martes, 25 de diciembre de 2007

Repensando la Guerra del Pacífico

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Artículo publicado en Perú21, martes 25 de diciembre de 2007

(ver ampliación abajo)

Ha sido publicado recientemente un libro muy valioso, de José Chaupis y de Emilio Rosario: La Guerra del Pacífico. Aportes para repensar su historia (Vol. I) (Lima, Línea Andina y UNMSM, 2007). Se trata de un libro que compila trabajos de varios historiadores que cuestionan, desde ángulos diversos, muchos de los sentidos comunes existentes sobre tema.

El construir una nueva mirada de la Guerra del Pacífico, más acorde con la realidad histórica, liberada de prejuicios y de falsos nacionalismos, es una tarea imprescindible. Un paso más en esa dirección debería ser, como los autores reconocen, avanzar en construir historias en común que nos ayuden a entender los puntos de vista de los grupos involucrados, paso necesario para evitar malos entendidos, y superar las visiones "oficiales" de cada país.

Nuestro país ha desarrollado una narrativa según la cual perdió la guerra por ser atacado pérfidamente por un enemigo malvado, que se preparó convenientemente para la agresión; siendo el Perú un país noble y victimizado, que resistió heroicamente, pero que nada pudo hacer frente a la superioridad bélica del enemigo. Una versión de izquierda de este mismo libreto resalta el hecho de que fue el pueblo el verdadero protagonista de la resistencia al invasor, y no unas élites "dominantes" que habían traicionado su deber histórico de ser clase "dirigente". Chile ha construido una versión nacionalista según la cual venció como consecuencia de ser un país más "civilizado", más integrado social y políticamente, a diferencia de sus adversarios, sumidos en incesantes conflictos internos. Llama la atención cómo ambos discursos empalman casi perfectamente.

Sin embargo, ninguna de esas dos versiones es correcta. No es cierto que el Perú fuera una víctima inerme; tampoco que las élites no hayan tenido ningún proyecto; tampoco que hayan desertado cobardemente en medio de la guerra. Tampoco es cierto que Chile haya sido un país integrado y sin conflictos antes de la guerra. En realidad, Perú y Chile no eran países diferentes en esencia; a lo sumo, Chile había avanzado un poco más por un camino que el Perú estaba empezando a transitar.

Me llama la atención cuán vigentes están los estereotipos con los que miramos a Chile, originados en estas visiones oficiales de la Guerra del Pacífico. Algunos creen hoy que Chile es una potencia imperialista que está avasallando a sus vecinos gracias a la complicidad de nuestras élites empresariales. De lo que se deduce un falso nacionalismo de supermercado que ojalá se expresara de otras formas, más genuinas, consecuentes y necesarias. En realidad, nuestros países se parecen mucho más y comparten muchos más problemas de lo que parece, y tenemos mucho que aprender y beneficiarnos unos de otros.


AMPLIACIÓN:

Aquí algunas citas del libro de Simon Collier y William F. Sater, A History of Chile, 1808-1994. Cambridge University Press, 1996. Esto para reforzar la crítica a los mitos de la versión oficial chilena, que absurdamente algunos comparten aquí:

"Pinto had good reasons to hesitate before involving Chile in a war with its northern neighbors. Years of budget-cutting had deprived the Army of one-fifth of its men; the Navy had decommissioned warships; the territorial reserve, the Guardia Nacional, had shrunk in size by more than two-thirds. Chileans now faced two enemies whose combined armed forces outnumbered them two to one. Equipped with outmoded weapons (which posed more danger to the user than the prospective target), lacking medical and supply corps, the Army was now called upon to fight a war far from the country's heartland, and without decent lines of communication" (p. 129).

"In November 1879 Escala's troops landed in Pisagua, in the Peruvian province of Tarapacá. The assault, while successful, was not without its flaws: an error of navigation put the fleet off course, and the officer in charge of the invasion botched the landing. But the Chileans emerged as paragons of military virtue in comparison with their opponents" (p. 132).

“Chile’s armed forces in1879 were both small in size and poorly equipped. Moreover, too many officers owed their ranks to political connections rather than to technical proficiency” (p. 137).

“When the first rush of patriotic enlistments tapered off, the armend forces resorted to impressment. Although this was clearly illegal, public official tolerated (and in some cases even encouraged) such activities as long as the recruiters confined themselves to dragooning the town drunk, the petty criminal, or the vagant. Eventually, however, the military began to seize respectable peasants, artisans, and miners. ‘It is a curious illustration of democratic equality and republican freedom’, noted one journalist, ‘to force Juan, who owns not a cent, to fight in defence of Pedro’s property, while the latter declines to raise an arm himself, because he is not so poor as his fellow citizen’” (p. 137).

“The Chilean soldier suffered almost as much at the hands of his government as the enemy. Since the Army had economized by abolishing its medical corps, the military had neither the staff nor the facilities to care for the wound or the sick” (p. 138).

