El sábado pasado Alberto Adrianzén respondió a mi columna del 24 de enero, en la que reseño su libro
La transición inconclusa. Los links de mi texto y del de Adrianzén son:
http://martintanaka.blogspot.com/2010/01/la-transicion-inconclusa.htmlhttp://www.larepublica.pe/disidencias/06/02/2010/critica-los-criticosLas críticas de Adrianzén se ubican en varios planos. En primer lugar, me critica por hacer deducciones equivocadas. Dice que el grueso del libro fue redactado entre 2000 y 2004 (el colofón en 2007), por lo tanto no podría decirse nada sustantivo de su reciente apoyo a Humala, o de su evaluación de los gobiernos de Correa y Morales partiendo de éste. Luego, señala afirmaciones que serían equivocadas: Adrianzén advierte, para Venezuela, "riesgos o tentaciones autoritarias", con lo cual sí sería crítico con Chávez; y entre liberalismo y democracia para él no habría "contradicción", sino "tensión".
Sobre lo primero, creo que el libro puede leerse como una unidad. Me parece que el libro es más coherente de lo que el propio autor considera; las ideas del colofón no son contradictorias con las presentadas en las páginas anteriores. La "tensión" entre capitalismo y liberalismo se plantea al inicio, de allí se deduce que la reforma neoliberal de Fujimori haya sido autoritaria; y también que con la transición debió romperse con el modelo económico y político...
Respecto a mis afirmaciones equivocadas: decir de Venezuela que hay "riesgos o tentaciones autoritarias" me parece que confirma lo poco crítico que es Adrianzén con Chávez, quien encabeza un gobierno abiertamente autoritario y arbitrario. Sobre la tensión o contradicción entre liberalismo y democracia, en su propio artículo Adrianzén dice que "el autoritarismo no es solo un régimen que controla reglas y procedimientos sino también, y sobre todo, un “pacto de dominación” (capitalista)". Me parece que con esto el autor sin querer me da la razón. Para él el liberalismo capitalista es autoritario, no democrático (¿y los países liberales capitalistas democráticos?) o peor aún, el autoritarismo es capitalista, afirmación sin mucho sentido porque hay muchos autoritarismos no capitalistas (como el de Chávez).
Luego, Adrianzén cae en el vicio de adjudicarme ideas o intenciones que no tengo. Dice que "le parece un error decir que hoy la vía socialdemócrata unifica liberalismo y democracia". Yo no digo eso de hoy; eso ha sido así históricamente. Y el hecho de que hoy haya en Europa un predominio de la derecha confirma mi punto anterior: puedes tener capitalismo, gobiernos de derecha, que son al mismo tiempo democráticos. No hay por qué asociar autoritarismo con capitalismo. Volveré sobre este punto más adelante.
El autor dice que no quiero discutir una de las tesis más importantes de su libro; no es que no quiera, simplemente en mi reseña tomé los aspectos que me parecieron más interesantes para el público en general. Dice que para mí las reglas y el diseño son lo único, mientras que para él son importantes, pero no lo único. En realidad, en eso estamos de acuerdo, como se verá más claro más adelante. Después dice que "Tanaka no es partidario de que se cuestione el orden social ni el “modelo neoliberal” porque eso trae “ingobernabilidad". No es exacto; yo diría más bien "cuestiona el orden social y el modelo neoliberal todo lo que quieras (sobre las preferencias de cada quien no me meto), pero piensa en cómo vas a enfrentar los problemas de gobernabilidad que aparezcan, y sus consecuencias". Estoy seguro que es un comentario que Alvaro García Linera le debe haber hecho a Evo Morales en más de una ocasión.
Finalmente, Adrianzén señala algunos puntos que considera centrales en la discusión, que comento brevemente:
a) en la década de los 80 se dio el desembarco de la teoría liberal (sobre todo norteamericana) en Latinoamérica. Estas ideas fueron aceptadas acríticamente (sin problematizarlas) por una serie de politólogos y por algunos partidos progresistas; De acuerdo parcialmente. En la ciencia política pasamos de la hegemonía del marxismo a visiones pluralistas; que fueron aceptadas sin crítica suficiente, creo que es cierto. La necesidad de una revisión crítica se hacía particularmente necesaria porque lo que ocurrió es que las mismas personas que en la década de los años setenta hablaban de revolución pasaron en los ochenta a hablar de la necesidad de la construcción de consensos y la defensa de la democracia política. Y Alberto Adrianzén fue uno de ellos, junto con el grupo de "El Zorro de abajo". Sobre el paso de la revolución a la democracia en América Latina ver de Norbert Lechner,
Los patios interiores de la democracia (Santiago, FLACSO, 1988); sobre los
Zorros, ver de Osmar Gonzales,
Señales sin respuesta. Los Zorros y el pensamiento socialista en el Perú, 1968-1989 (Lima, PREAL, 1999).
