Artículo publicado en La República, domingo 9 de diciembre de 2012
La semana pasada comentaba sobre la persistencia de actitudes discriminadoras en nuestro país. El análisis puede complementarse con la información del Latinobarómetro 2011, en donde Perú aparece como un país en el que la discriminación es importante y se ubica por encima del promedio latinoamericano, pero no como uno de los países percibidos como más discriminadores, que serían Guatemala, Brasil, Bolivia y México. Así, cuando se pregunta por cuántos nacionales son discriminados, las respuestas en Perú (47%) se ubican ligeramente por encima del promedio de la región (45%); estos porcentajes bajan en todas partes cuando se pregunta a los entrevistados si son parte de algún grupo discriminado: el promedio de la región baja a 20% pero en Perú llega a un 28%, solo por debajo de Brasil, Bolivia y Guatemala. Cuando se pregunta por la raza como fuente de discriminación, en Perú se considera que un 39% de nacionales son discriminados por esa razón, cuando el promedio de la región es 36%. Si bien es claro que la “raza” se percibe como fuente de discriminación, en el Perú su rechazo no pasa por la reivindicación de la etnicidad como seña de identidad; por el contrario, este ha ido principalmente por la reivindicación de alguna forma de identidad mestiza. Según el Latinobarómetro, en Guatemala un 45% de los entrevistados se define como indígena; en Bolivia, un 27%; en México, un 19%; en Perú, apenas un 7% (en Brasil, un 30% se define como mulato o negro).
¿Cuál es el peso de la “raza” como fuente de discriminación? El consenso dentro de las ciencias sociales peruanas podría resumirse (groseramente, por supuesto), diciendo que somos un país que tiene una tradición histórica fuertemente jerárquica y discriminadora, en la que la etnicidad ha sido muy importante, pero que ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Así, en la actualidad las fuentes de discriminación serían variadas, y dentro de ellas lo “étnico” sería importante, pero tendería a ser subestimado y camuflado; respecto a cómo funciona la discriminación, se piensa que ella asume formas siempre cambiantes y fluidas, según el tipo de interacción social en el que las personas se encuentren, de allí que resulta tan difícil su comprensión. En este marco, resulta muy útil la lectura del libro La discriminación en el Perú. Balance y desafíos (Cynthia Sanborn, editora, Lima, Universidad del Pacífico, 2012); en general, los trabajos registran cómo interactúan en la discriminación la etnicidad, el entorno socio-económico general y el marco institucional. Así por ejemplo, Arlette Beltrán y Janice Seinfeld, y Juan Castro y Gustavo Yamada constatan la existencia de brechas étnicas en cuanto a los resultados que deja el acceso a la educación inicial, y a la culminación de estudios secundarios y matrícula en educación superior; pero esa brechas no tendrían necesariamente que ver con prácticas excluyentes y discriminatorias, sino con la escasa calidad de la oferta educativa.
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