sábado, 30 de marzo de 2019

¿Será posible una reforma política?



Artículo publicado en El Comercio, sábado 23 de marzo de 2019

Escribo con el seguramente inevitable sesgo de haber tenido el honor de ser parte de la Comisión Consultiva para la Reforma Política, designada por el Presidente de la República, que terminó sus funciones con la entrega de su informe el 4 de marzo, hecho público el pasado miércoles.

Creo que existe un amplio consenso en la sociedad y en la política de que nuestro orden político es muy poco legítimo, muy poco representativo, muy vulnerable a la corrupción, que genera recurrentes conflictos sin posibilidades de encauzarlos institucionalmente. El presidente Vizcarra y el Presidente del Consejo de Ministros César Villanueva tomaron la decisión de constituir una Comisión para la elaboración de propuestas de reforma, que faciliten el proceso de construcción de una propuesta integral.

Casi tres meses después, el panorama político luce muy incierto. Nuestra Comisión trabajó con total independencia, aunque de manera coordinada, por supuesto; pero esa autonomía hace que nuestra propuesta no tenga un “propietario”, así decirlo. Tenemos además un nuevo Consejo de Ministros. Hemos presentado un conjunto muy ambicioso de medidas, que buscan iniciar un gran cambio, romper la inercia, apretar el botón de “reset” del sistema político para empezar la construcción de una nueva institucionalidad política. Pero se trata de un conjunto que puede enfrentar resistencias. Al gobierno le preocupa, como es natural, la evolución de su popularidad, y la cantidad de frentes que tiene que atender de manera simultánea. El Congreso no quiere verse presionado o jaqueado por el poder ejecutivo, lo cual también es comprensible. Los expertos discuten sobre el contenido, y por cada tema puede haber una gran diversidad de opiniones, todas legítimas. La ciudadanía puede desconfiar de una propuesta que la saca de sus rutinas, que la llama a involucrarse en un proceso de renovación institucional.

Sin embargo, de cara al Bicentenario, creo que sería una verdadera lástima que dejemos pasar la oportunidad que tenemos a la mano para marcar una diferencia, y poder tener en 2021 el inicio de una mejor democracia y mejores instituciones, que además se complemente con la reforma de la justicia en marcha y diversas iniciativas de desarrollo. Para esto se requiere la voluntad de construir un gran acuerdo político: las reformas constitucionales requieren 87 votos. El presidente de la República, el Presidente del Consejo de Ministros, el Presidente del Congreso, la Presidenta de la Comisión de Constitución, los líderes de los Grupos Parlamentarios, deben decidir si vamos a hacer algo, o si dejaremos pasar esta oportunidad. Las organizaciones de la sociedad civil deben decidir si se involucran en el debate o si tiran la toalla de antemano. Los expertos deben decidir si apoyan una reforma o si se pierden en debates que al final entrampen su aprobación. Una vez tomada la decisión de hacer algo, las propuestas de la Comisión son una referencia, no el punto de llegada. Creo que es una referencia útil no porque los excomisionados seamos unos iluminados, sino porque la propuesta recoge mucho de lo expresado por los grupos parlamentarios, iniciativas legislativas anteriores, los aportes de la sociedad civil, el conocimiento acumulado en el debate académico. Y todo esto explicando a la ciudadanía que queremos dejar el clima antipolítico que nos ha atosigado en los últimos años, que queremos que todos se involucren y se interesen nuevamente en la política, pero bajo nuevas reglas.

No es fácil, pero no es imposible. ¿No es un esfuerzo que vale la pena dar juntos pensando en el Bicentenario?

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