Artículo publicado en Perú 21, martes 24 de julio de 2007A casi un año del segundo gobierno de Alan García, y en la víspera del mensaje presidencial, llega el momento de hacer balances, evaluar el rumbo seguido hasta el momento, señalar sus límites, esbozar caminos alternativos que podrían permitirle al Gobierno recuperar la iniciativa.
Los primeros meses de gestión estuvieron marcados por el asentamiento de un equipo de gobierno ensamblado recién semanas y días antes de la toma de mando, y con un García buscando llenar el escenario con iniciativas efectistas. Parecía que el presidente buscaba ganar algo de tiempo, confiando en que los beneficios del crecimiento de la economía se harían evidentes. Para que esto sucediera, había que mantener una excelente relación con los capitales privados y contener la acción de la oposición política en el Congreso y social en las calles. Para esto último, ciertos amagos represivos parecían bastar, siempre y cuando se contara con el apoyo de los poderes de facto.
Pasó el tiempo y algunas iniciativas de fondo se desarrollaron (aprobación del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. o la Ley de Carrera Pública Magisterial), pero en medio de una gran improvisación, sin planes y propuestas claras para cubrir los costos de la aplicación de estas políticas, compensar adecuadamente a los afectados, con lo cual la conflictividad aumentó, no disminuyó.
El final de este camino nos deja el saldo de una importante caída en la aprobación a la gestión del presidente, especialmente marcada fuera de Lima. Además, la confluencia de una gran variedad de protestas sociales, algunas de ellas muy radicales, que dejan por momentos la impresión de descontrol.
Conclusión: la estrategia seguida hasta el momento no va a alcanzar para los próximos años de gobierno. Al presidente se le agotaron los conejos del sombrero; y el 'chorreo' no va a venir solo, y no parece bastar enfrentarlo con medidas administrativas. Debe haber iniciativas audaces para combatir la exclusión, especialmente en el sur y en el oriente. Esto implicaría una redefinición de las relaciones con el capital privado: no necesariamente romper con el modelo económico, pero sí tener una actitud más firme que permita cumplir algunos objetivos redistributivos. Esto implica también ampliar la convocatoria política para incorporar a grupos con más experiencia en el manejo de los temas sociales. De otro lado, va quedando claro que responder con solamente represión lleva rápidamente a callejones sin salida. El presidente necesitaría dialogar más, apoyarse en los gobiernos regionales más constructivos, por ejemplo; en suma, construir coaliciones mucho más amplias. Esto lleva a romper con la lógica tan conservadora imperante en esta primera etapa.
2 comentarios:
Hola Martin:
Al parecer a don Alan se le olvida que gano con un margen del 5% y encima con votos prestados de Unidad Nacional, si no a tenido una solida oposicion es porque esta se fracmento en en pequeños liderazgos regionales que recien al fianl del año tocaron una misma sinfonia.
Te felicito por tu blog, lo visitare mas seguido, porque hace poco incursione con uno, yeltiempopaso
saludos
Artemon
La lógica convservadora de García lo ha conducido a una actitud desafiante y agresiva con todo aquel que cuestionase el desarrollo de su primer año de gobierno. Con ello, no solo ha demostrado su nula tolerancia (a ello sumémosle la censura al caricaturista Piero Quijano), sino su falta de tacto para enfrentar demandas, en muchos casos legítimas. ¿Optimismo respecto al segundo año del regimen aprista? No mucho. ¿Optimismo frente al papel que desarrollará la sociedad civil? Eso sí.
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