Perdonarán los lectores de este blog un post muy personal.
Falleció Mario Benedetti, y no puedo evitar sentirme conmovido, a pesar de que hace años que no lo leía y que había perdido interés en él. Iván Thays en su blog formula esta ambigüedad mejor de lo que yo podría hacerlo:
"Las oficinas de Montevideo han cerrado antes de las cinco. Los feos dejan de mirar su noche por la ventana. Los amantes no susurran más a la izquierda del roble. Adiós, don Mario. Ya me despedí antes de ud., con pena y gratitud, cuando dejé la adolescencia, pero ahora la despedida es triste, solitaria y final".
http://notasmoleskine.blogspot.com/2009/05/adios-mario-benedetti.html
Yo me despedí no al dejar la adolescencia, sino al dejar la juventud, y fue una despedida amigable, de a pocos, e inadvertida. Pero despedida al fin, puede verse claramente desde ahora. Despedirnos de Benedetti me conmueve porque es despedirme de mi juventud, de la época en que la viví, en mi caso diría que entre 1983 y 1989. Entre que salí del colegio e ingresé a la Universidad Católica, y el año en el que simbólicamente empezó el derrumbe de las esperanzas que alimentaron mis años universitarios, con la caída del muro, la demanda de sangre del senderismo y la división de la izquierda. Javier Garvich lo ha dicho inmejorablemente:
"... con Benedetti se fue toda una forma de pensar y hacer la literatura, murió también toda una estética, una poética y una ética. Difícilmente haya escritores que –aún queriendo y leyendo a Mario- quieran escribir como él.
(...) Han muerto también los lectores de Benedetti, aquellas generaciones de jóvenes que soñaban cambiar el mundo con algo de ruido y nada de sangre, quienes consideraban la izquierda como el lado natural de la cultura, los que creían que la revolución podía ser una fiesta, los que entendían el amor libre, la pareja democrática y el disfrute sexual como los primeros pasos de eso que llamaban socialismo".
http://lapizymartillo.blogspot.com/2009/05/las-otras-muertes-de-mario-benedetti.html
Por eso es que en mi memoria Benedetti, y el Inventario, la compilación de su obra poética, de alguna manera simbolizan y sintetizan esa época. Creíamos que la revolución podía ser una fiesta, por eso bailábamos con Rubén Blades y Maestra Vida y Buscando América; entendíamos el amor libre, la pareja democrática y el disfrute sexual como los primeros pasos de eso que llamaban socialismo, por eso leíamos a Fromm y a Marcusse y veíamos Reds de Warren Beatty con Diane Keaton (y veíamos C'eravamo tanto amati de Scola y nos prometíamos cómo ser al llegar a viejos) y dejábamos que esas imágenes nos llevaran en nuestras aventuras de pareja. Soñábamos con cambiar el mundo con algo de ruido y nada de sangre, por eso nos ilusionamos tanto con Barrantes y la IU. Y también considerábamos la izquierda como el lado natural de la cultura. En mis años de universidad, ello era bien cierto; el APRA ya había perdido del todo su influencia en el mundo de la cultura, y la derecha era tremendamente conservadora, católica y pituca. Me sorprende mucho por eso que Jaime Bayly tenga ese "aserto universitario de que para ser rojo hay que ser bruto", que complementa Aldo Mariátegui añadiendo "e ignorante".
http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=58376
No fue para nada mi experiencia universitaria, prácticamente en los mismos años que ellos. Simplemente diré que en ese tiempo Bayly era un cucufato opus dei, no el tipo simpático, culto y libertino como se presenta hoy, y que lo expulsaron de la universidad por bajo rendimiento académico. Mi experiencia es que, en esos años, la abrumadora mayoría de compañeros que se interesaba genuinamente en la historia, la filosofía, el arte, la literatura, la actualidad del país y del mundo, eran de izquierda. Si quieren, ser de izquierda era un poco nerd. Y un poco hippie. Mientras que la gran mayoría de compañeros de derecha o eran tremendamente conservadores, o simplemente frívolos. Por estas razones, era muy difícil no ser de izquierda en esos años, por esas razones la izquierda ganaba limpiamente las elecciones de las federaciones de estudiantes y representación estudiantil en consejos de facultad. Tenía un aura de prestigio y autoridad.
Qué diferente a como se ven las cosas ahora por estos lares. La revolución dejó de ser una fiesta (o se convirtió en una fiesta "monse"), el amor libre se convirtió en promiscuidad, la idea de cambiar el mundo se ahogó entre el pago de la espantosa "cuota de sangre" que proponía Sendero Luminoso y la irresponsabilidad de la izquierda legal (y además le cayó encima el muro de Berlín), el izquierdismo en la cultura se convirtió en dogmatismo. Resultado: la izquierda hoy prácticamente no existe.
