En junio de 1986 se produjo el motín de presos senderistas en los penales de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara, que dio lugar a la operación de debelamiento que terminó con el fallecimiento de tres miembros de las Fuerzas Armadas, un rehén, y más de dos cientos internos, muchos de ellos ejecutados extrajudicialmente después de haberse rendido. Fue un suceso traumático para el país. Pocas semanas después, en el Instituto de Estudios Peruanos Julio Cotler organizó el seminario “Para afirmar la democracia”, que concitó enorme interés en el mundo de las ciencias sociales. Siendo estudiante universitario, intenté ingresar al evento, pero había tanta gente que me fue imposible. Al terminar alguna de las sesiones, amigos que habían estado dentro comentaban incrédulos que Luis Pásara había dicho que después de analizar mucho la situación, había llegado a la conclusión de que el Perú era inviable, de que entraría a un proceso acelerado de “libanización”, y que por ello había tomado la decisión de irse a vivir al extranjero. Ricardo Letts habría gritado de indignación, y Javier Iguíñiz habría dicho que en el Perú hay ciudadanos de pasaporte, de libreta electoral y de libreta militar, y que la izquierda debería preocuparse especialmente de estos últimos.
No sé cuán ajustado a los hechos sea este recuento, pero vale para marcar la relación de apasionado “amor-odio” que Luis Pásara ha mantenido con el país, y que se expresa nuevamente en su último libro, ¿Qué país es éste? Contrapuntos en torno al Perú y los peruanos (Lima, Fondo Editorial PUCP, 2016). Se trata de un libro de entrevistas realizadas por el autor intentando entender mejor al Perú de hoy, desde sus propias dudas e inquietudes. Así, uno de los temas es la relación con el Perú por parte de peruanos viviendo en el extranjero, que tomaron la decisión de volver; otros temas intentan hacer un balance de continuidades y cambios registrados en las últimas décadas; cubriendo asuntos como la discriminación y la desigualdad, el papel de la mujer, de los empresarios y de las elites en general, para lo cual Pásara conversa con artistas (Gerardo Chávez, Ramiro Llona), empresarios (Oscar Espinosa, Rosario Bazán, Juan Carlos Verme), intelectuales (Felipe Ortiz de Zevallos, José Luis Rénique, Alberto Vergara, Moisés Lemlij), académicos (Mario Montalbetti, Fabiola León-Velarde), ex funcionarios públicos (Pilar Mazzetti, Carolina Trivelli, Ricardo Luna, Fernando Palomino), expertos en diferentes materias (Javier de Belaunde, Ricardo Uceda, Jeanine Anderson, Jo-Marie Burt), personajes con experiencia política sin ser políticos propiamente dichos (Jorge Nieto, Alberto Gálvez Olaechea), y activistas sociales (Carmen Lora, Wilfredo Ardito, Roxana Vásquez, José Carlos Agüero). Pásara dedica el libro a la memoria de Jorge Basadre y César Arróspide de la Flor, “esperanzados ambos en que el Perú era no solo problema sino también posibilidad”, y ese es el espíritu que guia las páginas de este fascinante libro.
Cada entrevista tiene valor en sí misma, y en conjunto puede encontrarse una evaluación de cuánto ha cambiado el país “libanizado” que veía Pásara con espanto, con taras que se mantienen, pero también con oportunidades inéditas. Pásara invoca al inicio la figura de Basadre, y para terminar cabe recordar la frase con la que el gran historiador cierra La promesa de la vida peruana: “Toda la clave del futuro está allí: que el Perú se escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo o de convertirse en una fogata. Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario