Sobre el complejo panorama político de la Region Apurímac
Luis Alfredo Chocano
Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajó durante varios años en el Departamento de Apurímac.
[Continuación del artículo de más abajo, http://martintanaka.blogspot.com/2006/12/sobre-los-sucesos-en-abancay-del-5-de.html]
Mi hipótesis cuestiona la existencia de un departamento -ahora región- casi híbrido de nacimiento, creado de manera ficticia, como se crearon muchos estados africanos del siglo XX. De esta forma alberga en su interior divisiones o rivalidades que, en el marco de una débil legislación electoral para elegir a los presidentes regionales u otras autoridades, generan un caldo de cultivo propicio para acontecimientos como los del 5 de diciembre.
Si uno se fija en el mapa del Perú, la región Apurimac aparece como un enclave entre las regiones Ayacucho y Cusco, y ciertamente fue del desmembramiento territorial de estos antiguos departamentos (ex intendencias coloniales) que se forma el departamento de Apurimac, hoy con rango de región.
De las actuales siete provincias de dicha región, Andahuaylas y Chincheros pertenecieron al departamento de Ayacucho. Las provincias de Abancay, Aymaraes, Cotabambas y Antabamba pertenecieron al departamento del Cusco. Apurimac se creo en 1873, nombrándose como su capital a la Villa de Abancay, que en 1874 adquiere el rango de ciudad. La ciudad más antigua y grande del nuevo departamento era Andahuaylas, pero las decisiones políticas de la época determinaron esa configuración, y quizá desde allí la eterna rivalidad entre andahuaylinos y abanquinos.
Si recordamos el intento fallido de regionalización que se dio en el primer gobierno aprista a fines de la década de 1980, el departamento se desmembró entonces por voluntad electoral de sus ciudadanos. Andahuaylas y Chincheros optaron por formar parte de la Región Wari, integrada por los departamentos de Ayacucho, Ica y Huancavelica. Abancay, Aymaraes, Cotabambas y Antabamba optaron por formar parte de la Región Inca, formada además por los departamentos del Cusco y Madre de Dios. Estas regiones desaparecieron por decreto del gobierno fujimorista, que volvió al modelo departamental y creó las CTAR como una instancia de gobierno departamental, cuya estructura sería heredada después por los gobiernos regionales.
Los gobiernos regionales se volvieron a reestablecer a fines del 2002 sobre la base de los antiguos departamentos, con la idea de hacer futuras reconfiguraciones territoriales de mayor envergadura que se realizarían en consultas populares. El único intento, del año 2005, fue rechazado no solo en Apurimac sino en la mayor parte de los departamentos consultados.
En ese marco se realizo a fines del 2002 la elección del primer presidente regional, cargo que recayó en la andahuaylina Rosa Suárez, quien como era lógico debía gobernar desde la ciudad de Abancay, capital de la Región, y para todos los apurimeños. Por lo visto al final de su mandato su sentido micro regionalista andahuaylino le llevo a tomar medidas desacertadas, con el detalle adicional que dichas medidas se daban en perjuicio de la ciudad y la provincia sede de su gobierno.
Se podría pensar que de no ser el o la presidente regional de origen andahuaylino, estos problemas no surgirían: no lo sabemos; es una hipótesis en todo caso. Sin embargo podemos afirmar es que ello es poco probable, y por dos razones. Una es el exacerbado micro regionalismo de ambas provincias líderes. La otra es el volumen electoral: la población electoral de Chincheros y Andahuaylas representan el 49.6% de la población electoral de toda la región.
Recuérdese que según la legislación electoral para elegir al presidente regional basta que éste gane con mayoría simple, así sea con 20% de los votos validamente emitidos. Se percatará el lector que aquí se plantea una disyuntiva grave permanente: por un lado la posibilidad de que el presidente regional sea andahuaylino es constante; de hecho el nuevo presidente regional electo también es andahuaylino. Por otro lado, dado que la capital de la región es la ciudad de Abancay, el andahuaylino electo debe gobernar desde esa ciudad para todos los apurimeños.
Si el lector revisa los resultados provinciales del último proceso electoral regional en Apurimac, se percatara de su polarización: de hecho quien ganó en Abancay era el candidato abanquino de Si Cumple, y dudo mucho que todos los que votaron por él sean fujimoristas políticamente convencidos, pues el voto antes que un voto político, ha sido un voto por el representante regional.
Culmino acá estas líneas y llamo la atención del lector, pues lo sucedido puede volver a ocurrir. Pueden tomarse simples medidas desde la legislación electoral, como por ejemplo el elegir a los presidentes regionales con mayoría del 50% +1 como cuando se elige al Presidente de la Republica. Esto legitima la elección, mas aún tratándose de regiones con características tan especiales con Apurimac, y me temo que no sea la única región en el Perú con esas divisiones internas.
Finalmente, los acontecimientos sucedidos son un llamado de atención al nuevo presidente regional, quien asumirá funciones en enero, para dejar de lado su micro-regionalismo, y gobernar para todos los apurimeños, hayan o no votado por él.
Lima, 12/Dic/2006
UN BREVE COMENTARIO MÍO. El artículo es muy interesante, solamente cuestiono la idea de que una segunda vuelta legitima la elección. Todo lo contrario: si ahora el que gana lo hace con 20%, con segunda vuelta el ganador puede haber obtenido 15%. La segunda vuelta crea una legitimidad ficticia. Mucho más importante es introducir un criterio de proporcionalidad y fortalecer el funcionamiento de los consejos regionales, para que sea allí donde haya obligación de concertar. Saludos.
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