también que la queja de De Soto es totalmente legítima, por sentirse aludido de mala manera. Creo que el columnista debería disculparse (como pasa en el hemiciclo del congreso; si alguien se siente ofendido, se pide que se retiren las palabras ofensivas, se hace, y se sigue con el debate). Ya dije que en Correo esta norma de cortesía parece no seguirse, más bien impera aquello de "tener correa". Por eso creo que, en lo sucesivo, el director de Correo debería mostrar la misma preocupación que tuvo por la incomodidad de De Soto con todas las personas que son maleteadas en su diario o que se sienten ofendidas por algunos de sus colaboradores.

Finalmente: los méritos o deméritos personales de Aldo Mariátegui, Miguel Santillana o Hernando de Soto, son secundarios en esta discusión.

jueves, 29 de marzo de 2007

Huntington y la migración hispana en los EU


“Testing Huntington: Is Hispanic Immigration a Threat to American Identity?”
Authors: Jack Citrin, Amy Lerman, Michael Murakami, and Kathryn Pearson
Journal: Perspectives on Politics, Issue: March 2007

Samuel Huntington argues that the sheer number, concentration, linguistic homogeneity, and other characteristic of Hispanic immigrants will erode the dominance of English as a nationally unifying language, weaken the country’s dominant cultural values, and promote ethnic allegiances over a primary identification as an American. Testing these hypotheses with data from the U.S. Census and national and Los Angeles opinion surveys, we show that Hispanics acquire English and lose Spanish rapidly beginning with the second generation, and appear to be no more or less religious or committed to the work ethic than native-born whites.Moreover, a clear majority of Hispanics reject a purely ethnic identification and patriotism grows from one generation to the next. At present, a traditional pattern of political assimilation appears to prevail.

[Texto completo en: http://www.apsanet.org/imgtest/PerspectivesMar07Citrin_etal.pdf ]

El texto refuta el texto de Huntington, "The Hispanic Challenge", publicado en la revista Foreign Policy (marzo-abril 2004) en el que dice:

"The persistent inflow of Hispanic immigrants threatens to divide the United States into two peoples, two cultures, and two languages. Unlike past immigrant groups, Mexicans and other Latinos have not assimilated into mainstream U.S. culture, forming instead their own political and linguistic enclaves - from Los Angeles to Miami - and rejecting the Anglo-Protestant values that built the American dream. The United States ignores this challenge at its peril"

El texto completo de Huntington puede verse en:
http://cyber.law.harvard.edu/blogs/gems/culturalagency1/SamuelHuntingtonTheHispanicC.pdf]

Revista de Estudios Sociales (U. de Los Andes, Bogotá)


La Revista de Estudios Sociales (RES) es una publicación cuatrimestral creada en 1998 por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes [Bogotá, Colombia] y la Fundación Social. Su objetivo es contribuir a la difusión de las investigaciones, los análisis y las opiniones que sobre los problemas sociales elabore la comunidad académica nacional e internacional, además de otros sectores de la sociedad que merecen ser conocidos por la opinión pública. De esta manera, la Revista busca ampliar el campo del conocimiento en materias que contribuyen a entender mejor nuestra realidad más inmediata y a mejorar las condiciones de vida de la población. La estructura de la Revista contempla seis secciones, a saber:

El Editorial destaca aspectos que merecen la atención de algún miembro del Comité Editorial y que están relacionados con los temas del número que se publica.

El Dossier integra un conjunto de versiones sobre un problema específico en un contexto general y presenta resultados de investigaciones científicas sobre la base de una perspectiva crítica y analítica. También se incluyen textos que integren resultados sobre investigaciones en las que se muestra el desarrollo y las nuevas tendencias en un área específica del conocimiento.

Otras Voces presenta problemas que pueden tener cabida en otras secciones, pero que tienen perspectivas diferentes a la de los artículos del Dossier. Son trabajos que muestran los resultados preliminares de investigaciones o de reflexiones sobre un tema, reportes de caso o revisiones bibliográficas sobre un área del conocimiento.

El Debate responde a los escritos de las secciones anteriores y también presenta entrevistas de conocedores de un tema particular.

Documentos difunde una o más reflexiones, por lo general de autoridades en la materia, sobre temas de interés social.

Lecturas muestra adelantos y reseñas bibliográficas en el campo de las Ciencias Sociales.

La estructura de la Revista responde a una política editorial que busca hacer énfasis en ciertos aspectos, entre los cuales cabe destacar los siguientes: proporcionar un espacio disponible para diferentes discursos sobre teoría, investigación, coyuntura e información bibliográfica; facilitar el intercambio de información sobre las Ciencias Sociales con buena parte de los países de la región latinoamericana; difundir la Revista entre diversos públicos y no sólo entre los académicos; incorporar diversos lenguajes, como el ensayo, el relato, el informe y el debate, para que el conocimiento sea de utilidad social; finalmente, mostrar una noción flexible del concepto de investigación social, con el fin de dar cabida a expresiones ajenas al campo específico de las Ciencias Sociales.

[La revista está disponible en internet, en http://res.uniandes.edu.co/]

La generación de los 80 en la PUCP y el "quinto suyo"


Sr. Editor [del diario Perú 21]:

Leo en la columna de Martín Tanaka en su diario una lista de personajes que él recuerda como parte de su experiencia en la Universidad Católica de los años 80 y, aunque entiendo por qué –ya no estamos allí -, aún así me llama la atención que en esa lista no figuran casi los académicos del Quinto Suyo salidos de las aulas de la PUCP. Somos los que no encontramos espacio para hacer investigación en el Perú, los que salimos por unos años y no pudimos regresar del todo. Las razones son muchas y muy variadas, como la forma que toman nuestros sueños de volver.

La verdad es que seguimos volviendo, de a pocos, sin bombos ni platillos, sin programas de televisión, sin libros con ventas récord. Nadie hace, y con razón, copias piratas para vender en las calles de nuestros artículos académicos en los que tratamos de conjugar las exigencias de nuestros campos de estudios y nuestro deseo enorme de ayudar al país. En las sociedades académicas del vasto Quinto Suyo que habitamos, justificamos nuestro tema de estudios (el Perú, sus formas de organización social y política, su historia, su desigualdad económica, sus lenguas, su cultura, su literatura por sólo mencionar algunos) y, en la sociedad que quedó grabada en nosotros en esos años ochenta en los que todas las avenidas se fueron cerrando y las soluciones se acababan a cada minuto, tratamos de hacer potables marcos teóricos circonvolutos para quienes necesitan con urgencia soluciones prácticas. Y así quedamos, entre aquí y allá, siempre con ganas de ayudar, siempre marcados por esos años ochenta, por un ambiente en el que el cambio era posible, las soluciones podían ser académicas y la realidad se volvía cada vez más terrible que cualquier ficción.


Liliana Sanchez
Associate Professor
Rutgers UniversityDepartment of Spanish and Portuguese
105 George St.New Brunswick, NJ 08901

http://www.rci.rutgers.edu/~lsanchez

OTRA:

Sobre la PUCP en la década de los años 80 ver también, de Javier Torres, "Recuerdos de la PUCP".

http://www.ser.org.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=345&Itemid=112

martes, 27 de marzo de 2007

Artículo ¿censurado? de Miguel Santillana

Hola, esta mañana Miguel Santillana me envió el último artículo que mandó a Correo, y que no salió publicado. Lo reproduzco más abajo. Esta mañana también me llamó Aldo Mariátegui, para darme su versión de los hechos, y decirme que iba a presentar sus descargos a través de una carta a la revista Somos, donde también apareció, el sábado pasado, la carta de Santillana publicada en Caretas. Como se imaginarán, Aldo tiene una defensa, cuya consistencia ya evaluarán. Le dije que todos esperamos sus descargos públicos. Ciertamente, el tema de la censura a Santillana es sorprendente, dado el estilo de Mariátegui en Correo, y el tipo de colaboradores que tiene, que van desde Bedoya Ugarteche hasta Breña Pantoja (por mencionar dos polos ideológicos). Después de la carta de Mariátegui haré un breve comentario. Juzguen por ustedes mismos.


HdS y el ILD:¿Les falta esquina?
Por Miguel E. Santillana

Visitando los AA.HH (predios de 80 a 120 mts2 cuyo valor fluctúa entre S/. 660 a 1,040), las Cooperativas y/o las Asociaciones de Vivienda (de 160 a 220 mts2, valor entre S/. 10,500 a 14,000), se dará uno cuenta que significan años de sacrificio y esfuerzo familiar, que no están dispuestos a timbear haciendo una PYME que tiene una alta probabilidad de fracaso y/o que sólo es una estrategia de sobreviviencia.

Los propietarios no consignan el valor real del auto-avalúo (que les sirve para adquirir derechos) ni hacen declaración de fábrica pues no quieren pagar los correspondientes impuestos municipales.

Que una entidad crediticia les solicite la hipoteca del predio como garantía es sinónimo de embargo, de pérdida de la propiedad. ¿Arriesgaría? Claro, si la entidad es del Estado; pues se sabe que el gobierno de turno jamás les cobrará.

El acceso al crédito se da por una cadena de usureros, que les prestan a altos intereses y corto plazo. Se ponen en riesgo algunos bienes como el televisor, el estéreo, la cocina, etc. El otro ingrediente con el que trabajan los usureros es el del desprestigio: van contándole no sólo a otros prestamistas sino a la población entera que la familia tal es morosa. Aquí el servicio se recibe cuando se requiere sin mucho trámite; genera un tipo de deuda subjetiva imposible de calcular, sobretodo cuando el préstamo tiene que ver con una emergencia familiar.

