.
Argumentos dedica este número a la situación política en América Latina, sin duda un intenso año electoral para la región.
Si hacemos un recuento, el 2009 empezó con dos referéndums —uno en Bolivia y otro en Venezuela, en enero y febrero respectivamente— que buscaban cambiar la constitución y, entre otras cosas, posibilitar la reelección presidencial de Chávez y Morales. En abril de este mismo año, Ecuador reeligió a Correa, quien previamente cambió la carta magna para que esto sea posible. El Salvador y Panamá también tuvieron elecciones presidenciales, mientras que en México y Argentina hubo elecciones legislativas. Próximamente, se elegirán nuevos mandatarios en Honduras, Uruguay, Chile, Bolivia y Costa Rica. Y en países como Colombia, Brasil, Perú y Argentina el debate electoral se adelanta, con pretensiones reeleccionistas en Colombia, sobreofertas de agrupaciones políticas en Perú y revanchas políticas en Brasil. Los juegos de poder se debaten internamente, pero también en relación a los resultados electorales de los países vecinos.
En un contexto regional de gobiernos de distinta orientación ideológica, con escenarios de polarización política interna, conflictos latentes entre países vecinos y una severa crisis internacional, Argumentos analiza la recomposición política y el complejo proceso —aún inacabado— de democratización en Latinoamérica.
Coyuntura
Martín Tanaka. La agenda democrática latinoamericana, 1979 - 2009
Política y democracia en América Latina
Romeo Grompone. Anotaciones levemente heterodoxas: la variada suerte de la izquierda en América del Sur
Eduardo Dargent. ¿Cómo le va a la derecha en América Latina?
Francisco Gutiérrez Sanín. La segunda reelección y la institucionalidad colombiana
Franco Gamboa Rocabado. Nuevo Estado plurinacional y la persistencia de los conflictos en Bolivia
Economía y desarrollo
Hildegardi Venero. El esfuerzo invisible de las mujeres: un análisis de las diferencias salariales entre hombres y mujeres
Roxana Barrantes. Comunicaciones móviles y desarrollo socioeconómico en América Latina
Crítica y reseñas
Reseña por Jorge Aragón: ¿Qué tan nueva y qué tan crítica es la actual coyuntura política de los países andinos?
Reseña por Alberto Vergara: Sinesio López sobre la producción intelectual en el Perú
El número completo aquí:
http://www.revistargumentos.org.pe/index.php?fp_plantilla_seleccionada_temporal=75
lunes, 30 de noviembre de 2009
domingo, 29 de noviembre de 2009
¿Inconsecuencia o aprendizaje democrático?
Artículo publicado en La República, domingo 29 de noviembre de 2009
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=29&pid=1&sec=1634&pag=17
El martes pasado Nelson Manrique tuvo la generosidad de responder a mi última columna, dedicada a su importante libro, “¡Usted fue aprista!” Bases para una historia crítica del APRA, que será presentado en la Feria del Libro mañana lunes a las 7pm. Un libro como el de Manrique, así como su respuesta última plantea muchos temas de debate y conversación, imposibles de abordar aquí. Sí comento algunos asuntos que me parecen centrales y de interés para los lectores.
La respuesta de Manrique resalta, entre otras cosas, la tensión que enfrentó Haya al tener de un lado “bases radicales... que creían que el partido iba a hacer la revolución”, y del otro “una estrategia política basada en el juego electoral como el camino para llegar al poder, algo que se planteó tan tempranamente como en 1928...”. Esta apuesta por lo electoral, dice Manrique, se dio sistemáticamente, en 1945, 1956, 1962 y 1963. Haya trató de llegar al poder, y para ello creyó necesario pactar con la oligarquía. Esta estrategia, que dejó de lado los postulados previos a 1928, son vistos negativamente por Manrique, de allí que concluya haciendo un símil entre la relación de Haya con la oligarquía y la “sumisión” de García a la Constitución de 1993, “repudiando” la de 1979.
Estoy de acuerdo con Manrique cuando dice que lo interesante es tratar de entender las tensiones que enfrentó Haya y cómo las resolvió; la cuestión es, nuevamente, desde qué ángulo evaluamos las cosas. Manrique parece querer resaltar los problemas resultantes del abandono de los ideales revolucionarios originales y la opción por un camino electoral. Me pregunto que pasaría si pensamos lo mismo como un complejo, difícil y trunco proceso de desarrollo de una comunidad política democrática. Vistas las cosas así, a pesar de que Haya desde 1945 sostuvo que no quería “quitarle la riqueza al que la tiene sino crearla para el que no la tiene”, no logró superar el veto de la oligarquía y los militares. Cuando finalmente se logró tener una arena política sin exclusiones en 1962 y 1963, ya el APRA había perdido posiciones en su flanco izquierdo; y cuando Haya pudo ser presidente en 1969, nuevamente una intervención militar lo impidió, aunque esta vez una dictadura de izquierda.
Si miramos la conducta de Haya no desde la inconsecuencia revolucionaria, sino a la luz de los procesos truncos de aparición de una comunidad democrática, la estrategia del APRA, de abandono de estrategias insurreccionales por vías electorales y búsqueda de acuerdos políticos con sus adversarios no resulta negativa. Es más, la derechización del APRA permitió la aparición de otros partidos, como Acción Popular y las izquierdas. Los problemas aparecen en otras partes: en la apuesta autoritaria de la oligarquía, en la ausencia de partidos democráticos conservadores de masas, en la tradición militar golpista, en la falta de compromiso democrático en nuestras elites.
ACTUALIZACIÓN:
Ver réplica de Nelson Manrique en La República, martes 1 de diciembre
Haya, entre las balas y los votos
http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/01/12/2009/haya-entre-las-balas-y-los-votos
ACTUALIZACIÓN, 2 de diciembre
Ver también:
El APRA de Manrique
La República, 02/12/2009
Antonio Zapata
http://www.larepublica.pe/sucedio/02/12/2009/el-apra-de-manrique
Usted fue aprista. Impresiones y debate
Jose Alejandro Godoy
http://www.desdeeltercerpiso.com/2009/12/usted-fue-aprista-impresiones-y-debate/
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=29&pid=1&sec=1634&pag=17
El martes pasado Nelson Manrique tuvo la generosidad de responder a mi última columna, dedicada a su importante libro, “¡Usted fue aprista!” Bases para una historia crítica del APRA, que será presentado en la Feria del Libro mañana lunes a las 7pm. Un libro como el de Manrique, así como su respuesta última plantea muchos temas de debate y conversación, imposibles de abordar aquí. Sí comento algunos asuntos que me parecen centrales y de interés para los lectores.
La respuesta de Manrique resalta, entre otras cosas, la tensión que enfrentó Haya al tener de un lado “bases radicales... que creían que el partido iba a hacer la revolución”, y del otro “una estrategia política basada en el juego electoral como el camino para llegar al poder, algo que se planteó tan tempranamente como en 1928...”. Esta apuesta por lo electoral, dice Manrique, se dio sistemáticamente, en 1945, 1956, 1962 y 1963. Haya trató de llegar al poder, y para ello creyó necesario pactar con la oligarquía. Esta estrategia, que dejó de lado los postulados previos a 1928, son vistos negativamente por Manrique, de allí que concluya haciendo un símil entre la relación de Haya con la oligarquía y la “sumisión” de García a la Constitución de 1993, “repudiando” la de 1979.
