lunes, 27 de agosto de 2012

Sobre la oposición

Artículo publicado en La República, domingo 26 de agosto de 2012

Quienes escribimos sobre temas políticos solemos ocupamos del gobierno: es natural, porque allí se concentra el poder. Pero en democracia el poder cambia de manos, y más en el Perú, con una volatilidad electoral tan grande, por lo que es importante analizar también el desempeño de la oposición. A esta le corresponde fijar los límites al poder, y al hacerlo, debería establecer que haría si fuera gobierno, transmitir la idea de que con ellos en el poder las cosas serían diferentes y mejores, y que podrían serlo en las próximas elecciones.

Durante el primer año del gobierno, se comentaba que la oposición prácticamente no existía: o más bien, que ella estaba en las calles, en los movimientos de protesta, pero no en el parlamento. El giro hacia el centro del gobierno hizo que la derecha se sintiera a gusto, y las críticas más bien vinieron de disidentes del propio oficialismo. En los últimas semanas, sin embargo, con el desgaste que trajo el primer año de gobierno, y con el nuevo giro al centro con el Consejo de Ministros de Juan Jiménez, la movilización callejera ha amainado un poco y la oposición política parece haber despertado.

Sin embargo, si uno juzga su desempeño sobre la base de la interpelación a la ministra Salas, la presentación del Consejo de Ministros en el Congreso y otros debates recientes, se tiene la impresión de que oposición, al igual que el gobierno, responde de manera cortoplacista a las mareas de la opinión pública y a los “destapes” de los medios de comunicación; en otras palabras, ella reproduce a su manera las limitaciones del gobierno que critica. Es que no basta saber en contra de qué está la oposición, o las razones de su supuesta indignación: lo que realmente importaría saber es que haría ella de estar en el gobierno para solucionar los problemas que denuncian. Y muy poco hemos oído decir sobre propuestas de reforma de la educación, de combate a la corrupción, de políticas de defensa o seguridad ciudadana, de qué están haciendo como partidos “nacionales” para tener una presencia efectiva en todo el territorio, por mencionar algunos asuntos.

De otro lado, los grupos de oposición nos deben explicaciones sobre el rumbo en el que ellos mismos se encuentran: el APRA, ¿intentará consolidarse como un partido populista de derecha? ¿Cómo queda la relación entre García y el partido? El fujimorismo, que recientemente señaló que buscará perfilarse como una opción liberal, ¿buscará ir más allá de un liberalismo económico para incluir el político e institucional? El PPC, Pedro P. Kuczynski, y otros, ¿podrían construir una alianza? Si no, ¿qué propone cada uno? En cuanto a la oposición de izquierda, una vez conseguida la paralización del proyecto Conga, ¿cuál es la propuesta de desarrollo para Cajamarca y otros lugares? ¿Cuál es la agenda que reune a Ciudadanos por el Cambio, Fuerza Social, Patria Roja, el Partido Comunista, el Partido Socialista y Tierra y Libertad, más allá del registro electoral de este último?

lunes, 20 de agosto de 2012

En los márgenes de nuestra historia (2)

Artículo publicado en La República, domingo 19 de agosto de 2012

La semana pasada comentaba el libro En los márgenes de nuestra memoria histórica, de Max Hernández, en el que, desde el psicoanálisis y otras herramientas se pasa revista por momentos clave (¿episodios traumáticos?) de nuestra historia. Decía que en en libro se podía entrever una tensión entre la detección de la continuidad de grandes problemas históricos y el reconocimiento de esfuerzos reiterados, aunque infructuosos, tanto en las élites como a nivel popular, por romper con ellos. Hacia el final, el autor nos señala que “cuando se trata de experiencias traumáticas, el psicoanálisis busca la reconciliación de la persona consigo misma a través de la aceptación de una verdad particularmente difícil de asumir”; “el doloroso legado emocional de nuestra historia espera ser elaborado desde una nueva perspectiva (…) El momento es propicio pues la población mestiza, una anomalía dentro de la lógica del sistema colonial, es parte de la realidad que las nuevas corrientes de integración, transculturación y sincretismo van conformando”.