“A contrast is usually drawn between Chile’s institutional continuity during the war and the political upheavals that occurred both in Bolivia and Peru. There is little doubt, however, that the Chilean political system was strained by the depression of the 1870s... as already noted, the border dispute with Argentina provoked anti-government rioting in 1878, and rioting again threatened to erupt in early in 1879. The most dangerous such episode occurred after the capture of the Rimac, when the government had to call in troops to subdue demonstrations. Had Chile experienced another serious military reverse soon afterward, Pinto might have suffered the same fate as his Bolivian and Peruvian counterparts, Daza and Prado.
“At the level of the Congress, the outbreak of hostilities by no means stopped partisan bickering...” (p. 144).

OTRA AMPLIACIÓN, 26 DE DICIEMBRE.

Más citas sobre Chile. A continuación extractos del capítulo sobre Chile de Harold Blakemore, en Leslie Bethell, ed., Historia de América Latina, vol. 10, América del Sur, c 1870-1930 (1986). Barcelona, Crítica, 1992.

" (...) Así, hacia 1870, la madurez política, la responsabilidad en asuntos financieros y la ordenada evolución, fueron consideradas internacionalmente como el sello distintivo de Chile, dentro del contexto de un continente un tanto desordenado. Unicamente Brasil podía competir con Chile en la estima internacional.
Sin embargo, la década de 1870 fue una desilusión. El comienzo de la depresión del comercio internacional golpeó duramente a Chile como productor de materias primas, y las disputas políticas internas entre los diferentes partidos amenazaban su orgullosa tradición de continuidad de gobierno" (p. 158).

"(...) El resultado fue la guerra del Pacífico, precisamente en un momento en que Chile no estaba preparado para ella, ni ni política ni económicamente. Sin embargo, dio la casualidad de que, a pesar de su falta de preparación, debilidad económica e incertidumbre política, -sin contar el deplorable estado de sus fuerzas armadas- la guerra pareció meticulosamente preparada en comparación con sus adversarios (...)
de un país sobre el que se cernía el abismo de la desintegración política y el colapso económico en 1879, emergió en 1883 un Chile con unas perspectivas transformadas (...) Chile se aseguró una superficie de territorio nacional no inferior a un tercio de su extensión original... riqueza en minerales que supondría, grosso modo, la mitad de los ingresos gubernamentales para los próximos cuarenta años" (p. 160).

6 comentarios:

Ernesto dijo...

Tambien esta la opcion de que Inglaterra vio que era mas facil hacerse con los recursos financiando una guerra entre los paises, para al final cobrar el favor al vencedor.

La afirmacion que comentas en todo caso no puede ser aceptada asi sin mas, debemos comprobar cuan en crisis estaba el pais ya al empezar la guerra, saliendo de guerras civiles y golpes de estado, si ese detalle no sirve para comprender cuan poco preparados estabamos... nada hemos aprendido.

mi analisis no va por el lado de un patriotismo de supermercado (mas propio de las "Viejas Pitucas" de Alfredo) sino por el comprobar que esta operacion demuestra como no hay un plan de crecimiento ya sea a nivel de nuestros capitalistas locales y/o organizado por el gobierno como una forma de sacar adelante al pais.

Anónimo dijo...

Un profesor mio de la UNMSM Francisco Quiroz advirtio sobre eso de buscar la paz actual nos lleve a crear una historia pasteurizada o algo asi, donde todos son culpables, todos victimas, no se diferencian responsabilidades concretas en hechos concretos, etc... almenos asi yo le entendi. La realidad no puede ser ocultada ni como lo hizo Lisa con Jeremias Springfield

El Cantante dijo...

Se pueden hacer varias interpretaciones o "narrativas" de la historia pero tampoco caer en el relativismo o el ensayismo.

En 1879, el Perú y Chile eran países bastante diferentes.

Por ejemplo, en cuanto a transporte. Para viajar a Iquitos la mejor ruta era: embarcarse en el Callao, hacer transbordo en Panamá, luego en Nueva York, y escalas en Belén y Manaos. Chile en cambio era un país de fácil interconexión por la vía marítima. Parecido al caso de la costa peruana, sólo que en 1879 casi 3/4 de la población vivía en la sierra.

Otro factor de integración, la letra impresa. También hubo diferencias sustanciales. En el Perú la población indígena bordeaba en 1879 el 60%, con tendencia al alza (todas las cifras, de Gootenberg, "Population and Ethnicity in Early Republican Peru"); esta población era iletrada en su mayor parte porque en el Perú la alfabetización se ha desarrollado tradicionalmente en castellano. En Chile también, pero se trataba de un país hispanohablante monolingüe.

Presidentes del Perú: desde Riva-Agüero hasta Prado, 26. Promedio de uno cada dos años. Presidentes de Chile: desde Blanco Encalada hasta Errázuriz, 8. Promedio de uno cada seis años.

Creo que aquí no hay ningún misterio ni tampoco hay por qué vendarse los ojos, sobre todo si lo que se quiere es que el pasado no nos afecte. Si lo escondemos, es que le tememos. Lo cual me hace recordar unas entrevistas a Carmen McEvoy que publicaste en el blog. La idea es aprender a revisar el pasado con libertad, no sentir la necesidad de ennegrecerlo o, por el contrario, de pasteurizarlo como dice Nayus. En eso estamos.