Estoy de acuerdo con Manrique cuando dice que lo interesante es tratar de entender las tensiones que enfrentó Haya y cómo las resolvió; la cuestión es, nuevamente, desde qué ángulo evaluamos las cosas. Manrique parece querer resaltar los problemas resultantes del abandono de los ideales revolucionarios originales y la opción por un camino electoral. Me pregunto que pasaría si pensamos lo mismo como un complejo, difícil y trunco proceso de desarrollo de una comunidad política democrática. Vistas las cosas así, a pesar de que Haya desde 1945 sostuvo que no quería “quitarle la riqueza al que la tiene sino crearla para el que no la tiene”, no logró superar el veto de la oligarquía y los militares. Cuando finalmente se logró tener una arena política sin exclusiones en 1962 y 1963, ya el APRA había perdido posiciones en su flanco izquierdo; y cuando Haya pudo ser presidente en 1969, nuevamente una intervención militar lo impidió, aunque esta vez una dictadura de izquierda.
Si miramos la conducta de Haya no desde la inconsecuencia revolucionaria, sino a la luz de los procesos truncos de aparición de una comunidad democrática, la estrategia del APRA, de abandono de estrategias insurreccionales por vías electorales y búsqueda de acuerdos políticos con sus adversarios no resulta negativa. Es más, la derechización del APRA permitió la aparición de otros partidos, como Acción Popular y las izquierdas. Los problemas aparecen en otras partes: en la apuesta autoritaria de la oligarquía, en la ausencia de partidos democráticos conservadores de masas, en la tradición militar golpista, en la falta de compromiso democrático en nuestras elites.
ACTUALIZACIÓN:
Ver réplica de Nelson Manrique en La República, martes 1 de diciembre
Haya, entre las balas y los votos
http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/01/12/2009/haya-entre-las-balas-y-los-votos
ACTUALIZACIÓN, 2 de diciembre
Ver también:
El APRA de Manrique
La República, 02/12/2009
Antonio Zapata
http://www.larepublica.pe/sucedio/02/12/2009/el-apra-de-manrique
Usted fue aprista. Impresiones y debate
Jose Alejandro Godoy
http://www.desdeeltercerpiso.com/2009/12/usted-fue-aprista-impresiones-y-debate/
domingo, 22 de noviembre de 2009
¡Usted fue aprista! de Nelson Manrique
Artículo publicado en La República, domingo 22 de noviembre de 2009
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=22&pid=1&sec=1634&pag=17
Apareció el libro “¡Usted fue aprista!” Bases para una historia crítica del APRA (Fondo ed. PUCP – CLACSO, 2009) de Nelson Manrique. Se trata de un libro sólido, de lectura imprescindible, y sin duda será una referencia obligada para cualquiera interesado en el APRA y en la historia del siglo XX peruano.
¿Cómo abordar una historia del APRA evitando caer en la hagiografía o la diatriba? se pregunta el autor, que se propone tener “una actitud reflexiva, alejada de las descalificaciones fáciles. Siempre la mejor opción es tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite- dentro del cual podían actuar” (p. 7-8). Para Manrique esa “trama de relaciones” estaría compuesta por un entrecruzamiento de elementos oligárquicos, imperialistas y capitalistas frente a los cuales Haya insurgió legítimamente en los años veinte. Sin embargo, desde tan temprano como 1931 el fundador del APRA habría iniciado un proceso de “derechización” que alejaría al partido de la representación de los sectores populares, impidiendo la modernización del país, y generando una creciente brecha entre sociedad y Estado que padeceríamos hasta nuestros días.
Desde el título, Manrique parece reprocharle a Haya esa derechización, sin intentar entender su lógica. La sola sobrevivencia del APRA como el partido más importante del país, ¿no plantea que hubo cierta racionalidad en esas decisiones? No me parece que la línea de lectura del autor sea fiel al criterio de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales ... dentro de [las cuales] podían actuar”. ¿Existe un mejor ángulo para evaluar el desempeño de Haya y del APRA? Yo pienso que el mejor es un enfoque comparado. El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo. Manrique se refiere en diversos momentos al peronismo, al MNR boliviano, al varguismo en Brasil, pero no explora comparaciones.
Comparativamente, lo que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo: como señalara recientemente Marcos Novaro refiréndose al peronismo, “se presenta como una barrera contra el comunismo y la radicalización gremial frente a las clases medias y el empresariado, y como el mejor canal para satisfacer los intereses del pueblo y de los trabajadores frente a sus bases populares... asediado por quienes le reclaman orden tanto como por los que le reclaman cambios más auténticos”. Al mismo tiempo, este “camaleonismo” es lo que explica la vitalidad y vigencia del populismo. Puede asumir una forma radical revolucionaria, como neoliberal y conservadora, según las circunstancias. En medio de esas transformaciones algunos se mantienen vigentes, como el APRA, el justicialismo o el PRI en México, y otros declinan, como el MNR o AD en Venezuela. Explicar esa diferencia es la clave.
VER MÁS:
La lucha de calles, por Marcos Novaro, 13 de Noviembre de 2009
http://www.politica.com.ar/blog/2009/11/13/la-lucha-de-calles/
ACTUALIZACIÓN: 24 de noviembre
Ver respuesta de Nelson Manrique:
¡Usted fue populista!
http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/24/11/2009/usted-fue-populista
Ver también:
Debate sobre "¡Usted fue aprista!" de Nelson Manrique
Jorge Luis Valdez
martes 24 de noviembre de 2009
http://labitacoradehobsbawm.blogspot.com/2009/11/debate-sobre-usted-fue-aprista-de.html
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=22&pid=1&sec=1634&pag=17
Apareció el libro “¡Usted fue aprista!” Bases para una historia crítica del APRA (Fondo ed. PUCP – CLACSO, 2009) de Nelson Manrique. Se trata de un libro sólido, de lectura imprescindible, y sin duda será una referencia obligada para cualquiera interesado en el APRA y en la historia del siglo XX peruano.
¿Cómo abordar una historia del APRA evitando caer en la hagiografía o la diatriba? se pregunta el autor, que se propone tener “una actitud reflexiva, alejada de las descalificaciones fáciles. Siempre la mejor opción es tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite- dentro del cual podían actuar” (p. 7-8). Para Manrique esa “trama de relaciones” estaría compuesta por un entrecruzamiento de elementos oligárquicos, imperialistas y capitalistas frente a los cuales Haya insurgió legítimamente en los años veinte. Sin embargo, desde tan temprano como 1931 el fundador del APRA habría iniciado un proceso de “derechización” que alejaría al partido de la representación de los sectores populares, impidiendo la modernización del país, y generando una creciente brecha entre sociedad y Estado que padeceríamos hasta nuestros días.
Desde el título, Manrique parece reprocharle a Haya esa derechización, sin intentar entender su lógica. La sola sobrevivencia del APRA como el partido más importante del país, ¿no plantea que hubo cierta racionalidad en esas decisiones? No me parece que la línea de lectura del autor sea fiel al criterio de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales ... dentro de [las cuales] podían actuar”. ¿Existe un mejor ángulo para evaluar el desempeño de Haya y del APRA? Yo pienso que el mejor es un enfoque comparado. El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo. Manrique se refiere en diversos momentos al peronismo, al MNR boliviano, al varguismo en Brasil, pero no explora comparaciones.