Jorge “El Negro” Arévalo, columnista de Correo-Piura está terminando de escribir “El Otro Hernando de Soto” donde describe: (a) sus años en el ILD (1991-1992) como parte del equipo que hizo la propuesta de Reforma Constitucional, y (b) como Gerente de Campo de COFOPRI (1996-2000). En el primer episodio, describe cómo a través de ex dirigentes de izquierda llegan a los sectores populares en todo el país para hacerlos firmar lo que finalmente el ILD propone. En el segundo, cómo ante un oferta del re-electo Fujimori de hacer realidad sus ideas, HdS se chupó; lo que dio lugar a que Edgardo Mosquiera y otros ex ILD asuman el reto (pero que otros se coman el jamón). Las descripciones del ego, distancia y megalomanías del personaje son muy sabrosas.

El 26 de Marzo próximo, en la prestigiosa Brookings Institution de Washington se presentará un estudio que pone a prueba todo el rollo de HdS y ILD, en base a las encuestas que mandó hacer COFOPRI el año 2000 y el 2004. Por los resultados preliminares a los que he tenido acceso, seguro dirán que están conspirando con los notarios de Lima.

Los noventa años de la PUCP y mi generación


Artículo publicado en Perú21, martes 27 de marzo de 2007


El 24 de marzo se celebraron los 90 años de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en el marco de discusiones sobre los desafíos que deberá enfrentar en el futuro y de merecidos homenajes por su aporte al país. Me sumo con un pequeño comentario sobre mi generación en la PUCP.

Recuerdo a muchas personas con las que coincidimos en las aulas, patios, cafeterías y bibliotecas: entre las hoy relativamente conocidas podría mencionar a Jaime Bayly, Cecilia Valenzuela, Sol Carreño y Carmen de Piérola; Víctor Samuel Rivera; Aurelio Pastor, Pedro Gamio y Javier Barreda; Anel Townsend y Guillermo González Arica; Mario Saldaña, Miguel Santillana y Gustavo Guerra; Percy Medina y Sandro Venturo; Jorge Frisancho, Grecia Cáceres y Monserrat Álvarez; Claudia Salem y Phoebe Condos; Rosamar Corcuera y Francisco Guerra; y Maritza Garrido (hubo también células de Sendero Luminoso y del MRTA en la PUCP). Estos nombres, entre muchísimos otros, son una pequeña muestra de la amplitud de los caminos que seguimos quienes pasamos por sus aulas a lo largo de la década de los 80, consecuencia de la formación plural que recibimos.

Creo que mi generación está marcada porque nos tocó vivir lo último de una época de intensa politización que provenía de la década de los años 70 y, al mismo tiempo, el final de esa época. Cuando varios nos animábamos a ser parte más orgánica de diversos proyectos políticos, nos tocó vivir el fracaso del primer gobierno aprista, la división de la Izquierda Unida, la derrota del Fredemo y el desmoronamiento de Sendero Luminoso y del MRTA. Es decir, nos tocó ser la última generación politizada, pero la primera en vivir el final de las utopías. Este cambio se expresó en nuestras vidas, en que todos pasamos de alguna u otra manera por renuncias, sacrificios, resentimientos, frustraciones, exilios, reajustes y reconversiones.

Cuando el mundo de las utopías terminó, sentimos que las múltiples derrotas que hubo, que también sentimos como nuestras, no fueron nuestra responsabilidad: fueron de nuestros líderes, ideólogos, dirigentes, a quienes, a decir verdad, nunca les creímos el cuento del todo. Creo que de allí nos viene una suerte de tono escéptico, pero sobre la base de una formación que por un momento creyó en que era posible pedir lo imposible.

He hablado de "generación" aunque no podamos decir que hayamos formado propiamente una, no al menos como se ha entendido a las generaciones de los años 50, 60 y 70, que articularon, mal que bien, propuestas intelectuales, artísticas y proyectos políticos. Tal vez ya no sea posible pensar en "generaciones" como las de antes, en un mundo tan diverso, complejo y cambiante como el que tenemos ahora. Como sea, creo que todos estaremos de acuerdo con que los intensos años que pasamos en la PUCP fueron definitorios para marcar nuestras maneras de ser y pensar, de ver el mundo, y de entender nuestro desarrollo personal y nuestra contribución al país.


COMENTARIO ADICIONAL: La lista de nombres de más arriba ni es, ni pretende ser exhaustiva. Sólo puse algunos nombres de gente que recuerdo de esos años, como digo, relativamente conocida el día de hoy. Ojo, y que las recuerde yo no implica que ellas me recuerden a mí. Sí se me pasó una persona que debí haber incluido: nada menos que el ministro de economía Luis Carranza, lo recuerdo cercano a Gustavo Guerra. Hay muchas otras personas con las que coincidí en la universidad, pero no las incluí porque no las recuerdo de esos años, más bien las conocí después: por ejemplo, la ministra Verónica Zavala, Rosa María Palacios, Aldo Mariátegui, Juan Carlos Valdivia, entre muchísimos otros. Nuevamente, expresión de la pluralidad de caminos que seguimos los egresados de la PUCP.

domingo, 25 de marzo de 2007

Entrevista a Jürgen Habermas, sobre Europa

Tomado de: http://www.signandsight.com/
2007-03-23

What Europe needs now

On the eve of EU's 50th anniversary, German philosopher Jürgen Habermas sets out what he believes are the most pressing items on the European agenda

The weekend of March 24-25 celebrates the 50th anniversary of the signing of the Treaty of Rome and the birth of the European Union. In an interview, philosopher and social scientist Jürgen Habermas looks at Europe's development and speculates about its future. He proposes that, in the Europe-wide elections scheduled for 2009, citizens should vote on a referendum asking whether the European Union should have a directly elected president, its own foreign minister and financial base.

Matthias Hoenig: Herr Habermas, You were just 15 at the end of World War II, but that was old enough to personally experience the devastating effects of blind nationalism. Now that the EU is celebrating the 50th anniversary of the signing of the Treaty of Rome, what do you remember as a witness of those postwar years?

Jürgen Habermas: I must confess that, 50 years ago, the domestic question of nuclear arms for the West German army was of more passionate interest to me than the creation of the European Economic Community. I didn't realize back then that the EEC as a customs union had already been equipped with constitutional-like institutions and therefore offered the prospect of a real European Community, that is, a political unification of the countries of Western Europe. On the other hand, the motives of supporters of the national peace movement were in accord with those driving the six EEC founding nations and their chief spokesmen, Adenauer, de Gasperi and Schumann. Those aims were: no more war between the nation-states which had devastated one another in two world wars, and the firm anchoring of Germany in a community of European nations, the selfsame Germany which had launched the last war and bore the monstrous, criminal responsibility for the Holocaust.

That EU member states could ever again make war on one another seems inconceivable. And the mature Common Market has brought prosperity to many people. May we then celebrate an historic paradigm shift in European politics, away from thinking in terms of nation-states and towards a genuinely pan-European view?

That is certainly cause for celebration, even though the paradigm shift is not yet complete. But there has been quite another outcome which, with some degree of self-awareness, we could put to good use. In today's tense, multi-polar situation, European unification makes it possible for us to play a role which no one could have foreseen back at the start of the East-West conflict. At the outset, "Europe" was a response to internal problems; today, when we think about the future of Europe, our eyes are mainly on problems which challenge us from the outside. It is not only the EU's eastward expansion which is extending the dynamics of unification beyond the level arrived at in Nice. But admittedly we are not yet ready to play the role of a diplomatic bridge among global powers.

Could you cite a particular geopolitical challenge?

Let's take the example of the recent conflict between Israel and Hizbullah, carried out on Lebanese soil. Thanks to the Bush government's one-sided policy on the Middle East conflict, the USA has long been a partisan player. Many people pinned their hopes on Europe, which was regarded as neutral. But aside from sending its foreign policy spokesman Javier de Solana to Beirut and Jerusalem, the EU provided a laughable spectacle with its chorus of dissonant voices. At the same time certain individual countries, such as France, Britain, Germany, Italy and Spain, tried to stand out on their own, and outdo one another by putting forward home-grown initiatives

What would you place at the top of the EU's policy agenda: the recently defeated EU constitution; a common European foreign policy; joint European armed forces; the taming of international neo-liberalism by setting social standards; or taking a leading role in international efforts to deal with climate change?


[La entrevista completa en: http://www.signandsight.com/features/1265.html]

sábado, 24 de marzo de 2007

Censura en diario Correo

Hola, llamo la atención sobre esta carta de Miguel Santillana, (ex)columnista en Correo, de hace unas semanas, publicada en Caretas, que creo no ha recibido la atención que merece. Toda censura debe ser condenada.


Libertad Recortada

Lima, 3 de marzo del 2007

La intolerancia del director del diario Correo me ha forzado a dejar de escribir mi columna Viernes del Oso. La última difundida, ‘Hernando de Soto y el ILD ¿son unos chantas?’, no fue del agrado del economista. Por eso Aldo Mariátegui me llamó ofuscado y dijo que mi artículo le había “quemado una oportunidad de chamba”. Mi siguiente entrega no fue publicada, y nadie me ha dado una explicación. Lo curioso es que una tercera persona me sugirió, por encargo de Aldo, que le pida disculpas a de Soto y que me haga “el muertito por unas dos semanas”. Increíble que un medio que dice tener una plantilla plural de columnistas (responsables de sus opiniones ante cualquier denuncia penal) y con un director que le dice de todo al ocasional objeto de sus odios, sea intolerante con quien se atreve tocar a su tótem. ¿Y la libertad de expresión que defiende?

Miguel Santillana Santos
DNI 075 44006

http://www.caretas.com.pe/Mobile.asp?idS=73&idA=24956

http://www.correoperu.com.pe/paginas_columna.php?columna_autor=Miguel%20E.%20Santillana&seccion_nota=8&nota_id=42510

Inequality Matters, por Nancy Birdsall

Inequality Matters
Why globalization doesn’t lift all boats

Nancy Birdsall is the founding president of the Center for Global Development. She has previously held senior positions at the Carnegie Endowment for International Peace, the Inter-American Development Bank, and the World Bank. Her essay is based on her 2005 UNU-WIDER (United Nations University World Institute for Development Economics Research) Annual Lecture. The full lecture is available on the Web site of the Center for Global Development at www.cgdev.org


After spending the late 1980s working on Latin America for the World Bank, I became involved in a major study of East Asia’s postwar growth. The contrast between the two regions was notable: Latin America was stagnating while East Asian economies were growing rapidly, with tremendously high rates of private and public investment and savings. The emphasis on exports and the pressure to compete in global markets seemed to have worked.