En esos años, eran los
Zorros los criticados por haber asumido acríticamente el paradigma democrático, abandonando el marxismo, sin hacer un balance y un "ajuste de cuentas", como señaló reiterada y singularmente Guillermo Rochabrún. Ver al respecto su libro
Batallas por la teoría. En torno a Marx y el Perú (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2007, 559p.). Hice una reseña de ese libro aquí:
martes 18 de diciembre de 2007
Guillermo Rochabrún, marxista crítico
http://martintanaka.blogspot.com/2007/12/guillermo-rochabrn-marxista-crtico.html(publicado también en
Que Hacer, n° 169, enero – marzo 2008. Lima, DESCO (p. 106-115).
Reconociendo el punto señalado por Rochabrún, yo pienso que el cambio de paradigma fue un avance, que fue una clara ganancia dejar el dogmatismo marxista y asumir paradigmas más plurales y abiertos a la investigación empírica en las ciencias sociales. Ahora, otro punto de debate es cuán genuino fue el abandono del paradigma revolucionario para adoptar uno democrático; cuán consecuentes son los ex revolucionarios con los valores democráticos, en qué medida están dispuestos o no a olvidarse de los valores democráticos cuando aparece un líder revolucionario. Tema planteado por Eduardo Dargent en su libro
Demócratas precarios. Élites y debilidad democrática en el Perú y América Latina (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2009), que reseñé aquí:
domingo 6 de diciembre de 2009
¿Élites o neoliberalismo?
http://martintanaka.blogspot.com/2009/12/elites-o-neoliberalismo.htmlb) esta hegemonía liberal tuvo como una de sus principales consecuencias la aceptación, como uno de los pilares para el análisis, de una definición mínima de la democracia (básicamente procedimental); De acuerdo parcial: en el nuevo paradigma, uno debe distinguir diferentes tipos de régimen, y para ello la definición procedimental es útil, como herramienta descriptiva. Sobre el punto ver, entre muchos otros,
Classifying Political Regimes in Latin America, 1945–1999
Scott Mainwaring, Daniel Brinks, and Aníbal Pérez-Liñán
Working Paper #280 – September 2000
http://kellogg.nd.edu/publications/workingpapers/WPS/280.pdfc) pero también supuso la aceptación de un concepto de autoritarismo mínimo que ha dado lugar al nacimiento de otros conceptos dudosos como el “autoritarismo competitivo” que tanto gustan de usar Tanaka y otros politólogos cuando analizan el fujimorismo; De acuerdo parcial: parte de la necesidad de distinguir entre tipos de régimen lleva a clasificar mejor los regímenes no democráticos, y allí están los autoritarismos competitivos. No es nada dudoso, es un concepto de gran legitimidad dentro de la especialidad. Ver p.e.: Schedler, Andreas, ed.,
Electoral Authoritarianism: The Dynamics of Unfree Competition (Boulder, L. Rienner Pub., 2006); del mismo autor, “The Menu of Manipulation”; de Levitsky, Steven, y Lucan Way, “The Rise of Competitive Authoritarianism”; y de Diamond, Larry, “Thinking About Hybrid Regimes”; estos tres últimos textos aparecieron en
Journal of Democracy, vol. 13, n° 2, 2002. [Ver también de Carrión, Julio, ed.,
The Fujimory Legacy. The Rise of Electoral Authoritarianism in Peru. Pennsylvania, Penn State University Press, 2006].
d) la definición de “autoritarismo mínimo” no es útil para analizar el fujimorismo porque evade un tema fundamental: el autoritarismo no es solo un régimen que controla reglas y procedimientos sino también, y sobre todo, un “pacto de dominación” (capitalista) tal como afirmaron, alguna vez, Cardoso, Brunner y O’Donnell. En esto estamos totalmente en desacuerdo. Yo considero que la noción del autoritarismo competitivo es tremendamente útil para entender la particularidad del fujimorismo en perspectiva comparada. Es lo que intenté hacer en este texto: “From Crisis to Collapse of the Party Systems and Dilemmas of Democratic Representation: Peru and Venezuela” (en: Mainwaring, Scott, Ana María Bejarano y Eduardo Pizarro, eds.:
The Crisis of Democratic Representation in the Andes. Stanford, Stanford University Press, 2006, p. 47-77; editado en español bajo el título “De la crisis al derrumbe de los sistemas de partidos, y los dilemas de la representación democrática: Perú y Venezuela”, en el libro
La crisis de representación democrática en los países andinos. Bogotá, Norma, 2008, p. 89-131).
