Artículo publicado en Perú21, martes 10 de abril de 2007
En los últimos días, varios columnistas han insistido en la tesis de la alianza o pacto entre el gobierno aprista y el fujimorismo; esto sería 'tan evidente' que no ameritaría discusión. A pesar de esto, algunos de ellos reconocen una sensación de desconcierto, y señalan que habría algún "gato encerrado" que dé cuenta de conductas que aparecen como extrañas o inexplicables.
Yo creo que el desconcierto es consecuencia de los límites de la tesis de la alianza y de sus supuestos. En efecto, si gracias a esta alianza el Gobierno recibe apoyo del fujimorismo a cambio de 'algo', nunca queda claro de qué es. En los últimos días, el nombramiento de Pandolfi no salió; si bien la moción sobre la citación al vicepresidente Giampietri fue aprobada en el Congreso, no se aprobó la censura e investigación a varias magistradas anticorrupción; además, la ministra de Justicia no respaldó a Giampietri, y tampoco el Poder Judicial (supuestamente controlado por el Apra) o la OCMA.
Parte de la confusión se funda en el supuesto errado de que el Apra y el fujimorismo 'no deberían' tener posiciones coincidentes, en tanto ambos se enfrentaron en la década pasada. La convergencia solo podría explicarse por un pacto. El error está en olvidar que el Apra se enemistó con los defensores de la causa de los derechos humanos y con los abanderados de la lucha contra la corrupción entre 1985 y 1990 (después de penales, Cayara, comando Rodrigo Franco e interminables escándalos de corrupción), todo esto antes de la existencia del fujimorismo. Ojo que en esta enemistad coinciden no solo con este, sino también con importantes sectores de Unidad Nacional, la UPP, el PNP y la Alianza Parlamentaria.
Ahora bien, es evidente que existe un 'aire de familia' entre el gobierno actual y el fujimorismo. Esto es consecuencia de que García ha optado por un modelo de gobernabilidad conservador, que privilegia la relación con los poderes de facto. Es esto lo que explica la cómoda presencia en el Gobierno de Giampietri y de Rey, y también por qué a nadie en el Consejo de Ministros le llamó la atención la presencia de Pandolfi, de la mano del primero, en alguna de sus sesiones. Los sectores contrarios al fujimorismo dentro del Gobierno deberían despertar. Ya han hecho demasiadas concesiones. Deben hacer política, como lo están haciendo sus adversarios.
Es claro que los fujimoristas están recuperando iniciativa, acicateados por la inminencia del desenlace de la extradición de Fujimori y otras causas legales; están avanzando poco a poco, y al frente encuentran un gobierno demasiado amistoso. Esto podría terminar si es que García percibe que su capital político se devalúa, como hemos visto con la anulación del nombramiento de Pandolfi; por ello, la reacción de la opinión pública es imprescindible. Ahora, me temo que los primeros en aprovechar las debilidades de este estilo de conducción serán quienes le disputan a Del Castillo el control del partido, antes que la débil oposición.
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Hace 11 horas.
3 comentarios:
Estimado Martín:
No hay una dirección de email en tu profile. Por eso me animo a hacer un comentario fuera de lugar. Ha salido publicada por la revista electrónica en la que he estado trabajando varios meses. Los artículos son variados y creo que tienen nivel. No es una revista cultural, sino de desarrollo y debate de ideas. Espero que sea de interés:
www.letradecambioperu.com
Un abrazo
Martín, ¿Se podría hablar de un pacto tácito?
O sea, tal como mencionas, reiteradas coincidencias han generado "aires familiares". Pero si entendemos "alianza" en el sentido de "una unión de cosas que concurren a un mismo fin", ¿Podemos ya decir que nos encontramos frente a una?
La unión se evidenciaría en la conformidad y concordia de ánimos, voluntades y dictámenes de elementos de ambos bandos. Y el fin en común, seria no rendir cuentas por crímenes de derechos humanos. Agradezco tus comentarios.
Saludos,
Carlos
Carlos,
un comentario breve. Lo importante, conceptualmente, es definir una alianza, y poder distinguir a ésta de algo que no lo es. Las definiciones deben guiarse por los principios de claridad y distinción. En este caso, creo que debemos ser capaces de distinguir una alianza de una coincidencia (en el sentido de convergencia, no de resultado fruto del azar).
Que el APRA y el fujimorismo tienen coincidencias, posiciones comunes, es obvio; no me parece que lo sea el que tengan una alianza, que exige ciertos compromisos, transacciones, explícitos o implícitos. Lo he dicho muchas veces: el fujimorismo apoya al gobierno, pero no veo nada que el gobierno haya dado a cambio de ello; lo que hace lo hace siguiendo su propia agenda, no la de otros. Y en el camino, coincide con el fujimorismo, pero también con UN, con Cipriani, los militares, etc., etc. Saludos.
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