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Sigue la discusión sobre la "objetividad" y las ciencias sociales, por lo visto es un tema en el cual había mucha discusión pendiente que recién se está ventilando. Ver un par de posts aparecidos el sábado pasado, donde dejé breves comentarios:
Sobre ideología, compromiso intelectual y ciencias sociales
Stanislao Maldonado
http://asesinatoenelmargen.blogspot.com/2010/02/sobre-ideologia-compromiso-intelectual.html
Compromiso político y ciencias sociales
Gonzalo Gamio
http://gonzalogamio.blogspot.com/2010/02/compromiso-politico-y-ciencias-sociales.html
De otro lado, recibí de Julio Carrión una comunicación personal con un excelente aporte al debate, el syllabus de un curso suyo sobre métodos cualitativos en ciencia política, que incluye una discusión epistemológica. Allí encontrarán las referencias bibliográficas y los términos en los que se discute y trabaja sobre estos temas desde la ciencia política. En esa comunicación personal Carrión me hace un comentario muy útil: "La discusión sobre el compromiso del investigador se hace más manejable si se asume que la tarea central de las ciencias sociales es explicativa (es decir, busca ofrecer modelos causales de los fenómenos en cuestión). El análisis causal tiene sus propios estándares y procedimientos, y mientras los investigadores se atengan a ellos es irrelevante si están o no 'comprometidos' ".
Julio Carrión ADVANCED SOCIAL RESEARCH FOR POLITICAL SCIENCE
En la bibliografía del curso de Carrión aparece un excelente texto, cuya lectura ayudará a ubicar mucho mejor de qué estamos discutiendo. Ver de Donatella Della Porta y Michael Keating, “How many approaches in the social sciences? An epistemological introduction”. En: Della Porta y Keating, Approaches and Methodologies in the Social Sciences. A Pluralist Perspective. Cambridge, Cambridge University Press, 2008. Sobre la base de este texto, propongo la idea siguiente: convengamos que tanto las versiones "duras" del positivismo como las humanísticas (usando las categorías de Della Porta y Keating) son muy extremistas; fijemos una zona de diálogo entre lo que ellos llaman posiciones post-positivistas e interpretativas; y entendamos esta discusión como un trade-off en un continuo, en donde en un extremo tenemos lógicas hipotético-deductivas, con cierta capacidad de hacer generalizaciones probabilísticas, que intentan ser rigurosas manteniendo cierta neutralidad valorativa con el objeto de estudio, pero que son débiles por desatender contextos específicos y las condiciones sociales y políticas en las que se pretende construir conocimiento; y del otro, tenemos lógicas interpretativas-contextuales, que nos dan un conocimiento profundo sobre situaciones específicas y sobre los condicionamientos del investigador, que asumen también una tarea crítica y transformadora, pero que tienen escasa capacidad de hacer generalizaciones, y que pueden caer en subjetividades y voluntarismos. No se puede tener todo en la vida, así que entre posiciones post-positivistas e interpretativas debería haber diálogo y complementación, antes que competencia, siendo inevitablemente diferentes.
De otro lado, pienso que, dentro de la ciencia política, la mayoría de los politólogos nos movemos dentro de una zona post-positivista, o de un positivismo "blando", por así decirlo. Y no tanto por una decisión política u ontológica, sino como consecuencia de nuestros objetos de estudio. Al concentrarnos en el estudio del Estado, de las instituciones políticas y de la lógica de los actores en ese contexto, en donde la lógica comparada resulta crucial, solemos encontrar esa aproximación más útil. Por eso le comentaba a Gonzalo Gamio que no debería sorprender que yo, por los temas que trabajo, me identifique con un positivismo blando o un post-positivismo, mientras que él, un filósofo preocupado por temas de filosofía práctica, se incline por posturas interpretativas o hermenéuticas. Y no me parecería propio que alguno de nosotros reclame alguna "superioridad epistemológica". Por eso le proponía a Gamio una metáfora grosera y simplificadora, pero que podría ser útil. Si discutimos qué es mejor, un serrucho o una llave inglesa, podríamos decir que es una cuestión de preferencias de cada quien, definidas muy subjetivamente. Pero si pensamos en tareas específicas, un carpintero preferirá tener el serrucho a la mano, mientras que un gasfitero preferirá la llave inglesa. Así es como tiendo a ver el asunto.
Creo que la lectura de Della Porta y Keating sería muy útil para mejorar el nivel de nuestra discusión sobre estos temas y evitar seudo-discusiones, que parten de simplificar el debate, caricaturizando las posiciones contrarias a las de uno, sea cual sea su posición. Saludos.
Donatella Della Porta and Michael Keating
ACTUALIZACIÓN. Ver también:
24 de febrero de 2010
Anti-positivismo y objetividad en las ciencias sociales
Stanislao Maldonado
http://asesinatoenelmargen.blogspot.com/2010/02/anti-positivismo-y-objetividad-en-las.html
February 20, 2010
El fracaso del "intelectual comprometido"
Carlos Meléndez
http://jorobadonotredame.blogspot.com/2010/02/el-fracaso-del-intelectual-comprometido.html
Ariel Florencia Richards: “Los finales y los inicios nunca son tan
definitivos”
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La escritora chilena reflexiona partir de su nueva novela Inacabada
(Alfaguara, 2024)
Hace 19 horas.
1 comentario:
Una versión más actual http://paperroom.ipsa.org/papers/paper_1051.pdf
In Defence of Pluralism. Combining approaches in the
social sciences
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