sábado, 4 de agosto de 2007

"Se reserva el derecho de admisión"


Sigo con uno de los temas de debate de los últimos dos posts. ¿Cómo distinguir prácticas discriminatorias de otras formas de exclusión aparentemente "aceptables", basadas en un criterio de "distinción", como diría Bourdieu? Unas serían formas de exclusión ilegítimas e ilegales (sobre criterios raciales, étnicos, religiosos, por ejemplo), mientras que las otras, aunque también antipáticas y odiosas (al menos para mí), sí serían legítimas y legales, al menos hasta ahora (es decir, exclusión de personas por nivel cultural, "gusto", estética, moda, etc.). Esto es lo que está en juego.

Viendo algunos comentarios a mi post:

http://martintanaka.blogspot.com/2007/07/la-sede-local-discriminador-no-vayan.html

y el post de Silvio:

http://grancomboclub.blogspot.com/2007/08/no-me-dejaron-entrar.html

veo que algunos pueden pensar que lo ocurrido en "La Sede" y en otros lugares puede ser minimizado. En otros países, habría prácticas similares, como en "Studio 54", amparadas en la libertad privada, y no habría que arañarse por eso. Sería legítimo discriminar para que solo haya "gente bonita", en un establecimiento, por ejemplo.

No estoy de acuerdo, por varias razones. Primero, prácticas como las de Studio 54 se mantienen hasta hoy, cierto, pero son cada vez más criticadas. Los tipos de la puerta de un establecimiento que deciden quién entra y quién no son los bouncers. Ver al respecto

http://en.wikipedia.org/wiki/Bouncer_%28doorman%29
(de aquí saqué la foto)

Se supone que la entrada se limita por razones de seguridad o porque no se respeta un dress code determinado. El problema es que esto último se presta a muchas arbitrariedades, abusos, y prácticas discriminatorias: que pueden ser desde raciales, hasta distintas formas de ugly-ism, "la fiesta no es para feos". En suma, esto de "reservarse el derecho de admisión" existe en varias partes, pero en todas partes hay quejas porque esto puede desembocar en discriminación, en una práctica ilegítima, inaceptable, ilegal. Tengo la impresión de que cada vez más la tarea de un bouncer se limita a excluir por razones de seguridad, antes que por "estilos", a menos que los criterios sean muy claros (digamos, si hay que estar vestidos como en los sesenta, no puedes ir vestido como todos los días).

Ahora bien, con todo parece ser cierto que en el primer mundo la práctica del principio de "se reserva el derecho de admisión" parece no generar tanta controversia como en un país como el nuestro. Tengo dos hipótesis al respecto: una, que en esos países la lucha contra las formas de discriminación más abusivas y prepotentes ha sido básicamente ganada; lo que tenemos son formas de discriminación más sutiles y menos odiosas, basadas en lo Bourdieu llamaba una lógica de "distinción". Acá no hemos avanzado tanto.

Segundo, en el norte se vive en contextos multiculturales: cada grupo social, racial, étnico, tiene ganados sus espacios, y el problema allá más bien está en la convivencia entre esos grupos. Por ello, la discriminación que eventualemente ocurre por temas de moda, looks, no es percibida como un tema de debate público importante.

En nuestro país las cosas son totalmente diferentes: la conquista de igualdades básicas no es suficientemente firme; y no venimos de una tradición de multiculturalismo, sino de una de mestizaje; el énfasis no está en buscar el reconocimiento de la diferencia, sino en la búsqueda de la igualdad, todavía precaria. En nuestro medio no es legítimo decir "respeten mi derecho a tener un local con el tipo de gente que quiero", porque ello en realidad está encubriendo alguna forma de discriminación, es una violación del principio de igualdad.

Estas son ideas en borrador... seguiré comentando sobre esto...

18 comentarios:

Ernesto dijo...

Concuerdo con lo dicho, nuestro pais aun es demasiado racista como para que se apliquen los criterios de admision basados en "estilo".

Por otro lado, en terminos generales por lo que he leido por lo menos aca en España, el temido "portero de discoteca" ya tiene ganada su fama como prepotente y el que decide quien es el que entra y quien no, peroooo hay el detalle que el tema racial vuelve a aflorar siendo el destino en este caso los inmigrantes, alguna que otra vez ha pasado que ya no solo no admitieron (que eso debe ocurrir pero no sale en la prensa) sino que encima dieron una paliza al inmigrante que trato entrar....