Comparativamente, lo que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo: como señalara recientemente Marcos Novaro refiréndose al peronismo, “se presenta como una barrera contra el comunismo y la radicalización gremial frente a las clases medias y el empresariado, y como el mejor canal para satisfacer los intereses del pueblo y de los trabajadores frente a sus bases populares... asediado por quienes le reclaman orden tanto como por los que le reclaman cambios más auténticos”. Al mismo tiempo, este “camaleonismo” es lo que explica la vitalidad y vigencia del populismo. Puede asumir una forma radical revolucionaria, como neoliberal y conservadora, según las circunstancias. En medio de esas transformaciones algunos se mantienen vigentes, como el APRA, el justicialismo o el PRI en México, y otros declinan, como el MNR o AD en Venezuela. Explicar esa diferencia es la clave.
VER MÁS:
La lucha de calles, por Marcos Novaro, 13 de Noviembre de 2009
http://www.politica.com.ar/blog/2009/11/13/la-lucha-de-calles/
ACTUALIZACIÓN: 24 de noviembre
Ver respuesta de Nelson Manrique:
¡Usted fue populista!
http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/24/11/2009/usted-fue-populista
Ver también:
Debate sobre "¡Usted fue aprista!" de Nelson Manrique
Jorge Luis Valdez
martes 24 de noviembre de 2009
http://labitacoradehobsbawm.blogspot.com/2009/11/debate-sobre-usted-fue-aprista-de.html
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Presentación de "Think Tanks y partidos políticos en América Latina"
Este lunes se presenta el libro Dime a quien escuchas... think tanks y partidos políticos en América Latina, editado por Enrique Mendizabal y Kristen Sample (Lima, IDEA Internacional - ODI, 2009), donde está el capítulo que escribimos con Sofía Vera y Rodrigo Barrenechea, “Think tanks y partidos políticos en el Perú: precariedad institucional y redes informales”. Los comentaristas serán Jaime de Althaus y Juan Sheput, seguro habrá un buen debate. Más información sobre el libro aquí:
http://martintanaka.blogspot.com/2009/10/think-tanks-y-partidos-politicos-en.html
ACTUALIZACIÓN, 27 de noviembre
Ver comentario de Jaime de Althaus en El Comercio, "La entropía que no cesa"
http://elcomercio.pe/impresa/notas/entropia-que-no-cesa/20091127/374247
http://martintanaka.blogspot.com/2009/10/think-tanks-y-partidos-politicos-en.html
ACTUALIZACIÓN, 27 de noviembre
Ver comentario de Jaime de Althaus en El Comercio, "La entropía que no cesa"
http://elcomercio.pe/impresa/notas/entropia-que-no-cesa/20091127/374247
lunes, 16 de noviembre de 2009
Modernización trunca y CVR
El 1 de octubre pasado se realizó una de las “mesas verdes” en el Instituto de Estudios Peruanos, con María Isabel Remy, dedicada al tema “Modernizaciones truncas en la sociedad post-conflicto. A propósito del VI aniversario de la entrega del informe de la CVR”, con comentarios de Guillermo Rochabrún, Javier Torres y Carlos Iván Degregori. No pude ir porque se me cruzó con la clase en la universidad de mi curso sobre política comparada. Lamenté mucho no poder ir, porque se trata de un tema que me parece importantísimo y porque ese trío aseguraba una excelente discusión, como en efecto ocurrió. Gracias a la web del instituto pude ver los videos de la sesión, y no me aguanto las ganas de hacer unos comentarios. Para los que se la perdieron, los videos están aquí:
http://www.iep.org.pe/videos_modernizaciones_truncas.php
Sobre la “modernización trunca”: podría ser que la etiqueta no sea la más adecuada, pero eso es lo de menos. Lo que está detrás tiene la virtud de poner sobre el tapete los desafíos que implica la expansión e intensificación de los intercambios de mercado en contextos de relativo aislamiento, el rápido cambio en las expectativas, la difusión de valores igualitarios, la “activación” social y política de grupos antes “quietos” y la necesidad de “incorporarlos” y representarlos en la arena política, la crisis de formas tradicionales de autoridad, el agotamiento de la producción agraria de reproducción simple ante otras formas de producción, etc., etc., (o sea, modernización) y cómo esos cambios generan tensiones, asimetrías, desarrollos desiguales y contradictorios, potencialmente conflictivos (su carácter “trunco”). El concepto tiene limitaciones, por supuesto, pero eso es cierto para todos los que usamos en las ciencias sociales. Claro que más me gusta eso de “desestructuración sin reestructuración”, como dice Rochabrún. Al respecto ver mi texto “Las relaciones entre Estado y sociedad en el Perú: desestructuración sin reestructuración. Un ensayo bibliográfico”. En: América Latina Hoy, vol. 31, agosto 2002 (p. 189-218). Ediciones Universidad de Salamanca, España.
http://iberoame.usal.es/americalatinahoy/ALH-PDF-TIFF/ALHvol31/ALHvol31tanaka.pdf
¿El concepto de modernización está teñido de teleologismo, tiene en mente un único modelo de modernización? No necesariamente. Esa impresión, me parece, es unilateral y seguramente tiene en mente el libro de Rostow The Stages of Economic Growth, pero reducir la teoría de la modernización a Rostow es un abuso.
Una idea central de la literatura clásica de la política comparada es que el paso de una sociedad tradicional a una sociedad de masas, el paso de sociedades agrarias a sociedades capitalistas, es decir, los procesos de modernización, son fundamentales en la historia de los países, y que las maneras en que se dan determinan en gran parte la dinámica política de los países. Una idea central es que no hay un solo modelo de modernización, cada sociedad llega a su propia solución según las diversas coaliciones de clase que se forman, la manera en que se da la incorporación de sectores antes excluidos a la arena política, la naturaleza de sus Estados, los contextos internacionales, los legados históricos e institucionales, etc. Una cosa es la modernización en Inglaterra, otra en Japón, otra en Alemania, etc. No por nada estas nociones han sido usadas provechosamente por autores tan diversos como Barrington Moore (Los orígenes sociales de la democracia...), Theda Skocpol (Estado y revoluciones sociales), Samuel Huntington (El orden político...), Seymour M. Lipset (El hombre político...), Gino Germani (Política y sociedad en una época de transición...); y más contemporáneamente por Collier y Collier (Shaping the political arena...), por mencionar solo algunos.
Dicho sea de paso, casi todos esos textos están en la bibliografía del curso que me impidió estar en la reunión. Ver:
http://martintanaka.blogspot.com/2009/08/syllabus-de-analisis-politico-comparado.html
Me llama la atención el rechazo a un concepto asociable a la teoría de la modernización (“modernización trunca”) en el marco de un debate sobre la contribución de la CVR, cuando por ejemplo el propio Carlos Iván Degregori utilizó extensamente esa teoría en su libro El origen de Sendero Luminoso en Ayacucho (aunque no sé cuán premeditadamente). Creo también que es obvia la influencia de este marco teórico en todo el informe; es más, acaso sea la influencia teórica que aparece más fuertemente en todo el texto. En el caso de la CVR, y del capítulo debatido en la mesa verde, los conceptos asociados a la teoría de la modernización permiten esbozar diferentes escenarios regionales según el impacto de la modernización, pueden verse tipos, diferencias, según sus alcances, relación con estructuras más tradicionales, etc. Esta discusión plantea temas interesantísimos como los impactos de la reforma agraria y su desmantelamiento, tipos de conflictividad, la importancia del tema de la fragmentación inter e intra comunitaria, etc.