The impressive growth in Taiwan, Korea, Hong Kong, and Singapore, and later in Malaysia, Indonesia, and Thailand, reflected and was reinforced by equally impressive changes in people’s behavior and lives: unprecedented gains in small farmers’ productivity, high demand for schooling (including schooling for girls), and declines in fertility far steeper and at lower income levels than in industrialized economies. These changes contributed to income gains for households that, in a virtuous circle over many years, fueled further economic growth, demand for education, productivity increases, and declines in fertility. I was familiar with many of the household-level changes through my earlier research in the postwar developing world. What particularly surprised me was that the rapid growth had not led to higher inequality.

Textbook economics describes a tradeoff between growth and equality. Increasing inequality (as in China today) seems to be a natural outcome of the early stages of development, for example as the shift from low-productivity subsistence agriculture to high-productivity manufacturing brings income gains for some people but not for others. In addition, inequality is likely to enhance growth by concentrating income among the rich, who save and invest more. Moreover, inequality reflects a system that rewards hard work, innovation, and productive risk-taking—which ultimately ensures higher output and productivity, and thus higher average income and rates of growth. These inequality-related incentives are the backbone of the argument against tax-financed redistribution: such transfers undermine individual responsibility and the work ethic and thus slow growth.

For economists, then, inequality has typically represented at worst a necessary evil and at best a reasonable price to pay for growth. So, for the most part, they have not been concerned with the apparent trend of rising inequality. Development economists in particular have focused instead on the reduction of absolute poverty. But in East Asia the textbook story seemed altogether wrong. One key to East Asia’s success seemed to be its low initial levels of inequality, which were associated with the legacy of postwar redistribution of farm land in the northern economies and with subsequent high public investments in education, agricultural extension, and other programs in rural areas.

In 1993 I left the World Bank to become the executive vice president at the Inter-American Development Bank. By then I was persuaded that Latin America’s high inequality was an economic problem, slowing its growth, as well as a social problem. I advocated more research on the issue. By that time—soon after the fall of the Berlin Wall had liberated the mainstream from the taboo of Marxian thought—academic economists were also beginning to study inequality as a possible cause of low growth, and thus as a phenomenon that mattered, at least for understanding growth itself.

Subsequent work by many economists has strengthened my conviction that while inequality may be constructive in the rich countries—in the classic sense of motivating individuals to work hard, innovate, and take productive risks—in developing countries it is likely to be destructive. That is especially true in Latin America, where conventional measures of income inequality are high. It also may well apply in other parts of the developing world, where our conventional indicators are not so high but there are plentiful signs of other forms of inequality: injustice, indignity, and lack of equal opportunity.

Distinguishing between constructive and destructive inequality is useful. To clarify the distinction: inequality is constructive when it creates positive incentives at the micro level. Such inequality reflects differences in individuals’ responses to equal opportunities and is consistent with efficient allocation of resources in an economy. In contrast, destructive inequality reflects privileges for the already rich and blocks potential for productive contributions of the less rich.

Inequality of income in an equal-opportunity society would be wholly constructive: there would be high lifetime mobility (up and down) and high intergenerational mobility; children’s place in the distribution of lifetime income would be independent of their parents’ place. (Income inequality in the United States is higher than in most countries of Western Europe. The perception of the United States as a highly mobile society compared to Western Europe is likely the result of its higher average income growth, which has lifted all boats.)

Since there are no international measures of relative opportunity or mobility, development economists who care about inequality have been measuring “money inequality”—inequality of income, consumption, and wealth. Assessing the effects of money inequality on growth within and across countries can provide a rough indicator of inequality of opportunity and limited social mobility in a particular setting. This brings us to the crux of why inequality can matter, especially in developing countries. Evidence over the last decade and a half suggests that it has a large destructive component: it is associated with unequal mobility and limits economic growth.

[Artículo completo en: http://bostonreview.net/BR32.2/birdsall.html]

viernes, 23 de marzo de 2007

Danilo Zolo: la “tragedia” de la ciencia política

Hola, sigo con el debate sobre la crisis de la ciencia política, iniciado a partir de un artículo de Giovanni Sartori, comentado por César Cansino. Ver:

http://martintanaka.blogspot.com/2007/03/adis-la-ciencia-poltica-por-csar.html

Esta vez sigo con un texto de Danilo Zolo, "La `tragedia` de la ciencia política, también tomado de la revista Metapolítica, num. 49, septiembre - octubre 2006.

A continuación sus conclusiones, que llaman a un diálogo entre la ciencia política y la filosofía política:


CONCLUSIÓN

En las páginas finales del ensayo “Natura ed evoluzione della disciplina” con el cual se abre el Manuale di scienza della politica que he citado ya varias veces, Gianfranco Pasquino señala en forma enérgica la exigencia de que la ciencia política se confronte de nuevo y se redefina respecto de la filosofía política, aceptando medirse con la rica complejidad de sus temas, muy por encima de toda batalla por la defensa de confines disciplinarios o por la conquista de mayores espacios académicos. Pasquino alienta la idea de que por la interacción entre científicos políticos y filósofos políticos emerja una nueva capacidad teórica, una nueva “teoría política”, en condiciones de medirse con la creciente complejidad de la realidad política contemporánea.

Considero muy interesante esta perspectiva, y más aún porque, junto con los postempiristas, pienso que no es posible trazar entre las dos disciplinas un riguroso confín de orden teórico, conceptual o lingüístico. En realidad, no disponemos de un estatuto epistemológico definido, y mucho menos definitivo, de las ciencias sociales y en particular de la ciencia política. En otras palabras, nuestros conocimientos sociales no tienen confines precisos ni fundamentos. Estamos todos, y es el mismo Pasquino quien lo recuerda (1986, p. 31), en la metafórica nave de Neurath, donde los marineros se empeñan en reparar y restructurar su nave en mar abierto, sosteniéndose sobre las viejas estructuras y sin la posibilidad de llevarla al muelle para reconstruirla desde el principio. Estamos todos involucrados en esta situación de circularidad.

Pero para que el diálogo entre filósofos y científicos de la política pueda tomarse en formas no puramente académicas y volverse fecundo también desde un punto de vista político, considero necesario que ambas disciplinas hagan con firmeza las cuentas con su historia y se liberen de una parte de su tradición. Asimismo, es necesario que ambas se ocupen mucho más de los “problemas” que de los “hechos” de la política, para no hablar sólo de los asuntos de método o de las rituales reverencias académicas por los clásicos del pensamiento político. Más que limitarse a promover recíprocas actiones finium regundorum, ambas disciplinas deberían recuperar sensibilidad e interés por las grandes interrogantes sociales y políticas de nuestro tiempo: del destino de la democracia en las sociedades complejas, dominadas por las tecnologías robóticas y telemáticas, a los crecientes poderes reflexivos del hombre sobre su ambiente y su misma identidad genética y antropológica; de la violencia creciente de las relaciones internacionales al abismo económico que separa los pueblos del área postindustrial del resto del mundo.

La filosofía política debería dejar a las espaldas algunos aspectos no secundarios de su tradición “vetero-europea”: su genérico humanismo, su moralismo, su tendencia especulativa a diseñar modelos de “óptima república”, su predilección por las grandes simplificaciones del mesianismo político, su desinterés por el análisis cuidadoso y resaltador de los fenómenos. En efecto, no parece que haya espacio, dentro de las sociedades complejas contemporáneas, para una filosofía política que pretenda “rehabilitar” y volver a recorrer los viejos caminos de la metafísica aristotélica o de la teología dogmática. Y de esto no parecen del todo conscientes los filósofos políticos italianos (Galli, 1988; Duso, 1988; Gozzi y Schiera, 1987) que, después de haber puesto brillantemente en duda el código “modelo” de las certezas vulgo-democráticas, se dirigen nostálgicos, en compañía de Carl Schmitt, Leo Strauss y Eric Voegelin, a la tradición teológico-metafísica, con su cortejo de ingenuidades ontológicas, de dogmatismos morales y de concepciones políticas jerárquicas y autoritarias. Tampoco parece haber espacio para una recuperación del moralismo iusnaturalista, en sus variantes utilitaristas o contractualistas (Veca, 1988), que se revelan poco más que esquemas elementales de justificación de los arreglos económicos-políticos existentes. Esquemas que la creciente complejidad social vuelve entre otras cosas ineficaces, incluso desde el punto de vista apologético.

La ciencia política, por su parte, debería liberarse de su obsesión metodológica, de las presunciones de su ideología cientificista, de su imposible aspiración a la neutralidad valorativa, de su débil sensibilidad por la historia y el cambio social. Con todo, la ciencia política no debería renunciar a su lección de rigor y claridad conceptuales, ni disminuir su vocación por la indagación “empírica” sobre la política, si esto significa, una vez abandonados los prejuicios positivistas, actividad de información, documentación y estudio comparativo de los sistemas políticos contemporáneos, sin la cual no se construye alguna “teoría política” digna de tal nombre.

[Ver texto completo en: http://www.cholonautas.edu.pe/wordpress/2007/03/23/sigue-el-debate-la-tragedia-de-la-ciencia-politica/]

miércoles, 21 de marzo de 2007

Bryce Echenique: plagiador


Hola, después de leer:

http://uterodemarita.com/2007/03/20/alfredo-bryce-inc/

http://elmorsa.blogspot.com/2007/03/literatura-alfredo-bryce-ataca-de-nuevo.html

http://elfondodelvaso.blogspot.com/2007/03/alfredo-bryce-tiene-licencia-para.html

http://puenteareo1.blogspot.com/2007/03/el-arte-de-citar-sin-comillas.html

http://www.larepublica.com.pe/content/view/148560/559/

Un comentario breve, como profesor universitario y como director de un centro de investigación. Por mucho menos que eso, un estudiante sería expulsado de la universidad, y un investigador expulsado de un centro de investigación. Es una falta gravísima, cuya gravedad no debe rebajarse. Una lástima por Bryce. Quedémonos con el novelista, porque el articulista es un fraude.