Tons... hasta que punto (aqui y alla) estos... "elementos" deban tener un poder tan discrecional es algo que deberia de pensarse.

Silvio Rendon dijo...

Hola Martín,

Dices:

"el énfasis no está en buscar el reconocimiento de la diferencia, sino en la búsqueda de la igualdad, todavía precaria"

Esto me suena a decir que hay lujos que no podemos darnos en el Perú porque todavía nos falta mucho. Una cosa es que el reconocimiento de la diferencia tenga poco énfasis y otra cosa es que se niegue el derecho a la diferencia. No veo por qué se debe asimilar el derecho a la diferencia a la discriminación racial. De hecho creo que este punto es donde las izquierdas han demostrado su total incomprensión de lo que quieren las mayorías. Éstas eventualmente sí quieren la distinción. No es que sólo busquen productos masivos.

Si alguien quiere tener un local de cierto estilo donde no entren todos (siempre que no discrimine por razones de raza) no veo por qué no puede tenerlo también en nuestro medio. El principio de igualdad no quiere decir que se quite el incentivo a los locales de diversión a buscar la diferencia. Sino caemos en un cambalache: "todo es igual nada es mejor" y se acaba por no tener incentivos o arquetipos. La mayoría de gente entiende (entendemos) que le será difícil entrar a un lugar que sea frecuentado por famosos(as), tipo Studio 54, y no tiene ningún problema con ello. Admira y le gusta que existan las celebridades, y sueña con (o al menos no le importaría) llegar a ser una celebridad. Todos queremos tener algo de exclusividad en algún dominio. Si ésta no existe, la creamos. Eso nos incentiva. Buscamos tener habilidades especiales, las cultivamos, estudiamos, practicamos. Nos queremos destacar y lo intentamos. Se aplica en cada campo de la vida y no viola el principio de igualdad.

Te lo pongo como ejemplo. No es que un lugar exclusivo con cierto estilo tenga que ser sólo de blancos. Podría ser un lugar cabeceado racialmente, pero con cierto estilo, no sé, que todos sepan bailar bien salsa. que todos vistan de estética gótica, o cualquier otro criterio. Por último, los lugares de diversión competirán entre sí, más gente querrá ir a aquellos que tengan mejor ambiente y donde se sienta más a gusto. Si no te dejan entrar a uno, no creo que te sientas a gusto allí. Irás a otro lugar; no vas a pedir que cierren el lugar donde no te dejaron entrar. Y más aún, estos lugares exclusivos los puedes tener en los conos de Lima; no tienen por qué estar siempre en Miraflores o en algún distrito central.

Sobre el periodista, Marco Avilés, que mencionabas. Mira, tengo entendido que la Sede es un lugar muy abierto que para nada es un Studio 54, ni como otros locales donde sí discriminan por razones de raza. El supuesto discriminado pudo entrar y no queda claro que la escaramuza inicial de no dejarlo entrar haya sido por razones de raza. Parece que como no lo dejaron entrar inicialmente, el periodista sintió que lo estaban tratando "como a un cholo" y que era un "cholo frente al mundo". Si alguien ha puesto en juego criterios raciales, éste ha sido el mismo periodista. De lo dicho por éste, no parece que haya sido así de parte la discoteca. Creo que si cada vez que alguien tenga alguna escaramuza se va a comenzar una campaña para cerrar un local por racista, se corre el peligro de malversar la lucha contra el racismo.
Saludos,
Sílvio

Martín Tanaka dijo...

Algunas ideas adicionales:

cuando hablo de discriminación, hablo de algún tipo de exclusión inaceptable, ilegítima; lo típico es lo racial-étnico, pero no es lo único, y acaso no es lo principal, ojo. La clave del asunto es la arbitrariedad. En el caso del racismo la arbitrariedad es evidente. Pero también lo es el tema de la "pinta": precisamente por eso es tan molesto e indignante para quien lo sufre. Además, que lo de la pinta en nuestro medio suele mezclarse también con lo racial.

