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Artículo publicado en La República, martes 26 de mayo de 2009
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Muchas veces fenómenos políticos peruanos se convirtieron en referentes que permitieron la construcción de teorías útiles para explicar la dinámica de otros países; por ejemplo, el velasquismo fue importante para pensar en la autonomía del Estado frente a las clases dominantes. Más recientemente, el fujimorismo ha sido clave para entender la construcción de una variedad de régimen político: aquel que combina el mantenimiento formal de la legalidad democrática, una legitimación plebiscitaria (que le permite ser competitivo en los procesos electorales), con un funcionamiento autoritario, en tanto el poder se concentra en la presidencia, que utiliza el respaldo con que cuenta para destruir los límites institucionales que lo controlan, el equilibrio de poderes, los derechos de la oposición y de las minorías. Este tipo de régimen se ha caracterizado como “autoritarismo competitivo”.
En las últimas semanas elementos del libreto fujimorista se han visto repetidos elocuentemente en países vecinos. En Bolivia, la mayoría oficialista en la Cámara de Diputados ha suspendido al presidente de la Corte Suprema, en un contexto en el cual el PJ está procesando al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y a algunos de sus colaboradores, siguiendo el libreto de la destitución de los magistrados del TC ocurrido en Perú en 1997. En Venezuela, el gobierno hasta ahora defendió su carácter democrático arguyendo que la oposición podía expresarse libremente en medios como Globovisión; sin embargo, recientemente se pretende investigar sus actividades y línea informativa, y hay un cuestionable acoso judicial en contra de su propietario, acusado de defraudación tributaria. ¿Recuerdan a Baruch Ivcher y otros? En Colombia, el reelecto Álvaro Uribe pretende forzar una re-reelección mediante una nueva reforma constitucional, a pesar de que la Corte Constitucional declaró que la reelección de 2006 procedía solo por una vez. Ya logró que el Congreso, en el que cuenta con mayoría, lo apruebe. En Colombia se habla explícitamente de la “fujimorización” del uribismo.
El que este tipo de régimen pueda consolidarse depende de la fortaleza institucional y de la capacidad de la oposición. Hasta el momento, Bolivia todavía mantiene un mínimo equilibrio: por ejemplo, la suspensión del presidente de la Corte debe también ser aprobada por el Senado, donde el MAS no tiene mayoría. En Colombia, la Corte Constitucional podría frenar la re-reelección, y si es que no, tendría que realizarse un referéndum, que el uribismo tiene complicado ganar. En Venezuela, sin embargo, la cancha está totalmente inclinada en favor del Ejecutivo, con lo que la naturaleza autoritaria del régimen es elocuente.
Como se ve, hay autoritarismos de izquierda y derecha. Leyendo la prensa en nuestro país, parece que todavía, a pesar de lo que hemos vivido en los últimos años, hay quienes desde la izquierda solo condenan la arbitrariedad del poder cuando es de derecha, y desde la derecha solo cuando es de izquierda.
ACTUALIZACION, 27 de mayo
Ver: "El huésped incómodo", de Augusto Álvarez Rodrich
http://www.larepublica.pe/claro-y-directo/27/05/2009/el-huesped-incomodo
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5 comentarios:
Señor Tanaka:
1. Lo cierto es que hasta ahora no se ha dado en el Perú un análisis serio y neutral del fenómeno que se ha suscitado en todos los pueblos de América Latina. Lo más cómodo es apegarse a las referencias intelectuales que proporcionan las universidades, totalmente occidentalizadas, y a partir de allí encasillarlo dentro del esquema mundial como uno más dentro de otro.
2. Pero ¿realmente es así? ¿Será cierto como dicen los intelectuales académicos que estamos ante un proceso típico de las democracias incipientes con tinte latinoamericano, el cual sufre cada cierto tiempo de “inmadurez y retrocesos” como los de Chávez o Fujimori, “dictaduras” de izquierda y de derecha? ¿O será como dicen los izquierdistas que estamos ante una fase de la crisis del Capitalismo lo cual hace estallar el sistema generando el despertar de los diferentes actores en busca de una revolución socialista?
3. Pero lo que se ve es que ninguno de los dos bandos tradicionales quiere dar su brazo a torcer y se niegan a admitir la existencia de un nuevo fenómeno socio-político propio de la resurgencia de las naciones andinas, un proceso distinto al devenir de Occidente y que busca su espacio dentro del contexto mundial. No es casualidad que los pueblos latinoamericanos hoy no sean los mismos de hace 30 años. El pensamiento oficial se niega a admitir que ha habido una transformación intrínseca de una civilización que se está buscando a sí misma en sus propias raíces y no un encaminamiento hacia formas occidentales contemporáneas.
