Artículo publicado en El Comercio, sábado 11 de mayo de 2019
Hace una semana este diario cumplió su aniversario 180. Buena ocasión para reflexionar sobre esta empresa, que se ha ganado por su longevidad e importancia la consideración de ser prácticamente una institución republicana.
Una importante publicación reciente nos ayuda a reflexionar sobre el diario, se trata de
El Comercio y la política peruana del siglo XXI. Pugnas entre liberales y conservadores detrás de las portadas (Lima, IEP, 2019), de José Alejandro Godoy. El autor hace una revisión de la evolución política del diario y ubica una etapa liberal, asociada al civilismo durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX; luego, una más conservadora, entre las décadas de los años treinta y cincuenta, marcadas por la lógica de enfrentamiento con el APRA, al que se le atribuyó el asesinato del director del diario, Antonio Miró Quesada, y de su esposa, María Enriqueta Laos, en 1935. Es la etapa del “diario de la oligarquía”. Los sesentas serían más desarrollistas y nacionalistas, donde destaca la figura del director Francisco Miró Quesada Cantuarias, y los ochentas, recuperado el diario después de la expropiación del gobierno militar (1974-1980), nuevamente más conservadores.
En los ochentas, cuando empecé a leer el diario con más regularidad y consciencia, debo confesar que mis preferencias políticas estaban más cerca de
El Observador,
La República o
El diario de Marka (hasta la dirección de Sinesio López), que de
El Comercio. Sin embargo, en sus páginas culturales y científicas era posible leer a Oscar Miró Quesada de la Guerra (RACSO), a Tomás Unger, a Ricardo González Vigil, y con alguna frecuencia textos de Carlos Germán Belli, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, y muchos otros, un lujo que era impensable en otros diarios. El único suplemento cultural equiparable en calidad fue
El Caballo Rojo de Antonio Cisneros en
El diario de Marka, pero esa es otra historia.
Los noventas fueron años de una suerte de transición, y el libro de Godoy se concentra en el nuevo siglo. Nuevamente tenemos una etapa más liberal entre 1999 y 2008, bajo la dirección de Alejandro Miró Quesada Cisneros, muy marcada por la crítica a la etapa final del fujimorismo y el apoyo al proceso de transición. Recuerdo alguna de las marchas en contra de la segunda reelección de Fujimori, al pasar por la esquina de Lampa y Miró Quesada, haber oído la consigna “Comercio combativo, el pueblo está contigo”, inimaginable para quien se formó con la idea de que se trataba de un diario conservador. Godoy registra un nuevo giro conservador entre 2008 y 20014, bajo las direcciones de Francisco Miró Quesada Rada y Fritz Du Bois. Sin embargo, éste último marca el inicio de la búsqueda de una gestión más profesional y menos de empresa familiar, lógica que se consolida bajo la dirección de Fernando Berckemeyer (2014-2018), y con una orientación, nuevamente, más liberal en lo político.
Godoy se propone explicar las razones de los virajes del diario a lo largo de su trayectoria reciente. Para el autor, el papel del Director es la clave para la determinación de la línea del diario, que ha ido ganando autonomía y espacio más allá del papel de los propietarios, “conglomerado con decenas de accionistas, cinco ramas familiares y tendencias que han sido contrapuestas”. Esa dispersión fortalece al director y a los editores, lo que abona a favor de una línea más profesional y periodística que intenta consolidarse.
Así,
El Comercio parece enfrentar con relativo buen pie los muchos desafíos del futuro. Es una gran satisfacción ser un colaborador más en sus páginas.
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