Artículo publicado en La República, domingo 20 de marzo de 2011
A inicios de esta semana la alcaldesa de Lima presentó su primer informe de gestión, a poco más de sesenta días de haber asumido la alcaldía.
El discurso y la práctica de la alcaldesa desentona en el escenario político, y plantea un desafío interesante. En general, nuestras autoridades se mueven por la inercia, prima la continuidad antes que el cambio, el corto plazo y objetivos muy concretos antes que metas y proyectos ambiciosos, se sigue la lógica de no hacer olas, y el esfuerzo se concentra en la realización de obras que se puedan exhibir. Su antecesor, el exalcalde Castañeda, fue la ilustración perfecta de este estilo: no tenía discurso, visión de la ciudad o un proyecto, pero sí una buena cartera de obras que ejecutar; y para sacarlas adelante, fue práctico: no construyó capacidades institucionales de gestión, simplemente terciarizó la administración de los proyectos. Si esto implicaba sobrevaloración, demoras, desajustes, falta de control, etc., es secundario. Lo importante era hacer sin complicarse la vida. Puede sonar odioso, pero este estilo de gestión, terminó con una abrumadoramente alta aprobación ciudadana, que tiene a Castañeda todavía como uno de los probables protagonistas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
De otro lado, la alcaldesa Villarán tiene un proyecto que se propone un cambio profundo, empezando por terminar con la mudez y la falta de transparencia. Y ha empezado por contarnos de sus esfuerzos por ordenar la casa, recogiendo información necesaria para saber dónde se está parado. Así, el primer informe de gestión se centra en un balance de las cuentas y de las obras en ejecución, llamando la atención sobre los problemas encontrados. Todo muy bien, sin embargo, no parece ser políticamente muy rentable centrar el discurso en la crítica a la gestión anterior sin poder ofrecer con claridad qué es lo nuevo y mejor que se ofrece, más todavía en un país en donde la lógica de “...pero al menos hizo obras” es tan arraigada.
No solo de la corrección política se puede hacer política. Villarán tiene excelentes condiciones para hacer una buena gestión, pero no tendrá la capacidad de hacer todo lo que se proponga: ni Fuerza Social tiene la fuerza, ni la municipalidad tiene la institucionalidad necesaria. Se requiere ser más claro y selectivo. Mirando hacia atrás, Orrego, Barrantes y Del Castillo sufrieron de la escasez crónica de recursos, no pudieron evitar el deterioro de la ciudad, y ninguno fue reelegido; el asunto cambió con Belmont, Andrade y Castañeda. Los tres, a su estilo, basaron su gestión en la realización de obras: Belmont y Castañeda privilegiando la periferia de la ciudad, Andrade recuperando el centro histórico. Villarán parece querer marcar diferencia poniendo énfasis en la calidad de la gestión, pero no sabemos si sintonizará con una ciudadanía acostumbrada a premiar la visión del cemento por encima de otras cosas.
VER TAMBIÉN:
Alcaldesa Metropolitana presentó Informe a Lima Nº 1
http://www.munlima.gob.pe/Publicacion/Publica.aspx?nid=2253&t=Alcaldesa-Metropolitana-presento-el-Informe-a-Lima-N%C2%BA-1
http://www.munlima.gob.pe/MuniAdmin/Archivos/Informe%20a%20Lima1.pdf
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