Artículo publicado en La República, domingo 3 de julio de 2016
Después de las últimas elecciones, han surgido muchas preguntas respecto al mundo rural del sur andino: ¿por qué la persistencia de un voto “contestatario” a pesar del crecimiento económico y de la reducción de la desigualdad, por lo menos en algunas dimensiones? ¿Qué mecanismos específicos son los que explican la dinámica de reducción de la pobreza? ¿Cómo se explica el respaldo que obtuvieron Julio Guzmán, la izquierda, el fujimorismo y PPK en diferentes momentos y en diferentes ámbitos de esa zona del país, dados sus perfiles tan diferentes?
Acaba de ser publicado un excelente libro que ayuda mucho a obtener respuestas a todas esas preguntas. Se trata de Los nuevos incas. La economía política del desarrollo rural andino en Quispicanchi (2000-2010), de Raúl H. Asensio (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2016, 435 p.). Si bien el libro se centra en la provincia de Quispicanchi, la mirada de Asensio permite analizar las dinámicas y los cambios ocurridos en el mundo rural del sur andino a lo largo de un periodo de más de diez años, que ha configurado nuevas realidades que no terminamos de comprender. El libro recoge la larga experiencia de investigación del autor en ese territorio en diferentes ámbitos, de modo que el libro toca temas como la “densificación de presencia estatal en las zonas rurales, mejora de carreteras y telecomunicaciones, incremento de la cobertura de los servicios básicos, universalización de la educación primaria, políticas públicas orientadas por la demanda, participación ciudadana, democratización de la política local, crisis de los partidos políticos, conquista del espacio público por parte de los pobladores rurales, diversificación de actividades productivas, nuevos discursos de identidad colectiva basados en referentes étnico-culturales, viejas y nuevas nociones de comunidad campesina, etc.”.
El libro muestra cómo el crecimiento desatado por el boom del precio de las materias primas del periodo 2003-2012 abrió oportunidades que fueron aprovechadas por nuevos liderazgos sociales de origen campesino, formados en el marco de la presencia de la cooperación internacional y de diversas ONGs, y de políticas sociales y públicas de la década de los años noventa (FONCODES, PRONAMACHS y otros). Esta nueva generación de líderes, más articulados al mundo urbano, incluso llegaron al poder municipal en algunos distritos, en medio de la crisis y de la fragmentación política, y se beneficiaron del crecimiento de los presupuestos municipales y de un notable aumento de la presencia estatal a través de múltiples iniciativas.
Pero el nuevo dinamismo también tiene sus bemoles: el avance es precario, algunas comunidades no logran articularse a las nuevas dinámicas, la pobreza no solo persiste, sino que la que queda es mucho más difícil de atacar. Y se establecen nuevas dinámicas territoriales: algunas zonas prosperan, otras declinan (por ejemplo Urcos, la capital provincial, pierde relevancia frente a otros distritos), la heterogeneidad y desarticulación social aumentan, con lo que emergen tensiones y posibilidades de conflicto dentro del territorio. En este marco, cambiante y complejo, emergen nuevos proyectos políticos que construyen discursos que pretenden generar identidad y construir plataformas reivindicativas, en los que la recuperación de la etnicidad y componentes contestatarios tradicionales resultan funcionales.
Como lo he hecho siempre, recuerdo que trabajo en el Instituto de Estudios Peruanos y que tengo una relación de amistad con el autor. Pero creo sinceramente en los muchos méritos de este libro que recomiendo.
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