domingo, 16 de octubre de 2011

La academia y el ágora

Artículo publicado en La República, domingo 16 de octubre de 2011

Por fin pude conseguir y leer el excelente libro de Osmar Gonzales, La academia y el ágora. En torno a intelectuales y política en el Perú (Lima, Fondo ed. de la UNMSM – IPEDEHP, 2010). A pesar de que ya lleva algún tiempo publicado, vale la pena reseñarlo y llamar la atención sobre la prolífica producción del autor sobre estos temas; Gonzales ha publicado en los últimos meses tres libros más que merecen lectura y debate. En estas publicaciones Gonzales reúne un amplio conjunto de sus artículos publicados en diversos libros y revistas, de no fácil acceso, añade algunos inéditos y los organiza temáticamente de manera eficiente.

En La academia… Gonzales revisa diversos y complejos aspectos de la relación entre intelectuales y política en el Perú a lo largo de la historia. De un libro muy rico en ideas y sugerencias, quisiera resaltar aquí algunos puntos que me parecen especialmente relevantes para entender aspectos centrales del debate político actual. Primero, el planteamiento de la distinción entre intelectuales de “razón privada” y los de “razón pública”: los primeros se dirigen a sus seguidores y fieles, mientras que los segundos a los ciudadanos en general. Gonzales constata la primacía de los primeros sobre los segundos, y sobre esa base se puede entender no solo la debilidad del debate intelectual en el país, también el sectarismo, la ideologización, y la pobreza de nuestro espacio público. Segundo, la noción de la paradoja de los intelectuales peruanos, cobijados dentro de la cultura criolla, pero que pretenden ser críticos de ella, y de reivindicar al pueblo excluído del orden del que forman parte. Tensión especialmente fuerte en el caso de la izquierda, que se arroga la representación del pueblo, cuando en realidad tiene que construirla. Es una tensión que atraviesa a los intelectuales cercanos hoy al humalismo, por ejemplo.

Tercero, el debilitamiento del papel de los intelectuales frente al peso de los tecnócratas; a diferencia de los intelectuales de razón pública, los tecnócratas no pretenden convencer, persuadir, educar, sino más bien imponer su racionalidad desde un saber que no necesitaría de acción política para construir legitimidad. Este es un rasgo proveniente del fujimorismo, pero cuyos ecos se perciben hasta la actualidad, en el gobierno, en la oposición, en el gobierno central y en la Municipalidad de Lima. Finalmente, un cuarto tema que plantea Gonzales es cómo la debilidad del aporte de los intelectuales hace que tengamos en los últimos años una política sin ideas, e ideas sin política. Las políticas no se sostienen en propuestas que se fortalecen en el debate, sino que siguen inercias y sentidos comunes sin mayor examen crítico. Con el gobierno actual, intelectuales de izquierda tienen la posibilidad de que sus ideas finalmente se lleven a la práctica; pero se necesita también que las ideas liberales tengan organización y expresión política.

2 comentarios:

Enrique Prochazka dijo...

Hola Martín,

Tu frase "los tecnócratas no pretenden convencer, persuadir, educar, sino más bien imponer su racionalidad desde un saber que no necesitaría de acción política para construir legitimidad" (frase que según entiendo glosa o resume lo que plantea Gonzáles) merece ser discutida. Por un lado encuentra que existe tal cosa como un "saber"; por otra, que dicho saber no tiene asidero ni correlato real, pues requiere de una legitimación política para constituirse en un eje de acción válido. Es decir, el tecnócrata en realidad no sabe si el agua está cansada, como dice la población, o no. Su saber no es real. Incluso el más pulcro estudio de impacto ambiental -digamos que lo hubiera- se somete a la epistemología popular. Hay que suspender la hidroeléctrica.

Qué validación política sería aceptable? Coincidirás conmigo en que no la de los partidos, que hace rato que no representan nada. Bastaría, acaso, el sí epistemológico-tecnocrático de los Frentes de Defensa y Comités de Lucha? Me temo que haya poca solvencia técnica incluso entre los niveles más altos de tales organizaciones. Queda, acaso, la intelectualidad y la academia para dar respuestas o elevar objeciones -pienso en GRADE en materia educativa, por ejemplo- pero no los veo echándose a la espalda el peso de la Contraloría.

Más adelante se afirma que "este es un rasgo proveniente del fujimorismo". Estimo poco probable que no se haya actuado así antes (no se trata de un ejemplo del mundo real pero, alguno recuerda al Ingeniero Echecopar en "Collacocha"? Era el clima de una larga época...)

En la presentación del último libro de Fernando Fuenzalida abordé, precisamente, el ingrato divorcio entre el intelectual peruano y las responsabilidades y decisiones de gobierno, poniendo a Fernando como un ejemplo para mi propia acción. Así, encuentro magnífica la noticia de que un trabajo como el de Gonzáles aborde el problema de la construcción de capacidades de buen gobierno en la izquierda y en general en las fuerzas representativas de la población peruana más postergada -problema arduo por donde se le mire. Es, sin embargo, a la vez imprescindible y urgente, a la luz de lo que ocurre, por ejemplo, con Fuerza Social. Pero no seamos excesivamente Posmodernos. El saber, o es saber, o no lo es: y si no lo es merece otro nombre y (ojalá) otra suerte.

Saludos,
E

Martín Tanaka dijo...

Enrique,

disculpa la demora en comentar, más vale tarde que nunca.

La discusión sobre el "saber tecnocrático" que plantea el texto, así como el de Gonzales, no es "epistemológica", digamos, sino "política"; alude de un lado a que el circuito de "legitimación" de esos saberes tiende a darse en ciertos organismos y espacios académicos y no en otros, por lo que pueden haber sesgos, y por lo tanto requieren debate, no ser aceptados sin más. De otro lado, alude al tema de la viabilidad política de la implementación de esas ideas.

En la ciencia político se habló mucho del peso de lo tecnocrático en la toma de decisiones en el momento de las reformas estructurales orientadas al mercado, de allí que se asocien en el Perú con el fujimorismo. Y se habló de la necesidad de compatibilizar lo "tecnocrático" con lo "político". Por ahí va la cosa. Un par de referencias:

Domínguez, Jorge I. (ed.). 1996. Technopols: Freeing Politics and Markets in Latin America in the 1990s. University Park, PA: Penn State University Press.

Miguel A. Centeno y Patricio Silva (eds.) The Politics of Expertise in Latin America, Londres: MacMillan.
1997.