Artículo publicado en La República, domingo 29 de junio de 2014
La semana pasada comenté sobre los precandidatos a la alcaldía provincial de Lima, y cómo de sus perfiles podrían sacarse lecciones de cómo funciona la política en el país.
Del lado de los sobrevivientes del pasado, la candidatura de Cornejo del APRA tiene sentido pensando en su carrera dentro de un partido con posibilidades de volver al poder nacional. Del Aguila con Acción Popular y Bonifaz con Somos Perú pagan el precio de postular con partidos que no logran sobreponerse a la muerte de sus fundadores.
En cuanto a los partidos con candidatos adoptados, tenemos personajes con experiencia municipal local, para quienes la asociación con partidos con “marcas vigentes” es útil para saltar al ámbito metropolitano. Para Sánchez-Aizcorbe el fujimorismo es un buen vehículo, y para éste no es problema que aquél provenga de Somos Perú – Perú Posible – Solidaridad Nacional; en esos casos, como ahora, se trató de acuerdos pragmáticos. Jaime Zea tiene una larga historia en Villa el Salvador, y el PPC lo ayuda a buscar el salto a lo metropolitano; para el PPC Zea ya puede ser considerado un cuadro propio (candidato por Unidad Nacional en VES en 2010 y 2002), aunque en 2006 haya postulado por Restauración Nacional, en la década de los noventa haya estado en Somos Perú y en la de los ochenta en la izquierda.
Es interesante notar que, en tanto Lima se derechizó, los cuadros de izquierda tuvieron estímulos para hacer lo propio. Otro buen ejemplo de esto es el alcalde de San Juan de Miraflores, Adolfo Ocampo: candidato a alcalde del distrito por Izquierda Unida en 1980 y 1983 (año en que ganó), por el Acuerdo Socialista en 1989, y candidato a diputado por Izquierda Socialista en 1990; en 1995 fue electo nuevamente alcalde, pero por Cambio 90 – Nueva Mayoría, y reelecto en 1998 por Vamos Vecino. En 2006 fue nuevamente candidato, pero por Avanza País, partido que afirma pretender seguir “la obra de Alfonso Barrantes”. En 2010 volvió a ser electo, por cuarta vez, en esta ocasión con Cambio Radical, el partido de José Barba.
Luego están los candidatos con partidos propios: Castañeda con Solidaridad Nacional, Castillo con Siempre Unidos; y los personajes que postulan con partidos personalistas ajenos: Belmont con el Partido Humanista, Arteta con Alianza para el Progreso, Heresi con Perú Patria Segura, Altuve con Vamos Perú. Estos personajes sienten que tienen capital político suficiente para su campaña, necesitando solo un partido para postularse, mientras que para estos un candidato competitivo es ocasión para posicionar sus marcas. Lo mismo Lo mismo puede decirse de la relación entre Villarán y Diálogo Vecinal.
Todo esto respecto al juego electoral: ¿qué decir de las propuestas de gobierno? Parece algo totalmente secundario. En el pasado, la ideología perfilaba propuestas de ciudad diferenciadas. Hoy no, al punto que Villarán con sus reformas tiene más respaldo entre los limeños de mayores ingresos, y Castañeda entre los más pobres con el recuerdo de sus obras.
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