Artículo publicado en La República, domingo 1 de mayo de 2011
Creo que los fujimoristas, con sacar el doble de los votos que obtuvieron en 2006, habrían estado más que satisfechos; esta suposición es coherente con la estrategia de campaña de primera vuelta, dirigida casi exclusivamente a reagrupar al voto fujimorista disperso. De allí que los acompañantes de K. Fujimori en las vicepresidencias y en la lista de candidatos al Parlamento sean figuras claramente identificadas con el gobierno de su padre. Esta estrategia tuvo éxito, al pasar del 7% de 2006 al 23,5% de 2011; y del 10,8% de congresistas en 2011 al 29% con el que contarán desde julio. Lograron además estar en la segunda vuelta –aprovechando los errores de sus adversarios–, en la que tienen serias posibilidades de ganar; han tenido la “suerte” de enfrentar a un adversario que genera tantas resistencias como ellos (sobre el que comentaré la próxima semana).
Para la segunda vuelta, el fujimorismo se ha visto obligado a cambiar de estrategia: se trata ahora de nuclear a quienes quieren evitar el triunfo de Humala a toda costa, y de convencer a los indecisos. Rápidamente, K. Fujimori se ha convertido en la candidata del establishment económico, político y social; este alineamiento sugiere que un gobierno suyo no tendría por qué recurrir a medidas como el cierre del Congreso o una manipulación grosera de los medios. Sí se puede tener dudas legítimas respecto a un uso clientelar de las políticas sociales, dada la presencia de sus antiguos operadores; y al respeto a la autonomía judicial y a la legislación nacional e internacional referida a la defensa de los derechos humanos, dada la evidente cercanía entre la candidata presidencial y su entorno, y la gran cantidad de sentenciados, procesados y prófugos vinculados al gobierno de su padre. El fundado temor a un indulto a este es apenas la punta de un iceberg.
Frente a esto, la candidata ha “jurado por Dios” que no indultará a su padre y que respetará la autonomía de las instituciones. A diferencia de Humala, cuya corrida al centro empezó en la primera vuelta, la de K. Fujimori aparece demasiado contrapuesta con su conducta previa. En otros países, dictadores llegaron al poder en democracia (Hugo Bánzer), así como candidatos que reivindican reformas implementadas durante la dictadura (como Piñera y la Alianza por Chile); sin embargo, esto ocurrió después de un largo procesamiento de cómo relacionarse con el legado dictatorial. Aquí la “conversión democrática” del fujimorismo suena muy improvisada y cosmética, aunque sería deseable que esa línea fuera la que marque su actuación en los próximos años, en los que serán un actor fundamental. Solo así podría superar la objeción moral que implica votar por un movimiento que considera como “el mejor gobierno de la historia” a uno carcomido por el cinismo y la corrupción, por la violación a los derechos humanos y por el irrespeto a las instituciones.
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3 comentarios:
Si el sistema político se complica en el Perú después del 5 de Junio, prefiero enfrentar a una autocracia en las calles con chamba y algo de plata en los bolsillos, que hacerlo misio y sin chamba, como nos va dejar el candidato chavista.
El sol no se puede tapar con un solo dedo, empero, el oscurantismo de conocimiento en los sectores limeños, es desalentador, la forma y modo de como se dejan manipular, suerte que los serranos originarios de esta patría aún mantenemos el uso del sentido común, para entender toda la brutalidad de los medios de comunicación, al servicio de los grupos financieros empresariales transnacionales, saqueadores de nuestros recursos nacionales.
Como Cesar dijo y aplico en su campana en la Galia, divide y conquista. Tanto Ollanta como Keiko van a endulzar a los indecisos, a los que no votaron por ellos, para votar por la opcion que representan. Ambos representan el cambio ansiado de la poblacion olvidada por el chorreo economico, cerca del 50% del electorado. La diferencia salta en la segunda vuelta, pues ambos ofrecian algo similar en la politica del cambio, pero divergen en forma, contenido, en el vehiculo, el conductor y la ruta a seguir. Podemos ir de Lima a Puno, por las autopistas construidas por el Fujimorismo en los 90's, o usando las carrteras que yacen olvidadas a los costados u otras rutas menos transitadas. Digame Martin, en ese paralelo social y economico, cual cree Ud que aquellos que no votaron por Keiko u Ollanta prefiere? especialmente aquel grupo al que si le ha chorreado?
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