Precisamente porque este tipo de cosas pasa cada vez más frecuentemente, es que debemos ser muy estrictos en la condena y en la sanción. No hace mucho Susana Frisancho se quejaba por problemas de plagio en la universidad. Yo mismo he denunciado un par de casos a las autoridades en la facultad de ciencias sociales. El reglamento de sanciones por plagios en la PUCP pretende ser muy estricto a partir de ahora.

http://blog.pucp.edu.pe/item/6816

http://www.pucp.edu.pe/acerca/vrac/plagio/

ACTUALIZACIÓN: 24 de marzo. Ver obsequio para Bryce: reglamento PUCP sobre los plagios.

http://morenaescribe.blogspot.com/2007/03/un-regalo-para-alfredo-bryce.html

Adiós a la ciencia política, por César Cansino

Gracias a Pablo Sandoval he tenido acceso al interesante y polémico artículo de César Cansino, "Adiós a la ciencia política. Crónica de una muerte anunciada", publicado en la revista Metapolítica, nº 49, septiembre - octubre 2006. Cansino entra a una polémica abierta por un artículo de Giovanni Sartori, "¿Hacia dónde va la ciencia política?". La polémica alrededor del texto de Sartori puede verse en la revista Política y Gobierno, vol. XI, núm. 2, segundo semestre de 2004:

Gabriel L. Negretto, El rumbo de la ciencia política
Giovanni Sartori, ¿Hacia dónde va la ciencia política?
Josep M. Colomer, La ciencia política va hacia adelante (por meandros tortuosos). Un comentario a Giovanni Sartori
David D. Laitin, ¿Adónde va la ciencia política? Reflexiones sobre la afirmación del profesor Sartori de que "la ciencia política americana no va a ningún lado".

Ver los textos en: http://www.politicaygobierno.cide.edu/num_anteriores/Vol_XI_N2_2004.htm

A continuación la conclusión a la que llega Cansino:


A manera de conclusión

La ciencia política está herida de muerte. Sin darse cuenta fue víctima de sus propios excesos empiricistas y cientificistas, que la alejaron de la macropolítica. Incluso los politólogos que se han ocupado de un tema tan complejo como la democracia se han perdido en el dato duro y han sido incapaces de asumir que para decir hoy algo original y sensato sobre la misma deben flexibilizar sus enfoques y tender puentes con la filosofía prescriptiva, como lo hiciera Sartori en su The Theory of Democracy Revisited.

Lejos de ello, la ciencia política introdujo un nuevo concepto, “calidad democrática”, para proseguir con sus afanes cientificistas, sin darse cuenta que al hacerlo estaba en alguna medida traicionando sus premisas fuertes. Póngamoslo en otros términos: un nuevo concepto ha aparecido en la ciencia política para analizar a las democracias modernas, y como suele pasar en estos casos, dado el pobre desarrollo de las ciencias sociales, cada vez más huérfanas de significantes fuertes para explicar un mundo cada vez más complejo, los especialistas se arremolinan en torno al neonato concepto y explotan sin pudor sus muchas virtudes para entender mejor. Los primeros en hacerlo, además, serán los más listos y alcanzarán más temprano que los demás las mieles del éxito y el reconocimiento de su minúscula comunidad de pares. Pero he ahí que no hay nada nuevo bajo el sol. El concepto de calidad de la democracia constituye más un placebo para hacer como que se hace, para engañarnos a nosotros mismos pensando que hemos dado con la piedra filosofal, pero que en realidad aporta muy poco para entender los problemas de fondo de las democracias modernas.

Además, en estricto sentido, el tema de la calidad de la democracia no es nuevo. Es tan viejo como la propia democracia. Quizá cambien los términos y los métodos empleados para estudiarla, pero desde siempre ha existido la inquietud de evaluar la pertinencia de las formas de gobierno: ¿por qué una forma de gobierno es preferible a otras? Es una pregunta central de la filosofía política, y para responderla se han ofrecido los más diversos argumentos para justificar la superioridad de los valores inherentes a una forma política respecto de los valores de formas políticas alternativas. Y aquí justificar no significa otra cosa más que argumentar qué tan justa es una forma de gobierno en relación a las necesidades y la naturaleza de los seres humanos (la condición humana). En este sentido, la ciencia política que ahora abraza la noción de “calidad de la democracia” para evaluar a las democracias realmente existentes, no hace sino colocarse en la tradición de pensamiento que va desde Platón —quien trató de reconocer las virtudes de la verdadera República, entre el ideal y la realidad— hasta John Rawls, quien también buscó afanosamente las claves universales de una sociedad justa, y al hacerlo, esta disciplina pretendidamente científica muestra implícitamente sus propias inconsistencias e insuficiencias, y quizá, su propia decadencia. La ciencia política, que se reclamaba a sí misma como el saber más riguroso y sistemático de la política, el saber empírico por antonomasia, ha debido ceder finalmente a las tentaciones prescriptivas a la hora de analizar la democracia, pues evaluar su calidad sólo puede hacerse en referencia a un ideal de la misma nunca alcanzado pero siempre deseado.

Me atrevería a argumentar incluso que con esta noción, y la búsqueda analítica que de ahí se desprende, la ciencia política se coloca en el principio de su propio ocaso.


[Ver artículo completo en: http://www.cholonautas.edu.pe/wordpress/2007/03/21/%c2%bfadios-a-la-ciencia-politica/]

¿Qué concluir de todo esto? Tal vez la respuesta esté en esta sección del texto de Cansino:

"En el caso de The Theory of Democracy Revisited, el hilo conductor lo constituye el conflicto permanente entre los hechos y los valores, lo ideal y lo real, la teoría normativa y la teoría empírica, la democracia prescriptiva y la democracia descriptiva. Su análisis confluye de esta manera en la observación de que la teoría política se ha ido desarrollando y perfeccionando mediante la exclusión de su seno de definiciones inadecuadas o de significados erróneos de conceptos fundamentales. Esta tarea, sin embargo, para Sartori, debe ser permanente. Reconocer su necesidad es el primer paso para avanzar y lograr el entendimiento entre filósofos y científicos. La teoría política saldría ganando.

Se ha criticado que Sartori en realidad se quedó corto en la persecución de este propósito. Probablemente es verdad, pero como suele suceder, las grandes construcciones requieren de varias manos. Sartori indicó un camino posible y deseable. Con todo, a juzgar por su desencanto reciente por el derrotero seguido por la ciencia política dominante en el mundo, nadie lo secundó. Por el contrario, la disciplina perdió de vista el bosque para concentrarse en los árboles, le dio la espalda al pensamiento político y el método se convirtió en una camisa de fuerza. Una manera de documentar este hecho es precisamente examinando los diversos análisis que sobre la democracia ha realizado la ciencia política, después de que Sartori escribiera su revisitación sobre el tema. Aquí, como veremos a continuación, el análisis politológico no sólo se empobreció sino que terminó siendo colonizado para bien o para mal, y sin darse cuenta, por la filosofía".

Perú, Chile, y los legados de la Guerra del Pacífico


Hola, hace días que quería hacer un comentario sobre las relaciones entre Perú y Chile, y los legados de la Guerra del Pacífico (deberíamos considerar también a Bolivia, por supuesto, pero por ahora no entro a eso). Me sumo así a los comentarios realizados por otros, ver:

http://puenteareo1.blogspot.com/2007/03/una-observacin.html

http://elmorsa.blogspot.com/2007/03/poltica-internacional-el-conflicto-per.html

http://zonadenoticias.blogspot.com/2007/03/poetas-peruanos-en-el-huscar.html

Sin ser historiador ni experto en la materia, propongo algunas ideas, que creo puedan ayudar a disipar algunas fantasmas, ojalá algunos que saben más puedan seguir estas pistas.

Cada país cuenta la historia de la Guerra del Pacífico a su manera. Por ello, un buen punto de partida es leer qué dicen los historiadores latinoamericanistas más serios. ¿Qué dicen los historiadores "chilenistas" (no chilenos, para no empezar con suspicacias) sobre Chile y estos sucesos? Les sugiero ver, entre muchos otros: Simon Collier y William F. Sater, A History of Chile, 1808-1994. Cambridge University Press, 1996. El capítulo sobre Chile de Harold Blakemore, en Leslie Bethell, ed., Historia de América Latina, vol. 10, América del Sur, c 1870-1930 (1986). Barcelona, Crítica, 1992.

¿Qué es lo que vamos a encontrar? Para mí, lo más importante es que la idea de que Chile, para la década de 1870, era un "Estado nación consolidado", con instituciones fuertes, con una clase "dirigente, no sólo dominante", un país integrado dentro de un gran proyecto nacional, sin conflictos internos mayores, es simplemente falsa. Diría que esa es la imagen que la historiografía nacionalista chilena ha construido como parte de su "versión oficial" (no es lo que dice la historiografía chilena más seria) y que absurdamente los peruanos repetimos, creo que por ignorancia y porque empata muy bien con nuestra "idea crítica nacional", la del mendigo sentido en un banco de oro, sometido por poderosos intereses extranjeros y por unas élites indolentes, del que todos se aprovechan. Esta imagen surge en el Perú de los historiadores de inicios de siglo XX, que reflexionan desde el trauma de la derrota, y se consolida bajo la influencia de los historiadores marxistas-dependentistas en décadas recientes.