Ahora bien, sí creo que la teoría de la modernización tiene limitaciones, que se expresan en el capítulo sobre las regiones, y en todo el informe de la CVR. Ellas tienen que ver con cómo se piensan las relaciones entre economía, sociedad y política. Esta teoría me parece muy útil para detectar tensiones y conflictos sociales, pero muy mala para, de allí, “deducir” qué pasa en el plano político. En este plano, donde están los actores, adquieren importancia la organización, la voluntad, las estrategias. En otras palabras, en una situación de movilización y conflicto potencial puede no pasar nada; y en otra de relativa estabilidad, puede producirse un gran estallido, dependiendo si es que hay actores que se empeñan en ello y son capaces de organizarse y movilizar recursos. Puede haber condiciones favorables para Sendero que se desaprovechan por sus propios errores, y otras desfavorables en las que Sendero se asienta por su habilidad o por errores en la estrategia contrainsurgente. En otras palabras, los actores importan. Esto significa que los escenarios de la violencia en parte responden a situaciones estructurales, pero también a la estrategia político-militar de Sendero, tema que me parece subestimado por la CVR (así como al tipo de respuesta contrainsurgente, por supuesto).
En la mesa verde del IEP, cada vez que se debaten las dificultades de asociar situaciones de “modernidad trunca” con la dinámica del conflicto, en realidad se está hablando de los límites de esta lógica que pretender “deducir” lo político de lo social. Este asunto se expresa también, por ejemplo, en la controversia siguiente: ¿hubo muchos muertos quechuahablantes de zonas rurales de la sierra porque nuestra sociedad es racista (y la “premodernidad” es muy fuerte), o porque la estrategia político-militar de Sendero definió como claves ciertos espacios regionales, donde se encontraba esa población? De haber definido otros, los muertos serían otros. En países como Argentina o Chile la insurgencia fue más urbana, y los muertos estuvieron en las ciudades.
Todo esto nos lleva a un tema mayor, que afecta a todo el informe de la CVR. El IF tiene una ambigüedad teórica que permite varias lecturas. Hay un informe que se lee en clave estructuralista, según el cual los problemas de la estructura social y sus contradicciones o tensiones explican “naturalmente” la dinámica del conflicto. En tanto el nuestro es un país profundamente injusto, la violencia alcanzó niveles muy altos. Hay otro informe en el cual lo central es la voluntad política de Sendero y su proyecto, que en realidad va a contracorriente de lo que ocurre en el plano de lo social, signado más bien por un proceso de democratización (y modernización). Soy de los que piensa que la segunda línea de interpretación es la correcta, y la noción de “modernidad trunca” es útil para entender en qué zonas del país Sendero tuvo más probabilidades de entrar o de encontrar resistencia. Y cómo la violencia asumió formas más macabras en zonas más marginales, signadas por una fuerte conflictividad local. Nuevamente, estamos hablando solo de probabilidades: lo que ocurrió en concreto se entiende mejor si incorporamos al análisis a los actores y sus acciones específicas.
Solamente unos apuntes para un tema que merece más discusión.
http://www.iep.org.pe/videos_modernizaciones_truncas.php
Sobre la “modernización trunca”: podría ser que la etiqueta no sea la más adecuada, pero eso es lo de menos. Lo que está detrás tiene la virtud de poner sobre el tapete los desafíos que implica la expansión e intensificación de los intercambios de mercado en contextos de relativo aislamiento, el rápido cambio en las expectativas, la difusión de valores igualitarios, la “activación” social y política de grupos antes “quietos” y la necesidad de “incorporarlos” y representarlos en la arena política, la crisis de formas tradicionales de autoridad, el agotamiento de la producción agraria de reproducción simple ante otras formas de producción, etc., etc., (o sea, modernización) y cómo esos cambios generan tensiones, asimetrías, desarrollos desiguales y contradictorios, potencialmente conflictivos (su carácter “trunco”). El concepto tiene limitaciones, por supuesto, pero eso es cierto para todos los que usamos en las ciencias sociales. Claro que más me gusta eso de “desestructuración sin reestructuración”, como dice Rochabrún. Al respecto ver mi texto “Las relaciones entre Estado y sociedad en el Perú: desestructuración sin reestructuración. Un ensayo bibliográfico”. En: América Latina Hoy, vol. 31, agosto 2002 (p. 189-218). Ediciones Universidad de Salamanca, España.
http://iberoame.usal.es/americalatinahoy/ALH-PDF-TIFF/ALHvol31/ALHvol31tanaka.pdf
¿El concepto de modernización está teñido de teleologismo, tiene en mente un único modelo de modernización? No necesariamente. Esa impresión, me parece, es unilateral y seguramente tiene en mente el libro de Rostow The Stages of Economic Growth, pero reducir la teoría de la modernización a Rostow es un abuso.
Una idea central de la literatura clásica de la política comparada es que el paso de una sociedad tradicional a una sociedad de masas, el paso de sociedades agrarias a sociedades capitalistas, es decir, los procesos de modernización, son fundamentales en la historia de los países, y que las maneras en que se dan determinan en gran parte la dinámica política de los países. Una idea central es que no hay un solo modelo de modernización, cada sociedad llega a su propia solución según las diversas coaliciones de clase que se forman, la manera en que se da la incorporación de sectores antes excluidos a la arena política, la naturaleza de sus Estados, los contextos internacionales, los legados históricos e institucionales, etc. Una cosa es la modernización en Inglaterra, otra en Japón, otra en Alemania, etc. No por nada estas nociones han sido usadas provechosamente por autores tan diversos como Barrington Moore (Los orígenes sociales de la democracia...), Theda Skocpol (Estado y revoluciones sociales), Samuel Huntington (El orden político...), Seymour M. Lipset (El hombre político...), Gino Germani (Política y sociedad en una época de transición...); y más contemporáneamente por Collier y Collier (Shaping the political arena...), por mencionar solo algunos.
Dicho sea de paso, casi todos esos textos están en la bibliografía del curso que me impidió estar en la reunión. Ver:
http://martintanaka.blogspot.com/2009/08/syllabus-de-analisis-politico-comparado.html
Me llama la atención el rechazo a un concepto asociable a la teoría de la modernización (“modernización trunca”) en el marco de un debate sobre la contribución de la CVR, cuando por ejemplo el propio Carlos Iván Degregori utilizó extensamente esa teoría en su libro El origen de Sendero Luminoso en Ayacucho (aunque no sé cuán premeditadamente). Creo también que es obvia la influencia de este marco teórico en todo el informe; es más, acaso sea la influencia teórica que aparece más fuertemente en todo el texto. En el caso de la CVR, y del capítulo debatido en la mesa verde, los conceptos asociados a la teoría de la modernización permiten esbozar diferentes escenarios regionales según el impacto de la modernización, pueden verse tipos, diferencias, según sus alcances, relación con estructuras más tradicionales, etc. Esta discusión plantea temas interesantísimos como los impactos de la reforma agraria y su desmantelamiento, tipos de conflictividad, la importancia del tema de la fragmentación inter e intra comunitaria, etc.
Ahora bien, sí creo que la teoría de la modernización tiene limitaciones, que se expresan en el capítulo sobre las regiones, y en todo el informe de la CVR. Ellas tienen que ver con cómo se piensan las relaciones entre economía, sociedad y política. Esta teoría me parece muy útil para detectar tensiones y conflictos sociales, pero muy mala para, de allí, “deducir” qué pasa en el plano político. En este plano, donde están los actores, adquieren importancia la organización, la voluntad, las estrategias. En otras palabras, en una situación de movilización y conflicto potencial puede no pasar nada; y en otra de relativa estabilidad, puede producirse un gran estallido, dependiendo si es que hay actores que se empeñan en ello y son capaces de organizarse y movilizar recursos. Puede haber condiciones favorables para Sendero que se desaprovechan por sus propios errores, y otras desfavorables en las que Sendero se asienta por su habilidad o por errores en la estrategia contrainsurgente. En otras palabras, los actores importan. Esto significa que los escenarios de la violencia en parte responden a situaciones estructurales, pero también a la estrategia político-militar de Sendero, tema que me parece subestimado por la CVR (así como al tipo de respuesta contrainsurgente, por supuesto).