Todos podríamos aceptar exclusiones por algún tipo legítimo y claro de selección: por ejemplo, en Lima hay locales salseros y peñas criollas donde no cualquiera entra: sólo puedes entrar con invitación. De lo que se trata es que sólo haya salseros duros y criollos de corazón, no cualquiera. Se trata, allí sí, de "fiestas privadas". La regla es clara, se cumple y nadie se araña.

El asunto es que la regla de exclusión tenga alguna base legítima, sea clara y se cumpla. El problema con el caso de La Sede, o Mamá Batata, es que lo de fiesta privada es solamente una excusa para discriminar, para excluir arbitrariamente. ¿Qué sería legítimo? Tomando a Habermas, algo que puedas fundamentar racionalmente en la esfera pública.

Para terminar: creo que sería útil acudir a Michael Walzer, en su libro "Esferas de justicia" y asumir que hay diferencias odiosas y arbitrarias que deben ser combatidas, otras diferencias que pueden ser toleradas, y diferencias positivas que deben ser promovidas.

Los ejemplos de Café del Mar, La Sede o Mamá Batata serían a mi juicio casos de diferencias inaceptables; el caso de locales muy caros, que "filtran" clientes por precios, es algo que puede ser tolerado (siempre y cuando cualquiera que pague entre).

Finalmente, el caso de peñas criollas semicerradas, que buscan mantener cierta pureza de su tradición, sería el caso de una lógica de diferenciación legítima, y positiva desde el punto de vista del mantenimiento de ciertos valores culturales.

Esto da para más, seguiré comentando...

Silvio Rendon dijo...

"el caso de locales muy caros, que "filtran" clientes por precios, es algo que puede ser tolerado (siempre y cuando cualquiera que pague entre)."

Cada negocio pone su precio. Ya verá qué clientes obtiene. Si la calidad de los servicios no son buenos, no le vendrá más gente. Eso no es discriminación. ¿Por qué "tolerado" como si hubiera algo que estuviera mal?

No se necesita ser un salsero duro, un criollo de corazón para querer tener un espacio exclusivo. Cuando uno va a un lugar donde hay más gente, se forma un grupo humano. Entras a un ambiente y sabes si te gusta o no te gusta. Una vez (me la contaron) una profe de antropología de la PUC envío a sus alumnos a asistir a una fiesta de cumbia peruana (también llamada chicha) a un local del Paso Colón. Claro, entraron, nadie les impidió la entrada, pero al parecer los chicheros estaban asados y se sentían observados por gente que no pegaba ni con cola. No parece que los parroquianos se lo pasaron bien esa noche. En temas de entretenimiento la subjetividad es importante y hay muchos mecanismos informales para seleccionar a la gente, o hacer que ésta se autoselecciones sin tener que llegar a aguantarlos en la puerta.

Saludos,
Sílvio

Anónimo dijo...

Hola Martín,

Hace algunos días llegué a este blog, está muy interesante, he leído varios artículos y comentarios que haces. Creo que vine en un momento preciso porque el próximo año entro a la facultad de Sociología, también de la PUCP.

Es interesante como estás abordando los casos de discriminación que lamentablemente se dan.
Todas esas prácticas discriminatorias deben ser multadas, en mi opinión, y en especial sancionadas moralmente por todos nosotros, ya que muchas veces una sanción moral es más eficiente.
Por otra parte, no sé hasta qué punto es preferible hablar de una exclusión o discriminación aceptable. Creo en todo caso que puede hablarse de una exclusión natural, pero tenemos que saber sobreponernos a ella.

Para terminar quisiera plantear una pregunta:
¿Es posible diferenciar discriminación / racismo y libertad de expresión? ¿Existe un límite que las separa?
O son esos actos manifestación de nuestra libertad.

Muchos saludos,
Julio.

pd. Sobre el afiche del Festival de Cine, creo que merece un comentario.
http://farm2.static.flickr.com/1156/947558998_700b8ef08c_o.jpg

Fabber dijo...

Si yo soy dueño de un lugar público, cuando quiero ser exclusivo aumento el precio del local, si quiero armar algo más exclusivo y selecto LO CIERRO, e invito a quien me da la gana a mi fiesta. El resto son pretextos para prolongar las formas de discriminación ilegales y fuera de la lógica de la esfera pública, aquí, en Tokyo, Londres, o la capital fashion de preferencia.

