miércoles, 26 de julio de 2017

El indulto a Fujimori


Artículo publicado en La República, domingo 25 de junio de 2017

El día miércoles pasado, el ministro de economía no logró la confianza del Congreso, y se vio obligado a renunciar; y el ministro del interior inició la respuesta al pliego interpelatorio presentado por éste. Hasta ese momento, parecía que la crisis política había sido superada. Cayó Thorne, pero sobreviviría Basombrío. Un nuevo ministro de economía, y con el 28 de julio cerca, hacía pensar en la posibilidad de una renovación integral más ordenada del gabinete, y el replanteamiento de la lógica del gobierno y de sus estrategias políticas. También el fujimorismo parecía obligado a repensar su actuación: en la caída de Thorne dieron razones para reforzar el argumento de que actúan de manera prepotente, y además mostraron importantes fisuras internas. Tiempo de replegarse.

Sin embargo, al día siguiente, se hacieron públicas unas declaraciones del presidente del 13 de junio pasado a la revista The Economist, en la que señala que estaría estudiando la posibilidad de un indulto al expresidente Fujimori, en el marco una negociación con la oposición, y que el momento para hacerlo “sería ahora”. La reacción del fujimorismo no se hizo esperar, alentando al presidente a tomar esa decisión; mientras que se desataron una serie de especulaciones sobre qué estaría buscando el gobierno. Para algunos, sería solamente una declaración desafortunada más del presidente, como varias anteriores. Para otros el indulto va en serio, y sería parte de una elaborada estrategia que buscaría debilitar al fujimorismo, fraccionándolo, ubicando a Kenji F. como interlocutor, pasando por encima de Keiko F. (ver artículo de Américo Zambrano en Hildebrandt en sus trece). Para otros el indulto también sería inminente, pero expresaría más bien una capitulación del gobierno ante el fujimorismo, una negociación en la que se les otorga un bien preciado a cambio de una actitud colaborativa o cuando menos no obstruccionista.

Al momento de escribir estas líneas, parece que estamos ante una declaración desafortunada más. El propio Presidente y el Presidente del Consejo de Ministros tuvieron que salir a declarar para desinflar las expectativas respecto a un posible indulto inminente; un error más, que enturbia la relación con el fujimorismo. Ahora, el que haya quienes piensen que el indulto dividiría y fraccionaría al fujimorismo y favorecería al gobierno, y que haya otros que piensan que el indulto sería un triunfo del fujimorismo y una “rendición” del gobierno muestra lo poca claridad que existe respecto a qué ocurre con la principal fuerza de oposición.

Algunas cosas a mí me parecen claras: Fuerza Popular es básicamente controlada por Keiko Fujimori, con intereses claramente distinguibles de los de su padre (eso era claro desde la campaña electoral de 2016, por cierto); ese control es complicado, porque FP es también una colección muy grande y disímil de intereses; Kenji F., antes que expresar un “albertismo” encubierto, expresa más bien el descontento ante el manejo centralizado de Keiko; y el tema del indulto a Alberto F. es cada vez menos un tema político, y más un asunto humanitario: es decir, el que sea indultado o no, no cambiaría en esencia la relación entre el gobierno y FP. La relación con el fujimorismo hoy es complicada no porque Alberto F. esté preso (al punto que FP no es el que pide el indulto, es el gobierno el que pone el tema en la agenda), y su liberación no solucionaría el problema. Al contrario, tendría más puntos de controversia con las diferentes posturas dentro del fujimorismo, y despertaría la movilización del antifujimorismo. Perdería soga y cabra.

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