Artículo publicado en La República, domingo 22 de setiembre de 2013
En las últimas semanas, con los procesos judiciales en los que se pueden ven involucrados, y con los cuestionamientos políticos que reciben los expresidentes Toledo y García, se empieza a discutir sobre sobre cómo se configurará el escenario electoral del 2016. Se suele mencionar adicionalmente el hecho de que el expresidente Fujimori está en prisión, con lo que la conclusión pareciera ser que el paso por la presidencia resultaría un gran pasivo político. No solo esto: también el haber sido candidato en elecciones pasadas (construcción de una imagen de “perdedor”), por lo que las oportunidades de los candidatos “conocidos” serían menores que las de los “nuevos” (de allí la resistencia de Lourdes Flores a volver a ser candidata).
Sin embargo, se puede hacer también el argumento exactamente contrario. El hecho de que García haya sido un contrincante importante en 2001 y que ganara en 2006 lo sugería, así como las posibilidades de triunfo que tenía Toledo para la elección de 2011. Además, se ha señalado que, si miramos los últimos procesos electorales, quien quedó segundo en la elección anterior, ganó la siguiente: Toledo en 2000 y 2001, García en 2001 y 2006, Humala en 2006 y 2011. Extrapolando, la segunda vuelta en 2016 se daría entre Keiko Fujimori y algún candidato que de alguna manera se presente como alternativo al orden establecido. En este esquema, haber sido presidente o candidato es un capital valioso: eres conocido, tienes una red de contactos que puedes movilizar, proyectas una imagen de viabilidad que otros no pueden lograr.
La clave es hasta qué punto logras conservar tu capital político entre elección y elección, para intentar después ampliarlo en una campaña electoral. De alguna manera, los protagonistas de las tres últimas elecciones (Toledo, García, Lourdes Flores, luego Humala) lo lograron. En 2011, los candidatos más votados después de Humala fueron Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. Ninguno de los dos aparece especialmente magullado, y han logrado evitar que los problemas de sus bancadas en el Congreso los efecten de manera directa; esto también podría decirse de Lourdes Flores. Obviamente generan mucha resistencia entre quienes no votaron ni votarían por ellos, pero para estos lo importante es no alejarse de sus votantes de 2011, y parecen estarlo logrando. Algo parecido podría decirse de García, quien no parece lejos de quienes terminaron aprobando su gestión en 2011. Quien sí se ve sumamente complicado es Toledo, porque su actuación reciente parece haber liquidado su posibilidad de encarnar lo que Steven Levitsky llama “coalición paniagüista”.
En suma, los acontecimientos de las últimas semanas, me parece, no modifican en lo sustancial las posibilidades de los candidatos esperables en 2016: K. Fujimori, Kuczynski, Flores; García todavía tiene que jugar el partido de las investigaciones en su contra. ¿Quién jugará el papel del candidato emergente?
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