Un penúltimo comentario sobre "nos habíamos choleado tanto". El día de hoy, Jorge Bruce responde a mi reseña de la semana pasada:
http://www.peru21.com/comunidad/Columnistas/Html/bruceIndex.html
Encuentro algunas reacciones en los blogs:
http://www.elmorsa.com/2008/03/18/cuestiones-de-racismo/
http://fabbernoduerme.blogspot.com/2008/03/por-qu-no-conocemos-al-cholo-juanito.html
http://bloodyhell-la.blogspot.com/2008/03/racismo-ep2.html (ACTUALIZADO)
Sobre el punto, ya adelanté varias cosas en mi último post sobre el tema:
http://martintanaka.blogspot.com/2008/03/blog-post.html
Solamente hago un comentario adicional, que nos lleva a otro tipo de debate.
Leyendo la réplica de Bruce, caigo en la cuenta de que estamos utilizando dos definiciones diferentes de racismo, o viendo dos aspectos diferentes del mismo: para él, se trata de "entender el racismo como una vivencia íntima, que se procesa en el fuero interno y nos lleva a actitudes discriminatorias, con frecuencia inconscientes, en una gran variedad de situaciones que nos pasan inadvertidas, y que la experiencia clínica contribuye a esclarecer". De allí que también llame la atención sobre la importancia, en toda la estructura social, de "la fuerza de mecanismos inconscientes, como la identificación con el agresor o la pasividad rencorosa, que es una forma encubierta de actividad negativa". Finalmente, la consecuencia es que el combate al racismo es un "combate casa por casa, cuerpo a cuerpo, mente a mente".
Por el contrario, yo pienso el racismo como un sistema de jerarquización social basado en consideraciones étnicas, por encima de otras (clasistas, méritos, educación, etc.). Es una forma de relación social; el énfasis está en los términos en que las personas entablan su interacción, no lo que tienen en el inconciente. Por esa razón, para mí el cambio ha sido notable, ya que la jerarquización racista, vigente en el país hasta los años sesenta, no me parece vigente más, porque los subordinados no la aceptan (antes sí la aceptaban). Esto implica para mí que es principalmente en los sectores altos que se pretende mantener vigente la jerarquización racista, cuando en todos los demás sectores esta pretensión es rechazada, cuestionada. Y en términos prácticos, de lo que se trata es de "empoderar" a los que sufren la discriminación en todos los niveles.
El debate está yendo ahora, me parece, por las diferencias que tendría un enfoque "psicoanalítico" y otro "sociológico" para dar cuenta del racismo. Una cosa es el plano de las relaciones sociales, cómo se establecen las formas de poder y autoridad, y otra lo que ocurre en el plano de las mentalidades o del inconciente. La conclusión sensata es que debemos considerarlos enfoques complementarios. Por seguir con un ejemplo propuesto por Bruce en su libro, puede que a unos padres no les guste que sus hijos se casen o relacionen "con cierto tipo de gente" ("es buena, pero es cholita"), pero simplemente se tienen que aguantar, porque los hijos no respetan la jerarquización que los padres manejan. Unos pueden enfatizar las resistencias de los padres, y postular la permanencia del racismo; otros, pueden enfatizar (como yo) que ahora se forman parejas de maneras más diversas que antes, y postular cómo se ha resquebrajado la jerarquización étnica. Ok, ambas cosas son importantes; me sigue pareciendo que es más importante lo segundo, me sigue pareciendo que lo primero está en retirada y lo seguirá estando en los próximos años.
Pero me pregunto ahora por los alcances y límites de una aproximación psicoanalítica para dar cuenta de la realidad social. Hay una insigne tradición de estos estudios: ver por ejemplo,
Entre el mito y la historia: psicoanálisis y pasado andino (1987, con Max Hernández, Moisés Lemlij, Luis Millones y Alberto Péndola).
Rodríguez Rabanal, César. (1989) Cicatrices de la pobreza. Nueva Sociedad, Caracas
Max Hernández. Memoria del bien perdido. Conflicto, identidad y nostalgia en el Inca Garcilaso de la Vega (Lima: Instituto de Estudios Peruanos & Biblioteca Peruana de Psicoanálisis, 1993, p. 103).
