.
Artículo publicado en Perú21, martes 30 de octubre de 2007
Acaban de realizarse elecciones generales en Argentina, ocasión para hacer algunas reflexiones sobre el camino seguido por ese país y algunos paralelos con el Perú.
En Argentina tenemos una larga tradición bipartidista, en torno al partido justicialista y al partido radical. En Perú no tenemos esa tradición, pero sí dos partidos que han sido capaces de volver al poder después de haberlo perdido: el Apra (que es lo que más se parece al justicialismo) y Acción Popular (que es lo que más se parece al radicalismo).
Las primeras elecciones del periodo democrático actual, de 1983, fueron las primeras que el justicialismo enfrentó después de la muerte de Perón, y fueron ganadas por el radical Raúl Alfonsín, así como en 1980 el Apra enfrentó su primera elección después de la muerte de Haya y ganó Belaunde. Alfonsín no pudo completar su periodo, en medio de un proceso hiperinflacionario y un caos económico. Entonces apareció Carlos Menem como líder salvador. En el Perú, la hiperinflación le tocó a García, quien le abrió las puertas a Fujimori. En Argentina, la estabilización con Menem puso nuevamente al justicialismo en el centro de la arena política; en Perú, quien quedó como salvador fue el fujimorismo, lo que debilitó la institucionalidad democrática y a los partidos.
En 1999, Menem intentó implantar una segunda reelección pero, a diferencia de Fujimori, no logró imponerse. Llegó entonces al poder Fernando de la Rúa, encabezando una alianza entre el tradicional partido radical y fuerzas emergentes de izquierda. El problema es que, nuevamente, la gestión alternativa al peronismo fracasó, en medio de la devaluación del peso y del colapso económico en 2001. Al final, le correspondió a otro peronista, Eduardo Duhalde, estabilizar el país y dar paso a nuevas elecciones, en las que ganó otro peronista, Néstor Kirchner. En Perú, caído Fujimori, el gobierno que encabezó Alejandro Toledo fue de centro, con participación de personalidades de izquierda, como la alianza argentina, pero no terminó mal: eso permitió una cierta institucionalización democrática y la vuelta al poder de un partido histórico como el Apra. En Argentina, la pulverización de las opciones no peronistas ha hecho que este termine prácticamente monopolizando la escena política. Caído el menemismo como fuerza hegemónica en el peronismo, se dio una fuerte disputa sucesoria, protagonizada por varios gobernadores (nuestros presidentes de región) justicialistas, disputa que, finalmente, ha quedado saldada con la hegemonía del kirchnerismo.
En Perú, el desafío es construir un sistema de partidos representativo sobre la base de lo avanzado en institucionalización en los últimos años; en Argentina, democratizar una política hegemonizada por las redes peronistas.
“La Mariscala es una obra para todos, incluso para quienes no disfrutan de
los musicales”: Gonzalo Polar
-
En La Mula TV, Gonzalo Polar, coautor y coproductor de La Mariscala, el
musical, reflexionó sobre el impacto de la obra en la narrativa histórica y
cultura...
Hace 11 horas.
3 comentarios:
Buenas, hace unos días ya vengo leyendo su blog, me ha parecido bastante interesante. Yo soy un estudiante de Ciencia Política de la Universidad de Antioquia.
Quería saber si este análisis o paralelismo entre Perú y Argentina, si se puede hacer este paralelo tambien con Colombia, nosotros también eramos hasta hace muy poco un país completamente bipartidista. ¿Se podría mirar a Uribe como una especie de Fujimori?
Y me queda una duda después de leer frases como peronismo, menemismo, fujimorismo, uribismo ¿Porque a los latinoamericanos nos gustan tanto los caudillos y tan poco los partidos y las instituciones?
Estimado Martin:
Comparto buena parte de tus apreciaciones respecto de los paralelismos que identificas entre los gobiernos del Perú y Argentina, en el periodo que va de los años ochenta a la fecha. Sin embargo, me cuesta digerir que el gobierno de Alejandro Toledo fue de "centro". Si bien incorporó a personalidades de izquierda en los inicios de su mandato, lo cierto es que se fue desprendiendo de ellos en el transcurso del mismo. Por lo demás, mantuvo prácticamente intactas las políticas económicas implementadas desde el primer fujimorismo, inspiradas, en su dimensión económica, en el Consenso de Washington. Te agradecería me aclares esta duda: por qué consideras que fue un gobierno de centro, y no de derecha, como creemos algunos.
saludos,
quique FMM
Manuel:
creo que sí es posible trazar paralelos entre Uribe, Fujimori y Chávez. Hay coincidencias y diferencias interesantes. Si te interesa, algo sobre eso he escrito en:
http://kellogg.nd.edu/publications/workingpapers/WPS/324.pdf
¿Porque a los latinoamericanos nos gustan tanto los caudillos y tan poco los partidos y las instituciones? No se puede generalizar: es más, la tradición en Colombia es menos caudillista que en otros lados, y la partidaria e institucional más fuerte que en otros lados. Lo que sí es fuerte es la tradición populista, propia de la combinación entre expectativas democratizadoras altas y debilidad institucional para cumplir con ellas.
Para Quique. Mi caracterización de Toledo como de centro es mucho más trivial. A la derecha tenía a UN, a la izq. al APRA, por eso es que estaba en el centro. No le atribuyo a eso ningún contenido específico, porque qué es el centro depende de qué haya en los extremos. Qué es el centro cambia según país, y según momento histórico. Saludos.
Publicar un comentario