4. Es por eso que todos los grupos tradicionales de poder (y sus clases medias adláteres) hasta ahora no quieren aceptar la idea de que este pueblo que siempre tuvieron a su disposición y sumiso ya no es el mismo. Ha cambiado, ya no es aquel al que se le endulzaba fácilmente con promesas nunca cumplidas. De tantas frustraciones sufridas hoy ha encontrado su propio sendero y lo manifiesta a través de los procesos eleccionarios. El temor de los grupos dominantes (tanto económicos como intelectuales) los hace calificarlo como “el antisistema” que en realidad no hace mas que esconder una gran verdad: son el antidominio, el cambio de manos en el control de los países. A eso es a lo que tanto le temen en realidad.
5. Estamos a no dudar ante una verdadera transformación social en el mundo latinoamericano y ante el recambio de grupos de poder. Todavía las clases tradicionales dominantes tienen la esperanza que esto sea solo un exabrupto de la historia, algo así como los errores a corregir dentro de un sistema estable. Pero tal parece que la historia es irreversible, y hoy los pueblos, más instruidos y conscientes que hace tres décadas, tienen ya otra visión de sus propios mundos y realidades.
6. Solo dentro de esta lectura es que se podrá entender el fenómeno que se inició con Fujimori (el aparente antisistema), continuó con Toledo (el aparente autóctono reivindicador) y que tendrá que seguir, nos guste o no, con el siguiente paso que es la elección de aquel/ella que represente la compleja ideosincracia andina-latinoamericana. Se trata de fases de un proceso que va in crescendo y que no se puede revirar. Los intelectuales tendrán que admitir, tarde o temprano, que negando la realidad no es cómo ésta se puede comprender.
Muchas gracias.
Martin:
A raiz de las últimas críticas a Chavez por la retención de 2 horas a Alvaro Vargas Llosa, algunos comentaristas de varios blogs - simpatizantes del autoritarismo venezolano, sin reconocer que es autoritario - señalan que el presidente peruano tiene las mismas improntas autoritarias. ¿Es posible calificar a Alan Garcia como un personaje autoritario o a su gobierno como tal, a partir de la caracterización que haces en el articulo?
JAG,
diría que una cosa son las "improntas", y otra lo que las instituciones y las fuerzas de oposición te permiten hacer. No sé si García como líder, como persona, sea tan autoritario como Chávez; lo que sí me parece claro es que ni su gobierno ni el régimen democrático peruano lo son, como consecuencia de una mayor consistencia institucional, de los espacios que tiene la oposición y fuerzas que contrapesan, así como la debilidad del propio gobierno.
Luis Enrique: su comentario me parece que peca del mismo teolologismo que critica. "Un nuevo fenómeno socio-político propio de la resurgencia de las naciones andinas, un proceso distinto al devenir de Occidente y que busca su espacio dentro del contexto mundial". Puede que sí, como puede que no. La historia nunca está escrita de antemano.
Considero, Luis Enrique, que tu enfoque es escencialista ("Un nuevo fenómeno socio-político propio de la resurgencia de las naciones andinas, un proceso distinto al devenir de Occidente"), pues ignora que aquellos tildados de antisistema bien se asimilan al sistema político formal. Miren sino, ¿quiénes son tildados de antisistema? Ollanta, tiene partido inscrito y va a postular.
Hernán Fuentes (presidente regional), Alberto Pizango (ya está participando en la mesa de diálogo con el gobierno y de seguro la izquierda lo jala para candidatear al congreso) y así hay más. Esta visión escencialista de izquierda no cambia. Igual pasó con las rondas campesinas en los 70 y 80. la izquierda pensó que eran los embriones de una revolcuión social, antiestatal, andina, campesina, etc. Lean los estudios de Orin Starn sobre las rondas.
Víctor
tiro una idea...los golpes de estado ya no son aceptados como "cotidianos". lo que vemos es simplemente la readaptacion del golpismo, no ya desde sectores militares (aunque se confunden como en el caso de chavez), sino desde sectores sociales postergados (cocaleros y demas en bolivias)y afines. el golpismo bajo el ropaje democratico, ¿deja de ser golpismo? ¿el golpe consentido deja de ser golpe?. en el caso de fujimori, por lo que sé, el plan verde, proyectó un regimen civico militar de más allá de veinte años (despues de la volada de golpe en los ultimos años de los ochenta rechazada por la poblacion) bajo la apariencia de democracia.
Eso es lo que pasa en colombia, nunca hubo golpe de una fecha significativa, pero se ha ido formando un golpe de a puchitos. Ojo que el hecho de que uribe, como de seguro pasara, rechace su tercera postulacion, no terminara con este golpismo de a puchitos (el ejemplo ruso es ejemplificador).
bueno termino, porque sino me extiendo y me hago insoportable.
saludos.
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