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Andy Robinson 06/12/2006 - 09:52 horas
http://www.lavanguardia.es/gen/20061206/51295399052/posts/la-teta-y-el-bisturi-los-angeles-dallas-miami-sarah-jessica-parker-estados-unidos-steve-martin-los-angeles-hollywood-internet-martin-parker-europa.html
360.000 mujeres recibieron implantes de senos el año pasado en Estados Unidos, según la Sociedad Americana de Cirugía Estética y Plástica (ASAPS), una de cada cuatro de ellas en Los Angeles, la capital estadounidense de la cirugía estética. O sea, no era por nada aquel diálogo entre Steve Martin y Sarah Jessica Parker en la película L.A. Story: "Sí, tus tetas son muy extrañas al tacto", dice Martin. "Claro, son reales", responde Parker.
Y esto fue antes de que la Food and Drug Administration (FDA), que regula la industria farmacéutica, legalizara hace dos semanas, los implantes de silicona, bajo fuertes presiones de los lobbies de la industria de la cirugía estética. Catorce años después de haberlos prohibido tras una serie de juicios a sus fabricantes, la FDA declaró que no hay indicios de que los implantes sean causantes de cáncer, artritis, enfermedades inmunológicas o neurálgicas. Menos mal porque ya eran legales en Europa. La fabricante de los implantes de silicona es Allergan, con sede en Californa, que vende también Botox, el producto milagro para quienes buscan la juventud eterna -a 400 dólares la inyección-, un derivado de la toxina letal botulina, que administrada en dosis pequeñas, paraliza y desarruga la cara durante tres meses. Su uso se ha generalizado tanto en Hollywood que directores como Baz Luhrman –Moulin Rouge- y Martín Scorsese se quejan de que sus actrices ya no pueden fruncir la ceja. O sea que cualquier lector que haya tropezado erróneamente con este diario en el camino hacia http://www.thestreet.com/, puede aprovechar consultando la acción de Allergan que se cotiza bajo el acrónimo AGN.
Pero volvamos a donde queríamos estar. Desde 1980, 3,4 millones de mujeres se han operado de seno en Estados Unidos y paulatinamente aumenta la talla media de sujetador que se pide en lencerías en Los Angeles, Miami y Dallas. Crece la demanda de senos artificiales y cae el precio. El coste de la operación de seno se ha reducido de 12.000 dólares en 1997 a 600 dólares en 2005. Cada vez más chicas jóvenes se someten a cirugía para aumentar el tamaño de los senos y hay varios casos de padres que han regalado operaciones a sus hijas por sacar buenas notas en el instituto.
Todo esto parece ser el resultado de lo que Alex Kuczynski en su nuevo libro "Beauty Junkies" -yonquis de la belleza- (Doubleday, 2006), califica como una cultura de adicción de mujeres enganchadas a una fórmula artificial de la belleza. "Si la cultura estadounidense se define mejor por su amor a lo artificial –olores, artificiales, bronceados artificiales, comidas artificiales- no hay nada en el cuerpo de la mujer que se somete más fácilmente al artífice que el seno", afirma. En Los Angeles, Miami, Dallas, dice Kuczynski, se multiplica una especie de mujer clónica, una Steptford Wife del siglo XXI ya no sólo hecha a la medida de los deseos y caprichos de sus maridos en lo que se refiere a su comportamiento sino también físicamente. Se fabrica una mujer de fantasía –no se sabe exactamente de quién es la fantasía, quizás de nadie- y estandarizada: "Estaba en una fiesta en un jardín de Los Angeles durante el fin de semana de los oscar y (...) había un grupo de mujeres más o menos de la misma altura, en torno a 1,75, que debían pesar todas menos de 58 kilos. Pelo largo rubio liso. Labios llenos y dientes blancos. Ojos redondos y brillantes. Narices rectas y pequeñas. Todas con la cadera muy estrecha y con enormes senos. Este look se conoce en el mundo de los cirujanos estéticos como "tits on sticks" –tetas colgadas de palos-.
Y si los cirujanos lo dicen será verdad porque ellos son los creadores. Pero, ¿quién diseñó el patrón para fabricar a las "tits on sticks"? Kuczynski sospecha que la estética de la teta ha cambiado conforme la pornografía en Internet –películas rodadas en el Valle de San Fernando de Los Angeles- ha venido marcando las pautas del deseo sexual masculino. Aquellas enormes esferas infladas, que pueden parecer al no iniciado en esta estética porno-virtual una grotesca caricatura del seno femenino, se han convertido en el objeto secreto de deseo de la generación Internet. A su vez, como advirtió hace tres años en New York Magazine, Naomi Woolf, las mujeres empiezan a sentirse forzadas a adoptar el look porno porque "es difícil encontrar a un tío cuyas expectativas no se han distorsionado debido al porno", según dijo una chica neoyorquina entrevistada por Woolf.
Es decir que una nueva adicción masculina a la pornografía -ya tan mainstream como el rock and roll en EE.UU.- modifica los gustos sexuales de los chicos y acaba por engendrar otra adicción esta vez de mujeres "yonquis de la belleza" enganchadas a la cirugía estética. Esta es la libertad de ser lo que queremos ser que todos buscábamos en EE.UU. Hasta hay subastas en emisoras de radio y en Interent –ver www.myfreeimplants.com- protagonizadas por chicas que tratan de recaudar fondos para operarse. "¿Por qué se nos ocurriría dejar que un cirujano nos abriera la carne para insertar un objeto foráneo en nuestros cuerpos?", se pregunta Kuczynski. La respuesta: "Estamos buscando amor pero aceptaremos la lujuria". Por lo visto, www.myfreeimplants funciona porque hay suficientes hombres que están dispuestos a mandar dinero a las chicas a cambio de que ellas, cuando se hayan operado finalmente, les enseñen las tetas artificiales. "Me da lo mismo que sean reales o falsas. ¡Grande es bueno!", dijo un adicto a mis implantes gratuitos en un email que uno mandó a Kuczynski. Otras webs se dedican a estudiar los senos de famosas para averiguar si son reales o no (Awful Plastic Surgery).
Los chicos quieren ver tetas artificiales y son hombres los que las van a dar. No hay ni una sola mujer en el consejo de diez cirujanos citados como autoridades en la web de ASAPS, ni en el consejo de Allergan. Son todos hombres, la mayoría, a juzgar por las fotos, bastante arrugados, nada delgados y con calva y papada.
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