Si ingresa alguien y resulta que no encaja con la onda del lugar es muy distinto a decidir eso de antemano. Y los casos de discriminación que siempre se dan no son tanto por el reguetonero al que no dejan entrar a la fiesta gótica, o al metalero que se queda en la puerta del salsódromo, sino con casos más cotidianos, de personas que no creían tener motivos para "autoseleccionarse" como se menciona más arriba.

Ejemplos como las discotecas exclusivas en capitales del primer mundo realmente no entran a tallar en una discusión lógica, porque la discriminación existe y tiene el mismo principio tanto en Miraflores como en Manhattan. Bajo esa misma perspectiva no debemos alarmarnos si alcanzamos la misma cifra de muertos por armas de fuego en EEUU o de suicidios escolares en Japón. Los países desarrollados sirven de ejemplo en lo que nos es ventajoso y no tenemos que resignarnos a reproducirlos ciegamente, como un calco con verrugas y todo.

En Perú, centrándonos en el tema de origen, los criterios de selección en muchos lugares se asemejan al de las páginas sociales de varias publicaciones: si eres blanco puedes aparecer por default en la foto, sin más méritos que tus genes , cuanto más cholo o negro o ambas cosas seas, la cantidad de méritos personales necesaria para aparecer en la foto está en relación proporcionalmente directa con cuan mas cholo o negro se es. Describo lo que veo, la triste realidad. El que algún frivolón de EEUU haya inventado el Studio 54 y hayan hecho una peli sobre lo cool que era meterse coca y bailar disco con los famosos en ese lugar, no me impide estar inconforme y opuesto a resignarme al estado de cosas actual.

Juan Manuel Sosa Sacio dijo...

Hola a todos y gracias Martín por insistir en el tema.

Bueno, haré una entrada al tema desde el Derecho Constitucional, que es lo que conozco un poco.

Allí, al referirnos al "derecho a la igualdad" (que incluye el "principio de igualdad") puede hacerse referencia dos sujetos y a tres situaciones (simplificando bastante el tema). Los dos sujetos son el Estado y los particulares. Las situaciones comprendidas por el derecho a la igualdad son el derecho al trato igual, el derecho a no ser discriminado y el deber de realizar “discriminaciones positivas” (o “acciones afirmativas”)

Todos estos derechos (3 situaciones) son vinculantes para el Estado: (1) el Estado ante circunstancias iguales debe actuar de manera igual; en tal sentido, las leyes deben tener carácter general y no pueden establecer diferenciaciones irracionales, además la aplicación de la ley debe ser igual para todos (en sede judicial o administrativa) (2) El Estado no puede discriminar (aunque sí distinguir, atendiendo a la “naturaleza de las cosas”); con ello se proscribe toda diferenciación odiosa o repugnante a los derechos fundamentales (por ejemplo: distinción por raza, sexo y preferencia sexual, religión, opinión política, etc.) (3) El Estado tiene el deber de promover políticas públicas que permitan que algunos sectores, especialmente postergados o excluidos, sean beneficiados o promovidos para que puedan alcanzar una igualdad básica y sustantiva, que reconozca su igual dignidad con respecto al resto de personas de la comunidad.

Empero, frente a los particulares solo es exigible una de las referidas manifestaciones de la igualdad: el derecho a no ser discriminado. Efectivamente, no se exige a los particulares que traten igual a las personas ante circunstancias iguales, pues lo que prevalece en el ámbito particular es la libertad de acción. En tal sentido, no me pueden obligar a contratar con todos por igual, a acudir a todas las tiendas por igual, a querer a todos por igual, a dar regalos a todos por igual (aunque este “todos” tenga un ámbito limitado) Una imposición tal sería contraria al principio de libertad (y acreditaría la existencia de un Estado totalitario). Asimismo, tampoco se exige en el ámbito privado que se realicen actuaciones para la promoción de los sectores excluidos; eso, como se sabe, en el Estado contemporáneo (que atiende poco a los deberes y al principio de solidaridad) queda a la sensibilidad de cada uno.