Desde hace algún tiempo pienso que en el mundo de hoy hay que vivir intentando mantener el principismo en la vida personal, la frialdad en la razón, y la ilusión en el corazón (*). Obviamente, fácil de decir, difícil de hacer. Quiero creer que de alguna manera, aunque dispersos, esos "lectores de Benedetti" igual seguimos luchando, cada cual a su modo, cada cual como puede, porque las cosas sean distintas y mejores. El propio Benedetti tenía una visión desencantada y a la vez agónica (en el sentido "mariateguiano") del mundo: "No es que tenga demasiada esperanza en que este mundo que se encamina hacia su final irreversible, vaya a salir del pozo, aunque algo habrá que hacer para evitarlo. En todo caso no me parece que sea bueno desistir, hay que seguir creyendo en la 'revolución posible' e intentar poner los medios para llevarla a cabo. Yo lo hago a mi modesta manera, con la escritura" (**). Quiero creer que algo bueno saldrá de nuestros esfuerzos, al final de todo, aunque acaso de maneras inesperadas e imprevisibles. Como en aquel poema de Benedetti, en el que pone sus versos en una botella al mar, esperando que se convierten en otra cosa:
Pero en esta botella navegante,
sólo pondré mis versos en desorden
en la espera confiada de que un día
llegue a una playa cándida y salobre
y un niño la descubra y la destape
y en lugar de estos versos halle flores
y alertas y corales y baladas
Y piedritas del mar y caracoles
El mar es un azar
Que tentación echar una botella al mar.
No dejen de hacer click en estos dos links:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras?portal=0&Ref=2800&audio=0
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/mbenedetti/voces.shtml
“La Mariscala es una obra para todos, incluso para quienes no disfrutan de
los musicales”: Gonzalo Polar
-
En La Mula TV, Gonzalo Polar, coautor y coproductor de La Mariscala, el
musical, reflexionó sobre el impacto de la obra en la narrativa histórica y
cultura...
Hace 13 horas.
4 comentarios:
Hola Martín,
Me parece impecable tu razonamiento, en cuanto combinas tu experiencia biográfica- generacional con el derrumbe de la izquierda peruana en los 80s. No obstante, algo me llamó particularmente la atención en tu post: mencionas que la izquierda tuvo dominio sobre el mundo de la cultura. La derecha no. ¿Eso sigue siendo así? Si ya no lo es: ¿quién domina entonces ahora el mundo de la cultura en un contexto "post- intelectuales orgánicos" de izquierda? Concordarás que la juventud intelectual de izquierda de los 80s construyó (con sus errores y prejuicios) su visión del cambio social pensando en los sectores populares, en captar sus sensibilidades y representar sus aspiraciones. Para todo efecto práctico, esta visión no existe más. Se derrumbó por una serie de factores que no viene a cuento detallar aquí.
Más bien tengo la impresión que en la actualidad muchos académicos e intelectuales que podemos denominar de izquierda se han radicalizado teóricamente en los últimos años. Pienso por ejemplo en todos aquellos/as que citan elocuentemente a Zizek, Badiou, entre otros. Lo paradójico es que esta radicalización teórica se da en un contexto de derrota política y social de la izquierda, de ausencia de nuevos referentes ideológicos y el desinterés de los sectores juveniles de las clases medias universitarias por encontrarse social y culturalmente con los nuevos sectores populares e imaginar proyectos de transformación social.
En últimas ¿cómo ser actualmente alguién de izquierda, con la convicción que vivimos nuestro tiempo y no cargar la herencia de las generaciones anteriores? ¿Cómo ser de izquierda precisamente porque somos modernos?
Un abrazo
Pablo
Interesante tu envío Martin, así somos los peruanos pues, emotivos y fácilmente nos arrancan los lagrimones y los 'pobrecito era buena gente', lo cierto es que con Benedetti no ha muerto esa postura de izquierda decente y racional y elegante ... creo que existe y con mucha salud. Sobre todo ahora que el neoliberalismo está en crisis, ye leído un buen artículo en Le Monde Diplomatique sobre la economía francesa donde el articulista es muy explícito en señalar que el pensamiento socialista renace y con un nuevo menú. En fin ... De todas formas, con Benedetti se va una óptica, un humor, una postura, un imaginario. Lo dejo ahí.
Pablo:
diría que en el mundo de la cultura la definición izquierda - derecha dejó de ser relevante, porque la idea del compromiso político militante desaparció. De allí que Gastón Acurio pueda decir que es de izquierda, así como Dionisio Romero. Yo significa nada "políticamente concreto", más allá de expresar simpatía por algunas ideas.
Diría que el mundo de la cultura y el mundo intelectual también ha perdido relevancia, acabada una política más ideológica, programática, principista. De allí que algunos intelectuales puedan "radicalizarse", pero ello no tiene ninguna relevancia política práctica. Puedes ser todo lo ultra que quieras, acaso más porque no te compromete a nada.
¿Cómo ser actualmente alguién de izquierda, con la convicción que vivimos nuestro tiempo y no cargar la herencia de las generaciones anteriores? ¿Cómo ser de izquierda precisamente porque somos modernos? Preguntas muy difíciles que por ahora me declaro incapaz de responder...
chevere el post martin. cuando yo estuve en la catolica ya no habia nada de politica y todo el mundo festejaba a fujimori por cerrar el congreso.
tampoco habia mucha poesia, menos de la comprometida. un grupo se autodenomino "vanaguardia".
pero el pendulo esta de regreso, nuevas generaciones andan en busqueda de "cambio" y "esperanza", de progresismos de izquierda.
ayer vi "Milk" en video y, pensando en tu post, pues creo que la nueva izquierda es post-moderna, no cree en la cultura como simple superestructura, y que es complicado para un pais como el nuestro, donde ni siquiera hay tradicion politica institucional, construir un movimiento que junte justicia social y desarrollismo "modernos" con las libertades individuales de las ciudades y los ciudadanos. hace falta lideres que puedan conectar con nuestro tiempo y la pluralidad de aspiraciones de cambio. uf, me salio un rollaso, disculpas y saludos.
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