Artículo publicado en La República, domingo 1 de junio de 2014
La próxima semana se cierra la inscripción de las organizaciones políticas que participarán en las elecciones regionales y municipales del 5 de octubre. Podrán participar los 18 partidos nacionales inscritos, los movimientos regionales y las organizaciones políticas locales. Están en disputa 25 gobiernos regionales (presidentes, vicepresidentes y 274 consejeros regionales), 195 alcaldías provinciales y 1647 distritales (que implican la elección de 10,526 regidores). Tomando como referencia a las últimas elecciones, podríamos decir gruesamente que el conjunto de partidos nacionales presentará la mitad de los candidatos en competencia, y los movimientos regionales la otra mitad.
Con la excepción parcial del APRA, ningún partido es capaz de presentar candidatos para la mayoría de presidencias regionales o alcaldías provinciales. De este modo, tendremos a partidos nacionales que se presentarán solo donde tengan alguna posibilidad de competir “dignamente”, con candidatos propios, en alianza con otros o simplemente “alquilando” la marca partidaria a algún postulante sin inscripción; y movimientos regionales, por lo general altamente personalistas, compitiendo en el plano regional, y presentando también candidatos a alcaldías provinciales o distritales con personajes cercanos o nuevamente, alquilando la marca regional a algún líder local.
Podría así decirse que de un lado tenemos a partidos sin políticos: como decía, apenas el APRA y muy por debajo Acción Popular, por su trayectoria histórica, pueden decir que cuentan con cuadros y redes que cubran mínimamente el territorio nacional. Por haber ocupado el gobierno, el fujimorismo, Perú Posible y el Partido Nacionalista cuentan también con algo, pero solo el primero constituye hoy una marca atractiva para un candidato que busca postular. Todos los demás funcionan poco más que como etiquetas que se prestan o alquilan, buscando apenas “posicionar la marca” en el mercado electoral. En cuanto a los movimientos regionales, por lo general se organizan en torno a líderes con alguna trayectoria política reconocible: han sido congresistas, alcaldes, excandidatos con buenos desempeños, exfuncionarios. O son personajes que saltan del ámbito privado al público, desde alguna posición que les dio visibilidad: empresarios, periodistas, académicos, dirigentes sociales.
Frente a ellos se ubica la gran masa de candidatos interesados en desarrollar carreras políticas, y que tienen que evaluar qué marca partidaria nacional o regional les permite tener mayores opciones de ganar, y cuál le impone menos costos (pago por el uso de la marca, contribución a otras campañas de la marca, inclusión de allegados en las listas de candidatos). El crecimiento del presupuesto público en regiones y municipios resulta un incentivo a la participación tanto para quien tiene vocación de servicio y siente que puede hacer cosas, como para quien quiere obtener de alguna manera un beneficio particular. Qué hacer si es que ganas, ya se verá.
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