En todo caso, anotábamos, lo que no podemos hacer los particulares es discriminar. Podemos distinguir por distintas formas y en distintas circunstancias, al crear agrupaciones y sociedades, al celebrar negocios, al restringir la entrada a locales, según nuestros intereses, gustos o impulsos. O sea, podemos juntarnos con quien nos de la gana y separarnos de quien nos de la gana. Sin embargo, este “con quien nos de la gana” no es absoluto, sino que encuentra sus límites en la norma que permite la convivencia de todas las personas: la Constitución. Si bien para los no abogados esto puede parecer una simpleza o utopía, lo cierto es que la Carta fundamental, la más obligatoria de todas las normas, resuelve este tema de manera clara: diferencias sí, discriminación no. Y discriminación es toda distinción que atenta contra la dignidad de la persona, distinciones subjetivas que consideran que unas personas son menos dignas (menos humanas) que otras, aunque sea de manera encubierta (como destaca la doctrina de las discriminaciones indirectas o impacto adverso)

En tal sentido (estimado Silvio), a nadie se le impide seleccionar a su mancha, a su gente, ni tampoco se prohibe imponer condiciones objetivas de selección (la forma de vestir –digamos, el antiguo “no polo, no zapatillas”–, los precios elevados, o las invitaciones personales)

Lo que sí está y debe estar proscrito es que, a partir de supuestas condiciones objetivas, se encubran prejuicios y denigraciones (subjetivas) que consideran menos dignos a los otros (acto que lastima la humanidad del discriminador y no del discriminado)

Ergo, estoy completamente de acuerdo con Martín y Fabber. No podemos ser acólitos del status quo.

PD: Para los hinchas del Derecho Constitucional, algo más sobre el derecho-principio de igualdad: http://jmsosasacio2.blogspot.com/2007/03/el-derecho-principio-constitucional-de.html

Rodrigo dijo...

Martín:

En el 2005 discutí este tema con un amigo que estudiaba derecho en ese tiempo, apropósito de casos recientes que habían alcanzado cierta publicidad. Resulta que este chico participaba en la Clínica Jurídica de Acciones de Interés Público de la PUCP, que había publicado un análisis de este asunto de "el reservarse el derecho de admisión" en un boletín. Es interesante para ver por donde va el tema en lo legal.

Va el link, si te interesa:

http://www.pucp.edu.pe/facultad/derecho/Clinica/Boletin/boletin.pdf

Saludos

Rodrigo

Anónimo dijo...

Comento lo que dice Silvio. Si los precios altos o bajos en los lugares públicos deben ser "tolerados" o "promovidos" no es en realidad el tema de discusión ahora, aunque, la verdad, no veo cómo alguien puede argumentar que deba ser promovido o deseado que los lugares cobren más caro. Eso es algo que se da únicamente en función de los intereses del empresario, y nadie más que él debe esperar que el precio de ingreso a su local deba aumentar, por lo tanto es algo que a nosotros nos corresponde únicamente tolerar.
El asunto es, como dice Martín, si es que la selección de quienes pueden entrar o no entrar a un local como La Sede o Mamá Batata se da con criterios objetivos. Recuerdo haber estado una vez en la puerta de Mamá Batata con un amigo y ver que, si bien dejaban entrar al local tanto a "blancos" como a "cholos", había muchos "blancos" que podían entrar con Jean y polo mientras que ningún (o casi ningún) "cholo" pudo entrar vestido de esa manera. Es decir, el "cholo" podía entrar, pero le costaba más que al blanco demostrar que estaba apropiadamente vestido: debía tener zapatos y camisa de marca, etc. ¿Es o no es eso discriminación racial? No sé si el caso de LaSede y del periodista mencionado sea de discriminación racial (talvez el periodista se puso malcriado o sea un patán), pero, más allá de eso, lo que nos interesa ahora es discutir sobre la discriminación en lugares públicos, y no creo que para que ella exista sea necesario que esta vaya acompañada de insultos o gestos explícitos. Rafael Barrantes.

Silvio Rendon dijo...

"El que algún frivolón de EEUU haya inventado el Studio 54 y hayan hecho una peli sobre lo cool que era meterse coca y bailar disco con los famosos en ese lugar, no me impide estar inconforme y opuesto a resignarme al estado de cosas actual."

