Artículo publicado en Perú21, martes 24 de junio de 2008
Se ha dicho y escrito mucho sobre los recientes sucesos en Moquegua. Espero aportar algo más al debate.
Muchos han partido de una idea muy cuerda: el Gobierno no debería esperar a que las cosas lleguen hasta el punto al que llegaron; organismos como la Unidad de Prevención de Conflictos (UPC) de la PCM deberían funcionar. De acuerdo, el problema es que no es fácil. Las funciones de la UPC se superponen con el trabajo de Inteligencia y con unidades similares que lidian con conflictos en varios ministerios, y aquí chocan las políticas de los distintos sectores, no siempre concordantes. De otro lado, anticipar la ocurrencia de estallidos de protesta no es fácil en un país donde parece que las cosas pueden reventar casi en cualquier parte. De esto no se deduce que los esfuerzos de prevención sean inútiles, sí que darán frutos a mediano plazo; en el corto, debemos estar preparados para responder ante sucesos difícilmente previsibles.
Una vez estallados los conflictos, me suenan muy cuerdas posiciones como la de Rosa María Palacios, el sábado pasado, en este diario; las reglas de juego en cuanto a las protestas deben ser muy claras: no se negocia bajo presión, y es un delito bloquear carreteras o secuestrar autoridades, mecanismos habituales en los repertorios de protesta. Por más justos que puedan ser los reclamos, ellos no deben afectar los derechos de los demás y, en ese caso, la autoridad debe procesar y castigar a los responsables.
Sin embargo, tengo también algunas dudas. Para que una posición como esta tenga éxito, el supuesto es que los actores sociales tienen una racionalidad mínima, en el sentido de que desarrollan estrategias que responden a incentivos, premios y castigos. Esta manera de ver las cosas sí podría funcionar con gremios más consolidados, con dirigentes más experimentados y representativos, como los de la CGTP o el Sutep, por ejemplo. Sin embargo, en Moquegua vimos a una población profundamente convencida tanto de la legitimidad de sus demandas como de los medios que utilizaron para defenderlas. Allí se expresó una frustración profunda y una gran distancia frente al Estado, que comparten amplias regiones del país. En este caso, imponer el orden puede tener consecuencias catastróficas sobre la legitimidad del Gobierno y del régimen político. Desde este punto de vista, el resultado final no ha sido tan malo como pudo haber sido.
Así, tal vez la mejor respuesta sea preocuparse por atender prontamente demandas legítimas; tanto por los medios de protesta utilizados como por la razonabilidad de las mismas. Estas propuestas deben ser claramente diferenciadas de aquellas que utilizan medios vedados y que levantan demandas con intereses político-electorales. Creo que la gente sabe distinguir unas de otras.
VER MÁS:
Algunas opiniones referidas a los temas que comento:
Carlos Basombío: "Por el lado más débil" http://www.peru21.com/comunidad/Columnistas/html/basombrioindex.html
Rosa María Palacios: "Cuatro pasos para poner fin a un abuso"
http://www.peru21.com/comunidad/Columnistas/html/palaciosindex.html
Carlos Reyna: "El Presidente está molesto"
http://www.larepublica.com.pe/content/view/228099/481/
Foto:
http://www.prensaperuana.com/noticia.php?codNoticia=1912
De otro lado, interesantísimo el contrapunto que se puede hacer entre:
Javier Diez Canseco: "Lecciones de Moquegua"
http://www.larepublica.com.pe/content/view/228098/481/
Y Mauricio Mulder, "Lección moqueguana"
http://www.correoperu.com.pe/paginas_columna.php?columna_autor=Mauricio%20Mulder&seccion_nota=8¬a_id=70596
Quien busca encuentra
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Tomemos en serio la coyuntura que se presenta y vinculémonos, acogiendo
cualquier forma de hacerlo y demos la bienvenida a lo que el resto quiera
brindarnos
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