¿Qué contornos debería tener esa “nueva perspectiva”? Debería ser una que, sin dejar de ser crítica, mire también nuestra historia sin caer en anacronismos (exigir de los actores del pasado actuaciones basadas en los criterios que manejamos en el presente) o en expectativas infundadas (exigir desempeños que no se dieron en ningún país de características similares al nuestro). En el marco de esta discusión, es interesante leer el reciente libro En el nudo del imperio. Independencia y democracia en el Perú, editado por Carmen Mc Evoy, Maurio Novoa y Elías Palti (Lima, Instituto de Estudios Peruanos e Instituto Francés de Estudios Andinos, 2012).

En este libro, diversos autores analizan la independencia del Perú resaltando su importancia en nuestra historia; no es que nada hubiera cambiado después de la independencia por la continuidad de los legados coloniales, sino que ella “supuso no solo un giro político drástico, sino también un verdadero trastocamiento cultural”. Lo que ocurrió fue un “vuelco radical en cuanto a los principios sobre cuyas bases se fundará el sistema institucional”, dando paso a la democracia, al principio de soberanía popular, que “una vez proclamada, habrá de buscar modos de expresarse empíricamente, hacerse efectiva”. Desde esta perspectiva, no solo tendríamos la persistencia de herencias coloniales, también una tradición republicana y democrática sobre la cual construir, cuestión especialmente relevante de cara a nuestro bicentenario. En el libro, la colonia no se percibe como pura exclusión y violencia, y la independencia no se ve como una aventura liderada por fuerzas “extranjeras”; por el contrario, rescata algunas bases que dieron estabilidad al orden colonial, la participación tanto popular como de las elites locales en la independencia, proceso visto de manera continental, donde la contraposición entre lo “nacional” y “extranjero” no tiene sentido.

VER TAMBIÉN:

En los márgenes de nuestra historia (1)

lunes, 13 de agosto de 2012

En los márgenes de nuestra historia

Artículo publicado en La República, domingo 12 de agosto de 2012

Se presentó recientemente En los márgenes de nuestra memoria histórica (Lima, Universidad de San Martín de Porres, 2012), de Max Hernández, excelente trabajo con el que esta casa de estudios inicia el “Proyecto cultural del bicentenario peruano”.

Se trata de una aproximación ensayística del conjunto de la historia del país, y si bien no tiene una metodología precisa (o más bien, es muy compleja y diversa), podría decirse que está enclada en el sicoanálisis, con la noción de “trauma histórico”, que funcionaría de manera equivalente a un “trauma síquico”.

Simplificando, para Hernández el origen remoto del país se halla en el “horizonte temprano” de la cultura Chavín, momento del surgimiento de sociedades más complejas, con clases sociales: esto llevaría a la imposición de un orden con bases jerárquicas y autoritarias; posteriormente el Tawantinsuyo sería la expresión más sofisticada de una lógica de control territorial basada tanto en la imposición y la violencia, como en la cooptación y negociación con grupos muy diversos. La precariedad de este orden se haría evidente durante la conquista, evento cataclísmico, que pondría desde entonces a los indígenas americanos como “los grandes perdedores del encuentro con occidente”, que impuso una cultura letrada que relegó y oscureció la memoria de tradiciones milenarias. Con todo, el orden colonial se erigió bajo una lógica de “resistencia y adaptación”, de “enfrentamientos y alianzas, negociación y resistencia pacífica, rechazo del nuevo orden y adecuación a las nuevas circunstancias” que logró una notable estabilidad, de allí que tendiera a continuar durante la república e incluso hasta nuestros días. Luego, el proceso de la independencia nos planteó desafíos que superaron las capacidades de nuestras precarias elites; el Perú nació con un “Estado empírico asentado sobre un abismo social”, citando a Basadre, y los esfuerzos de construcción republicana sucumbieron a esta realidad, que a la postre llevaría a la derrota en la Guerra del Pacífico. En las primeras décadas del siglo XX, Belaunde, Haya y Mariátegui coincidiráin, cada uno a su manera, en una mirada crítica con el desempeño republicano y en la necesidad de transformar las estructuras sociales. En la década de los años ochenta y noventa, la violencia política nuevamente habría sacado a relucir que “la sociedad se ubicaba a ambos lados de la línea que separa los estereotipos de lo blanco y de lo indio”, “la segregación social y cultural enquistada desde la conquista”.