En la mesa verde del IEP, cada vez que se debaten las dificultades de asociar situaciones de “modernidad trunca” con la dinámica del conflicto, en realidad se está hablando de los límites de esta lógica que pretender “deducir” lo político de lo social. Este asunto se expresa también, por ejemplo, en la controversia siguiente: ¿hubo muchos muertos quechuahablantes de zonas rurales de la sierra porque nuestra sociedad es racista (y la “premodernidad” es muy fuerte), o porque la estrategia político-militar de Sendero definió como claves ciertos espacios regionales, donde se encontraba esa población? De haber definido otros, los muertos serían otros. En países como Argentina o Chile la insurgencia fue más urbana, y los muertos estuvieron en las ciudades.
Todo esto nos lleva a un tema mayor, que afecta a todo el informe de la CVR. El IF tiene una ambigüedad teórica que permite varias lecturas. Hay un informe que se lee en clave estructuralista, según el cual los problemas de la estructura social y sus contradicciones o tensiones explican “naturalmente” la dinámica del conflicto. En tanto el nuestro es un país profundamente injusto, la violencia alcanzó niveles muy altos. Hay otro informe en el cual lo central es la voluntad política de Sendero y su proyecto, que en realidad va a contracorriente de lo que ocurre en el plano de lo social, signado más bien por un proceso de democratización (y modernización). Soy de los que piensa que la segunda línea de interpretación es la correcta, y la noción de “modernidad trunca” es útil para entender en qué zonas del país Sendero tuvo más probabilidades de entrar o de encontrar resistencia. Y cómo la violencia asumió formas más macabras en zonas más marginales, signadas por una fuerte conflictividad local. Nuevamente, estamos hablando solo de probabilidades: lo que ocurrió en concreto se entiende mejor si incorporamos al análisis a los actores y sus acciones específicas.
Solamente unos apuntes para un tema que merece más discusión.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Conflictos de interés
Artículo publicado en La República, domingo 14 de noviembre de 2009
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=15&pid=1&sec=1634&pag=17
En los últimos días se ha discutido mucho sobre esto, a propósito de los viajes a París pagados por la Universidad Alas Peruanas a vocales de la Corte Suprema.
¿Qué es un conflicto de interés? Simplificando, es una situación en la que una autoridad o funcionario, que debe actuar resguardando el interés general, con objetividad e independencia, ve comprometidas sus decisiones por su cercanía con algún grupo, sector, o interés particular. Esa cercanía puede llevar a decisiones contrarias al interés general, o a quitarle legitimidad a decisiones correctas, que pueden ser acusadas interesadamente de parcializadas por algún sector. Por ello el conflicto de interés debe evitarse; ya sea manteniendo distancia de grupos directa o potencialmente implicados en las decisiones, o absteniéndose de participar en estas cuando hay cercanías inevitables.
Este asunto puede asumir formas escandalosas, pero aquí quiero llamar la atención sobre lo borrosas que son las fronteras entre los intereses generales y particulares en un país como el nuestro, y lo necesario que es debatir mucho más sobre estos temas. En nuestro país, muy centralista, con mucha concentración de la riqueza y las oportunidades, con un número reducido de profesionales, técnicos, expertos y centros de formación y enseñanza de alto nivel, es muy común que personas que ocupan altas posiciones en el sector público y privado tengan relaciones personales, forjadas en el barrio, la escuela, la universidad y diversas redes sociales. De esto a la formación de “argollas” (o a la percepción de su existencia) que monopolizan espacios y excluyen a otros hay un paso. Según el sociólogo Guillermo Nugent, ellas serían uno de nuestros más característicos y odiosos males nacionales. El problema de fondo es que en la base de estas argollas o redes está la concentración del conocimiento y de las competencias, por lo que tienden naturalmente a justificarse y reproducirse. Este es un tema que concierne a políticos, empresarios, profesionales en general, y también a periodistas y académicos.
Así, no es extraño encontrar que profesionales que desarrollan sus carreras en el sector privado adquieran un conocimiento especializado por el cual son requeridos por el sector público, pero bajo la sospecha de que favorecerán a las empresas o instituciones en las que han trabajado o en las que podrían trabajar después. El problema no es fácil de resolver, porque es muy difícil encontrar profesionales de buen nivel sin algún tipo de vinculación con el sector privado dispuestos a entrar al sector público.
A largo plazo, la clave está en la construcción de una carrera pública, con una burocracia independiente de muy alto nivel profesional, muy bien remunerada. En el corto plazo, la transparencia en cuanto a las trayectorias profesionales de los funcionarios y autoridades, y de su relación con intereses privados en el ejercicio de su función, es fundamental.
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=15&pid=1&sec=1634&pag=17
En los últimos días se ha discutido mucho sobre esto, a propósito de los viajes a París pagados por la Universidad Alas Peruanas a vocales de la Corte Suprema.
¿Qué es un conflicto de interés? Simplificando, es una situación en la que una autoridad o funcionario, que debe actuar resguardando el interés general, con objetividad e independencia, ve comprometidas sus decisiones por su cercanía con algún grupo, sector, o interés particular. Esa cercanía puede llevar a decisiones contrarias al interés general, o a quitarle legitimidad a decisiones correctas, que pueden ser acusadas interesadamente de parcializadas por algún sector. Por ello el conflicto de interés debe evitarse; ya sea manteniendo distancia de grupos directa o potencialmente implicados en las decisiones, o absteniéndose de participar en estas cuando hay cercanías inevitables.
Este asunto puede asumir formas escandalosas, pero aquí quiero llamar la atención sobre lo borrosas que son las fronteras entre los intereses generales y particulares en un país como el nuestro, y lo necesario que es debatir mucho más sobre estos temas. En nuestro país, muy centralista, con mucha concentración de la riqueza y las oportunidades, con un número reducido de profesionales, técnicos, expertos y centros de formación y enseñanza de alto nivel, es muy común que personas que ocupan altas posiciones en el sector público y privado tengan relaciones personales, forjadas en el barrio, la escuela, la universidad y diversas redes sociales. De esto a la formación de “argollas” (o a la percepción de su existencia) que monopolizan espacios y excluyen a otros hay un paso. Según el sociólogo Guillermo Nugent, ellas serían uno de nuestros más característicos y odiosos males nacionales. El problema de fondo es que en la base de estas argollas o redes está la concentración del conocimiento y de las competencias, por lo que tienden naturalmente a justificarse y reproducirse. Este es un tema que concierne a políticos, empresarios, profesionales en general, y también a periodistas y académicos.
Así, no es extraño encontrar que profesionales que desarrollan sus carreras en el sector privado adquieran un conocimiento especializado por el cual son requeridos por el sector público, pero bajo la sospecha de que favorecerán a las empresas o instituciones en las que han trabajado o en las que podrían trabajar después. El problema no es fácil de resolver, porque es muy difícil encontrar profesionales de buen nivel sin algún tipo de vinculación con el sector privado dispuestos a entrar al sector público.
