Artículo publicado en Perú21, martes 24 de abril de 2007
La semana que pasó se cumplieron los primeros cien días de gestión de nuestros presidentes regionales y de nuestros alcaldes provinciales y distritales. Buen motivo para retomar los debates que se produjeron analizando los resultados de las elecciones del 19 de noviembre. Esto ha coincidido con una breve visita que hice a la ciudad de Cajamarca, en la que pude realizar algunas entrevistas.
Después de las elecciones, uno de los temas de debate era hasta qué punto nos encontrábamos ante una renovación de la representación política sobre la base de nuevos movimientos regionales; en este contexto, el caso de Cajamarca aparecía como uno de los casos más promisorios. Fuerza Social (FS), movimiento que llevó a la presidencia a Jesús Coronel, obtuvo una votación cercana al promedio regional (29.4%), pero sacó 12.1 puntos porcentuales de diferencia con su más cercano competidor. FS ganó también más de la mitad de las alcaldías provinciales de su región (7 de 13). La alcaldía provincial de Cajamarca la ganó Marco La Torre, candidato de UPP.
Pasados los primeros cien días, ¿qué balance se puede hacer? Lo más claro es que el principal desafío que tienen que enfrentar todos los gobiernos regionales y locales, incluyendo los de Cajamarca, es el de implementar una gestión eficiente, en un contexto de expectativas crecientes por el aumento de sus presupuestos, y de débiles capacidades institucionales.
Para esto, la organización política es ciertamente un activo, pero no garantiza nada, tampoco. Una ventaja que tiene el gobierno regional es que tiene un núcleo organizado de sustento: FS constituyó comités y presentó candidatos en casi todos los distritos, y en todas las provincias de Cajamarca, junto con la lista a la presidencia regional. Sin embargo, la constitución de FS se asemeja más a una compleja red de alianzas electorales locales, antes que a un movimiento con identidad cohesionada. En realidad, el éxito o fracaso de esta empresa política se verificará en la capacidad de desarrollar una buena gestión. Con todo, estas redes de sostenimiento político ponen a Coronel en mucho mejor pie que La Torre, invitado a última hora por UPP, pero que en realidad es un “independiente”, sin movimiento de respaldo, y eso potencia los problemas de gestión.
Llama la atención la relativa ausencia y debilidad de los partidos nacionales. Del APRA sabemos que es el partido mejor organizado; sin embargo, en las regiones está sufriendo el acelerado desgaste del gobierno de García, que empieza recién a sentirse en Lima (ver la última encuesta nacional de APOYO). De otro lado, tenemos que Coronel, electo por FS, fue en 2002 candidato por Unidad Nacional; La Torre, electo por UPP, fue candidato por AP. El que estos partidos nacionales no hayan sido capaces de mantener en sus filas a los líderes regionales y locales más prometedores, es una clara muestra no sólo de su debilidad, sino también de su indolencia y desconexión con las regiones.
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