lunes, 3 de septiembre de 2007

Roger Bartra, sobre la izquierda


Les recomiendo el blog de Roger Bartra, y su artículo "La izquierda, ¿en peligro de extinción?".

Algunos extractos:

"De hecho, el liberalismo no ha sido invitado al banquete de la izquierda mexicana, y si aparece en ocasiones es simplemente como el espacio en blanco que deja la ausencia de propuestas radicales de corte marxista o socialista. Sin embargo, en otros países, principalmente en Europa, el liberalismo no sólo es un antiguo ingrediente fundacional de la izquierda: es también un componente importante de la socialdemocracia moderna. La socialdemocracia –esa gran ausente en la historia política mexicana– es en buena medida una fusión de socialismo y liberalismo.

Las posibilidades de una alternativa socialdemócrata en el siglo XX quedaron canceladas debido a que el partido oficial hegemónico doblegó las tendencias reformistas en el movimiento obrero, atrajo a gran parte de la intelectualidad al servicio de un nacionalismo autoritario y rechazó las influencias socialistas en el aparato de gobierno. El resultado fue un liberalismo autoritario con dosis cambiantes e irregulares de estatismo económico.

Pensar en una coincidencia de valores socialistas y liberales hoy, a comienzos del siglo XXI, puede parecer una opción extemporánea, pero tal vez no lo sea. El movimiento obrero se encuentra marginado y ha quedado estancado en una rancia expresión del viejo autoritarismo. El marxismo y el socialismo comunista se encuentran en proceso de desaparición y no parecen ser campos fértiles que podrían ser trabajados por un reformismo intelectual renovado. El capitalismo resultó ser un sistema que no estaba condenado a muerte. Por el contrario, ha sido capaz de grandes mutaciones. El supuesto enterrador del capitalismo, el proletariado, es una clase carente de inclinaciones revolucionarias. Su función en las sociedades actuales es similar a la del campesinado del siglo XIX, que fue visto por Marx como una clase conservadora y como la base de apoyo del autoritarismo. El hecho de que México sea un país atrasado y pobre no lo coloca fuera de las grandes tendencias de la era postmoderna. Por el contrario, además de experimentar las contradicciones del viejo capitalismo, los países de América Latina deben sobrellevar las novísimas formas que adquiere la economía de mercado: los efectos gigantescos de la revolución científica y el desplazamiento de la generación de valores hacia las actividades que no producen directamente bienes materiales.

A pesar de estos extraordinarios cambios, me parece que la confluencia de la tradición socialista y la liberal sigue siendo un terreno fértil para nuevas ideas. Desde la izquierda, ello significa aceptar el reformismo y abandonar las esperanzas en un proceso revolucionario. No solamente se trata de una renuncia a la violencia, sino también la aceptación de que los cambios propuestos dejen de estar inscritos en un rápido vuelco estructural del sistema. No se trata de buenos deseos: simplemente hay que reconocer que no existe hoy un modelo radicalmente diferente que pueda guiar la construcción de una sociedad completamente nueva. El modelo que conocíamos –el socialismo realmente existente– fracasó y se extinguió hace ya más de quince años. Lo que propone Hugo Chávez, presidente de Venezuela, no es más que una grotesca caricatura.

La incómoda pregunta que podemos plantearnos es la siguiente: ¿es posible un gobierno de orientación socialista capaz de administrar bien y con gran eficacia las nuevas formas de la economía capitalista? ¿Puede un partido de izquierda gobernar los procesos de acumulación del nuevo capitalismo mejor o igual que la derecha?

(...)


Para comprender las enormes dificultades a las que se enfrenta la izquierda para sobrevivir, quiero recordar que en México sus dos grandes expresiones a escala mundial –el comunismo y la socialdemocracia– han tenido una presencia exigua y raquítica. El comunismo casi se ha extinguido en el mundo y sólo subsiste precariamente en Cuba y Corea del Norte. La socialdemocracia existe con fuerza en Europa y en América del Sur, pero como dije no ha arraigado en nuestro país. Hubo en el siglo XX otras dos importantes expresiones, aunque relativamente marginales, de la izquierda: el populismo y la ultra-izquierda radical. El populismo ha tenido una presencia importante en América Latina: Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México, el aprismo de Haya de la Torre en Perú y el peronismo argentino (que originalmente fue más bien de derecha). En general los populismos han sido formas conservadoras poco democráticas que han defendido privilegios o condiciones premodernas (campesinistas, indigenistas, etc.)

Por su parte, el ultraizquierdismo es generalmente una reacción extrema contra el sistema capitalista y la globalización, y sus diferentes expresiones (maoísmo, castrismo, etc.) suelen ser autoritarias y dictatoriales (Sendero Luminoso en el Perú es el ejemplo más sangriento). Lo peculiar de México es que mientras las dos grandes corrientes de la izquierda del siglo XX no tienen hoy una presencia muy importante, sus dos formas marginales tienen una posición destacada: el populismo cardenista y el izquierdismo neozapatista. Me parece evidente que ambas formas son una respuesta a las condiciones de atraso y miseria, y muy probablemente tenderán a retroceder y a extinguirse en la medida en que se modernice el país (como le ha sucedido al PRI). El problema radica en que la modernización es lenta, entre otras cosas, debido precisamente a que son fuertes las tendencias conservadoras, tanto de la izquierda como de la derecha.

La izquierda podrá eludir el peligro de convertirse en una especie en extinción si recupera el ejercicio de la razón y de las ideas. Es importante abandonar la costumbre de las rabietas irracionales y de las envidias venenosas. Los buenos sentimientos de amor a la patria y a los pobres no logran sustituir la reflexión, el estudio y el conocimiento. No detendrá la extinción tampoco la recuperación de formas residuales como la ideología nacionalista revolucionaria del PRI o una radicalización que vuelva los ojos al pasado marxista y leninista.

Desde luego, en la vieja izquierda hay una enorme resistencia a los cambios y son muchos los que enarbolan las ideas de ese estalinista lacaniano que se ha puesto de moda, Slavoj Žižek, para combatir toda mezcla postmoderna de socialismo y economía de mercado. Este filósofo se burla de aquellos “comunistas liberales” –se refiere a Bill Gates, George Soros y a los dueños de empresas como Google e IBM– que sostienen que el capitalismo actual ha entrado en una nueva etapa. Si la izquierda simplemente se pone a odiar las nuevas formas de capitalismo, pretendiendo que son una reedición del viejo capitalismo salvaje, llegará a la misma conclusión irracional de Žižek: “los comunistas liberales son el enemigo de la lucha verdaderamente progresista de hoy”. Un buen antídoto a esta reacción conservadora pueden ser los estudios de buenos sociólogos como Zygmunt Bauman, Ulrich Beck o Richard Sennett, que analizan con agudeza las peculiaridades de la nueva sociedad capitalista. Además, sin duda, hay que reflexionar sobre lo que hacen empresarios de hoy como Gates y Soros".

Texto completo en:
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12319

1 comentario:

-Ushi- dijo...

mientras las personas quieran desarrollarse más, más va a ser el paso de las izquierdas al liberalismo.

Pues mientras menos izquierda sea, más prosperidad hay entre los individuos