De hecho Studio 54 fue inventada por una peruana con dos americanos. No sé si eran frívolones, algo tan subjetivo, pues estamos hablando aquí de lugares de entretenimiento (y en el caso de Studio 54, de una discoteca campeona en este género). Pero claro, es cuestión de gustos. Si alguien piensa que un lugar es frívolo y no le gusta, en cualquier lugar del mundo, es fácil: que no vaya. No hay por qué hacer campaña para cerrar el lugar.

Lo que hacía Studio 54 no era ilegal. Por el contrario, dentro de la exclusividad del lugar daba entrada a mucha gente de a pie y de diferentes colores. No existe algo así en nuestro país. El ejemplo no lo he puesto para justificar y prolongar la discriminación de todo tipo como insinúa Fabber. En este comentario ya le he contestado con algo más de detalle, por lo que no me extenderé en este espacio.

Saludos,

Sílvio

Fabber dijo...

Lo que cuestiono no es ni la frivolidad ni a quienes fundaron el lugar, sino el uso como ejemplo de dicha discoteca para atenuar el caso de la discriminación en nuestro medio. Jamás he estado en el pellejo de algún hispano o negro no-famoso intentando entrar al Studio 54 en alguna encarnación anterior a la presente, pero por lo que tengo entendido sería iluso de mi parte asegurar que ningún criterio racial influía en la entrada a dicho lugar de moda.

Sobre los criterios de discriminación lo he mencionado más arriba y también lo menciona Rafael Barrantes. "¡Pero si mi local no es racista! - te dirá el dueño de turno - mira a ese cholo o a ese negro por ejemplo". Algunos están "in" por default, otros tienen que acumular una serie de méritos y medallas para estarlo. Lo sabemos, es la realidad cotidiana que vivimos, y no podemos ponerle atenuantes, peor en un país donde es la mayoría de la población la que entra en el sector mayormente discriminado. Es decir, ni siquiera estamos hablando de minorías marginadas. Más claro no lo puedo poner.

Silvio, lo que señalo en tu blog es que estoy de acuerdo contigo en que si existen criterios extras para la entrada a un local público como uso de zapatillas, terno o entrar vestido de stormtrooper, esto debe ir claramente en un cartel en la entrada. De otro modo, el separar gente unos de otros puede obedecer, como obedece en la mayoría de casos, a criterios injustamente excluyentes, entre los que campea como principal criterio el racismo.

Por último, para aquellos que en secreto den la razón a la discriminación porque les permite divertirse en un ambiente que ellos consideren "cool" creo pertinente mencionar que la aspiración de una sociedad es la justicia y la igualdad de oportunidades. Si para divertirme y sentirme en onda debo apañar un negocio que hace sentir a muchos en la entrada un atropello a su dignidad o rebajarlos en una fantasmal e indefinida escala del "coolness" es que algo anda muy torcido ... y como lo señala Sosa Sacio en su comentario de más arriba, es ilegal y parafraseándolo un poco en una puerta un "bouncer" no puede decidir quienes son más "dignos" que otros, más allá de criterios obvios como la seguridad.

¿Criterios de selección legales? Carteles ¿Exclusividad para que entre solo la gente que uno desea? Se convierte el evento en privado y se mandan invitaciones a los seleccionados.

Hasta que no se solucione ese problema legalmente, tenemos acceso a acciones a nuestro alcance a nivel de iniciativa individual, no solo dejando de ir a los locales que tengan prácticas discriminatorias, sino difundiendo dichos casos y tomando una postura al respecto. Felicitaciones a Martín por encender los reflectores de su blog sobre este tema.

Silvio Rendon dijo...

Estimado J. M. Sosa Sacio,

Gracias por la ilustracion jurídica, pero creo que estás adelantando opinión sólo en base a tu interpretación de lo manifestado por Marco Avilés sobre La Sede.

Lo que sí está y debe estar proscrito es que, a partir de supuestas condiciones objetivas, se encubran prejuicios y denigraciones (subjetivas) que consideran menos dignos a los otros (acto que lastima la humanidad del discriminador y no del discriminado).

