Artículo publicado en La República, domingo 21 de julio de 2013
Esta semana ha estado marcada por la elección, por parte del Congreso de la República, del Defensor del Pueblo (DP), de los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) y de los directores del Banco Central de Reserva (BCR).
La elite política en general, y los congresistas en particular, viven en un mundo difícil. De un lado, se les acusa de ser títeres de grupos de interés particular, de ser manejados por el poder “mediático”, por “periodicazos” y por “opinólogos”, de no tener ideas propias ni principios. Del otro, saben de su escasa legitimidad, y de la necesidad de sintonizar con el ánimo de la “opinión pública”. Hace meses eran acusados de irresponsables por no ser capaces de ponerse de acuerdo para hacer esos nombramientos, y pensaron que, pese a algunos cuestionamientos puntuales, el acuerdo pasaría, dejarían de ser criticados por no cumplir con sus obligaciones, y además lograrían una gran influencia sobre las nuevas autoridades.
Llama la atención el gigantesco error de cálculo. La reacción en contra fue unánime, desde el diario La Razón hasta La Primera, desde la CGTP hasta la CONFIEP, desde Sergio Tapia hasta Rocío Silva, desde colectivos de jóvenes “indignados” hasta Alan García. Claro, todos por motivos diferentes: unos desde lógicas antipolíticas, otros desde lógicas republicanas; unos porque temen que Humala controle el TC e imponga un modelo chavista, otros porque con los nombramientos del BCR continuarán las políticas neoliberales; unos porque quieren que todo cambie, otros porque quieren que todo siga igual. Acaso por ello en el Congreso se pensó que el acuerdo se aceptaría, en tanto todos sentirían que ganaban algo; sin embargo, todos sintieron que perdieron mucho.
En este marco, llama la atención cómo Ollanta Humala, Keiko Fujimori, Lourdes Flores y Alejandro Toledo reaccionaron desconociendo un acuerdo sancionado por ellos, tratando de salvar algo de imagen ante la opinión pública. A pesar del oportunismo, hicieron bien. Algunos analistas han señalado que los nombramientos en el BCR no han sido mayormente cuestionados; que de los seis nombramientos ante el TC, solamente uno ha concentrado las críticas; y que el nombramiento de Freitas en la DP puede revertirse, por lo que la reacción parece desmesurada. Al respecto debiera recordarse que las recientes protestas masivas en Brasil no son consecuencia de un aumento de veinte centavos en las tarifas de transporte. Lo sucedido en el Congreso ha sido el detonante que ha canalizado un confuso pero creciente sentimiento de hartazgo, expresado en el rechazo a diversas decisiones recientes tomadas por el Congreso, expresado también en la caída en la aprobación a la gestión del Presidente, consecuencia también de los escándalos en los que han estado involucrados Alan García y Alejandro Toledo en las últimas semanas. Es decir, se trata de un cuestionamiento a la elite política en su conjunto, muy grave y de consecuencias imprevisibles.
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