Artículo publicado en La República, domingo 30 de junio de 2013
Nuevamente, estamos ante la inminente posibilidad de que se frustre la elección, por parte del Congreso de la República, del Defensor del Pueblo (DP), de los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) y de los directores del Banco Central de Reserva (BCR).
Dada la importancia de estos cargos, la Constitución estableció la necesidad de tener una mayoría calificada, de dos tercios del número legal de congresistas, para la elección del Defensor y los miembros del TC, y mayoría absoluta en el caso de los directores del BCR. Este mecanismo tiene la intención de evitar que una mayoría congresal pasajera imponga sus intereses sobre el resto, y pueda llegar a un control desaconsejable de las instituciones.
Dada la fragmentación política de nuestros congresos, el requisito de mayorías calificadas lleva necesariamente a un proceso de negociación, cosa que está muy bien: en ocasiones, la dificultad para que un grupo político particular pueda imponer sus preferencias conduce a la búsqueda de alguna personalidad independiente, o partidarizada pero con calidades profesionales inobjetables y que, al mismo tiempo, no despierte enconos en ningún grupo. Con esa lógica fueron elegidos Jorge Santisteban y Beatriz Merino para dirigir la DP, y los miembros del TC por el Congreso durante el gobierno de Alejandro Toledo. Ese Congreso, como recordarán, tenía una mayoría precaria formada por las bancadas de Perú Posible, el FIM y otros grupos menores, con una bancada de oposición del APRA y una bancada ambivalente de Unidad Nacional.
Durante el segundo gobierno de Alan Gacía, el manejo del Congreso se complicó: UPP, fuerza de oposición, tenía la primera minoría, y el APRA necesitaba de los votos del fujimorismo y de Unidad Nacional para tener mayoría. Una mayoría práctica de centro derecha hizo que la elección de los miembros del BCR no fuera problemática, pero el requisito de los dos tercios también complicó la elección de los miembros del TC. En este Congreso no primó la lógica de buscar figuras de consenso, sino el cuoteo partidario: cada grupo impuso sus favoritos, en tanto no generaran el veto de los otros. Esto tuvo como consecuencia una politización y una pérdida de calidad, dicen los expertos, en las decisiones del TC. El Congreso actual es aún más complicado que los anteriores: Gana Perú necesita de los votos de Perú Posible, pero no han formado una alianza; la oposición fujimorista es fuerte, y las otras bancadas buscan mantener perfiles propios. Incluso la lógica del cuoteo se ha complicado, y no aplica para la elección del DP, porque es un cargo único.
Acaso la única manera de destrabar este asunto sea recordar que los congresistas llegaron a sus cargos apoyando una candidatura presidencial: si los congresistas no se ponen de acuerdo, Ollanta Humala, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynsky, Alejandro Toledo y Luis Castañeda, deberían asumir el liderazgo de sus bancadas y contribuir a solucionar el entrampamiento.
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