lunes, 3 de agosto de 2020

Epidemia comparada (2)




Artículo publicado en El Comercio, sábado 20 de junio de 2020 

La semana pasada discutía sobre qué factores explicarían la variación del número relativo de fallecidos por Covid-19 en la región. Lamentablemente aparecemos muy mal ubicados, y estamos cerca de ser el país con más muertos por millón de habitantes de América Latina, superando a Ecuador. El tamaño y complejidad de nuestro país, intensos flujos con el exterior, altos niveles de informalidad (desproporcionadamente altos para nuestro nivel de ingreso) ayudarían a entender nuestra posición, pese a que tuvimos mejores respuestas iniciales que otros países al final menos afectados.

Lo dramático es que, según las cifras económicas, también destacamos como el país más duramente golpeado por esta emergencia sanitaria. La semana pasada el Banco Mundial publicó un informe (Global Economic Prospects) según el cual nuestro país tendrá este año la caída del producto más grande del mundo (-12%), solo detrás de Belice y las islas Maldivas. Se dice que nuestra capacidad de “rebotar” también sería alta, por lo que aparecemos con una alta tasa de crecimiento proyectada en 2021, también entre las más altas del mundo.

Hay que mirar las cifras siempre con cuidado, pero parece claro que no solo destacamos como un país con muchos fallecidos, también por el impacto económico sufrido. Después de Perú, las mayores caídas del producto este año serían las de Brasil (-8.0), México (-7.5), Ecuador (-7.4%), y Argentina (-7.3); los países más grandes y Ecuador, fuertemente afectado por la caída en el precio del petróleo. Algunos de los menos golpeados son Panamá, Paraguay, Guatemala, Costa Rica y Uruguay; salvo Panamá, son también países menos afectados relativamente por la epidemia, y todas son economías relativamente pequeñas.

Entre los países con caídas más grandes encontramos un manejo errático de la pandemia (Brasil, México), o una vulnerabilidad económica previa (Argentina y Ecuador, con serios problemas de endeudamiento). Nuevamente, el Perú parece enigmático: si tuvimos un mejor manejo de la epidemia, una situación fiscal sólida y abundantes reservas internacionales, ¿por qué un golpe tan fuerte? La caída en los precios de nuestros productos de exportación (entre ellos el cobre),  junto a lo estricto de nuestra cuarentena, sería el inicio de la explicación. Y las características de nuestra cuarentena se explican por la extrema precariedad no de nuestros indicadores macroeconómicos, si no de nuestro sistema de salud. 

Mirando para adelante, tenemos que lograr una combinación tremendamente complicada: reanudar las actividades económicas para no perder más empleos y poder recuperarnos más rápido del tremendo golpe sufrido, y a la vez no empeorar nuestras muy malas cifras de infectados y fallecidos. Hacer viable lo que antes parecía incompatible. Lo aprendido en estos 96 días de cuarentena tienen que haber servido para algo…

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