martes, 16 de junio de 2009

Interpretaciones sobre Bagua

Artículo publicado en La República, martes 16 de junio de 2009


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Hay una interpretación bastante extendida de los trágicos sucesos del 5 de junio, que podríamos llamar “integrista”. Según ella, Alan García tendría una propensión autoritaria irrefrenable y una ideología neoliberal extrema (expresada en los artículos del “Perro del hortelano”); esa visión se habría plasmado en los 99 DL que buscaban facilitar la implementación del TLC. Uno de los pilares de este proyecto sería la realización de grandes proyectos de inversión en la amazonía, que implicarían avasallar a la población indígena, y que el gobierno habría decidido imponerlos “sí o sí”. De allí que no haya habido consulta ni voluntad de diálogo por parte del gobierno, sino meras “mecidas” que encubrían un intento de desgaste y debilitamiento de la protesta. Así, los sucesos del 5 de junio serían resultado de una celada: mientras en el Congreso el APRA impedía la discusión de la derogatoria de los decretos, en Bagua se preparaba un despeje de la carretera Fernando Belaunde a sangre y fuego, que generó una masacre de indígenas, luego cuidadosamente encubierta.

Si uno mira las cosas así, el camino del diálogo es prácticamente imposible; solo cabría un recorte del mandato de un gobierno carente de legitimidad. Sin embargo, este recuento, que tiene elementos de verdad, falla porque cada pieza del razonamiento es debatible, y su concatenación lógica no es necesaria. De lo que no cabe duda es de la orientación política y de la mirada prejuiciosa del Presidente. Pero mi impresión es que los decretos reflejan más que un proyecto cuidadosamente elaborado, un proceso de redacción apresurado sobre un espectro muy amplio de temas, en el que muy distintos actores introdujeron elementos no siempre congruentes, donde se colaron también intereses de lobbies con intereses en la amazonía.

De allí que muchos expertos consultados digan que, si bien no encuentran en el fondo nada malo en los decretos, sí existen vacíos y ambigüedades que pueden ser perjudiciales. La “mecida” en las negociaciones respondería más a la indecisión y falta de liderazgo en el Ejecutivo (de allí que la respuesta sea retroceder ante la presión); finalmente, en el operativo de desalojo resalta la improvisación y una cadena de errores fatales, no una acción premeditada. No es claro cómo se iniciaron las hostilidades, pero sí lo es que ni a nativos desarmados ni a policías mal preparados les convenían los balazos y el descontrol de la situación. Los dos se sienten víctimas, con justa razón. Víctimas de la incompetencia, de la irresponsabilidad, de la subestimación de los reclamos indígenas.

La cuestión es que la visión integrista, aunque inexacta, es creíble. Creíble a la luz de la historia previa, mediata e inmediata; de la conducta de las autoridades, de las declaraciones provocadoras e irrespetuosas que vienen del poder. Para hacer posible un diálogo, se impone la derogatoria de los decretos cuestionados, una investigación muy a fondo sobre las múltiples denuncias de personas desaparecidas, y un recambio ministerial.

Foto:
http://catapa.be/en/node/335

4 comentarios:

Juan Flores dijo...

Doctor Tanaka, buenas tardes:

Eso es lo que precisamente respondía mis cuestionamientos y autocuestionamientos con respecto al diálogo.

1. El diálogo (como herramienta comunicacional) no ha servido mucho (probablemente por la forma cómo se le ha utilizado). Esperemos ahora, ver cuánto sirvió el diálogo de Yehude con las comunidades.
¿Por qué digo esto? Porque lo que ha hecho el gobierno es derogar la la mencionada ley, o sea si nos remontamos hasta antes del 5 de junio, el gobierno pudo haberlo derogado sin necesidad de tantos problemas (y sin llegar al diálogo). ¿Un diálogo exitoso de dos horas? Cierto, pero ni Yehude es un persuasor calificado, ni las comunidades son "esponjas ciegas".


2. Ahora, el gobierno ¿será capaz de continuar con su política de comuicación interpersonal o masiva para todos las leyes pro TLC? Complicado verdad, sobre todo porque esto ameritaria un coste de legitimidad, de institucionalidad y de economía. Y también porque no tenemos datos que nos certifiquen que el ciudadano peruano es 100% participativo y dialogante.

Mi intención no es descalificar el diálogo, al contrario, sé que es una muy buena herramienta (de corto y largo plazo) para una gestión menos trágica, pero también sabemos que el diálogo no lo resuelve todo. Seguramente muchos políticos dirán: ¡Yo lo dije, el diálogo es la solución!; pero en realidad no fue tanto eso sino el ver al presidente "perder"(politicamente hablando).

Esto fue el primer round, ahora si es posible planificar una política de comunicación (no sólo de difusión), ¿será asi siempre?

Saludos

RAUL dijo...

Estoy de acuerdo con el analisis que realizas sobre la que tu llamas posicion "integrista", aunque yo la llamaria mas propiamente "extremista", pues quienes la defienden son aquellos que se encargaron de desinformar sobre el contenido de los decretos y quienes conjuntamente con una clase politica, mediocre, ineficiente, corrupta e incapaz de ver mas alla de sus narices, son los responsables directos de esta tragedia que enluta a policias y comunidades nativas.
Esta claro no hemos aprendido nada

Anónimo dijo...

creible luego del pedido de napalm de correo.

Jaime Del Castillo dijo...

Martín, recién puedo leer tu artículo y sinceramente me quedo decepcionado, esperaba mása carne y jugo, pero veo que nos mandas los huesos pelados que toda la prensa del medio ya soltó. Es que acaso el modelo, el sistema y las estructuras están muy bien para tí que no hay que reformarlas o hacerles algunos afeites. Me parece muy raro y repito muy flojo tu análisis. Con la sinceridad y la fraternidad de siempre.