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Artículo publicado en Perú21, martes 2 de mayo de 2008
En estas semanas se ha debatido y se debatirá en el Congreso sobre diversas propuestas que apuntan a mejorar la representación política. Entre las más publicitadas están el restablecimiento del Senado, la revocatoria y vacancia de los congresistas, la renovación por tercios del Congreso, su elección en la fecha de la segunda vuelta presidencial y el establecimiento del voto voluntario.
Las tres primeras reformas comparten un gran supuesto: que el problema de representación reside en que ahora tenemos "malos" representantes, por lo que habría que sustituirlos por otros "mejores"; de allí que habría que estimular la renovación y la entrada de nuevo personal político. En cuanto al voto voluntario, las justificaciones van desde decir que este movilizaría a los votantes más "conscientes", hasta decir cínicamente que, como el voto voluntario probablemente desincentive el voto de los más pobres, el riesgo de un candidato antisistema disminuiría. Finalmente, se asume que, como existe un problema de fragmentación política, habría que estimular la concentración del voto en los grupos más grandes, por lo que habría que elegir al Congreso cuando la atención está centrada en los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta.
Lamentablemente, considero estas propuestas mal encaminadas. En cuanto a la renovación de la representación, nada asegura que los nuevos congresistas sean mejores que los otros; con el agravante de que la renovación puede crear problemas de gobernabilidad (no solo no resolvemos nada, sino que creamos problemas nuevos). En cuanto al voto facultativo, se olvida que los países que lo tienen consideran que este crea problemas de legitimidad y representación, no los soluciona. Y buscar concentrar el voto en los grupos más grandes no necesariamente mejorará la representación ni reducirá la fragmentación; recordemos que muchos de los problemas éticos y de disciplina en los últimos congresos han estado asociados precisamente a la debilidad de los grupos grandes, como Perú Posible antes y la UPP ahora.
A mi juicio, el núcleo del problema está en la oferta política, en la manera en que los partidos reclutan y presentan candidatos. Ellos no cuentan con cuadros de calidad suficientes e incorporan a sus filas a personajes sin lealtad ni experiencia, quienes asumen la política como una aventura personalista. ¿Qué hacer, entonces? Todo aquello que fortalezca las organizaciones partidarias, que apunte a crear una carrera política (de una manera similar a una carrera pública), eliminar el voto preferencial, fortalecer la democracia interna, articular el nivel nacional con el regional y distrital, otorgar financiamiento público específicamente para fines de capacitación, entre muchas otras cosas.
ACTUALIZACIÓN, 29 de mayo
Ver columna de Augusto Alvarez hoy, recogiendo algunas ideas de mi texto. Me alegro porque coincidamos.
http://www.peru21.com/comunidad/columnistas/Html/2008-05-29/director0899843.html
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1 comentario:
Estimado Martín,
Coincido totalmente con tu propuesta de que el núcleo del problema del sistema político peruano "está en la oferta política".
A propósito de dicho problema (la oferta política), se generó un interesante debate en el blog de nuestro amigo Carlos Meléndez (a) "El Jorobado de Notre Dame", en sus post:
1. Cómo acabar de una vez por todas con los “balances” de la izquierda
y
2. En busca del elector desconocido.
En esa discusión, he expresado algunas ideas que me parecen pertinentes para este post y que seguidamente trato de adecuar.
Creo que el principal problema en el Perú no está en el electorado, sino en los partidos. Me explico. Hay cierto sector de la opinión pública que ha machacado con la idea de que "los peruanos no sabemos votar" (de allí que a fines de los 80 hayamos votado por un perfecto desconocido como Fujimori y que, luego, casi haya ganado Humala), de que "no tenemos memoria histórica" (ello explicaría que insistimos en elegir a políticos que en un primer momento hicieron una muy mala festión y que se supone estaban muertos políticamente). Muchos "analistas" y "líderes de opinión" repiten como loros esas ideas.
Esas ideas me parecen falsas e interesadas. No es verdad que los peruanos "no sabemos votar", sino que "no tenemos por quien votar", ya que los partidos compiten por ser uno peor que el otro. Entonces, terminamos votando por el "menos malo". Utilizando una metáfora, vamos al mercado a comprar papas, pero todas las que encontramos están malogradas o podridas; pero como de todos modos tenemos que comprar papas, escogemos las que parecen "menos malas".
Ahora bien es posible que parte del electorado no haya identificado el problema de la calidad de la oferta política peruana, y que se haya sentido muy bien representado con las alternativas políticas por las que optó. Sin embargo, tal percepción de ese electorado no "cualifica" a dichas alternativas políticas si estas son, objetivamente, malas.
Por poner otro ejemplo, esta vez farandulero. Creo que a un gran sector de televidentes peruanos les gustan los programas de Laura Bozzo; no se perdían ningún capítulo y podrían asegurar que se trataba de un "buen programa". No obstante, haciendo un análisis objetivo, podemos coincidir en que los programas de Laura Bozzo son parte de la basura televisiva.
En tal sentido, el problema de muchos "partidos" está en que no han podido construir proyectos políticos medianamente coherente, lo que se expresa en la mala calidad de la mayoría de los parlamentarios.
Independientemente de la percepción que el electorado pueda tener sobre la oferta política, sí es de interés saber las razones por las que dicha oferta no mejora objetivamente, más allá que algunos se den por satisfechos con la mediocridad de nuestros partidos. ¿Qué se podría hacer para que esa oferta política mejore?
Creo que una mejora de la oferta política pasa por la emergencia de nuevas élites políticas, dispuestas a construir, weberianamente, nuevas organizaciones partidarias, que superen las taras de las que están actualmente en el mercado.
En lo que respecta a las reformas políticas, coincido contigo, Martín, en que más necesarias son aquellas que incidan en "mejorar al sistema de partidos".
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