Gonzalo Portocarrero. Rostros criollos del mal. Cultura y transgresión en la sociedad peruana (Lima, Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2004).
Flores Galindo, Alberto: "Los sueños de Gabriel Aguilar", en Buscando un inca. Identidad y utopía en los Andes (1986).
Este es un tema muy grande, que no podría abordar ahora. Solamente dejo una idea: mi impresión general es que este tipo de entrada es particularmente potente cuando se estudia un caso individual (Garcilaso, Gabriel Aguilar), de algún modo emblemático, y a partir de allí se extraen conclusiones que alumbran cómo se da la interacción social en algunos espacios específicos, asociados al personaje estudiado. Así la generalización está "controlada", por así decirlo. Me parece que los riesgos son mayores cuando desde evidencia parcial y heterogénea, donde no hay criterios de representatividad bien establecidos, o un marco interpretativo general bien definido, se pretende generalizar al conjunto de la sociedad. Se cae en el riesgo de ser unilateral, de ver solamente un lado de las cosas. Creo que ese es el punto débil de trabajos como el de Rodríguez Rabanal, o el último de Bruce. Algunas cosas se pueden ver bien, pero no otras, y se puede perder lo fundamental. En el caso de Bruce, creo que lo que se pierde, al centrar la mirada en las continuidades, es una adecuada comprensión de los cambios en curso en el país. Yo creo que el Perú se entiende mejor desde el cambio, desde el resquebrajamiento de todas las formas de autoridad y los problemas que esto conlleva, antes que insistir en la vieja idea de la continuidad de la "herencia colonial". Este debate seguirá, ciertamente. Me alegro de haber contribuído a generar alguna discusión sobre estos temas.
Foto tomada de aquí:
http://zonadenoticias.blogspot.com/2008/03/hoy-martn-tanaka-dedica-su-columna-de.html
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6 comentarios:
Es en las zonas rurales donde el racismo campea, especialmente allí donde la necesidad del acceso a servicios públicos (justicia, salud, educación) convierte a los funcionarios públicos en seres casi omnímodos.
La expresión más clara de esta omnipotencia se vivió durante la violencia política, cuando los jefes militares (y, en las zonas rojas, los comisarios senderistas) eran señores de horca y cuchillo respecto de las poblaciones indígenas que afirmaban "proteger" o "liberar". No es casual que la mayoría de muertos y desaparecidos fueran indígenas quechuahablantes.
Si nos centramos exclusivamente en las ciudades, en los casamientos y en el acceso a las discotecas de lujo, pueden surgir diversidad de interpretaciones sobre si la jerarquización racista sigue vigente o no. Pero si vemos:
- la humillación constante a la que son sometidos las poblaciones indígenas y afrodescendientes en comisarías, juzgados y hospitales;
- el hecho de que se les imponga a la fuerza el castellano para acceder a la educación y para obtener justicia;
- la violación constante de sus derechos a la libre determinación y al territorio en nombre de la "modernidad";
- el hecho de que los indígenas sean calificados como "perros del hortelano", entre otros cultos piropos que repiten los clichés racistas previos a la Reforma Agraria;
la vigencia del racismo como discurso, como práctica, y hasta como doctrina de estado, surge sin máscaras.
Martín,
Has tocado un opunto importante. En mi blog he discutido mas de una vez acerca del "todo terrenismo" del psicoanalisis, es decir, de esa prepotencia que le veo que hace que los psicoanalistas se sientan con capacidad de entrar a analizar absolutamente todo. Yo discrepo con esto, y estoy convencida de que puede ser util en una situación de consultorio (aunque aun alli tengo mis reservas) pero que es falaz y circular cuando pretende entrar a procesos sociales. En el mejor d elos casos, es solo una mirada, como tu dices, y muy parcial.
en la polemica bruce-tanaka, me quedo con el analisis de el morsa: tipos de racismos, mecanismos, perspectivas entorno-del-analista-centricas. conclusion: mas campo, mas analisis profundo, menos conclusiones universalizantes.