A largo plazo, la clave está en la construcción de una carrera pública, con una burocracia independiente de muy alto nivel profesional, muy bien remunerada. En el corto plazo, la transparencia en cuanto a las trayectorias profesionales de los funcionarios y autoridades, y de su relación con intereses privados en el ejercicio de su función, es fundamental.
domingo, 8 de noviembre de 2009
El futuro del Partido Nacionalista
Artículo publicado en La República, domingo 8 de noviembre de 2009
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=08&pid=1&sec=1634&pag=15
Empiezo con una metáfora futbolística: si bien soy hincha de Alianza, soy perfectamente consciente de que la mejora de mi equipo está atada necesariamente a una mejora del fútbol peruano en general. Es decir, para que Alianza esté bien, también tienen que estarlo la U, Cristal, Cienciano, etc. Lo mismo sucede en la política peruana: al margen de nuestras simpatías particulares, la consolidación de nuestra democracia requiere del afianzamiento de sus partidos, uno de ellos es evidentemente el Partido Nacionalista.
En las últimas semanas, varios de sus líderes se han visto envueltos en diversas controversias: las líderes cocaleras han sido cuestionadas, Nancy Obregón por supuestos vínculos con el narcotráfico, Elsa Malpartida con Sendero Luminoso. Nadine Heredia tiene que responder por supuestos desbalances patrimoniales. A esto se suma la aparición del movimiento Tierra y Libertad, que le disputa al nacionalismo la representación de los electores críticos con el actual modelo económico y político.
El PNP tiene por supuesto muchos temas que resolver, pero también me parece que muchos de los ataques que recibe responden a la lógica de tirárselo abajo de cualquier manera, por ser percibido como amenazante y “antisistema”. En nombre de esta cruzada se acaba con la presunción de inocencia, se distorsiona la evidencia disponible, y aún peor, se violan alegremente secretos de Estado y se debilitan políticas que resultaron fundamentales para la derrota del terrorismo, como en el reciente caso de la congresista Malpartida.
¿Cuánto afectan estas campañas las posibilidades electorales del humalismo? Encuestas recientes sugieren algún impacto; sin embargo, no creo que sean significativos a mediano plazo. Lo más que hacen es ahondar la desconfianza que despierta el humalismo en Lima, pero no tanto fuera de ella. Humala ha recibido sistemáticamente ataques desde 2006, y la verdad es que lo que debería llamarnos la atención es que siga apareciendo como uno de los candidatos importantes, a pesar de todo.
Los desafíos principales que a mi juicio tiene Ollanta Humala son dos: primero, demostrar qué de nuevo tiene que ofrecernos, cuál es la diferencia entre el candidato inexperto e inmaduro de 2006, con una organización política improvisada, y el líder de hoy, conociendo los problemas surgidos de su alianza con UPP, de la selección de sus candidatos, y del desempeño de su bancada en el Congreso. Segundo, cómo hacer un giro ordenado al centro político, expresado en una plataforma viable y creíble, algo que intentó, pero no consiguió, el 2006 con la figura de Gonzalo García. Este giro, ¿le haría perder terreno frente a Marco Arana? No necesariamente. El gran desafío que tiene Tierra y Libertad es demostrar su viabilidad electoral, que es más que un movimiento “oenegero”. Sin ella, Humala puede ir al centro sin perder votos a la izquierda.
http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2009&mes=11&dia=08&pid=1&sec=1634&pag=15
Empiezo con una metáfora futbolística: si bien soy hincha de Alianza, soy perfectamente consciente de que la mejora de mi equipo está atada necesariamente a una mejora del fútbol peruano en general. Es decir, para que Alianza esté bien, también tienen que estarlo la U, Cristal, Cienciano, etc. Lo mismo sucede en la política peruana: al margen de nuestras simpatías particulares, la consolidación de nuestra democracia requiere del afianzamiento de sus partidos, uno de ellos es evidentemente el Partido Nacionalista.
En las últimas semanas, varios de sus líderes se han visto envueltos en diversas controversias: las líderes cocaleras han sido cuestionadas, Nancy Obregón por supuestos vínculos con el narcotráfico, Elsa Malpartida con Sendero Luminoso. Nadine Heredia tiene que responder por supuestos desbalances patrimoniales. A esto se suma la aparición del movimiento Tierra y Libertad, que le disputa al nacionalismo la representación de los electores críticos con el actual modelo económico y político.
El PNP tiene por supuesto muchos temas que resolver, pero también me parece que muchos de los ataques que recibe responden a la lógica de tirárselo abajo de cualquier manera, por ser percibido como amenazante y “antisistema”. En nombre de esta cruzada se acaba con la presunción de inocencia, se distorsiona la evidencia disponible, y aún peor, se violan alegremente secretos de Estado y se debilitan políticas que resultaron fundamentales para la derrota del terrorismo, como en el reciente caso de la congresista Malpartida.
¿Cuánto afectan estas campañas las posibilidades electorales del humalismo? Encuestas recientes sugieren algún impacto; sin embargo, no creo que sean significativos a mediano plazo. Lo más que hacen es ahondar la desconfianza que despierta el humalismo en Lima, pero no tanto fuera de ella. Humala ha recibido sistemáticamente ataques desde 2006, y la verdad es que lo que debería llamarnos la atención es que siga apareciendo como uno de los candidatos importantes, a pesar de todo.
Los desafíos principales que a mi juicio tiene Ollanta Humala son dos: primero, demostrar qué de nuevo tiene que ofrecernos, cuál es la diferencia entre el candidato inexperto e inmaduro de 2006, con una organización política improvisada, y el líder de hoy, conociendo los problemas surgidos de su alianza con UPP, de la selección de sus candidatos, y del desempeño de su bancada en el Congreso. Segundo, cómo hacer un giro ordenado al centro político, expresado en una plataforma viable y creíble, algo que intentó, pero no consiguió, el 2006 con la figura de Gonzalo García. Este giro, ¿le haría perder terreno frente a Marco Arana? No necesariamente. El gran desafío que tiene Tierra y Libertad es demostrar su viabilidad electoral, que es más que un movimiento “oenegero”. Sin ella, Humala puede ir al centro sin perder votos a la izquierda.
martes, 3 de noviembre de 2009
El sistema de partidos "realmente existente"
Apareció el último número de Economía y sociedad (nº 72), revista del CIES. El número completo, siempre con información interesante, aquí:
http://www.cies.org.pe/economia-y-sociedad/72-Descentralizacion
Pueden encontrar también un artículo de este servidor, El sistema de partidos “realmente existente” en el Perú, los desafíos de la construcción de una representación política nacional y cómo enrumbar la reforma política. Este texto es una versión que presenta de manera muy sintética las conclusiones del estudio desarrollado en el marco del Concurso de Investigaciones CIES ACDI-IDRC 2006. El resumen:
"En este trabajo se evalúan los efectos de las reformas políticas implementadas entre los años 2002 y 2005 sobre el sistema de partidos en el Perú, tomando como referencia el funcionamiento de los partidos nacionales y de los movimientos regionales en las elecciones de 2006. Se estudió los problemas de la representación política tanto desde el lado de la “oferta”, analizando los efectos de las reformas en el funcionamiento “efectivo” de los grupos políticos, como de la “demanda” política, examinando la racionalidad y las expectativas existentes en los ciudadanos, expresadas en su voto. En cuanto a las reformas, se encontró que sus límites se deben principalmente a que no han sido aplicadas de manera coherente y consecuente. Sobre el desempeño de los actores políticos, se halló que los límites en las maneras de hacer política presentes en el ámbito nacional se encuentran también en los ámbitos regional y local, e incluso en los gremios y organizaciones de la sociedad civil. Respecto a la demanda política, la conclusión principal es que si bien existen elementos estructurales que explican el voto en las últimas elecciones (étnicos, regionales y de clase), también son importantes otros factores, asociados a evaluaciones retrospectivas y expectativas. Lo decisivo para dar cuenta de la importancia de cada una de estas variables está en las campañas políticas y las apelaciones que construyen los candidatos según la agenda y coyuntura política del momento. Las principales recomendaciones que se desprenden de este trabajo señalan que el problema principal que se debe combatir en el Perú es la fragmentación política y social. Las reformas deben propiciar la consolidación de un sistema de partidos nacional, con pocos actores representativos y democráticos, con permanencia en el tiempo, en un marco que promueva la articulación de actores de los ámbitos nacional, regional y local, y no su competencia. Al mismo tiempo, se considera importante hacer reformas encaminadas a fortalecer los espacios representativos, buscando su complementación, no competencia, con las instancias participativas existentes".
