Artículo publicado en La República, domingo 12 de junio de 2011
Esta semana empezó con un pequeño amago de “pánico financiero”, para, apenas dos días después, terminar con expresiones de confianza en el futuro del Perú por parte de la elite empresarial. Esto es expresivo de lo poco capaz que es un sector de esa elite de entender lo que sucede en el país, al punto de ir en contra de sus propios intereses. Es como que por un momento se hubieran creído las exageraciones, distorsiones y embustes que alentaron durante la campaña electoral, para dos días después recuperar la cordura y entender que lo que corresponde es buscar aproximaciones y consensos con el presidente electo.
Durante la campaña se expresaron temores legítimos sobre un eventual gobierno de Ollanta Humala. Lo importante es que el candidato los oyó, modificó su plan de gobierno, amplió su convocatoria, y ha sentado las bases para un gobierno que, sin renunciar a su vocación reformista, reconoce no contar con un respaldo mayoritario propio. En realidad, creo que el peligro con el futuro gobierno de Ollanta Humala no estaría tanto en la implantación de una estrategia de confrontación que propicie una ruptura del orden constitucional y lleve a un cambio radical en el rumbo de la economía. Más realista me parece pensar que podría tratarse de un gobierno entrampado por sus límites y contradicciones internas: estamos ante un presidente sin mayor experiencia política, sin ninguna experiencia de gestión pública, sin un partido político propiamente dicho, sin un entorno político consolidado a lo largo de los años. Tenemos un presidente que llegó al poder inesperadamente después de una suma de accidentes y gracias a una gran voluntad política, que supo aprovechar las oportunidades que se le presentaron, que ha tenido que ir construyendo sobre la marcha un proyecto que ha juntado varias capas de entornos y relaciones disímiles, partiendo de un núcleo más militante y de izquierda, hasta llegar a un conjunto de profesionales y técnicos independientes. Que además ha despertado grandes expectativas, que enfrenta fuerzas que empujan al radicalismo y otras hacia la moderación.
Diversos analistas han hecho comparaciones entre el posible rumbo del gobierno de Humala con la trayectoria de presidentes como Chávez, Morales, Correa y Gutiérrez. Tal vez la comparación más cercana sea con Alejandro Toledo: un gobierno que encarnó una gran promesa de la democratización social y política después del fujimorismo, pero que pagó el precio de las indefiniciones del presidente, de iniciativas contradictorias de grupos diversos, que dieron lugar a constantes marchas y contramarchas. En lo que sí puede terminar pareciéndose a los presidentes mencionados es en que la pura voluntad política reformista puede naufragar por la debilidad en las capacidades de gestión y de implementación de políticas, no solo por la acción de los opositores. El problema de que prime la inercia que marca la ineficiencia del sector público.
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4 comentarios:
y qué piensas del Fujimorismo, de cara a ese futuro...
No creo que Ollanta Humala termine como Toledo. Ollanta nace a la política como un cuestionador del modelo, como un opositor a la dependencia de la economía peruana a la exportación de materias primas. Toledo nunca cuestionó el modelo, Toledo se regodeó en él. se zambulló en él y se ahogó en él. Toledo impuso la cultura del chorreo, del crecimiento económico que "en algún momento de la historia" conllevaría en un rebasamiento de sus límites que beneficiaría, eventualmente, a la población. Ollanta Humala integra, del saque, programas sociales que hacen que este modelo incorpore a sectores excluidos: pensión 65, Cuna más, impuesto a las sobreganancias mineras y aumento del salario mínimo a mediano plazo. Alejando Toledo y Ollanta Humala solo tiene UNA COSA EN COMÚN: La oposición al autoritarismo fujimorismo y sus pretensiones reeleccionistas, para lo cual logran el apoyo de grandes sectores intelectuales y sociales. Punto. No existe mayor comparación entre ambos. Ollanta Humala tiene infinitas más posibilidades de triunfar en donde Toledo fracasó. Ollanta NO es Toledo. Y una cosa más... Ollanta no tiene una "Iliane", que ya es bastante.
La comparacion mas valida es con Fujimori que tampoco tuvo partido, experiencia de gobierno ni nada; tambien gano aprovechando errores de MVLL y la elite que lo apoyaba; esta de mas decir que como en 1990 la oligarquia rapidamente se alineo con Fujimori para defender sus intereses.
Tus notas son precisas, pero hay temas importantes que se escapan: humala cosecho el rechazo al fujimorismo. Contra otro candidato no tenia chance.
Observa quienes hicieron ganar a Huamala, las minusculas provincias dispersadas en todo el peru. Creo que el hecho mas significativo esta ahi, De ahora en adelante las elecciones no se deciden mas en lima sino en provincias. Eso es un enorme avance.
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