A mi no me cuaja mucho eso de que un enfoque que enfatiza el cambio o uno que enfatiza la continuidad nos permita entender mejor el país. Me siento más cómodo con la idea de Rochabrún (Márgenes 1991), en su crítica a la tesis de la herencia colonial, que dice que lo importante es preguntarse sobre cómo se reproducen en cada momento las distintas formas de discriminación. Que el racismo está en retroceso y que la mayoría de la gente se ha empoderado y que admite menos que la discrimine me parece que es evidente. Pero de ahí a sostener un enfoque centrado en el cambio me parece que oculta más que esclarece el problema. Pienso que el asunto es preguntarse por la forma en que se reproduce el racismo hoy. Y tengo la sospecha (compartida por muchos otros científicos sociales) de que al racismo nunca lo vamos a encontrar sólo. Si lo buscamos solo lo vamos a esconder pues anda enredado en un nudo gordiano con otras formas de diferenciación además de la étnica y racial como la de clase, región, nivel educativo, género, etc. La cosa es entonces preguntarse en qué se ha convertido la discriminación racial de hace pocas décadas. Según Portocarrero esta se ha estetizado, no sé (http://gonzaloportocarrero.blogsome.com/2006/09/27/hacia-una-comprension-del-racismo).
Otra cosa, referida a la cita que hace usted Martín de los textos de Da’Matta y O’Donnell, es que podemos pensar el racismo como un recurso frente a situaciones de conflicto. En Argentina, según O’Donnell, dicho recurso encuentra una respuesta que es la mandada a la mierda. Preguntarnos por la forma en que se expresa el racismo en el Perú de hoy (si suponemos que está en retroceso quiere decir que aun es vigente y por lo tanto debemos buscar la forma de interrogarlo) podría ser preguntarnos si es que es aun un recurso vigente en algunos conflictos o relaciones en general.
Rafael B.
Saludos
Creo que el racismo es un eje transversal sobre el que hemos construido un Estado que atraviesa nuestra sociedad que define clase y género.
De hecho , para analizar dicho fenómeno, prefiero partir de las hipótesis que llegan de la sociologia,politología, antropología, historia y arquelología en un trabajo interdiscplinario ( las llamadas ciencias sociales ), que desde los supuestos del psicoanálisis a los que realmente, no les doy muy mucho crédito debido a su escandaloso y extremo reduccionismo en el estudio de los fenómenos sociales.
Uyuyuyyy, como diría el chato Hildebrandt....el cuco del sicoanálisis produce harta urticaria. Hmmm, digno de análisis, no, Carlos Enrique? ja.ja.ja. Me causa extrañeza el rechazo frontal de doña Susy, siempre tan medida ella (detrás de su sonrisa, casi rictus, se esconde una infancia oscura que ahora pretende exorcizar con su leftismo nice? al diván, madame!). Yo no soy fan de gentita como Bruce y el venerable don max hernández, cuya sapiencia analítica de varios y conocidos pergaminos académicos made in France and UK, se va por la cañería cuando uno analiza su performance mediática insufrible. Coquie protagoniza las páginas sociales con fruición pero confiesa un "mea culpa" (what?)y propósito de enmienda (goce culposo??? ásu...); mientras el tío Maxi sepulta su reputada vena analítica desde su puestito de burócrata del acuerdo nacional nacido en el toledismo frivolón y persistente en el aprismo bipolar de los petroaudios y demás inmoralidades...agh! Te me caíste, Max. Pero hay otras trincheras heroicas y más discretas, como manda el análisis freudiano ortodoxo y efectivo, que se acercan a aliviar la carga emocional de un pueblo deprivado por la corrupción y la falta de coherencia de los partidos tradicionales...Quizá las críticas al sicoanálisis propiecien un debate más amplio, pero hasta ahora se le pretende acusar de todo, lo que revela sin duda honduras dignas de ser sacadas a la luz por analistas menos figurettis y más olventes. Au revoir, mesié Bruce!
love and kisse,
Ladycroft
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