En estos días de semana santa, algunas reflexiones. Yo soy agnóstico, pero tengo formación católica, así que de algún modo me defino "ateo por la gracia de dios", como decía Luis Buñuel, y pienso que los ateos somos en efecto "la oposición leal a dios" como decía Woody Allen en Stardust Memories. Así que cuando visité Jerusalén el año pasado esa visita tuvo una emoción especial. Comparto con ustedes mis impresiones de turista.
Lo desconcertante para mí de Jerusalén es la mezcla de familiaridad y extrañeza que despierta el lugar en alguien de formación católica. Obviamente, toda la ciudad está llena de referencias bíblicas que uno ha escuchado desde niño; al mismo tiempo, es una ciudad ajena: es tierra santa también para judíos y musulmanes. No debería decir "también"; en realidad, la ciudad es más de ellos que de los cristianos, que son minoría. Además, los pocos cristianos son ortodoxos, los católicos apostólicos romanos casi no tienen presencia, más allá de algunos franciscanos. Exagerando un poco, aunque no tanto, digamos que para encontrar referencias católicas hay que irse hasta los cruzados...
Gran parte del encanto de la ciudad está en las áreas judía y musulmana, a la que a los cristianos nos resulta lejana, y de difícil acceso.
En la foto puede verse el Domo de la Roca (Qubbat al-Sakhra), erigido donde, supuestamente, Abraham ofreció a su hijo en sacrificio (lugar sagrado para judíos y cristianos, por tanto); para los musulmanes, es también el lugar desde donde Mahoma ascendió a los cielos. Es el tercer lugar sagrado del Islam después de la Kaaba en La Meca y la Mezquita del Profeta en Medina.
Delante puede verse el muro de los lamentos, lugar sagrado del judaísmo. Se considera que el muro es un vestigio del Templo de Jerusalén, cuya construcción fue iniciada por el Rey Salomón en el siglo X AC, seguido por Herodes el Grande en I AC, el edificio más sagrado del judaísmo.
Uno llega finalmente a la iglesia del santo sepulcro, erigida por los cruzados en el lugar donde supuestamente Jesús fue crucificado, enterrado y luego resucitado (alberga las estaciones X, XI, XII, XIII y XIV del via crucis).
Para mí lo más conmovedor de Jerusalén fueron otros dos lugares, alejados de los circuitos más llenos de turistas, y más cercanos a mi formación católica, proveniente de un colegio marista. Una fue la iglesia de Santa Ana, levantada por los cruzados sobre la gruta en la cual se considera que nació la virgen María (la gruta ahora es subterránea).
No he estado en Roma ni en ciudad del Vaticano, como mi amigo Eduardo, así que no sé qué sensación dejaría en mí el centro del catolicismo.
http://evillan.blogspot.com/2007/11/status-civitatis-vaticanae.html
Lo fascinante de Jerusalén es la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes, en tierra sagrada para todos. Convivencia, como sabemos, difícil. Israel ocupa desde 1967 toda la zona al este de Jerusalén, arrebatada a Jordania. En el futuro, en algún momento, tendrá seguramente que haber una administración compartida de la ciudad. En cierto modo, la ciudad ya está dividida en barrios cristianos, judíos y musulmanes, capaces de convivir en paz.
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