De acuerdo. En los comentarios a mi post sobre el tema hablo un poco sobre esto y la necesidad de objetivizar y publicar los criterios de admisión. La pregunta es, en el caso Avilés La Sede ¿ha encubierto "prejuicios y denigraciones subjetivas"? Creo que finalmente Avilés entró a la discoteca que quería entrar y es sólo él quien le ha dado connotaciones raciales a su incidente. Si uno no se queda en este testimonio y admite otras fuentes, queda claro que La Sede es un lugar de mucha amplitud en la admisión de gente de diversos colores. ¿Que hay otras discotecas que practican una severa exclusión y discriminación racial? No lo dudo, por el contrario lo afirmo y lo condeno. Toca hacerles caer el peso de la ley. Entonces, ¿en qué no estamos de acuerdo? Creo que sólo en nuestra lectura del caso Avilés. Nada más.

Sobre lo que acota Rafael Barrantes. Exigir a una persona un código de vestimenta más estricto que a otra por razones de raza es discriminación racial, sin lugar a dudas. Esos lugares deben ser denunciados. Sin embargo, ese no parece haber sido el caso Avilés en La Sede. Por lo demás, si se trata de "discutir sobre la discriminación en lugares públicos", pues creo que estamos de acuerdo.

El tema está no sólo en compartir una serie de principios, sino también en saber aplicarlos en un caso concreto. No debemos caer en la generalización y en el falso silogismo:

1. En muchas discotecas en el Perú se suele impedir la entrada a personas de raza no blanca (amerindia, negra, asiática, etc.);
2. A Marco Avilés se le impidió la entrada a una discoteca;

Ergo

3. A Marco Avilés se le impidió la entrada porque no es blanco.

Creo que se aprecia que se trata de una lógica equivocada, que lamentablemente veo presente en diversas intervenciones...

Saludos a ambos

El Chato Heston dijo...

Hola, hace casi 7 años que vivo en USA y la verdad que las cosas las ves mucho mas claras desde acá. Quiero aclarar que el racismo existe en la sociedad norteamericana, pero opera de una manera distinta a la de Lima.
Es cierto que hay discotecas que tienen un dress code, y otras no. Es cierto que a la misma Studio 54 como a otras uno entra a dedo. No es cierto que exista racismo detrás de esta práctica, pues es tan simple como esto: si cumples con el dress code, no interesa la raza que seas, entras. Si no te dejan entrar, demandas. Si estas borracho, te pones a hacer problemas, etc., te botan, así seas del color que seas.

Juan Manuel Sosa Sacio dijo...

Estimado Silvio,

sobre el caso de Marco Avilés, al igual que tu (y el propio Martín), considero que no queda claro que haya sido un asunto de discriminación racial.

Decías: "Si alguien quiere tener un local de cierto estilo donde no entren todos (siempre que no discrimine por razones de raza) no veo por qué no puede tenerlo también en nuestro medio. El principio de igualdad no quiere decir que se quite el incentivo a los locales de diversión a buscar la diferencia"

A partir de esta y afirmaciones similares tuyas me permití realizar algunos matices sobre los motivos de diferenciación. Y es que el derecho a ser diferente no me permite distinguir como me da la gana, hasta incurrir en prácticas discriminatorias (que no solo se refieren a discriminaciones raciales). Mi temor con afirmaciones tan abiertas en justificar las distinciones, es que pueden encubrir (incluso sin querer) discriminaciones, como bien anotó Fabber.

Por eso, para mi estos comentarios iban más allá del caso de La Sede. En un comentario a otra entrada de este blog (y en otro que creo haber dejado en el tuyo), afirmaba que este tema es un motivo para discutir sobre otro mayor, que es el de las grandes brechas de exclusión. Definitivamente Marco Avilés no es un excluido del sistema, ni un discriminado (además entró al local, pese a lo ocurrido y a su “indignación”) El asunto de fondo no es racial, sino tiene múltiples aristas (económicas, sociales, políticas, culturales), vinculadas a cómo estamos mirando a los otros y en que me medida los consideramos iguales (o parte de un “nosotros”) La tarea es eliminar las fracturas, reconociéndonos en una identidad peruana incluyente, con personas distintas pero igualmente ciudadanas.