Ver:
http://www.cies.org.pe/files/economia-sociedad/07-TANAKA72.pdf
Ya que estamos en el tema, ver también:
Partidos reales, no protegidos
Por: Jaime de Althaus Guarderas
El Comercio, 30 de octubre de 2009
http://elcomercio.pe/impresa/notas/partidos-reales-no-protegidos/20091030/361867
Althaus se refiere a mi artículo "Agenda mínima de reformas políticas" (La República, domingo 6 de setiembre de 2009)
http://martintanaka.blogspot.com/2009/09/agenda-minima-de-reformas-politicas.html
Según Althaus, es "imposible escoger bien" con muchos candidatos, por que la salida es que los electores "puedan escoger entre unos pocos candidatos, a los cuales puedan conocer y evaluar bien. Eso solo se logra con un distrito unipersonal (...) en un distrito unipersonal el candidato no se enfrenta a otros candidatos de su partido, sino de otros partidos. Se refuerza la identidad partidaria. Y en la medida en que los distritos unipersonales o bipersonales fomentan el enraizamiento local y la reducción del número de partidos, no hay incentivo para salirse de la organización. Se está obligado a mantener una convivencia democrática con los correligionarios. Las organizaciones aprenden —por necesidad— a desarrollar una cultura más horizontal y tolerante, porque los representantes o dirigentes no dependen tanto de los favores de la cúpula sino de las bases, de los electores".
Comentarios: aquello de que no es posible conocer a los candidatos, solo sería válido en el distrito electoral de Lima, que elige 35 representantes, no en los otros distritos, de tamaño mediano. Una ventaja de distritos medianos es que la proporcionalidad del voto no se pierde tanto como en distritos uninominales; y esa distorción afectaría mucho la representatividad del Congreso (puede pasar que con el 20% de los votos no saques representantes, o que con un 20% obtengas un 40% de la representación). De otro lado, distritos uninominales podrían reducir el número de partidos, pero afectarían más todavía su cohesión interna, acentuando el efecto que genera hoy el voto preferencial; es decir, el congresista dependería enteramente de los votos de su localidad, no de su articulación a un aparato partidario, lo que aumentaría el personalismo. Es decir, el congreso se fragmentaría más que ahora (se "provincianizaría"), a pesar de que pueda tener menos partidos (dicho sea de paso, el problema de fragmentación en el Congreso se da por la indisciplina y fraccionamiento de lo grupos grandes, no por que haya muchos grupos chicos).
En Chile los distritos binominales cumplen la función prevista por Althaus porque existen partidos, tradiciones partidarias fuertes; en Perú acentuarían el personalismo. Quizá una salida intermedia sería la del sistema alemán, con una representación mixta: una parte es elegida en distritos uninominales, otra parte entra de una lista para asegurar la proporcionalidad de los votos. Esto ha sido propuesto por Fernando Tuesta, por ejemplo. Teóricamente es posible, pero esto haría crecer mucho el Congreso, más allá de lo que sería aceptable por la ciudadanía. Siendo realistas, yo solo cambiaría el distrito electoral de Lima, para sacar de allí cuatro o cinco distritos más pequeños, y atacaría el problema de la representación desde otros flancos.
En fin, estos son temas amplios de debate que rebasan este espacio.
http://www.cies.org.pe/economia-y-sociedad/72-Descentralizacion
Pueden encontrar también un artículo de este servidor, El sistema de partidos “realmente existente” en el Perú, los desafíos de la construcción de una representación política nacional y cómo enrumbar la reforma política. Este texto es una versión que presenta de manera muy sintética las conclusiones del estudio desarrollado en el marco del Concurso de Investigaciones CIES ACDI-IDRC 2006. El resumen:
"En este trabajo se evalúan los efectos de las reformas políticas implementadas entre los años 2002 y 2005 sobre el sistema de partidos en el Perú, tomando como referencia el funcionamiento de los partidos nacionales y de los movimientos regionales en las elecciones de 2006. Se estudió los problemas de la representación política tanto desde el lado de la “oferta”, analizando los efectos de las reformas en el funcionamiento “efectivo” de los grupos políticos, como de la “demanda” política, examinando la racionalidad y las expectativas existentes en los ciudadanos, expresadas en su voto. En cuanto a las reformas, se encontró que sus límites se deben principalmente a que no han sido aplicadas de manera coherente y consecuente. Sobre el desempeño de los actores políticos, se halló que los límites en las maneras de hacer política presentes en el ámbito nacional se encuentran también en los ámbitos regional y local, e incluso en los gremios y organizaciones de la sociedad civil. Respecto a la demanda política, la conclusión principal es que si bien existen elementos estructurales que explican el voto en las últimas elecciones (étnicos, regionales y de clase), también son importantes otros factores, asociados a evaluaciones retrospectivas y expectativas. Lo decisivo para dar cuenta de la importancia de cada una de estas variables está en las campañas políticas y las apelaciones que construyen los candidatos según la agenda y coyuntura política del momento. Las principales recomendaciones que se desprenden de este trabajo señalan que el problema principal que se debe combatir en el Perú es la fragmentación política y social. Las reformas deben propiciar la consolidación de un sistema de partidos nacional, con pocos actores representativos y democráticos, con permanencia en el tiempo, en un marco que promueva la articulación de actores de los ámbitos nacional, regional y local, y no su competencia. Al mismo tiempo, se considera importante hacer reformas encaminadas a fortalecer los espacios representativos, buscando su complementación, no competencia, con las instancias participativas existentes".
Ver:
http://www.cies.org.pe/files/economia-sociedad/07-TANAKA72.pdf
Ya que estamos en el tema, ver también:
Partidos reales, no protegidos
Por: Jaime de Althaus Guarderas
El Comercio, 30 de octubre de 2009
http://elcomercio.pe/impresa/notas/partidos-reales-no-protegidos/20091030/361867
Althaus se refiere a mi artículo "Agenda mínima de reformas políticas" (La República, domingo 6 de setiembre de 2009)
http://martintanaka.blogspot.com/2009/09/agenda-minima-de-reformas-politicas.html
Según Althaus, es "imposible escoger bien" con muchos candidatos, por que la salida es que los electores "puedan escoger entre unos pocos candidatos, a los cuales puedan conocer y evaluar bien. Eso solo se logra con un distrito unipersonal (...) en un distrito unipersonal el candidato no se enfrenta a otros candidatos de su partido, sino de otros partidos. Se refuerza la identidad partidaria. Y en la medida en que los distritos unipersonales o bipersonales fomentan el enraizamiento local y la reducción del número de partidos, no hay incentivo para salirse de la organización. Se está obligado a mantener una convivencia democrática con los correligionarios. Las organizaciones aprenden —por necesidad— a desarrollar una cultura más horizontal y tolerante, porque los representantes o dirigentes no dependen tanto de los favores de la cúpula sino de las bases, de los electores".