De otro lado, dudo mucho que hoy por hoy se pueda establecer creíblemente una relación entre capitalismo y autoritarismo (salvo que uno estire la definición de autoritarismo para incluir también regímenes democráticos; como cuando desde el marxismo algunos dicen que la democracia liberal es en realidad una dictadura de clase encubierta). Hay muchos países capitalistas democráticos, y muchos países autoritarios no capitalistas. El comentario de Adrianzén (y la referencia a viejos trabajos de Cardoso, Brunner y O’Donnell) sugiere que el autor piensa en el mundo de los años setenta, cuando toda la región vivía dictaduras militares aparentemente consecuencia de los procesos de modernización e industrialización, y cuando estaba en boga la tesis del "Estado burocrático-autoritario" de O'Donnell (
Modernización y autoritarismo. Buenos Aires, Paidós, 1972). Pero estamos hablando de discusiones de hace más de treinta años... Hoy ni O'Donnell, ni Brunner ni Cardoso sostienen eso.
Termino con un punto que trata de encontrar un terreno de acuerdo con lo señalado por Adrianzén. En lo que sí tiene razón es que históricamente las relaciones entre capitalismo y democracia han sido muy problemáticas. Recordemos que en los siglos XVIII y XIX en el mundo los liberales defendían democracias restringidas, y en algunos escritos Marx y Engels especulaban con la posibilidad de que se pudiera llegar al socialismo mediante el sufragio universal. Sobre esto ver de Adam Przeworski,
Paper Stones: A History of Electoral Socialism (University of Chicago, 1988). Sin embargo, a lo largo del siglo XX, liberalismo, capitalismo y democracia más bien convergieron. Muchos factores explican esto, entre ellos, el papel integrador jugado por los sistemas de partidos, el desarrollo de los Estados de bienestar, el equilibrio entre los intereses de los trabajadores y de los grandes propietarios, factores internacionales... sobre estos temas hay toneladas de literatura, ver especialmente Rueschemeyer, Dietrich, Evelyne Huber y John D. Stephens,
Capitalist Development and Democracy (Chicago, University of Chicago Press, 1992) y Luebbert, Gregory,
Liberalism, Fascism, or Social Democracy. Social Classes and the Political Origins of Regimes in Interwar Europe (Oxford, Oxford University Press, 1991), entre muchos otros.
En América Latina, en efecto, vistas las cosas desde las décadas de los años sesenta y setenta, el sentido común era que el desarrollo capitalista propiciaba el autoritarismo político, tesis esbozada por O'Donnell en
Modernización y autoritarismo (
op. cit.). Me parece que para la actualidad no podría hacerse un argumento así. Sin embargo, también es cierto que nuestras democracias son precarias, débiles, porque no se asientan en instituciones ni en prácticas sociales que aseguren la vigencia plena de la legalidad y de los derechos democráticos. Hay que ver más allá del régimen político, en esto sí estaremos de acuerdo con Adrianzén, considerar la economía, la historia, los grupos y prácticas sociales. Este tema ha sido explorado por el propio O’Donnell recientemente, por ejemplo en: “Algunas reflexiones acerca de la democracia, el Estado y sus múltiples caras” (Ponencia presentada en el XIII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública. Buenos Aires, noviembre, 2008); y “Notas sobre el Estado y la democracia” (Texto presentado en el seminario sobre Democracia en América Latina, Universidad Nacional de San Martín, 2007). Ver:
http://www.clad.org/documentos/congreso/odonnellhttp://historiapolitica.com/datos/biblioteca/odonnell.pdfAhora bien, esto no significa descartar concepciones mínimas de la democracia. Simplemente se trata de usar la definición mínima para distinguir la democracia de otros regímenes, pero se hace necesario atender los problemas de calidad democrática, para lo cual hay que mirar más allá del régimen político. Un excelente ejemplo de esta manera de usar los conceptos se encuentra en Linz, Juan, y Alfred Stepan,
Problems of Democratic Transition and Consolidation: Southern Europe, South America, and Post-Communist Europe (Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1996). Allí se usa un criterio minimalista para definir la democracia, pero para analizar su funcionamiento y consolidación se tiene que analizar la dinámica de funcionamiento de la sociedad civil, la sociedad política, la sociedad económica, la vigencia del Estado de derecho, y el funcionamiento del Estado como aparato burocrático.
Hay varios proyectos sobre calidad democrática que involucran investigadores nacionales. Ver por ejemplo la
Red de Investigadores de la Calidad de la Democracia en América Latina, en donde están Catalina Romero y David Sulmont, o el
Andean Democracy Research Network, en el que participamos Rafael Roncagliolo, Sofía Vera y este servidor. Para dar más evidencia de que estamos de acuerdo con Adrianzén en la necesidad de tener miradas más integrales de nuestras democracias. Ver:
http://www2.cmq.edu.mx/calidaddelademocracia/index.php?option=com_content&view=article&id=93:acerca-de-la-red-de-investigadores-de-la-calidad-de-la-democracia-en-america-latina&catid=35:acerca-de-la-red&Itemid=28http://blogs.ubc.ca/andeandemocracy/files/2009/08/research-collaborators.pdfEspero que este largo y académico post sea de utilidad a los interesados en estos temas. Esto le daría más sentido a la discusión con Adrianzén.