En realidad, lo que encontramos es que Chile y Perú no estaban tan lejos uno del otro para 1870, cierto, con alguna ventaja para Chile, pero no muy grande. Chile había tenido un poco más de estabilidad, pero para 1870, la percepción es que se trataba de un país dividido y en crisis. Eso de la pax portaliana es una verdad a medias: Portales, por ejemplo, fue asesinado por sus opositores. Los años previos a la guerra fueron turbulentos (también los posteriores). Del otro lado, Perú desde mediados de 1840 había iniciado la constitución de su Estado nacional, y después los recursos del guano habían permitido una expansión importante.

Respecto a la decisión de entrar a la guerra, vemos que en Chile había temores. Se pensaba que las fuerzas combinadas de Perú y Bolivia serían demasiado; también que las divisiones clasistas y étnicas dentro de Chile, patricios y rotos, dividirían el ejército. Durante la primera etapa de la guerra, durante la parte marítima y el inicio de la terrestre, hubo duras críticas contra Pinto y la decisión de ir a la guerra. Más bien era del lado peruano que había una irresponsable percepción de que la guerra podía ser ganada (ver la excelente Historia del Perú contemporáneo de Carlos Contreras y Marcos Cueto). Para esto se contaba con cierta paridad marítima, y la combinación de las fuerzas peruanas y bolivianas. Por último, algunos pensaban que Chile se contentaría con el territorio boliviano en litigio, y que no avanzaría hasta Perú; supuestamente, no había riesgos. Obviamente, fue un cálculo pésimo.

¿Por qué perdimos la guerra? Yo no creo que haya que rebuscar en explicaciones alambicadas y poco sustentadas sobre la constitución nacional de los países. Si bien soy sociólogo, creo que las explicaciones sociológicas deberían venir después de las militares, si y solo solo si es que resultan insuficientes. Creo que la explicación es simple: las fuerzas armadas chilenas eran más profesionales y estaban mejor equipadas, punto. Y esto era consecuencia de su mayor desarrollo relativo. No tiene nada de raro que el más fuerte venza en una guerra. Aunque quizá en menor medida que Bolivia y Perú, Chile también tenía problemas de divisiones políticas, inestabilidad, crisis económica, desintegración nacional. En realidad, ganar la guerra fue decisivo para enfrentar estos problemas; Chile logra un despegue económico con los recursos salitreros y para construir su discurso nacional. Nosotros, que perdimos, retrocedimos, por supuesto, en lo avanzado, y perdimos la oportunidad que nos hubiera dado ese recurso, extender la prosperidad del guano. Y construimos una narrativa nacional derrotista, victimizada.

Creo que nuestra autoestima nacional quedó mellada porque, en vez de pensar que perdimos porque el otro ejército era superior, nos quedamos con la idea de que perdimos porque fracasamos como Estado nación, porque no estábamos integrados, todo por culpa de unas élites irresponsables, sin considerar que en Chile la situación no era tan distinta, en realidad. Lo que pasa es que este discurso servía bien como crítica a las élites oligárquicas tradicionales, es decir, era un argumento político. En esta línea se ubicaron pensadores tan insignes como González Prada, Belaunde, Basadre y muchos otros. El problema es que esta denuncia terminó traduciéndose y popularizándose como un discurso doliente y depresivo, que pierde filo crítico. En los últimos tiempos, Heraclio Bonilla difundió esta tesis, bajo la hegemonía del discurso marxista-dependentista en nuestras ciencias sociales (Un siglo a la deriva...). Felizmente, en los últimos años, Carmen McEvoy y otros autores están cuestionando, relativizando estos sentidos comunes.

Estas ideas me parecen importantes para no estar "acomplejados" frente a los chilenos. De hecho, a pesar de que nos ganaron la guerra, el Perú se recuperó rápidamente a inicios del siglo XX. Y si miramos varios indicadores de cómo estábamos a inicios de la década de los años setenta, estábamos a la par, un poco por debajo, pero no mucho. Entrando a la década de los años setenta, incluso nosotros parecíamos tener mejores perspectivas: nosotros, iniciando profundos cambios sociales, y ellos enfrentados en una práctica guerra civil. El tema es que nosotros desde entonces fuimos cayendo, y ellos superaron el bache y nos sacaron ventaja. Nosotros deberíamos hacer lo mismo, recuperarnos y aprovechar el tiempo.

Ver también: http://grancomboclub.blogspot.com/2006/11/tringulo-equivocado.html

La cosa es relacionarnos con Chile sin complejos. El mensaje acá es que nuestros pueblos se parecen mucho en sus problemas y potencialidades, deberíamos juntarnos, no dividirnos. Unos tienen más desarrollo relativo que otros, pero en el fondo todos estamos en la misma liga. ¿Tenemos diferencias y temas pendientes entre nosotros? Ciertamente. Hay que hacer explícitas nuestras discrepancias, que las hay, y ver cómo las trabajamos, cómo convivimos de la mejor manera con ellas, hasta que podamos solucionarlas. Para ello, tenemos que librarnos de algunas taras del pasado. Un esfuerzo similar deberíamos hacer los peruanos con Bolivia, no sólo con Chile. Un esfuerzo similar debería hacerse en Chile, y las maneras en que se ve al Perú y a Bolivia. Y lo mismo en Bolivia. Avanzar en construir una historia común.


ACTUALIZACIÓN, 22 de marzo. Roberto Bustamante me hizo llegar este artículo del reputado historiador chileno, Alfredo Jocelyn-Holt. Un buen paso para acercarnos.


El saqueo de libros peruanos

Por Alfredo Jocelyn-Holt
Revista Qué Pasa
17 de marzo, 2007

Sobre el robo de libros se sabe muy poco. Sobre su prohibición y destrucción, en cambio, se cuentan decenas de casos, algunos tan emblemáticos como el incendio de la Biblioteca de Alejandría, la quema de libros por el Santo Oficio, y la destrucción de museos y bibliotecas en Irak, y antes, en Sarajevo, en nuestros días. En Chile otros tantos. Recordemos que en pleno resurgimiento cultural en 1842, liderado por Andrés Bello, se quema en la plaza pública el escrito de Francisco Bilbao, "Sociabilidad Chilena", por blasfemo. Otro ejemplo: la quema del tratado clásico de Vignola, por arquitectos de la Universidad Católica, a fines de la década de 1940, a favor de una línea más vanguardista. Y, por último, las hogueras de los primeros días del golpe militar, y de las cuales tenemos registros fotográficos, e incluso, conocemos al oficial
responsable, hasta hace poco un senador designado.

Del pequeño catastro anterior queda claro que esta historia no sólo excede la mera piromanía bárbara, sino que supone una psicología compleja detrás. De hecho, la quema de libros suele ampararse en "razones" teológicas, políticas, o en propuestas radicales de tipo artístico, ordenadas por gente hasta culta, pero que puede llegar a satanizar libros o bien someterlos a un destino fatal mediante una "solución final" apocalíptica. Es que el fuego se concibe, desde tiempos inmemoriales, como instrumento de vida y muerte que el hombre les roba a los dioses, pero que, a modo de compensación, se recurre a él para efectos de purgar supuestos pecados y así volver a honrar a la divinidad.

Leemos, pues, en un cuento de Borges, a un personaje que afirma: "Cada tantos siglos hay que quemar la Biblioteca de Alejandría", casi un eco del manifiesto futurista, de 1909, que llamara a "destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo".

Con todo, sabemos poco o nada del saqueo y robo de libros. Vengo escuchando, desde hace años, del saqueamiento de las bibliotecas del Pedagógico de la Universidad de Chile, durante la dictadura militar, pero sin que nadie lo haya investigado en serio. Y, a juzgar por lo que se ha discutido en la prensa, estas últimas semanas, sobre el despojo de libros de la Biblioteca de Lima durante la Guerra del Pacífico, es más lo que se oculta que lo que se explica.

Devolver saludos

Que en este caso se trató de una devastación a gran escala, nadie lo puede dudar. La institución afectada era, probablemente, la principal biblioteca de Hispanoamérica. Poseía 56 mil volúmenes y 800 manuscritos, de los que se salvaron sólo 738 ejemplares. Sus custodios, entre ellos el prestigioso escritor peruano Ricardo Palma, les representaron a las más altas autoridades chilenas tamaña arbitrariedad, cuestión que ha suscitado desde el presidente Santa María hacia abajo, hasta nuestros días, respuestas evasivas y soberbias.

Un reciente ex director de la Dibam, historiador por lo demás, ha manifestado que "sólo tenemos que devolver saludos al Perú". Otra directora del mismo organismo, ha declarado: "Yo nunca vi esos libros, si me hablas de la Enciclopedia de Diderot y D´Alambert, por ejemplo, no es un libro peruano y podemos tener más de un ejemplar. Por fuera no hay cómo saber que son peruanos".

Por lo visto, nuestros gobiernos saben elegir a sus subordinados a cargo de asuntos culturales. Conste que existen testimonios -entre otros, de Ignacio Domeyko- en que se reconoce que nuestro gobierno "ordenó trasladar de Lima a Santiago la Biblioteca Nacional", que una serie de bultos inventariados llegaron a Chile y que ejemplares timbrados se encuentran actualmente en la Sala Medina de nuestra principal biblioteca.

Razón de Estado

El silencio que acompaña un robo de libros de estas proporciones no puede sino ser cómplice. Aquí hay algo más que bibliotecarios fetichistas -"anal retentivos" diría un psiquiatra- que niegan haberlos visto, que sienten que nadie los valora como ellos, o que prefieren esconderlos en la biblioteca para que otros no se apropien de ellos.

Mi impresión es que estamos ante una suerte de "Razón de Estado" que se remonta a cuando se produjo la capitulación de Lima y algunos chilenos "cultos" concluyeron que Perú estaba destruido como nación. "Lo que venció al Perú, diría Gonzalo Bulnes, fue la superioridad de una raza y la superioridad de una historia; el orden contra el desorden... Era eso lo que había vencido, la superioridad de una historia sana y moral sobre otra convulsionada por los intereses personales". Perú había dejado de ser una sociedad viable. Por eso, al parecer, nuestras autoridades, tanto entonces como ahora, han presumido que los peruanos no precisaban más de libros, nosotros, sí. De ser éste el caso, estos libros son bastante más que un botín de guerra. No se trata aquí de despojar al vencido de sus armas, provisiones y demás recursos a fin de premiar a soldados conquistadores. El que no se haya destruido este material tampoco nos estaría dando cuenta de una guerra "santa".

