Ante una candidatura como la de Pedro Castillo, que despierta fundados temores ante la posibilidad de un manejo populista de la economía, un cuestionable compromiso con las instituciones democráticas, y ante una elocuente falta de preparación y coherencia en buena parte del equipo que lo rodea, el surgimiento de una derecha democrática habría sido una buena noticia. Una derecha que dijera que hay mecanismos más eficaces para lograr prosperidad y redistribución, promoviendo la competencia y una autoridad estatal fuerte que asegure el funcionamiento de los mercados; que defienda el estado de derecho, la independencia de los poderes del Estado y de los organismos constitucionales autónomos; y que pusiera por delante propuestas bien sustentadas para atender los problemas principales del país. Si Keiko Fujimori hubiera levantado estas banderas, habría aprovechado bien la oportunidad que el destino le dio, después de haber estado en prisión preventiva y con un partido acusado de constituir una organización criminal.
Pero el fujimorismo decidió el camino de impugnar sin mayor fundamento el resultado electoral. Si bien no cuestionó inicialmente la labor de los organismos electorales, en la práctica les dicen que si no deciden como ellos quisieran, estarían deslegitimados. Últimamente los reclamos parecen centrarse en denunciar una operación organizada por Perú Libre para suplantar miembros de mesa (que luego “convencerían” a los demás miembros de mesa elegidos por sorteo), con el fin de eliminar o reducir los votos de Fuerza Popular, operación detectable a través de las “firmas falsas”. De allí el reclamo por acceder a la lista de electores, para cotejar las firmas con las de la RENIEC, y por que se admitan los pedidos de nulidad de actas, aunque se hayan presentado fuera de plazo. El problema es que aceptar estos reclamos establecería un trato injusto con el competidor (si hubieran sabido que el plazo sería ampliado, también podrían haber presentado solicitudes de anulación); segundo, el competidor también podría haber cuestionado la votación de FP con el mismo argumento sin fundamento, considerando que las mesas con resultados “extraños” y firmas “dudosas” se distribuyen de manera aleatoria. Tercero, este camino nos lleva al sinsentido de que lo que establezcan “peritos grafotécnicos” termine estando por encima de los múltiples testimonios de las personas que declaran no haber sido suplantadas. Finalmente, se pretende “judicializar” el derecho electoral que tiene como meta proclamar oportunamente a un ganador; por ello, si no hay evidencia concluyente que justifique anular un acta, los alegatos simplemente se desestiman. Así funciona el derecho electoral en todas partes.
Así, FP no ha encabezado la oposición ante una fuerza política percibida como poco democrática y que amenaza la continuidad institucional, sino que ha terminando convirtiéndose en el peligro frente al cual supuestamente actúa. Por ello se han sumado a su causa sectores que piden cosas abiertamente ilegales e inconstitucionales, como la nulidad de las elecciones o una intervención militar.
Sectores lúcidos en la derecha deberían ser conscientes de que este camino los conducirá a una derrota estratégica. Tienen ejemplos de los cuales aprender. En Bolivia, Evo Morales rompió abiertamente la legalidad para poder postular en las elecciones de 2019, y el empecinarse en ese camino generó una ola de protestas y descontento que terminaron en su renuncia. Pero luego la derecha boliviana se mostró tan cerrada y excluyente que terminó haciendo posible un nuevo triunfo del MAS en 2020. Y en Venezuela, más de una vez la oposición desperdició oportunidades para contener a Chávez o a Maduro, por seguir estrategias de pura confrontación, como con el golpe de Pedro Carmona de 2002, o con el fallido intento de insurrección de 2019. Por el contrario, la búsqueda de una unidad amplia alrededor de propuestas, permitió que la oposición ganara por ejemplo las elecciones legislativas de 2015. En esto, Leopoldo López no es el mejor consejero. No basta con estar en contra de algo; hay que mostrar que se tiene una mejor propuesta para el país.
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