Martín Tanaka dijo...

Un comentario breve, sobre en qué dirección me parece que debe orientarse el debate. Es una sugerencia de un no historiador, que tiene la esperanza de animar a historiadores a seguir ese camino.

No busco una versión "pasteurizada" de las cosas. A lo que aspiro es a que las cosas sean comprensibles, más allá de una historia de buenos y malos, de traiciones y heroísmos.

¿Por qué insisto en llamar la atención sobre el hecho de que Perú y Chile no eran muy distintos? Primero, eso permite entender por qué se desencadenó la guerra: todos pensaron que podrían ganarla. La cosa no va por una agresión unilateral chilena. Tampoco por una irresponsabilidad y ceguerra irracional de nuestra élite.

Segundo, esto permite mirar con un espíritu menos autoflagelante el pasado inmediato previo a 1879. Algo hubo de construcción nacional. También por eso nos recuperamos rápido después.

Tercero, me parece un paso necesario para mirar sin complejos a Chile. No niego que Chile hubiera avanzado más que Perú y Bolivia en 1879: un poco más, pero nada muy sustantivo. Insisto: en la década de 1870, en Chile se hablaba del peligro de desintegración social y política.

Chile ganó la guerra, simplemente, porque había avanzado un poco más que nosotros. Pero no había una diferencia sustantiva, insisto. No hay que comprarnos así no más lo que dicen las historias oficiales. Saludos.

El Cantante dijo...

Martín, OK, hubo varias posibilidades, siempre las hay. Si el Perú hubiera atacado unos diez años antes, seguramente ganaba la guerra, porque había dominio marítimo. Si se conseguía la adhesión argentina, Pinto se lo pensaba varias veces antes de cortar la mediación de Lavalle. Si Iglesias no se hubiera pronunciado en el norte, tal vez Chile se retiraba hasta Moquegua, como se venía discutiendo en su Congreso (y Moquegua sería chilena, quién sabe). Tienes razón en cuanto a que nada está escrito de antemano: el Perú no estaba condenado por su historia a perder la guerra, o Chile a ganarla. Precisamente: acciones humanas llevaron a ese resultado. Existe la fortuna en la historia pero no te olvides de la virtù.

Anónimo dijo...

Martin, creo es muy saludable re-visitar el tema de la guerra con Chile, de modo que varias verdades ocultas salgan a la luz, asi como seguramente muchas falacias que han sido escritas.

Hay un numero significativo de asuntos por aclarar, tanto en el Peru, como en Chile, y seria saludable que tal analisis sea hecho incorporando el rol activo o pasivo jugado por los paises de la region y el de las principales potencias que en ese momento manejaban el "orden internacional" a su antojo.

Y en ese sentido, modestamente propongo algunas: la invasion de Antofagasta fue una decision inicial del gobierno Chileno o de su fuerza armada, la cual desarrollo tal proyecto de expansion de la mano de la oligarquia Chilena y de espaldas al congreso del pais del sur? Argentina no se plego al pacto de defensa firmado entre Peru y Bolivia por propia decision o por que en su momento Peru medito que era peligroso meter en el conflicto a los Argentinos, sin correr el riesgo de que Brazil se aliara con Chile? la batalla por Tacna la perdimos por falta de apoyo logistico? ya que al parecer Pierola no le envio a Montero de manera deliberada lo que el mas necesitaba que eran armas y municiones. Por que a Grau nunca le compraron los misiles que tanto pedia?

Yo al igual que todos los que ya han comentado estoy bastante lejos de hacer la venta de Wong un tema de debate nacional, y creo formar parte de esa mitad de Peruanos (somos mas?)que han volteado la pagina de la guerra y quiere mirar a Chile no con desprecio o rencor, si no con una vision constructiva, pero creo que el analisis de los hechos historicos que propones, no debe pasar por concesiones ni olvidos por nuestra parte.

Y en ese sentido, no compartiria un punto de vista de que lo de Chile no fue una agresion planificada, quizas esta no fue inicialmente propuesta por su clase politica del momento, si no por esa sociedad--que siempre pareceria que ha existido y aun existe en el pais del sur--de su clase propietaria y la fuerza armada, pero que de que hubo una clara accion de expansion eso es indudable y fue deliberada. Es mas las cifras de crecimiento economico registrado por Chile despues de la guerra demuestran a la luz que ellos se beneficiaron y crecieron a costa nuestra y ello no puede ser menoscabado en el analisis.

Finalmente Martin, seria bueno llevar al debate publico la posible salida al mar para Bolivia por el lado de Arica, de modo de evitar que una decision al respecto sea tomada de manera inconsulta por el gobierno de turno, ya que ellos ni el congreso han recibido el mandato de la poblacion para pronunciarse oficialmente sobre la cuestion de fondo. Uno aspiraria que tal pronunciamiento deberia devenir de un referendum nacional construido sobre la base de un alturado debate nacional previo, que analize aspectos positivos y negativos (no hay que olvidar lo que escribio Basadre en 1976 cuando se planteo un propuesta similar).

Muchas gracias por la oportunidad de comentar

Luis