Milton ha dicho que "quien destruye un buen libro mata a la Razón misma: mata la imagen de Dios, por así decirlo, en el ojo mismo". Si el anterior símbolo sirve para explicar lo que estamos tratando de entender, el acto de despojar y saquear libros es hasta, quizá, más grave. Implica que se quiso, y en una de éstas se quiere aún enceguecer, turbar la razón, ofuscar el entendimiento, privar al otro de medios para que siga "viendo". Históricamente hablando, sabemos que hay guerras y guerras. Desde luego, las hubo -alguna vez- más nobles, como cuando se reducían a contiendas entre pares, se regían por códigos de nobleza compartida y se trataba, en lo posible, de no involucrar a la población civil. Hay guerras, también, que se perfilan como "santas" y que se rodean de un aura de fatalidad apocalíptica en que al vencido no le cabe más remedio que morir no menos santamente.

El punto al que quiero llegar, sin embargo, es que en las guerras de tipo nacionalista, al igual que en las civiles, no se guarda compostura alguna, ni tampoco se las puede concebir como ineludibles. Es más, dado que el aniquilamiento del otro no es posible entre países limítrofes, o entre clases sociales de una misma comunidad, en este otro tipo de guerras, perfectamente evitables, se aspira no tanto a extirpar al enemigo como el querer humillarlo, esclavizarlo, o seguir violentándolo. En fin, que, en este caso, sean libros valiosos los que sirven para perpetuar semejantes odiosidades, demuestra que nuestro nacionalismo desconoce límites civilizados mínimos.

martes, 20 de marzo de 2007

Estruendo mudo

Artículo publicado en Perú21, martes 20 de marzo de 2007

Julio Cotler señaló, a propósito de la última CADE, dedicada al tema de la exclusión, que el miedo había sido una motivación poderosa para poner este asunto en el centro del debate nacional. Yo añadiría que los temas de agenda los ponen los actores capaces de hacerse oír: en las elecciones de abril y junio pasados, los más pobres, los ciudadanos de la sierra y la selva, y especialmente los del sur andino, se hicieron oír a través de las urnas al optar masivamente por un candidato antisistema, y casi lo llevan a la Presidencia, mientras que en Lima y en otras ciudades de la costa se prefería a otros candidatos.

Pronto se cumplirá un año de este 'susto'. No recuerdo quién comentaba, también con razón, que era una lástima que la UPP se haya desarticulado tan rápido y que el PNP no se haya consolidado, porque la preocupación por la exclusión está dando paso a una cómoda satisfacción por lo bien que va la economía (a pesar de que la pobreza sigue allí, de que no se crean empleos suficientes, de que los ingresos no aumentan) y por el astuto manejo político del presidente, aparentemente inmune a los escándalos. Si algo se le reprocha no es desatender los problemas sociales, sino su mano blanda frente a algunas protestas.

El problema es que lo que hizo posible la efímera preocupación nacional por la exclusión fue un estruendo mudo, utilizando el oxímoron vallejiano. Estruendo electoral, millones de excluidos que con la fuerza del voto podían determinar el rumbo del país. Sin embargo, mudo: sin voces, sin actores representativos que convirtieran el descontento en demandas y programas sostenidos en el tiempo. Coyunturalmente, Ollanta Humala expresó estos intereses, pero ahora, nuevamente, han pasado a un segundo plano.

La última encuesta nacional de Apoyo muestra elocuentemente que el estruendo mudo sigue allí. Mientras que la aprobación a la gestión de García aumenta en Lima, se estanca en la sierra central y retrocede en todas las otras regiones. Algunas diferencias son notorias: mientras que en Lima la aprobación a la gestión de García es de 67%, en la sierra sur es apenas de 35%.

¿Cómo podían hacerse sentir nuevamente los excluidos, sin elecciones de por medio? Difícilmente a través de la UPP o del PNP, o de las fuerzas representadas en el actual Congreso. La mejor posibilidad en el corto plazo es que estos intereses sean recogidos por algunos presidentes regionales. Después de las elecciones del 19 de noviembre pasado se debatía sobre las posibilidades de consolidación de movimientos regionales fuertes, encabezados por presidentes con experiencia y peso político propio, cuyos movimientos habían logrado también triunfos en un buen número de alcaldías provinciales de sus regiones. Sin embargo, hasta ahora no hay muchas novedades. Si bien todavía no se cumplen tres meses de las nuevas gestiones, algo más deberíamos oír de ellos, más allá del tema de qué hacer con la descentralización después de la desactivación del CND.

ACTUALIZACIÓN, 22 de marzo. La última de los presidentes regionales es la "Declaración de Huánuco". Esperemos que éstos continúen, consoliden y amplíen este tipo de iniciativas. Ver:

http://participaperu.org.pe/apc-aa/archivos-aa/b2438d4bae46ccd9f1390a2ae8b0ad25/huanuco.pdf

lunes, 19 de marzo de 2007

Dos meses y medio de Fuentes en Puno


No perder de vista a las regiones... aquí un excelente informe de Paulo Vilca, tomado de la página de Servicios Educativos Rurales (SER).


Caciquismo político y discurso étnico en el Altiplano

Lunes 19 de marzo de 2007
Paulo C. Vilca Arpasi
Coordinador Oficina SER- Puno

La victoria de Hernán Fuentes Guzmán en las elecciones regionales de noviembre del año pasado, puede percibirse como el inicio de una nueva etapa política en el altiplano, y pone en evidencia los cambios políticos, sociales y económicos que han ocurrido en los últimos años. Entender esta nueva realidad es una tarea pendiente, y para ello es necesario tener en cuenta algunos elementos que forman parte del contexto político puneño actual.

El estilo “Fuentes” de gobierno

Pasados dos meses y medio del inicio de una nueva gestión regional, no ha existido semana en la que los medios de comunicación no informen sobre entredichos, acusaciones y denuncias referidas a diversos hechos del quehacer político en la región.

Como diría el mismo presidente regional, nos encontramos ante un “nuevo” estilo de gobierno, que presenta entre otras, las siguientes características:

-Presencia de un discurso “antaurista” y nacionalista.

-El uso de una emisora particular (Radio Perú), para comunicar las decisiones políticas y “mantener el contacto con el pueblo”, al mejor estilo del presidente venezolano Hugo Chávez.

- Formación del Frente Amplio Nacionalista – FAN, movimiento político que busca articular a agrupaciones con posiciones que también comparten un discurso extremista.

-Surgimiento del grupo Frente Andino Revolucionario – FAR, que reivindica la toma de acciones concretas para “poner orden y disciplina popular en el gobierno regional”; frente a un supuesto “plan de la derecha neoliberal de generar y provocar mayor caos y desorden”. Es liderado por Isauro Fuentes Guzmán, hermano del presidente.

-Una política de “relaciones exteriores” en dos niveles. El primero intenta presentar la existencia de coordinaciones con otros gobiernos como el venezolano, boliviano, ecuatoriano y cubano. El segundo nivel busca la articulación con movimientos político-sociales continentales como la Coordinadora Continental Bolivariana, con la cual se desarrolló la Misión Milagro – Delegación Perú que comprendió jornadas de atención médica oftalmológica denominadas Campañas de Solidaridad Bolivariana, y además está la presencia de personajes como el político boliviano Felipe Quispe, más conocido como el Mallku, que estuvo en la región hace algunas semanas.

-Visitas constantes a poblaciones rurales de la región, como si aún se encontrara en campaña electoral, a fin de buscar apoyo a la gestión frente a eventuales conflictos de gobernabilidad.

-Relación conflictiva con el vicepresidente Mauro Justo Vilca, evidenciando la búsqueda de protagonismo político de ambos.

-Enfrentamiento con el Consejo Regional. Aunque los últimos días se habría llegado a un acuerdo con la mayoría de consejeros, las manifestaciones del presidente regional han tenido como objetivo buscar el desprestigio de dicha instancia y deslegitimar su capacidad de actuación política.

Sin embargo, más allá del discurso radical, no parece existir una propuesta programática clara ni un plan de gobierno que recoja lo que el presidente regional comunica al pueblo todos los días a través de su emisora.

En realidad, más que novedad, el estilo “Fuentes” de gobierno muestra características similares a la actuación política de la larga lista de caciques que han aparecido en nuestra historia, y que buscaban capitalizar el descontento popular.

El proyecto Aymara

El panorama político regional no tiene como único protagonista al presidente Fuentes, aunque seguramente éste quisiera creer que es así. Desde hace algún tiempo, al sur de la región, se viene consolidando un discurso donde lo Aymara se presenta como posibilidad nacional. Aunque no existe una posición unitaria entre sus ideólogos ni operadores, la conformación de la Unión de Municipalidades Aymaras – UMA, así como la realización del foro de la Nación Aymara en la ciudad de Ilave el día jueves, con la participación de representantes de diferentes tendencias aymaristas, son muestras concretas de una apuesta política con base étnica.

A pesar de que el futuro y viabilidad de la propuesta aymara no se encuentran definidos, lo que sí parece irreversible es el surgimiento de un discurso que va ganando más adeptos cada día, y con ello, la aparición de actores cuya importancia política se verá pronto.

En tal sentido, y más allá de la posición particular que podamos tener con respecto a dicha propuesta, el reto, tanto para quienes pretenden dirigirla como para aquellos que la acompañan e inclusive para quienes no la comparten, está en que lo indígena y las reivindicaciones étnicas se incorporen al sistema por cauces democráticos.

