Artículo publicado en La República, domingo 13 de febrero de 2011
Cada elección presidencial se da en un contexto específico que le da un significado particular. 2006 planteó el tema de la exclusión social; 2001, la institucionalización democrática; 2000, la continuidad o caída del autoritarismo; 1990, la necesidad de estabilizar y hacer gobernable el país; 1985, el cambio social; 1980, la instauración de la democracia. 2011 no tiene tema obvio, como tampoco lo tuvo 1995, por una razón: es una elección que se da en un contexto de relativa estabilidad y prosperidad. En un momento así, la agenda no viene marcada por el contexto, sino que debe ser propuesta por los actores, alrededor de propuestas de futuro, y es precisamente de eso de lo que carecen nuestros candidatos. ¿De qué temas deberíamos estar discutiendo en esta campaña?
Un primer tema central es cómo aprovechar esta buena coyuntura para tomar las medidas necesarias para después no lamentarnos por lo efímero de este momento y por las oportunidades que dejamos pasar. Aquí surgen algunas discusiones necesarias: ¿qué cambios deberían promoverse en el modelo de crecimiento para hacerlo menos vulnerable y más inclusivo? La investigación e innovación tecnológica aplicadas a estos fines resultan claves, por ejemplo. De otro lado, ¿no debería ser un asunto central atender el desajuste existente entre nuestro desarrollo económico y nuestro subdesarrollo institucional y político? ¿Qué nuevo tipo de Estado y qué nuevo tipo de política necesitamos, y cómo llegamos a ellos?
Segundo, este momento de bonanza debería permitirnos afrontar una situación que deberíamos definir de escándalo y vergüenza nacional, vinculada a la pobreza extrema y sus efectos, como la mortalidad o desnutrición infantiles. La acción del Estado debe concentrarse en los territorios donde están los peruanos más vulnerables y necesitados. ¿Qué propuestas de desarrollo y política social tenemos para esa población? Esfuerzos en nuestro país como programas de transferencias condicionadas, bonos y pensiones para segmentos especiales de la población son minúsculos comparados a los que se implementan en países vecinos. ¿Nos atreveremos a ser audaces? ¿Se propone alguna otra cosa? Este es un tema no solo de política social, es un tema de identidad y solidaridad elemental entre peruanos.
Para terminar, al final del próximo gobierno estaremos en la víspera de la conmemoración del bicentenario de nuestra vida como república. Ocasión para poner a debate temas identitarios, culturales, valorativos. ¿Qué hemos sido, qué somos y qué queremos ser los peruanos? El país ha cambiado aceleradamente en las últimas décadas, viejas imágenes de nuestra peruanidad y de nosotros mismos envejecen pero no desaparecen, y surgen alternativas que todavía no se consolidan. Necesitamos de nuevos discursos sobre lo nacional, que nos permitan tener una relación constructiva con nuestra historia, que nos ayuden a afrontar las tareas del futuro.
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3 comentarios:
Señor Tanaka:
He leído con sumo interés y cuidado su análisis y me atrevería a hacerle algunos comentarios sobre lo que ha expuesto. No son una crítica a su pensamiento, puesto que usted trata temas que pertenecen a la inquietud de nuestra sociedad desde muy antiguo. De manera que solo acotaré cómo veo el problema y porqué creo que las cosas no suceden como se quisiera.
1. “… ¿qué cambios deberían promoverse en el modelo?…”
Si existe un modelo como el actual, que se exalta como “exitoso”, pues los únicos cambios serían perfeccionarlo, de modo que ello consistiría en un “aceitamiento” para que siga como está pero produciendo más ganancias de las que ya produce. Aquí ni siquiera se insinúa “cambiar al modelo”, que es la otra opción, por lo que no queda más que pensar que se plantea un continuismo que inevitablemente debe desembocar en “más de lo mismo”.
2. “La investigación e innovación tecnológica aplicadas a estos fines resultan claves…”
Asunto controversial, pues el avance tecnológico de primer nivel solo se puede aceptar en las grandes potencias; el caso Irán y su deseo de desarrollar energía nuclear, aunque sea con fines pacíficos, revela que los países pobres se vuelven peligrosos cuando intentan poseer por sí mismos alta tecnología (y no una “donada y dirigida” por alguna potencia occidental, tipo Pakistán). De modo que solo nos queda generar una tecnología de “segundo piso”, que es aquella que solo es útil para cierto tipo de empresas típicas en el tercer mundo (en su mayoría, extractivas o de metal mecánica a lo sumo).
5. “La acción del Estado debe concentrarse en los territorios donde están los peruanos más vulnerables y necesitados. ¿Qué propuestas de desarrollo y política social tenemos para esa población?”
Mientras que la idea que persista en el imaginario colectivo, en la inteligentzia de la clase alta peruana, sea la de que las ganancias son para el empresario y los salarios mínimos para los demás seguiremos teniendo un país colonial tipo Haití, con un grupo de ricos muy ricos acrecentando cada vez más sus fortunas y una población que vive al día y al momento. El asistencialismo puede frenar por un tiempo el desborde pero estos modelos asimétricos e injustos, tarde o temprano (como en Egipto y Túnez) llegan al hartazgo y terminan por eclosionar.
6. “…nuevos discursos sobre lo nacional, que nos permitan tener una relación constructiva con nuestra historia.”
Mientras al Perú se lo siga viendo como “un territorio lleno de riquezas” y no como nuestro hogar continuaremos teniendo una sociedad colonial cuya mayor aspiración es la de explotar los recursos naturales, obtener con ello grandes ganancias y luego alcanzar la ciudadanía extranjera para disfrutarlas allá. La desaparición de las ideologías y la imposición de un modelo pragmático-economicista han sido la causa de que hasta ahora no se sepa qué se quiere y qué se puede. Los intelectuales locales de nueva hornada han sido educados dentro de ese esquema y hasta el momento carecen de la capacidad para rebasar la realidad del sistema, por lo que terminan únicamente proponiendo solo ajustes y compensaciones al modelo.
Muchas gracias.
3. “… atender el desajuste existente entre nuestro desarrollo económico y nuestro subdesarrollo institucional y político…”
Echarle la culpa al Estado de todo lo malo que genera el “modelo” es la fórmula más fácil y trillada. Mientras los ricos se hacen más ricos estos reclaman más eficiencia al Estado pues ven que no camina al ritmo de su avidez desatada por la carrera hacia las grandes ganancias. Al final lo que las clases poderosas terminan haciendo es convirtiendo al Estado en su mesa de partes, en su brazo administrativo para obtener los mayores recursos naturales. El modelo entonces lo que crea son seres ávidos de incrementar sus fortunas y un Estado que es incapaz de servir de freno y de orden.
4. “¿Qué nuevo tipo de Estado y qué nuevo tipo de política necesitamos, y cómo llegamos a ellos?”
Lo mismo que lo anterior. Si se trata de preservar al modelo el tipo de Estado es éste mismo que ya tenemos: un Estado al servicio de las mayores ganancias a costa de todo lo existente. Un Capitalismo salvaje imposible de ser regulado. La otra opción sería un Estado poderoso que priorice la idea de país por sobre la explotación de recursos; pero eso sería considerado nacionalismo obsoleto y un chavismo trasnochado.
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