El sábado pasado, o el anterior, Rafael León publicó en su columna en Somos de El Comercio un artículo sobre lo mal que se trata a los intelectuales en el país. León señala correctamente cómo se abusa del trabajo intelectual: se nos invita constantemente a ser presentadores de libros, comentaristas de ponencias, a escribir artículos y dictámenes sobre proyectos, tesis, artículos, a dar charlas y conferencias, a dar entrevistas, hacer presentaciones varias, pero ¡NO SE NOS PAGA POR ESO!
En los últimos días, me he cruzado con amigos que asumieron que, por ser entrevistado en radio o televisión o algún diario, por haber escrito un documento de trabajo para el último CADE, o por haber preparado una intervención en alguna presentación de libro, revista, o conferencia universitaria reciente, me habían pagado. ¡Provecho! La triste realidad es que NADIE ME PAGÓ un centavo por eso. Uno queda doblemente mal: por no cobrar, y por quedar como que cobró ante los demás, cuando en realidad no fue así.
Estoy de mal humor porque en estos días tengo miles de cosas que hacer, referidas a mis trabajos remunerados, a mis obligaciones principales, y al mismo tiempo estoy presionado para terminar un artículo para una revista, redactar un dictamen sobre la calidad de un artículo para un journal, y de un proyecto para una financiera, trabajos por los cuales TAMPOCO ME VAN A PAGAR.
Esto no sería problema si uno fuera millonario, o viviera de sus rentas. Pero para los que trabajamos para vivir sí lo es, porque estas actividades nos quitan tiempo que podríamos dedicar a nuestros trabajos remunerados, a otras causas voluntarias, a nuestra familia y amigos, o a nosotros mismos, o al "ocio creador".
Uno puede apoyar ciertas causas sin remuneración, por convicción, identificación, simpatía, etc., por el puro gusto de hacerlo. Pero todo tiene un límite. En general, con el trabajo intelectual se suele abusar, como bien dice León.
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3 comentarios:
la pregunta que se cae madura es: ¿por qué aceptan, en primer lugar?
¿Por qué aceptamos? En general, porque, como decía, nos sentimos "obligados" a apoyar algunas causas por simpatía, identificación, porque nos parece importante, etc. Si yo escribo sobre la importancia de los partidos, y luego un partido me invita a dar una charla en una actividad de formación, me siento "obligado" a aceptar.
El problema es el siguiente: si uno invita a Teófilo Cubillas a comentar algo en una conferencia, el nene está haciendo de manera voluntaria algo porque le parece interesante, porque quiere apoyar alguna causa, en fin. Pero es claro que el nene obtiene sus ingresos del futbol y de sus negocios.
El asunto con los académicos es que ellos trabajan y obtienen sus ingresos precisamente de dictar clases, evaluar proyectos, analizar temas de actualidad, hacer investigaciones, escribir libros y documentos, etc. Si se generaliza el no pagar por esas actividades, simplemente no podrían existir.
Algo parecido les pasa a los artistas. Se les pide "voluntariamente" que hagan presentaciones de su trabajo en diversos lugares, como "colaboración". El problema es que ellos viven y obtienen sus ingresos de hacer presentaciones de su trabajo... También les pasa frecuentemente a los médicos, cuando responden consultas "al paso".
Volviendo a la pregunta inicial. En lo personal, en general, trato de ser muy selectivo con las cosas que acepto que no tienen remuneración (también con las que sí, ahora que lo pienso). La queja viene porque a veces uno "queda mal" por decir que no, porque se espera que uno, por defender ciertas ideas, debería aceptar sin más colaborar con ciertas cosas.
De otro lado, a veces uno acepta hacer algo voluntario, pero después la gente se pasa y termina imponiéndole a uno obligaciones adicionales, y reprochándole a uno no asumirlas. Ejemplo: uno acepta dar una conferencia en una universidad, y después te quieren convertir en parte de un comité académico, también gratis.
Termino este rollazo. Creo que para algunos es legítimo pedir ayuda voluntaria: un círculo de estudios o una revista de estudiantes universitarios, p.e. Pero en el caso de instituciones que disponen de fondos, deberían expresar su respeto al trabajo intelectual con una remuneración, siempre que puedan. Lo que no debería ocurrir es "dar por sentado" que por el trabajo intelectual no se paga.
Martin,
coincido plenamente contigo y que bien que hayas puesto este tema en tu blog. Me pasa a mi todo el tiempo, y he tenido que aprender a discriminar a quien decir si y a quien decir no, aunque me cuesta, por las razones que tu bien expresas. Añado algo: A veces sí te pagan, pero tarde y mal. Muchas instituciones, publicas y privadas, presionan para que les hagas un trabajo en sus plazos, muchas veces irreales (producto de su propia incompetencia, ya que es frecuente que te contraten para salvar un mal trabajo previo), y uno cumple con ellos y luego, para cobrar, alli si que no saben de plazos y pueden demorar 2 o 3 meses... y claro, resulta poco elegante estar reclamando, pero de otro modo... ¿como vivimos? El problema como bien dices es complejo, y es un abuso.
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