Descontento en Puno

A este escenario, se suma la inacción del Estado en sus diferentes niveles frente a un problema apremiante como es el de la explotación minera informal de Ananea y La Rinconada que viene contaminando desde hace varios años la cuenca del río Ramis, afectando a las comunidades campesinas aledañas e inclusive a sectores cada vez más grandes del Lago Titicaca. Pese a la conformación de sucesivas comisiones y promesas de solución, hasta el momento ninguna entidad estatal ha tomado medidas concretas, lo cual, por supuesto, genera un espacio posible para el surgimiento de conflictos sociales.

Junto a este tema, se encuentran otros como: la problemática cocalera de los valles de San Gabán y Alto Inambari; la presencia de una economía articulada al contrabando; la desarticulación social producida por el fin del ciclo histórico que tuvo como protagonista a la Iglesia del Sur Andino; la reaparición de conflictos a nivel municipal (en protesta por el aumento de dietas y remuneraciones de las autoridades ediles y disputas sin resolver como resultado del proceso electoral del año pasado); y sobretodo la inmensa pobreza que existe desde los límites de Desaguadero en la frontera con Bolivia, hasta los valles selváticos del Bahuaja Sonene.

Como podemos ver, son varios los hechos que podrían generar crisis de gobernabilidad en Puno, y en este contexto, la presencia de caciques políticos con discursos radicales no es extraña. Éstos creen que pueden manipular el descontento popular, pero olvidan que apenas forman parte de una larga lista de supuestos líderes que siempre se presentan como los único capaces de promover el verdadero cambio, aunque todos acaban siendo dejados de lado por la “masa” a la que dicen representar y que les presta su adhesión en tanto dure el entusiasmo por sus reivindicaciones.

Más que supuestos líderes que conduzcan al pueblo según su criterio particular, lo que Puno necesita es una elite preparada, comprometida, con identidad regional y la voluntad política clara de impulsar nuestro desarrollo. En tanto ésta no exista, seguiremos yendo a la deriva y desperdiciando nuestras oportunidades.

Tomado de: http://www.ser.org.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=339&Itemid=130

Ver también el último número de la revista Cabildo abierto, también del SER: http://www.ser.org.pe/components/com_remository/docs/CAT_REV_Cabil_415.pdf

domingo, 18 de marzo de 2007

Más sobre Portantiero

El doble compromiso

Militante, ideólogo, crítico, periodista, Juan Carlos Portantiero encarnaba al intelectual apegado a las ideas y a los proyectos políticos que creía justos, afirma Emilio De Ipola.
El Clarín, 18 de marzo de 2007

Me ligaba a Juan Carlos Portantiero una amistad estrecha (estrecha, no angosta). Lo conocí a comienzos de 1961. Entonces, Juan Carlos era mucho mayor que yo, cuatro años y medio: casi un cuarto de mi vida mayor que yo. Después el tiempo terminaría por anular esa diferencia. Habíamos concertado una cita: yo, infantil e impaciente, ya quería desertar de mi corta estancia en la Federación Juvenil Comunista y Juan Carlos, quien sólo sabía de mí que era alumno de filosofía, amistosamente y aceptando incluso en parte mis razones, me explicó que un gesto así, individual, carecía de toda pertinencia política. Que había otros que pensaban en el mismo sentido que yo, que tenían capacidad e inteligencia política y que crecían en número día a día: junto con ellos una ruptura era pensable.

Me impresionaron sus palabras y su actitud, su total carencia de gestos paternalistas y su lucidez. Allí intuí dos rasgos ya profundamente arraigados en quien todavía no era amigo mío: el estilo peculiar de su vocación política —que se caracterizaba por su disposicion a implicarse en la cosa política sin omitir a la vez preguntarse sobre el qué de la política, sobre su significación objetiva y subjetiva. Segundo rasgo: el modo sutil con que ese estilo se traslucía. Jamás pretendía imponer nada: uno advertía que escuchaba y respetaba tus opiniones... como si las compartiera.

Por entonces Portantiero era —además de estudioso y militante— periodista, primero de Clarín y luego de Prensa Latina. No era sólo un periodista: sus textos solían tener el mérito de realzar el lugar donde aparecían. Yo solía decirme: "este Portantiero piensa de otra manera, va más lejos que los demás... La revista es floja, pero Portantiero, por lo menos, piensa". En los años siguientes lo vi por los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyos pupitres le quedaban chicos (desde el punto de vista de la estatura intelectual). Siempre discretamente jovial.

En el 63 llegó a Buenos Aires una revista, y luego, una "cordobesada bochinchera" pero no ladina (Borges) capitaneada por un tal Pancho Aricó. Con Portantiero y Pancho de animadores, y con valiosos colaboradores, nació esa extraordinaria aventura intelectual que se llamó Pasado y Presente en su primera época (63-65) y luego en su segunda (73-74). Ahí, en el número 5, Juan Carlos pudo leer —entre carcajadas— mi primer artículo. Desde fines del 64 dejamos de vernos por diez años ya que, munido de una beca, me fui a estudiar afuera. De tanto en tanto, en París, me llegaban noticias suyas y también escritos. Recién en 1974, al iniciar sus actividades la FLACSO de Buenos Aires, comenzó en serio nuestra amistad: nos veíamos casi diariamente, conversábamos de política, de tangos o de fútbol (aprendí mucho, en esos tres importantes rubros, de nuestros encuentros). Dos años después nos reencontramos en la hospitalaria sede México de FLACSO. Consolidamos nuestras coincidencias ideológicas y políticas, compartimos proyectos, momentos tristes y gratos, creamos con otros el Grupo de Discusión Socialista, escribimos algún artículo juntos y dictamos muchas clases.

En 1970-71, llegaron a mis manos sus Estudios sobre los orígenes del peronismo, libro esencial y oportuno escrito con Miguel Murmis. Desde siempre el peronismo había sido, como decía Alain Touraine, la tarte de crème de los sociólogos argentinos. Pero desde el estudio inaugural de Germani, pocas e inconsistentes habían sido las tesis nuevas que se habían formulado sobre ese fenómeno. El libro de Murmis y Portantiero rompió con esa melancólica falta de ideas. Fue un quiebre constructivo en la investigación sociológica y politológica argentina, que aún hoy incita a investigar y pensar.

El brasileño Roberto Schwarz escribió que la referencia a conceptos forjados en otros contextos, con vistas al análisis de procesos sudamericanos es legítima pero problemática. Los fenómenos que se busca analizar son diferentes de los que dieron lugar a esos conceptos, pero están relacionados con ellos. Más aun, se inscriben en un espacio común, marcado por la lógica global del capitalismo. Se trata de mantener los dos polos de la tensión: la inclusión en una misma lógica global y la modalidad específica de esa inclusión. Es lícito entonces recurrir a los mismos conceptos, pero siempre que advierta también que no podían ser ya los "mismos" y que hay que unir imaginación y astucia para utilizarlos con provecho. Esa "malicia", esa astucia están presentes en los Estudios..., en particular, en el uso perspicaz del concepto de "alianza de clases", por la cual el espacio social argentino emerge como lugar de insólitas fragmentaciones, de conflictos, convergencias y pactos inesperados.

Hay un rasgo presente en todo lo que Portantiero escribió e hizo: la pasión por intervenir en el presente político. Lo hizo con sus escritos pero no sólo con ellos. También desde su militancia comunista, con su voluntad de implicarse en varios frentes, manteniendo su capacidad para descifrar el presente, sin temor, con decisión y con una desarmante indiferencia ante las críticas ineptas de que a veces era objeto. Su opción de vida fundamental lo inclinó siempre —quizás a veces a pesar suyo— a dejarse subyugar por los requerimientos del presente político, a embarcarse en decenas de proyectos que nos acercaran a una sociedad más justa, más igualitaria y más libre.

Fue un doble e irrenunciable compromiso: primero, el compromiso intelectual de adquirir y forjar las herramientas para mirar de frente, sin triunfalismo pero también sin autoengaños ni obligado pesimismo la realidad política presente. Y, segundo, el compromiso político de poner a disposición su capital intelectual y su vida toda al servicio de iniciativas que consideraba justas, realizables y dignas de apoyo. Su fidelidad a ese doble compromiso lo muestran la militancia en el PC, la experiencia de Pasado y Presente, la salida del PC y la búsqueda con Aricó de alternativas, la larga labor periodística, la fundación y dirección de revistas como Controversia y La Ciudad Futura, sus artículos en ellas y en muchas otras. Su papel protagónico en el Grupo de Discusión Socialista en México. Y, luego, ya en Buenos Aires, con la vuelta de la democracia, su participación decidida y fructífera en el grupo Esmeralda, en apoyo del proyecto democrático de Raúl Alfonsín; más tarde, su elección y reelección como decano de la Facultad de Ciencias Sociales, la fundación con Aricó y otros del Club de Cultura Socialista en 1984.

En fin, su amplia y valiosa obra en la que sobresalen los Estudios..., el minucioso y brillante análisis Los usos de Gramsci, La producción de un orden. Ensayos sobre la democracia entre el Estado y la sociedad, los textos de El tiempo de la política. El estudio sobre Juan B. Justo, su excelente homenaje a Norberto Bobbio.

http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2007/03/17/u-01381862.htm

La ética del observador frente a la desgracia de los otros


Leo en El País de hoy domingo una historia estremecedora, la del fotógrafo sudafricano Kevin Carter, ganador del premio Pulitzer de fotoperiodismo en 1994 por la foto de la niña moribunda en Sudán, acosada por un buitre, que espera su muerte. Carter fue duramente criticado por haber privilegiado tomar la foto antes que ayudar a la niña, cuyo destino final es desconocido. Carter ganó el Pulitzer, pero, agobiado por la culpa, se suicidó poco después. El tema vuelve a la discusión por el estreno en España del documental sobre Carter, The Death of Kevin Carter (2004).