Dejo una vez más un link (cada vez más actualizado), para que sepan más o menos a que me estoy refiriendo: http://podercholo.blogspot.com/

Después de leer los últimos comentario, veo que en el fondo estamos de acuerdo. Silvio, creo que el ejemplo de La Sede, pero sobre todo el de Studio 54 han generado confusión. Todos estamos de acuerdo con que es posible distinguir, por consideraciones objetivas; lo que resulta inadmisible es discriminar (por raza o cualquier otro tipo de denigración humana inaceptable)

Gracias a todos por el intercambio de pareceres y a Martín por estimularlo.

Andrea Naranjo dijo...

Creo que acá hay un artículo interesante respecto a su reflexión sobre el concepto de Distinción de Bourdieu y el racismo en Perú:
"Y si usted fuera víctima del racismo de la inteligencia?"

"Es necesario saber que no hay un racismo, hay muchos racismos: hay tantos racismos que hay de grupos que tienen que justificarse de existir como existen, lo que constituye la función invariante de los racismos. Me parece muy importante de llevar el análisis sobre las formas del racismo que son las más sutiles seguramente, más irreconocibles, por lo tanto son las más raramente posible denunciadas, quizá porque los denunciantes ordinarios del racismo poseen algunas de las propiedades que inclinan a esta forma de racismo. Pienso en el "racismo de la inteligencia".

El "racismo de la inteligencia" es un racismo de clase dominante que se distingue por una muchedumbre de propiedades de lo que se designa habitualmente como racismo, es decir, el racismo pequeño-burgués que es el objetivo central de la mayoría de las críticas clásicas del racismo, a comenzar por los más vigorosos, como la de Sartre.

Este racismo es consustancial a una clase dominante cuya reproducción depende, por una parte, de la transmisión del capital cultural, capital heredado que tiene por propiedad ser incorporado como un capital, natural, innato ( aquí entra el discurso del determinismo biológico decimonómico).
El racismo de la inteligencia es el que los dominantes tienen por objeto producir la prolongación y validación de su propio privilegio”, como dijo Weber, es decir, una justificación del orden social que dominan. Es lo que hace que los dominantes supongan que son superiores .

Todo racismo es un esencialismo y el racismo de la inteligencia es la forma socializada como una característica de una clase dominante cuyo poder se basa en parte en la posesión de títulos que, como los títulos escolares, son supuestos ser garantías de inteligencia y que se sentaron, en muchas sociedades, y para el acceso mismo a las posiciones de poder económico, de los títulos antiguos como los títulos de propiedad y los títulos de nobleza."

Pierre Bourdieu “El racismo de la inteligencia" Le Monde Diplomatique 2004
disculpe la precaria traducción

Martín Tanaka dijo...

NomadAndrea:

gracias por el comentario. Con los años, he llegado a la convicción de que debemos combatir y evitar todas las formas de discriminación, y allí las ideas de Bourdieu son muy pertinentes. Claro, ya es muy mal visto ser racista, o discriminar por religión o identidad sexual, pero sí se discrimina por inteligencia, por "buen gusto", por "cultura", moda, estilo, etc.

Yo, y estoy seguro que todos, conocemos gente "medio bruta", "huachafa", sin instrucción, etc., pero que es más leal, honesta, principista, consecuente, que muchos de los inteligentes, cultos, "distinguidos", etc.

Sin duda yo prefiero tener cerca a los primeros que a los segundos. Saludos.

Andrea Naranjo dijo...

Completamente de acuerdo.
Yo acabo de "descubrir" este artículo de Bourdieu sobre el "racismo de la inteligencia" gracias a su mención del concepto de "distinción" respecto al racismo en el Perú y las reflexiones de Cecilia Méndez que también usted publicó aquí.
Aquí el link directo al artículo

http://www.mondediplomatique.fr/2004/04/BOURDIEU/11113

saludos grandes

fredy dijo...

Hola
Este es el tercer comentario sobre un post de tu blog que està interesante para comentar. Irè directo al punto.

1.En Perù en las discotecas y restaurants que mencionan son racistas. Discriminan por raza. Decir ello es impopular pero es una realidad social difìcil de encubrir con palabras.

2.La soluciòn es demandar al local, lamentablemente las leyes no son favorables y todos sabemos que el poder judicial es condescendiente en la medida del dinero que el demandante o demandado pueda proveerle.

3.Estoy de acuerdo con Fabber.