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Este artículo salió publicado en el Boletín del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), Análisis de Políticas, nº 48. Complementa mi artículo sobre el mismo tema publicado este semana en Perú21.
El Congreso del periodo 2001-2006 terminó sus funciones en medio de un gran descrédito ciudadano. Según la encuesta nacional de APOYO de mayo de 2006, la desaprobación a la gestión del Congreso fue de 79%, mayor que la del Poder Judicial (78%). En los últimos años hubo intensos debates sobre qué hacer para enfrentar los problemas de legitimidad del Congreso, y se dieron algunas reformas: la ley de partidos de noviembre de 2003 y la ley de barrera electoral de octubre de 2005, que buscaron limitar la fragmentación; diversas modificaciones al reglamento del Congreso y la aprobación de un Código de ética, buscaron fortalecer a los grupos parlamentarios y limitar conductas oportunistas en los legisladores. Sin embargo, según la encuesta nacional de APOYO, en julio de 2007, al cumplirse un año de gobierno, solamente un 17% aprobó la gestión del Congreso, con una desaprobación del 75%. ¿Qué pasó con las reformas? ¿Debemos persistir en ellas, o hacer otras cosas?
El funcionamiento sobre la base de grupos parlamentarios ciertamente ha tenido efectos: en el periodo 2001-2002 se presentaron 3,390 proyectos de ley; mientras que en el periodo 2006-2007, 1,475; en cuanto al número de leyes observadas por el poder ejecutivo, pasaron de 20 en el periodo 2005-2006, a 10 en el periodo 2006-2007. Parece haber más orden que antes.
Las reformas buscaron también limitar la fragmentación, y en julio de 2006 las cosas no se veían mal: en el Congreso 2001-2006, 11 partidos lograron representación, mientras que en el 2006-2011, solamente 7. En julio de 2006, al conformarse los grupos parlamentarios, registramos 5 grupos, con un número efectivo de grupos parlamentarios de 3.73; si comparamos esto con julio de 2001, tenemos 6 grupos, con un número efectivo de grupos de 4.01. Sin embargo, un año después, las cosas se ven mal: en julio 2007 tenemos 6 grupos parlamentarios, y siete congresistas sin bancada. Si consideramos a esos siete como una solo grupo, el número efectivo de grupos parlamentarios sube a 5.48, número mayor al del Congreso 2001-2006, que en mayo de 2003 tuvo un 4.77.
¿Por qué tenemos ahora un Congreso más fragmentado que antes? La respuesta está, principalmente, en la debilidad del partido que obtuvo más representantes, la UPP. En el Congreso 2001-2006, si bien Perú Posible tuvo muchas bajas (pasó de 47 a 41 representantes entre julio 2001 y mayo de 2003), ahora tenemos que UPP entró con 45 representantes, y un año después, solamente tiene 18, que además se dividieron en una elección tan crucial como la de la Mesa Directiva 2007-2008.
Para mí la moraleja es que los problemas del Congreso son consecuencia de la indisciplina y poca consistencia de los partidos, antes que cualquier otra cosa. Por consiguiente, deberíamos persistir en el camino de las reformas: revisar la ley de partidos y eliminar las "perforaciones" que ha sufrido; fortalecer el funcionamiento del Congreso sobre la base de bancadas; eliminar el voto preferencial; sancionar duramente el transfuguismo y violaciones al código de ética, entre otras cosas.
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