Diría que en el libro de Hernández se puede entrever una tensión constante entre la detección de la continuidad de grandes problemas históricos y estructurales, y el reconocimiento de esfuerzos reiterados, tanto en las élites como a nivel popular, por romper con ellos. Al final, el autor parece mostrar un moderado optimismo respecto a los cambios que podrían venir con la migración y la “cholificación” del país. ¿Será eso posible? Seguiré la próxima semana.

lunes, 6 de agosto de 2012

La nueva etapa del gobierno

Artículo publicado en La República, domingo 6 de agosto de 2012

Durante la gestión de Oscar Valdés como Presidente del Consejo de Ministros, diversos analistas señalaban que la derechización del gobierno de Ollanta Humala habría llegado al extremo de haber tomado la decisión de imponer la gran inversión “a toda costa”, para lo cual el endurecimiento y la represión a sangre y fuego de las protestas sociales marcaría un punto de no retorno. Por ello, el presidente habría colocado a personajes muy cercanos a él y a Valdés en los ministerios de defensa e interior.

A la luz de la conformación del nuevo consejo de ministros presidido por Juan Jiménez, esas lecturas han revelado que carecían de fundamento, y se confirma lo que otros habían señalado: que este es un gobierno pragmático, reactivo, corto placista, sin proyecto definido, que responde a las mareas de la opinión pública, sin cuadros políticos propios capaces de enfrentar los desafíos que se presentan. Si el consejo presidido por Lerner cayó por aparecer como desordenado y concesivo, el de Valés cayó por aparecer rígido e impermeable. El primero habría caído por creer ingenuamente que con el diálogo se solucionaban los problemas, el segundo por creer que la protesta se desactiva con la mano dura. De este modo, Humala ha actuado como el político que es, al igual que antes actuaron García y Toledo: promoverán la inversión, pero no cuando los costos políticos de hacerlo sean excesivos. Esto hasta Yanacocha parece haberlo entendido, y ya se cuenta con el proyecto Quellaveco para mostrar que sí habría casos de “minería responsable”. Y hoy en la PCM y en interior se habla nuevamente de diálogo, y en defensa hay un ministro que no es parte del entorno palaciego.

Ahora bien, también habría que reconocerle al gobierno que este pragmatismo podría haber llevado por otros rumbos, como cuando se especuló con la posibilidad de un acercamiento con Solidaridad Nacional. Tal vez este camino no se consumó porque, en realidad, el gobierno no enfrenta propiamente oposición en el parlamento. Ella está en la calle.

¿Cómo enfrentar el malhumor de la calle? Nuevamente, podría haberse intentado tener ministros más “políticos” que pongan énfasis en comunicación, gestos, golpes efectistas. Por el contrario, el gobierno, en la práctica, ha decidido reforzar una suerte de estilo tecnocrático-social para atenderlas, mediante una combinación de diálogo con los núcleos movilizados y de aplicación de políticas sociales eficientes focalizadas en los más necesitados, que permita justificar el discurso de la “gran transformación gradual y persistente”.

Queda por supuesto en el aire la pregunta de si esta apuesta permitirá oxigenar al gobierno más allá del corto plazo; la apuesta “tecnocrática-social” tiene sus límites, precisamente en la falta de manejo político. En lo inmediato, en los cuestionamientos a la ministra Patricia Salas, se juega la viabilidad de esta apuesta, y lo que ella necesita es responder más políticamente a los cuestionamientos que se le hacen.

jueves, 2 de agosto de 2012

OXFAM: Informe Perú 2011-2012

Acaba de aparecer el Informe Perú 2011-2012 de OXFAM, como siempre interesante. Encontrarán un artículo de este servidor sobre el primer año del gobierno de Humala. Saludos...

OXFAM: Informe Perú 2011-2012

Presentación

Mirando al Perú

Martín Tanaka
Los dilemas de Ollanta Humala

Jorge Bruce
El ambiente desplazó a lo social

Ricardo León
Territorios sin reglas

José de Echave
Se busca una política ambiental

Eduardo Gudynas
Hay vida después del extractivismo

Juan Chacaltana
La inclusión laboral de los jóvenes

Virginia Vargas
La necesidad de revalorar la diferencia

Fernando Eguren
El nuevo latifundismo peruano

Carlos Bedoya
Recetas contra el hambre

Duncan Green
La crisis como oportunidad de cambio

José Sato
El desastre sísmico que podemos evitar

Richard Chase Smith
¿Por qué no las vemos?