Más información sobre el documental, y el artículo de El País, en el que se nos da información que permite entender el atribulado lado humano de Carter, en estos links:

Ver: http://kevincarterfilm.com/

http://www.elpais.com/articulo/paginas/fotografia/pesadilla/elppor/20070318elpepspag_10/Tes

Este artículo me ha hecho recordar una historia personal que pensé que contaría algún día en que escribiera mis memorias, pero como ese día tal vez nunca llegue, y tener un blog es un poco como escribir el borrador de tus memorias, les cuento.

Debe haber sido septiembre de 1985. El APRA con Alan García acababa de llegar al poder por primera vez. Yo estaba terminando de llevar cursos en Estudios Generales Letras en la PUCP y probablemente adelantaba algunos cursos en sociología, andaba por los 20, 21 años. Tal vez la memoria me falle, pero los detalles no son importantes. En una conocida ONG, estaban buscando practicantes, así que me apunté, y coincidí allí con dos amigos de la PUCP, testigos de lo que voy a contar. Allí conocí a un respetado científico social, en ese entonces también parte de la Comisión Política de un conocido partido de izquierda.

Tuvimos algunas reuniones los cuatro, preparándonos para trabajar en un proyecto que al final no salió. La cosa es que el día de una de nuestras reuniones, este científico social se apareció, exaltado, diciendo: "muchachos, ¿han visto La República de hoy? ¿Ya vieron?". No sabíamos nada, así que nos mostró su ejemplar: la noticia del día era el hallazgo de una fosa común con decenas de cuerpos, aparentemente todo un pueblo había sido masacrado por una patrulla militar. Si no estoy mal, se trataba del caso Accomarca. Sobre el caso ver el informe de la CVR, y el informe de APRODEH:



http://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/TOMO%20VII/Casos%20Ilustrativos-UIE/2.15.%20ACCOMARCA.pdf

http://www.aprodeh.org.pe/sem_verdad/casos/accomarca.htm

La cosa es que allí estábamos estos tres chibolos, con cara de desconcierto ante la noticia que nos daba este científico social. El asunto es que inmediatamente después nos soltó a boca de jarro: "ojalá que sea cierto". Pusimos cara de ¿? Y añadió: "claro, si es cierto, preparamos un proyectito, vamos para allá, tomamos unas fotitos, y sacamos un librito". Allí no quedó una cosa: terminó diciendo "...ahhhh, si todo sale bien, con la plata que cobre por ese proyecto, por fin podré terminar mi casa en la playa... aaahhhh, ya me veo en mi casita tomando un daikiri". Acompañó esta frase con un movimiento con el que se acomodó en la silla y reclinó su cabeza, con las manos detrás, como tomando sol en una silla playera. Sólo uno de nosotros (no yo) atinó a decirle: "oye, o sea que gente muere y tú te haces una casa de playa". El pata nos respondió, con displicencia, "muchachos... de algo hay que vivir".

No voy a mencionar los nombres de los protagonistas de esta historia, porque no se trata de juzgar a las personas. Tal vez este pata no sea el tipo de persona que esta historia sugiere, tal vez estuvo en un penoso cuarto de hora. No sé. Al final, el proyecto de "las fotitos", tampoco salió, hasta donde sé. Sí sé que hoy el personaje, efectivamente, tiene casa en la playa.

He conocido gente magnífica, de primera, trabajando en ONGs o en la militancia de izquierda, con las que he tenido contacto. Ejemplos de compromiso, consecuencia, con las causas por las que trabaja, de gran calidad humana. También he conocido gente como la que les cuento, que prefiero no calificar.

Vistas las cosas retrospectivamente, ese día descubrí que la izquierda no tiene el monopolio de la moralidad, de las buenas intenciones, de la conducta ética. Desde entonces, he conocido gente deplorable en todas las tiendas y posiciones políticas; también gente de primera en todas las tiendas y posiciones políticas. Para mí, ahora, eso es lo que verdaderamente cuenta.

sábado, 17 de marzo de 2007

Más sobre intelectuales y elecciones en Francia

Why I Choose Nicolas Sarkozy
by André Glucksmann
Paris, 30 January

(...) But a large-hearted France has never forgotten the oppressed. Vietnamese boatpeople fleeing communism, the embattled Trade Unionists of Solidarity, those who suffered under Argentinean fascism, Algerians confronted by terrorism, victims of torture in Chile, Russian dissidents, Bosnians, Kosovans, Chechens… In no other country were these barbarities and the resistance to them discussed so much. Our ability to open our hearts to our brothers worldwide is etched into our cultural heritage – witness Montaigne, Victor Hugo, the 'French doctors' and those who would emulate them.

Nicolas Sarkozy is the only candidate today to place himself in this large-hearted French tradition. He deplores the sacrifice of the Bulgarian nurses condemned to death in Libya, he denounces massacres in Darfur and the murder of journalists, and then states a principle of governance far removed from that of Jacques Chirac: 'I don't believe in what people call 'realpolitik', which rejects values and still doesn't win any deals. I don't accept what's going on in Chechnya, since 250,000 dead or persecuted Chechens are more than a detail of world history. Because General de Gaulle wanted freedom for everyone, the right to liberty is theirs, too. To be silent is to be an accomplice, and I don't want to be any dictator's accomplice' (14/1/2007).

Texto completo en: http://www.democratiya.com/review.asp?reviews_id=75


A Response to André Glucksmann
by Philip Spencer
London, March, 2007

(...) But the French left is not the prime culprit here. It is the French right which has been in government for several years and has colluded with such regimes. One can argue that Sarkozy has made some effort to distance himself from Chirac's opposition to the Americans over Iraq, an opposition he called 'arrogant' rather than what it actually was - grossly hypocritical and grounded in past collusion with Saddam's regime. This French government has been complicit, or worse, with several murderous regimes around the world, from Rwanda in the 1990s to the Sudan today. There is mounting evidence that the French knew about and abetted the plans of the Hutu Power genocidaires. Most recently it was the French government which welcomed Sudan's President Omar al-Bashir with full pomp and ceremony at the very moment a global campaign was calling for his regime to be indicted for genocide.

Sarkozy is a powerful figure in this government. He may have differences with Chirac but he is not a candidate running against the machine or the right itself. He is the unchallenged leader of the right and a prominent figure in its government - Minister of the Interior no less. In that position, from which he has repeatedly said he has no intention of resigning (despite credible claims that he has abused it in the presidential campaign itself) he has openly flirted with racism against minorities, calling for the banlieues to be 'hosed clean'. This was widely perceived as a semi-naked appeal to Le Pen's voters on the racist right. At the same time, and perhaps almost as troublingly, he has made efforts to ingratiate himself with some of the most reactionary elements and leaders of France's large Muslim population, funding organisations which they control and which repress Muslim voices, not least those of women trapped by patriarchal rules and controls over their bodies and movement. In funding such organisations, Sarkozy has given a further boost to a divisive communalism when what is most urgently needed is a strong defence of secularism and a robust commitment to civil liberties for all.

None of this is to suggest that the actually existing French left has many answers to deeply troubling domestic and international problems. But if answers are to be found they will come not from the right, and not from a deeply suspect figure such as Sarkozy, but from a reformation of the left itself, by those who are committed to the left's basic and most fundamental beliefs: equality, liberty and solidarity at home and abroad.

Texto completo en: http://www.democratiya.com/review.asp?reviews_id=76

Wallerstein y el desastre climático

Commentary No. 205, Mar. 15, 2007
"Climate Disasters: Three Obstacles to Doing Anything"
Immanuel Wallerstein

Scientists have been warning us about the dangers of human-caused transformations of the earth's climate for about fifty years now. But in the last two to three years, there have been two important changes in the situation. First, there have been a series of very authoritative reports by different scientific groups, which assert not merely that these dangers are real but that they are occurring at a pace far faster than scientists believed even five years ago. As Chancellor Angela Merkel of Germany said recently, "It's not five minutes to midnight; it's five minutes after midnight."

The second change is the degree to which these changes have become visible to ordinary people. There has been the tsunami in the Indian Ocean. There has been the increase in the frequency and ferocity of hurricanes in the Caribbean, culminating in the notable disaster of Katrina. Pictures of the break-up of ice zones in the Arctic have been widespread in the press. And this year, the meteorologists in London who have been measuring temperatures for over three centuries announced that this was London's warmest winter since they have been measuring. The counterpart of the warm weather in Europe has been the tornados and other wind-driven disasters elsewhere.

So, why is so little being done? It is clearly not for lack of awareness of the problem, however much some persons try to deny its existence. Yet, the degree to which the political leaders of the world are ready to do something about it, and indeed the degree to which there is public pressure that they do something, is remarkably low. When there is such a clear disjunction between knowledge and action, there must be obstacles in the socio-political arena to explain this. In fact, there are three quite powerful obstacles to action: the interests of producers/entrepreneurs, the interests of less wealthy nations, and the attitudes of you and me. Each is a powerful obstacle.

Artículo completo en: http://fbc.binghamton.edu/205en.htm

martes, 13 de marzo de 2007

América Latina Hoy: Uruguay

Apareció el último número de la excelente revista América Latina Hoy, dedicado al Uruguay.

Uruguay: de la transición democrática al triunfo de la izquierda
Nº 44, diciembre de 2006

Gustavo Bittencourt: Uruguay 2006: desarrollo esquivo o ruptura con la historia

Gustavo de Armas: Sociedad y políticas sociales en Uruguay desde la transición democrática al gobierno del Frente Amplio

Lucía Selios: Los últimos diez años de la cultura política uruguaya: entre la participación y el desencanto

Adolfo Garcé y Jaime Yaffé: La izquierda uruguaya (1971-2004): ideología, estrategia y programa

Lilia Ferro Clerico: Democracia y política exterior: Uruguay (1985-2006)

Varia

Marta Graciela Cabeza: Las capacidades internacionales de los entes subnacionales en Argentina y en Italia. Un análisis comparado

Celso Roma: Organizaciones de partido en Brasil: el PT y el PSDB bajo perspectiva comparada

Información bibliográfica

Pueden descargarse todos los artículos en:
http://iberoame.usal.es/americalatinahoy/index.htm