Artículo publicado en La República, domingo 25 de octubre de 2015
La década de los años ochenta es la del intento fracasado de construcción de un sistema de partidos, y la de los noventa es la de la antipolítica, como decía Carlos Iván Degregori; desde 2000, hemos vivido una suerte de enfrentamiento entre alguna figura que representa la continuidad de un embrionario nuevo sistema político y otra que lo desafía. En 2000, Fujimori frente a un emergente Toledo, aunque el cuestionamiento de éste era institucional frente a un gobierno autoritario, no involucrando al modelo económico. En 2001 este liderazgo emergente frente a la vuelta de liderazgos consolidados como los de García y Flores. En 2006, Humala expresó nítidamente el cuestionamiento frontal al sistema, especialmente en lo económico, frente a García y Flores. En 2011 nuevamente Humala, frente a K. Fujimori. Desde entonces se empezó a percibir que para ganar Humala necesitó moderar su discurso. En ese momento, después de años de crecimiento, parecía que el país “integrado” resultaba mayoritario frente al “excluído”. ¿Estamos viendo eso ahora? Los cinco candidatos con mayor opción de voto representan diversas formas de continuidad institucional y económica, de allí que sus discursos se parezcan tanto y que se distingan más bien por calidades o trayectorias personales. Acaso la importancia que se le asigna al tema de la inseguridad ciudadana haya también desdibujado el clivaje sistema – antisistema. Por supuesto que eso puede cambiar, la pregunta es si ese cambio se dará de aquí a abril. Esa sería la novedad de esta elección.
¿Emergerá desde el mundo del 1 ó 2% algún candidato que pueda ser protagonista de la elección presidencial del próximo año? Para ello se necesita contar con un mínimo de reconocimiento y de credibilidad, y casi ninguno lo tiene. Es muy tarde para hacerse conocidos ante una ciudadanía sin entusiasmo y desatenta y muy temprano para intentar compensar esa carencia con una gran inversión publicitaria. Desde la izquierda, además, la dispersión conspira contra las opciones de cada uno de los contendores. ¿Y el partido de gobierno? Contando con el apoyo discreto de la maquinaria gubernamental, podría en principio aspirar a pasar la valla electoral del 5%. ¿Logrará Von Hesse evitar la historia de Jeannete Enmanuel y Rafael Belaunde como candidatos de Perú Posible en 2006 y de Mercedes Aráoz como candidata del APRA en 2011? El problema es que el perfil de su candidatura rompe del todo con lo que queda de las bases y los orígenes del Partido Nacionalista. Pierde el carácter izquierdoso y provinciano que todavía le queda, desaprovecha la oportunidad de ocupar un espacio de centro-izquierda todavía vacío, queda muy cerca a la imagen de Kuczynski (tecnócrata sensible), aparece como sacado de la manga por la poderosa Secretaria General del Partido. Hace cinco años Mercedes Aráoz tampoco logró entusiasmar al aparato partidario, y su candidatura terminó colapsando. Aunque esta vez el apoyo desde arriba parece más decidido.
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