Comentarios: aquello de que no es posible conocer a los candidatos, solo sería válido en el distrito electoral de Lima, que elige 35 representantes, no en los otros distritos, de tamaño mediano. Una ventaja de distritos medianos es que la proporcionalidad del voto no se pierde tanto como en distritos uninominales; y esa distorción afectaría mucho la representatividad del Congreso (puede pasar que con el 20% de los votos no saques representantes, o que con un 20% obtengas un 40% de la representación). De otro lado, distritos uninominales podrían reducir el número de partidos, pero afectarían más todavía su cohesión interna, acentuando el efecto que genera hoy el voto preferencial; es decir, el congresista dependería enteramente de los votos de su localidad, no de su articulación a un aparato partidario, lo que aumentaría el personalismo. Es decir, el congreso se fragmentaría más que ahora (se "provincianizaría"), a pesar de que pueda tener menos partidos (dicho sea de paso, el problema de fragmentación en el Congreso se da por la indisciplina y fraccionamiento de lo grupos grandes, no por que haya muchos grupos chicos).
En Chile los distritos binominales cumplen la función prevista por Althaus porque existen partidos, tradiciones partidarias fuertes; en Perú acentuarían el personalismo. Quizá una salida intermedia sería la del sistema alemán, con una representación mixta: una parte es elegida en distritos uninominales, otra parte entra de una lista para asegurar la proporcionalidad de los votos. Esto ha sido propuesto por Fernando Tuesta, por ejemplo. Teóricamente es posible, pero esto haría crecer mucho el Congreso, más allá de lo que sería aceptable por la ciudadanía. Siendo realistas, yo solo cambiaría el distrito electoral de Lima, para sacar de allí cuatro o cinco distritos más pequeños, y atacaría el problema de la representación desde otros flancos.
En fin, estos son temas amplios de debate que rebasan este espacio.
domingo, 1 de noviembre de 2009
El otro sendero, 23 años después
Artículo publicado en La República, domingo 1 de noviembre de 2009
Editorial Norma acaba de publicar una nueva edición de El otro sendero. Una respuesta económica a la violencia (Soto, Ghibellini y Ghersi, 1986). La importancia del libro, el debate que suscita, su trascendencia internacional, ameritan la reedición y su relectura.
Es un libro con un pie en lo académico y otro en el manifiesto político. En cuanto a lo primero, tuvo el gran mérito de introducir un planteamiento institucionalista en nuestro medio, una línea teórica muy fructífera. Desde ésta, las instituciones no son un derivado de la economía, las clases sociales o la cultura; tienen consistencia propia, son capaces de incidir sobre éstas, al punto de ser determinantes en la explicación de nuestro subdesarrollo. Las críticas más certeras, a mi juicio, han llamado la atención sobre sus sesgos metodológicos y lo unilateral de su diagnóstico: explicar nuestros males por los costos del acceso a la legalidad. Precisamente, el institucionalismo es una corriente con fuertes influencias sociológicas, históricas, que no aparecen en el libro.
Sin embargo, el demérito se convierte en virtud en el terreno político: el libro presenta un diagnóstico claro, sencillo, del cual se derivan directamente cursos de acción, políticamente muy eficaces. Es interesante comparar El otro sendero con otros publicados alrededor: Desborde popular (Matos, 1984), Conquistadores de un nuevo mundo (Degregori, Lynch y Blondet, 1986), o Imágenes de la sociedad peruana: la otra modernidad (Franco, 1991). Todos cuentan la historia de sectores populares emergentes de una enorme vitalidad, que cambian la estructura de nuestras sociedades, pero que se ven enfrentadas a una institucionalidad estatal que los limita, por lo que debería ser transformada. La diferencia está en que los otros piensan que el problema del Estado esta en su asociación con el capitalismo, y apuestan por actores populares colectivos en una dirección socialista. Por el contrario, en El otro sendero la salida es promover una iniciativa individual “auténticamente capitalista”, contraria a las prácticas de un capitalismo indebidamente asociado con el Estado.
Pasados los años, parece claro que la apuesta colectivista perdió frente a la individualista, al menos en las grandes ciudades. Las historias del libro en cuanto a la construcción de viviendas y el comercio informal suenan vigentes, pero el diagnóstico del tránsito ha envejecido: hoy pensamos que lo que se requiere es un buen sistema de transporte público, no desregular. Finalmente, el mensaje de Hernando de Soto (simplificar, desregular, descentralizar) suena prometedor para quienes están más articulados al mercado y cuentan con ciertas capacidades; no así para los más pobres, para el mundo rural (en donde, dicho sea de paso, se produjo la derrota del senderismo, el otro sendero). El desafío: que la receta del libro no reproduzca la suerte de dualismo que se registra ahora en el país.
Editorial Norma acaba de publicar una nueva edición de El otro sendero. Una respuesta económica a la violencia (Soto, Ghibellini y Ghersi, 1986). La importancia del libro, el debate que suscita, su trascendencia internacional, ameritan la reedición y su relectura.
Es un libro con un pie en lo académico y otro en el manifiesto político. En cuanto a lo primero, tuvo el gran mérito de introducir un planteamiento institucionalista en nuestro medio, una línea teórica muy fructífera. Desde ésta, las instituciones no son un derivado de la economía, las clases sociales o la cultura; tienen consistencia propia, son capaces de incidir sobre éstas, al punto de ser determinantes en la explicación de nuestro subdesarrollo. Las críticas más certeras, a mi juicio, han llamado la atención sobre sus sesgos metodológicos y lo unilateral de su diagnóstico: explicar nuestros males por los costos del acceso a la legalidad. Precisamente, el institucionalismo es una corriente con fuertes influencias sociológicas, históricas, que no aparecen en el libro.
Sin embargo, el demérito se convierte en virtud en el terreno político: el libro presenta un diagnóstico claro, sencillo, del cual se derivan directamente cursos de acción, políticamente muy eficaces. Es interesante comparar El otro sendero con otros publicados alrededor: Desborde popular (Matos, 1984), Conquistadores de un nuevo mundo (Degregori, Lynch y Blondet, 1986), o Imágenes de la sociedad peruana: la otra modernidad (Franco, 1991). Todos cuentan la historia de sectores populares emergentes de una enorme vitalidad, que cambian la estructura de nuestras sociedades, pero que se ven enfrentadas a una institucionalidad estatal que los limita, por lo que debería ser transformada. La diferencia está en que los otros piensan que el problema del Estado esta en su asociación con el capitalismo, y apuestan por actores populares colectivos en una dirección socialista. Por el contrario, en El otro sendero la salida es promover una iniciativa individual “auténticamente capitalista”, contraria a las prácticas de un capitalismo indebidamente asociado con el Estado.
Pasados los años, parece claro que la apuesta colectivista perdió frente a la individualista, al menos en las grandes ciudades. Las historias del libro en cuanto a la construcción de viviendas y el comercio informal suenan vigentes, pero el diagnóstico del tránsito ha envejecido: hoy pensamos que lo que se requiere es un buen sistema de transporte público, no desregular. Finalmente, el mensaje de Hernando de Soto (simplificar, desregular, descentralizar) suena prometedor para quienes están más articulados al mercado y cuentan con ciertas capacidades; no así para los más pobres, para el mundo rural (en donde, dicho sea de paso, se produjo la derrota del senderismo, el otro sendero). El desafío: que la receta del libro no reproduzca la suerte de dualismo que se registra ahora en el país.
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