martes, 27 de noviembre de 2007

Ulrich Beck y el cosmopolitismo

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A new cosmopolitanism is in the air

Sociologist Ulrich Beck presents seven theses to combat the global power of capital

The nationalist perspective - which equates society with the society of the nation state - blinds us to the world in which we live. In order to perceive the interrelatedness of people and of populations around the globe in the first place, we need a cosmopolitan perspective. The common terminological denominator of our densely populated world is "cosmopolitanisation", which means the erosion of distinct boundaries dividing markets, states, civilizations, cultures, and not least of all the lifeworlds of different peoples. The world has not certainly not become borderless, but the boundaries are becoming blurred and indistinct, becoming permeable to flows of information and capital. Less so, on the other hand, to flows of people: tourists yes, migrants no. Taking place in national and local lifeworlds and institutions is a process of internal globalisation. This alters the conditions for the construction of social identity, which need no longer be impressed by the negative juxtaposition of "us" and "them".

For me, it is important that cosmopolitanisation does not occur somewhere in abstraction or on a global scale, somewhere above people's heads, but that it takes place in the everyday lives of individuals ("mundane cosmopolitanisation"). The same is true for the internal operations of politics, which have become global on all levels, even that of domestic politics, because they must take account of the global dimension of mutual interdependencies, flows, networks, threats, and so on ("global domestic politics"). We must ask, for example: How does our understanding of power and control become altered from a cosmopolitan perspective? By way of an answer, I offer seven theses.


Texto completo en: http://www.signandsight.com/features/1603.html

2 comentarios:

Wilfredo Ardito Vega dijo...

¿Te gustará este texto, Martín?
Seguro que sí y que puede generar discusión
Saludos para ti,
Wilfredo

IDENTIDAD, REGIONALISMO E INTOLERANCIA

Wilfredo Ardito Vega

Hace algunos años, el Ministerio de Educación convocó a un concurso a nivel nacional para nombrar a maestros para muchas apartadas localidades amazónicas. Sin embargo, cuando los profesores ganadores llegaron a Iquitos y Pucallpa para embarcarse hacia las escuelas asignadas, enfrentaron las protestas de quienes habían perdido en el concurso, que les acusaban de “foráneos”.

Lo sorprendente fue que los manifestantes obtuvieron el apoyo de los gobiernos regionales, emisoras radiales y amplios sectores de la opinión pública. No se trataba, debe precisarse, de asegurar el derecho de las comunidades nativas a recibir educación en su idioma, porque las plazas se habían abierto en poblados mestizos. El argumento era que los puestos de trabajo debían ser sólo para los profesores del lugar. El bienestar de los niños o la capacidad de los docentes parecían totalmente irrelevantes.

Aunque en casi todas las ciudades peruanas, la mayoría de los habitantes son migrantes o hijos de éstos, con mucha frecuencia se aprecian similares manifestaciones de intolerancia. En los años cincuenta, en Lima se hablaba de colocar peajes o muros para detener la masiva migración andina. Aún ahora, algunos limeños de ascendencia europea no aceptan la convivencia con sus compatriotas y prefieren construir ghettos voluntarios en las playas del sur.

Los sentimientos intolerantes se manifiestan inclusive dentro de la misma ciudad, como cuando se colocó una valla para impedir que los habitantes de Ate ingresaran a algunas zonas de La Molina. Igualmente, algunos vecinos han querido impedir que se instalen juegos infantiles en los parques de San Borja, para evitar que vengan “niños de fuera” (es decir de San Luis, el distrito colindante). Hace unos años, una amable familia de Surco me decía que esperaba que el Parque de la Amistad no se abriera nunca al público, para que no llegara “gente de otros distritos”.

La situación se hace más complicada, cuando están en juego recursos naturales, como sucede entre diversas regiones limítrofes en el Perú. En los últimos días, por ejemplo, se ha manifestado un desacuerdo entre los gobiernos regionales de Piura y Lambayeque sobre los proyectos de irrigación para los cuales se deben usar las aguas del río Huancabamba. Hace unos años, ya los mismos Presidentes Regionales Trelles y Simon sostuvieron un conflicto en torno a la propiedad de unas islas guaneras, como también porque ambas regiones sostenían que la algarrobina era su trago oficial para las ceremonias públicas.

De hecho, los elementos simbólicos o culturales también pueden generar rivalidades y conflictos. Por ejemplo, en el Perú todavía ni siquiera es posible sugerir un quechua estandarizado, en buena medida porque en diversas regiones se sostiene que allí se habla el verdadero quechua y en el resto de lugares “se habla mal”. Estas tensiones sólo terminan perjudicando a los propios quechuahablantes.

Sin embargo, donde de manera recurrente los conflictos interregionales se manifiestan con mayor gravedad en el sur del país. Allí, además, involucran a muchos habitantes, como se aprecia por los problemas existentes entre Moquegua y sus vecinos, Arequipa, Tacna y Puno. Expresiones como bloqueos de carreteras, ataques violentos y denuncias judiciales por usurpación muestran como la escalada del conflicto termina cegando a los implicados.

En otros casos tenemos conflictos intraregionales no menos desgastantes, como el existente entre huaracinos y chimbotanos. La rivalidad entre Abancay y Andahuaylas generó en diciembre pasado la muerte del taxista Cirilo Tuero, mientras que en años anteriores se produjeron violentos incidentes en Moyobamba, en medio de la pugna que sostiene con Tarapoto.

En el ámbito laboral, la exigencia de contratar a una persona del lugar sólo podría aceptarse si existe justificación objetiva o razonable, como por ejemplo, que sea necesario manejar el idioma local o estar familiarizado con la cultura o la geografía. Lamentablemente, es frecuente que estos elementos no sean tomados en cuenta y simplemente el lugar de origen valga más que la capacidad. Las consecuencias perjudican a la misma institución pública que prefiere lugareños mediocres a foráneos capaces.

Resulta chocante cómo estas percepciones discriminatorias pueden ser manipuladas: al alcalde de Ilave, Fernando Robles, sus adversarios le acusaban de haber contratado “personal de fuera” para la Municipalidad, dejando sin trabajo a los profesionales ilaveños. Algunos de los empleados cuestionados provenían de Juliaca o Puno, pero eran igualmente rechazados.

En un país tan fragmentado como el Perú, las identidades locales o regionales no deberían ser negativas. De hecho, sólo lo son cuando se expresan como rechazo a otros ciudadanos en una especie de “xenofobia interna”. Estas manifestaciones nos muestran la necesidad de construir una identidad como país. A las autoridades y dirigentes políticos les correspondería actuar con madurez a este respecto, pero algunos parecen encontrar más fácil atizar prejuicios y rivalidades.

Martín Tanaka dijo...

Muy bien. Para todos, leer siempre:

http://reflexionesperuanas.blogspot.com/

Saludos.