Artículo publicado en La República, domingo 7 de febrero de 2016
Cuando empezaron los cuestionamientos al candidato presidencial César Acuña (infidelidades, violencia doméstica, denuncia por violación, sexo “consentido” con menores de edad, diversos procesos penales consecuencia de su gestión como alcalde y gobernador regional), este parecía estar suficientemente “blindado”. El testimonio de la esposa parecía dudoso en medio de un proceso de divorcio y separación de bienes, la denuncia de violación fue retirada, una relación consentida con una menor de edad podía ser vista como un “error”, a decir de su aliado Humberto Lay, ningún proceso abierto había llegado a alguna condena. Además, uno podía suponer que, habiendo Acuña derrotado al APRA en Trujillo y en La Libertad, habría ya sobrevivido a la “trituradora” de ese partido, con lo cual su camino parecía libre de nuevas acusaciones. Ahora descubrimos que la maquinaria aprista no fue eficaz, acaso por las mismas contradicciones internas que explican su declive frente a Alianza para el Progreso en el otrora “sólido norte”, o que el nivel de exigencia en el ámbito nacional es mucho mayor que en el regional o local. Quienes antes optaron por un “perfil bajo”, como el profesor Otoniel Alvarado, hoy se ven obligados a denunciar las mentiras de Acuña.
Pero las verdaderas complicaciones para Acuña se han dado con las denuncias con pruebas contundentes de fraude, plagio y de apropiación alevosa de obras ajenas. Plagio en la tesis doctoral, en las dos tesis de maestría, irregularidades en la obtención del título profesional, apropiación y mentira al presentarse como autor de un trabajo ajeno, la invención (que involucra a la Universidad César Vallejo) de la insólita figura de una coautoría que luego se divide entre los autores individuales. La avalancha de denuncias y evidencias es demoledora, más para quien se presenta como un abanderado de la educación y líder de un poderoso consorcio universitario.
A estas alturas, la discusión sobre los efectos electorales de las denuncias ha quedado definitivamente atrás. La avalancha de descalificaciones que vendrá a cuentagotas de las universidades Complutense, de Lima, Los Andes, de Trujillo, de INDECOPI, del Tribunal de Honor del Pacto Etico Electoral del JNE, de la Fiscalía, y otros me parece que harán imposible para Acuña hacer una campaña mínimamente creíble. Para los pasajeros de la combi, es hora de pensar en una estrategia de salida. Para Acuña el tema ya no es la segunda vuelta, sino asegurar la continuidad de sus negocios universitarios. Por ello los Acuña se han visto obligados a desligarse del manejo de la U. César Vallejo, pedir disculpas a estudiantes y docentes, iniciar un proceso de reestructuración, y poner a disposición los cargos de todas las autoridades ante la nueva Presidenta Ejecutiva, Beatriz Merino (¿no había renunciado?).
Deberíamos también poner el ojo sobre otros cuestionables dueños o promotores de universidades y diversos partidos: Julio Rosas, José Luna, Fidel Ramírez, entre muchos otros…
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